martes, 1 de julio de 2025

100 estrategias para un libro de poemas / Edgardo Carreño Domingo

 


Prólogo

ESTRATEGIAS PARA LEER UN LIBRO (DE ESTRATEGIAS)

 

Todo consiste en mirar y ser mirado.

Octavio Paz

 

La primera estrategia que propongo para leer este libro del poeta y oftalmólogo Edgardo Carreño, es creerle al título que lo nombra, cosa siempre poco aconsejable, pero leerlo como una suerte de manual de estrategias, para que, a través de sus poemas, –una summa de fragmentos que constituye un todo arquitectónico y estructural– adentrarnos desde sus fragmentos/significantes a sus significados que se despliegan como un abanico de temas o tópicos que han transitado por la poesía, el arte de la palabra, la escritura que fija en nuestra experiencia vital, sea eso lo que el lector requiera que sea. También palabras, pero palabras que se nos hacen fundamentales para “ver y palpar”, dos sentidos que creo que priman en esta textualidad siempre fundamental, siempre provocativa, las más de las veces imprescindible en nuestro devenir como lectores atentos a nuestro alrededor: a nuestra vida, a nuestra experiencia; también, al eros y la muerte, al deseo y a la melancolía, al amor y sus secuelas, a la política en su sentido comunitario, a lo lúdrico y lo lúbrico, a las ciudades y sus trazas, a lo perverso y a lo angélico, a la preponderancia del Poder y a su rechazo, a la pasión y sus manifestaciones, a la inmanencia y la trascendencia, a la permanencia y lo acuoso, y, sobre todo, a la mirada: cómo miramos y nos miran, y al ojo, ese órgano fundacional de la imagen y las imágenes que lo abarcan todo. Por eso adjunto a su primera praxis que nos concierne en este libro instructivo, al poeta, también: no omití su profesión, oftalmólogo, porque leo en cada estrategia, explícita o subyacentemente, la de la mirada, una mirada de profesional del ojo: ya sea médico, voyerista o fisgón, con sus avatares y consecuencias.

Lo primero: mirar no es gratis, mirar sale caro, mirar te puede costar el ojo. Es decir, en la mirada no hay sólo contemplación y regocijo, sino también hay riesgo. Y el sujeto de estos poemas lo sabe. Sabe de la paja en el ojo ajeno y de la viga en el propio, como lo sabía Gabriela Mistral y sabe, también por sus pacientes y deformaciones ópticas, que la poesía de un fisgón como él que se asoma al mundo y lo (d)escribe poéticamente, expone al otro y al paisaje y, al hacerlo, también se expone él, en un doble sentido: se exhibe al escribir y exhibe lo que, para muchos, es mejor callar. Es decir: enuncia y (d)enuncia oftalmológicamente, buscando sobre todo una precisión imposible, pero he ahí, creo, su principal estrategia: confundirse con sus textos, sus poemas y la summa de ellos, y a la vez distanciarse con una escritura que apela al diálogo textual que además (re)configura su palabra y toma ciertas precauciones que intuye imposibles, mas sí necesarias. En Estrategias para mirar libertades, segundo poema del libro dice:

 

Deja tu mano sobre tus ojos

deja la mano abierta

separa los dedos por centímetros

mira:

la imagen cómo se divide

en más de uno

en tres

en perfectos quince.

 

Y si fuesen oscuros barrotes.

Y si fuese una ventana.

 

Primera alusión concreta a la mirada: la mirada, para el hablante, como estrategia, no es directa: deja la mano sobre los ojos, los dedos entreabiertos, como una persiana veneciana, o como, cuando éramos niños veíamos una película de terror: entremedio de los dedos protectores, pero entreabiertos para ver lo que soportaba el ojo: he ahí una estrategia: la cautela. Mira, para eso está el mundo frente a ti, como poeta oftalmólogo o mirón: está permitido ver, pero no todo y en su amplitud, sin una autocensura de dedos que operan como cortina al mundo en toda su expresión. Cautela, y quizá también pudor. Mira el mundo del Poder, mira el mundo de lo prohibido, asiste al mundo de la perversión, entreteje su experiencia con la experiencia de la noche que no le pertenece, como en la película de Stanley Kubrick, Eyes Wide Shut, traducida como Ojos bien cerrados, pero que más textualmente sería: “Ojos entrecerrados”. He aquí una instrucción para mirar, lo otro y el otro: cautela, porque en la otredad, en el poder, en la noche, en la perversión, mejor no jugarse la mirada en toda su amplitud, porque allí, como en el mundo ancho y ajeno hay riesgo. Como también hay riesgo exhibirlo en la escritura. O en una película, como bien lo sabía Kubrick.

