sábado, 25 de enero de 2025

Lara Fortina / Colaboración Poética

 

Si ordeno indistintamente

la geografía de tu cuerpo

¿Tiene el mismo valor

el fémur izquierdo que el corazón?

Los puntos limítrofes

no existen,

con una goma de borrar Dos Banderas

quito las fronteras

entre el río Paraná y mi bosque de araucarias

así entonamos los mismos acordes,

en fa se anuncia el nuevo latido

y el canto nos regala el silencio.

No quiero ser mujer de arena,

dueña de una áspera memoria,

sólida a veces.

Alcanza el oxígeno

de nuestra exhalación

para volverse viento del este.

 

***

 

Dice la fotografía: año 1964.

También que los huesos parietales se desencastran una vez en la vida.

¿Qué hace un puma en un campamento petrolero?

Fractura expuesta en las ideas, grado uno.

Se llama Napoleón, inmortalizado en blanco y negro. A su lado, en cuclillas, está mi padre con un sobretodo gris.

Ambos comparten la misma mirada tosca.

Su olfato no distingue el peligro, duerme atado siempre al mismo álamo.

¿Quién era él antes de ser mi padre y yo su idea?

Los sueños tan imposibles como el amor,

tiene rota la esperanza hasta el final.

Se pregunta con qué palabras riman libertad, fraternidad, igualdad.

Envejeció solo,

anhelando rugidos y competir con el viento sur.

 

***

 

Temporada de tormentas

 

Me llevó varias horas impensadas

aprender sobre la lluvia en verano,

del sopor pesado

que queda prendido en el aire

y la humedad deslizada en la piel.

 

Todavía tengo miedo de las tormentas eléctricas

me producen reverencias ingenuas

de niña asustada

Frente a los fenómenos de la luz

tiemblo y salto en la cama,

se expanden mis pupilas

con los relámpagos.

Por primera vez, en cincuenta años

veo una centella

fugaz poderosa

quema el enchufe de mi mesita de luz

me recuerda al destello luminoso

de tu piel en las mañanas.

 

Yo vi tu corazón

brillante sobre el mic

 

cavo y cavo

 

en una mano

en tu hombro izquierdo

hasta adentrarme

-mujer topo-

sigo el sonido que late:

estoy en casa.

 

***

 

Crónicas de las lluvias que recuerdo

 

Curva, pedaleo, contra curva.

El destino es Oruro, Bolivia antes de que empiece el carnaval.

La montaña es absoluta, abarca todo el paisaje.

Tras la loma dicen los que saben,

otra loma digo yo.

No sabía que mi cuerpo podía guardar tanta agua.

Dormimos en un establo, tal vez somos como María y José.

Seis pares de ojos negros, en escalerita, nos miran desde el rincón de la pared marrón. Cantamos canciones para abrazar la distancia y brilla la armónica en la puna.

 

Pitido en el celular,

día sesenta dice mi madre sigue lloviendo.

 

En noviembre, en la Patagonia argentina el lago Lacar avanza hacia el viejo hospital, amenaza con devorarse unas cuadras de la ciudad, intenta volver al origen.

Camino hasta el arroyo Pocahullo por la calle Teniente Coronel Pérez, la tela del jean se me pega, el agua limita su borde en mis rodillas

 

And its hard to hold the candle in the cold November rain.

 

Quiero decir presente en la asistencia diaria, fijarme esta fotografía en la memoria.

Cruzo el puente.

 

Walking away.

 

Llovió también cuando vos naciste,

mis aguas dieron luz a tu piel.

 

Este día no es San Valentín, un catorce de febrero y nunca lo será para mí.

Desde mi ventana observo con monotonía como transcurre fina la cortina de agua en el barrio Cigarrales B. El mundo parece traslúcido y acuático.

No alcanzo a imaginar las olas y el barro que vendrán.

La inundación me mantuvo a salvo,

llueve en mí,

igual adentro que afuera.

 

 

Lara Fortina, escritora y profesora de Yoga.

Nace en primavera de 1975 en San Martín de los Andes, provincia del Neuquén

Vive actualmente en Rio Ceballos, provincia de Córdoba, Argentina.

 

Obra

Libro Vida Cotidiana por Halley ediciones, 2023.

10 poemas Ediciones_ emeDN noviembre 2023 Argentina/Uruguay

Notas para una práctica diaria de Yoga Revista en red, España. 2023.

Colaboración poética en las revistas: Iguales vol 2#1, México; Jauja número 2 Chile, Rabiosa Metamorfosis número 7 UNL, Argentina, Flor de Ave.

Muestra de Arte colectiva “Miradas de un mundo pequeño”. Academia Nacional de Ciencias, Córdoba, Argentina 2024.

jueves, 23 de enero de 2025

Yanier H. Palao / Colaboración Poética

 

Todos muestran sus mejores galas. No sueñan, aquí el sueño no existe. Viajan, van formando con ayuda de otros las imágenes del gran circo. Son fuertes, hábiles en su trabajo, bellos, demasiado bellos. En cambio, son peces -todos los son-. Yo tengo cara de anfibio. Un pez tiene su precio; a veces puede costar hasta tu propia existencia. Ya hasta los peces han dejado de ser inofensivos.

 

***

 

Los muchachos abren sus bocas

-escuchan la radio,

despliegan las manos por las agendas-.

Otros visten de mujeres

perfuman la ciudad.

Los vestidos de la apariencia flotan.

Esta es la noche de los caballos.

En un lugar cercano

se destila el néctar de un ron

que después de beberlo seremos lúcidos,

es la embriaguez de una generación.

Puedo ver las manos que cogieron al cerdo

para venderlo

en deliciosos y pobres manjares.

Desconozco la membrana divisoria.

Clavo las espuelas en el cuerpo del caballo

atravieso la garganta.

Nadie puede salir.

Aprieto las manos,

empujo la daga que corta,

las devoradas figuras

que se alzan.

 

***

 

Puedo verlos

están ahí;

Me acechan los árboles plantados

árboles que Dios puso y dispuso

para mí.

Ahora ellos pasan con sus uniformes,

con sus carpetas;

algunos desparramándose,

entregándose.

Otros ríen

aman algún secreto

o algún secreto los ama.

Los miro con sus bicicletas.

Tengo deseos de ir a besar

a cualquiera.

 

Puedo verlos

gente protegida detrás o debajo de sus

paraguas.

Esa pertinaz llovizna

el agua baña los cuerpos,

el agua corre y se desliza

por los valles.

 

Estoy detrás del marco

de la ventana.

Hombres sudorosos,

caballos de madera,

carrusel que gira sin moverse.

Puedo levantarme, andar,

ir creciendo junto a los inmóviles árboles.

Dicen que tengo los ojos tristes,

que he llorado -el amor vuelve-

esos deseos de ir recobrando la desnudez,

aquellos labios,

manos que me escriben,

calvicie que he besado

con la mirada,

árboles que florecen,

árboles plantados

que Dios puso

y dispuso

para mí.

 

***

 

Sobre tu cuerpo

desde abajo

en un costado

de espaldas.

En acróbatas posiciones

del amor clandestino,

sobre tu cuerpo.

 

***

 

Un loco me mira

me enseña los carteles lumínicos.

Yo limpio los platos

de una amiga por comida.

Un hombre de manos largas

me regala un billete

(dice que me dará suerte).

El hombre es hermoso

pero también me vigila.

Sólo encuentro asfalto

rellenando los huecos

Hundo mis dedos

hasta lo profundo,

calmo este desvelo.

 

***

 

Cadena alimenticia.

El que trabajaba en la gasolinera

le vendió combustible a la víctima;

la víctima trasladaba la carne.

En el trayecto a la casa del punto:

la víctima fue asaltada

por el asesino;

el asesino mató a la víctima,

para poder vender en piezas

el motor.

El hijo del asesino

fue mordido por el perro

que vio cuando mataron

a la vaca.

El asesino duerme

en una litera de cemento.

El perro está amarrado

debajo del algarrobo

donde ahorcaron al gato

que se tomó la leche

del niño.

El hijo del asesino

suelta espuma por la boca,

delira

tiene fiebre.

La rabia de todos.

 

***

 

El silencio grita

mi madre grita

los profesores gritan

las exposiciones gritan

los políticos gritan.

Las calles gritan

La piel grita

La música grita

Las cazuelas gritan.

Yo

padezco

de sordera.

 

***

 

Afuera la gente

sigue tratando de llegar

de alcanzar

Caminan como

sí por los alrededores

no hubiera nadie

como si fuera

una constante competencia.

 

Ni siquiera saben

dónde ponen los pies:

caminan mirando hacia delante,

avanzan sin saber,

se alejan en la búsqueda.

Caminan por

debajo de edificios en ruinas.

Una muchacha abre

la ventana de su cuarto;

me sonríe.

Un hombre gris

mira el metro contador.

Un perro come una hamburguesa bañada en

salsa de tomate.

 

Tengo hambre.

En los corredores las mujeres se pintan las uñas, los niños construyen un mundo de barro.

Tengo hambre.

 

Ayer un viejo me regaló un poema

mirándome a los ojos;

hacía rato, nadie me miraba así.

Eran hermosas sus manos,

hermosas y casi muertas.

Hay olor a cadáveres.

 

En las calles

hay olor a carne que se pudre.

Tengo hambre.

Hay basura en las calles,

basura de productos importados:

cajas de cigarros,

botellas plásticas,

vasos desechables,

una postal con la imagen

de la rosa búlgara;

la dedicatoria A Mamá

la misma,

la de casi todos.

 

Pero Mamá siempre se emociona

al recibir la

misma cartulina

con la tonta flor

y aún más tontas palabras.

 

Algo me dice que me vaya

que no me quede

detenido mirando

el resplandor del mediodía.

Acaricio mis pies,

rozo mis tobillos

con una hoja de laurel.

Recuerdo cómo aquella boca

humedecía mis dedos.

 

Observo la hoja de laurel,

observo hasta la minuciosidad,

tragando en seco

el instante en que soy feliz

y no calmo mi hambre.

 



Yanier H. Palao (Cuba, 1981). Escritor y artista visual. Ha publicado, los libros: Sombras del solo, Peces en bolsas de nylon, Música de fondo, A la intemperie, Vaciados, Esteros.

Ha recibido numerosos premios se destaca la beca de creación literaria que otorga el proyecto “Torre de Letras”, 2016. En el 2018 publicó Óxido por Letras Cubanas. Recientemente ha salido a la luz País excéntrico. Libro de narrativa. Ilíada ediciones. 2021.

Sus artículos de opinión aparecen con frecuencia en varias revistas. Mantiene la columna

de opinión “Basuras Biología” en la revista de periodismo narrativo El Estornudo

 

 

 

martes, 21 de enero de 2025

Adrián Chaurán / Colaboración Poética

 

 

Poema de la herida

 

A ti me ata hiriente la noche

con su estupor eterno de hilos,

de magnolias y de yunques sellados.

Y la raíz nos apresa en el alma

y caen en mis ojos el ansia de tu cuerpo.

 

De tarde renacen las espigas

sobre el firmamento de los ensueños.

Tu boca, me ha dejado una herida

que me arde como el anhelo.

En tu paso, tu aroma, las estaciones,

tu saliva, tu sangre oscura, tu sombra;

en la noche, te he buscado, marea,

en tu tacto, en tu aliento, entre las raíces,

y tus ojos de mañana, tus ojos de ayer

has vertido en mí al crepúsculo cruento.

 

Vendrá el atardecer de lindes,

el eco profundo, y estaremos aquí,

con las manos enlazadas sin fronteras al fuego,

a la herida, al río lacerado, corazón,

o estaré aquí, herido de tus horizontes,

en tu pelvis, en tus pies, en tu remoto vacío

como desagrado de días y de días.

 

Poema de la fragua

 

El amor cruzó quemando huertos de latido

en mis labios, como secreto esplendor del gemido

íntimo rumor de dos cuerpos que se muerden,

que unidos se apuñalan, hasta las aguas,

mientras que secreto aroma soy de tu piel.

 

Se encendía en tu mirar

las navajas, y el oleaje de mi sangre;

el pétreo beso, el dolor vivido, las fauces,

con el alma en la otra orilla, con la espera nerviosa

oh pálido año de mi súplica.

 

Se tragó el amor nuestros cuerpos bajo el río

nos devoró con fuego y con memoria, sin luz

nos fuimos quemando en el espejo nocturno,

gastados de ausencias como las riberas, jamás,

ya, estrato áurico entre tus huellas,

o en el oleaje de tus senos,

ya tu corona de fiebre y remordimiento,

es brasero de dos instantes que invaden la muerte.

 

Poema de Columnas

 

Tú,

con tu sangre, has venido, desde la huida

desde las raíces de la alcoba o de las sonrisas;

donde no hay un solo lugar donde el mar no grite.

Se hizo con hierro crepuscular, con trigo,

de tibieza, de ribera, de ojos invisibles,

con las lámparas, promesas, tú,

has venido a mí, a mis dedos, arena que huye aún;

a mi boca descalza, a mi temor, a la oquedad del hierro,

con tus signos de marea vacua, con tus labios,

tu respiración intacta, infértil, de plata,

hambrienta, hoja y silencio,

hiriéndome en el pecho, tus manos de temor único,

declinaba mi sangre en el tercio de tu sexo,

en las esquinas se apresó mi forma de hombre.

Querías mi nombre, para tus naufragios, para tus pozos,

para la muerte de albor masticado como el perdón,

querías mis ojos, para asistir a la muerte del otoño,

ver las colinas, y las hojas que se han olvidado,

desgarrando los horizontes de mi talle,

las rotas manos que tocan al poniente en su estela

o en donde el amor se amarra con la furia.

 

Poema de la naranja

 

Estuve entre las bocas de nacimiento diáfano

en un puerto de quimeras como oculta brisa incierta

estuve, corazón, en un paso de mapa edificado

con mediodía;

 

en donde tus ojos son las últimas horas,

madrugada, carnívora, sepultura de la voz.

En donde mi grito era difuso y aplacado,

y bastaba tu beso para sobrevivirme.

 

Estuve, donde los cóndores se llevan las acacias

y en donde los acantilados reclaman sangre,

oscura, como mi respiración o el vacío

de las manos que mueren con destemplanza.

 

Yo estuve en el interior de la naranja y en lo tangible

o donde la vida se desgrana siendo espesura

como beso apresurado ignorando su dulce,

cerca en donde la memoria es lienzo

 

y bastaba tu beso para sobrevivirme.

 

Poema número 2

 

Una hoja cuya rama no existe,

Un mundo cuyo cielo no existe.

Luis Cernuda

 

Así como penas tardías de conjuro, de tardes:

se queman mis labios en la lluvia de tus labios

cuando los perdones mitigaron en silencio

al llanto emigrado de las aljabas desnudas

cuando la tristeza se alejó como el ensueño;

 

mi paso, equivoco de navaja y de anegación,

anduvo en tu párpado descubriendo muertes diarias

a la luna de estelar golpe, a mi beso en los pétalos

de tu imagen sin cuerpo, heridas o sin ríos,

 

a tu memoria, como al celeste en súbito calvario.

Te amé entre las grietas de los inviernos

que nos aleja de los vestigios del cuerpo en su otredad;

yo hecho de filos, vengo de tu saliva, vengo de tu silencio,

mientras me persiguen los ecos de las colinas,

del olvido diáfano y su afán de columna ardiente,

y su afán de arco como tempestad de los amaneceres.

 

Estos poemas pertenecen a mi obra Ala dulce y homicida (Editorial J. Bernavil, 2024)

 

 

 

Adrián Chaurán nació en Lechería (Venezuela, 1999). Cursa estudios de “Lengua y Literatura” en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Es autor de "Ala dulce y Homicida". Recibió una Mención Honorifica en el III Concurso Internacional de Poesía J. Bernavil 2022; es ganador del IV Concurso Internacional de Poesía J. Bernavil 2023 y obtuvo la máxima distinción del Primer Concurso del Grupo Editorial Encontrarte.

 

sábado, 18 de enero de 2025

María Luisa Angarita / Colaboración Poética

 


 

Selección del poemario Océano de Voces (Inédito)

2do Premio de Poesía del Club Rotary Cid Campeador 2020 (Argentina)

 

Sufrir el poema es adentrarse en su piel

morir en su construcción mientras descubrimos

que es nuestro ser el que se adhiere a la pagina

y nuestra sangre huele a tinta.

 

**

Carezco de la valentía para enfrentar mis demonios

me escondo en este espacio

donde los bordes filosos del papel 

les rasgan las fuerzas

y la bondad de las palabras

me sirven de exorcismo. 

 

**

Allí,

donde el camino espiritual pierde su esencia,

el camino poético abre sus puertas 

y nos redime.

 


Selección del Poemario Mirada de Espejo publicado en 2022 por Ediciones Palíndromus. Venezuela.

 

Mirada I

 

Frente a ti 

un rostro

(de quién es esa voz que te habla desde lejos)

 

Junto a ti

un soplo

(el respiro de alguien caído hace mucho tiempo)

 

En tu voz

un grito

(aquel que levantaste en la lucha — en la guerra)

 

En tu ser

una idea

(morir lentamente al compás de una hoguera)

 

En tu cuerpo

un fruto

(el que hace tanto mordiste y hoy alimentas)

 

Frente a ti

un camino

(el desdén de la libre escogencia) 

 

Junto a ti

una casa

(hogar — núcleo — niñez — 

¿Lo que tú quieras?)

 

En tu sangre

un ritmo

(silencioso eslabón — nota tras nota — en tus caderas)

 

Mas en ti

en ti

la esperanza

(la increíble y sucedánea fe ciega)

 

En tu mundo

en tu vida

¿Quién más que tú para ser eterna?

 

Mirada de espejo

 

Una bruja reconoce a otra bruja

por su silencio

siempre constante tras la palabra.

 

Una bruja se mira a sí misma

desnuda en los ojos de su amante.

 

Una bruja es ante todo una bruja

una mujer de carne y hueso.

 

Pero ¿Qué es una bruja, sino un montón de ideas mitificadas?

(lasitud justificada en los siglos) 

 

Una bruja —después de todo—

reconoce a otra bruja 

por su cabello

y esa mirada misteriosa

que busca en los ojos la verdad del alma

una mirada inequívoca

mirada de espejo. 

 

Una mujer

 

Una mujer 

es un alma de doble filo

un punto equidistante

entre lo humano y lo divino.

 

Una mujer es aire

volátil y etérea.

 

Es fuego

brazas encendidas al compás de un Kama Sutra

de la ira

de un parto.

 

Una mujer por sí sola es mujer

amazona citadina acompañada

solitaria

es mujer pues en su esencia 

vive una llama: 

la resignación de que algún día

aunque no quiera 

se hará cargo de una casa. 

 

Manifiesto de Ally McBeal

 

Después de los ’90 

las mujeres ya no piensan

en los hijos o en las flores,

no se creen los cuentos de amor

ni van por la vida como por un bosque.

 

Las mujeres de esta época

piensan más en el dinero,

el placer, la tecnología o el fútbol.

 

Una mujer que sienta instinto maternal

es una mujer definitivamente criada

con muñecas y juegos de cocina,

nunca tuvo, al menos en su infancia,

una computadora, ni mucho menos, 

una amiga que le hablara de anticonceptivos.

 

Estas mujeres ya no esperan

al príncipe que les resuelva todo,

sus azules están en la ropa,

en los autos o en otros lugares

donde los hombres no tienen cabida.

 

Es cierto que aun sueñan

pero sueñan con sus viajes,

doctorados y adquisiciones.

 

Las que tienen un hombre

lo consideran una pieza más de su colección, 

un amante

que corre el riesgo de perderlo todo

si se emociona más de la cuenta.

 

Las mujeres de los ’90 vuelan

porque su pasión son los aviones

sin embargo, 

a las del nuevo siglo

sólo les queda la esperanza,

la inútil esperanza,

de conseguir un día

un lugar que les permita

vivir eternamente solas, 

sin la posibilidad de sentir

alguna vez

otro amor más que el propio.

 

Estar sin otros, sólo con ellas

y unirse al grito armonioso que reza:

hablen lo que quieran

estoy conmigo.

 

 

María Luisa Angarita (1982) es poeta y escritora venezolana. Ha publicado los poemarios Mundo Ambiguo (2000), Ecos de la Ficción (2011) y Mirada de Espejo (2022). Ganadora del Premio de Poesía Inter liceísta Sergio Medina (Venezuela, 1999) con el poemario Mundo Ambiguo. En el 2020 obtuvo el segundo lugar del Premio de Poesía Rotary Cid Campeador con su poemario Océano de Voces. En el mismo año obtuvo el tercer lugar del Certamen Cartas desde las Diáspora (Argentina). Textos suyos se han publicado en diferentes medios nacionales e internacionales en formato físico y digital.