O en Estrategias para permanecer, un bello poema, un canto a la vida un poco más luminosa:

 

Y si después de alumbrarme el sol

te penetrara

te tuviera debajo de mí

y te preñara sólo con luz

y pasara el tiempo

y naciera un nuevo sol

y pasara el tiempo

y alguien más se alumbrara

se llenase de luz

de tanta luz

preñara el mundo con brillos.

 

La sexualidad y el eros, por primera y única vez se manifiesta con tanta fuerza, en estas estrategias, nos apela como lectores a una esperanza solar, el sol como dador de vida, el sol como en ciertos mitos griegos, sobre todo agrarios, y diosas como Deméter, que hace de la penetración, del acto sexual, del erotismo, y otros amantes venideros, una preñez luminosa, analogando el deseo con el alumbramiento (sinónimo del “dar a luz”, del procrear): una intertextualidad revisitada sutilmente del Poema I de los 20 poemas de amor… de Neruda, pero no con cuya sola cimiente, con el puro semen del labriego a la tierra, sino la luz solar a una humanidad, que desde este alumbramiento universal recobra la esperanza en la continuidad del erotismo en la vida. Podríamos decir una estrategia para permanecer igualados por el calor de la luz, de un sol que amenaza extinguirse por cambios climáticos y otras formas de aniquilamiento modernas o post. Inmediatamente después de la utopía, la distopía, los 7 sellos de Bergman, otra estrategia, la yuxtaposición de un Mundo mejor a El triunfo de la muerte de Brueghel, el Viejo, la oposición de los contrarios, el choque brutal de los opuestos que obliteran la dialéctica:

 

 

Que arrojen mi cuerpo a los perros

que me coman la carne muerta.

 

Y se estrechen sus bocas mil veces

caigan velos después del acto.

 

Nada volverá a sentir aquí.

Nada de soles donde fui bruma.

 

Creo que hasta aquí he tratado de mostrar, apenas, subliminalmente, en qué consisten las estrategias de Edgardo Carreño: en diversos procedimientos textuales y tópicos: provocar al lector a través de la lectura, para, brechtianamente, como dice Laura Sbdar, distanciarse de la propia época para mantenerse en ella y leer a Brecht con la conciencia del desfase. Robarle a Brecht, quien se asume además como orgulloso ladrón: “¿Shakespeare? También era un ladrón.” Robar y traicionar el concepto. Entrenar la distancia con la época, mirarla con extrañeza, con el don de los ojos bizcos, capaces de disociarse en una mirada al frente y al costado. Lo que nosotros queremos, afirma Brecht, “es dejar a cada una de esas épocas los caracteres diferenciales que le son propios, sin perder de vista su carácter de fugacidad, a fin de que también nuestra época pueda ser vista en su carácter de fugacidad”. Este distanciamiento para ver lo escrito y mirado desde una distancia sino neutra, patética, y la mirada con ese don de los ojos bizcos, es sin duda, creo, otra estrategia de esta inesperada poesía.

En tanto exposición de maneras de concebir prácticas textuales, 100 ESTRATEGIAS PARA UN LIBRO DE POESÍA, se me aparece como un pariente distante, pero pertinente en su comparación con el notable Manual de instrucciones de Julio Cortázar, publicado en Historias de Cronopios y de famas, (1962) con la diferencia tanto conceptual, epistemológica y formal de una “instrucción” a una “estrategia”. Dice Cortázar en sus “instrucciones”: “Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente: la calle, la viva floresta donde cada instante pueden arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avancen un poco más, cuando los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta de ladrillo del cristal, y juegue mi vida mientras avanzo para ir a comprar a la esquina”. Las “instrucciones” de Cortázar están ahí en ese límite de lo cotidiano y lo Unheimlich (siniestro) freudiano, donde lo que vemos día a día, de pronto se transforma en lo inesperado que nos conturba y descoloca, es decir “lo fantástico”. Y sus instrucciones obedecen a un “caudal de conocimientos adquiridos” como: cultura, conocimiento, erudición, educación, ilustración, sabiduría, saber, formación, ciencia, pero violentamente trastocados por la ironía y un humor casi surreal, que los hacen ser, desde una mirada textual, significante, precisamente lo contrario. Las “estrategias”, en cambio, son una “táctica”: un plan, una trazauna planificaciónque no necesariamente subvierten un orden establecido de cosas a través de la ironía y el humor, para poner patas arriba lo consabido de lo cotidiano y, sobre todo, formalmente establecido. Incluso, pueden carecer de humor, de subversión lingüística o textual, pero no de ironía y menos de ambigüedad y ambivalencia, que son, finalmente, constructos invaluables e irreductibles de la poesía moderna y posmoderna. Pero no por eso son menos subversivas, menos transgresoras y deliberativas. Es sutil la línea roja que las separa, pero está ahí en los textos en tanto “manual” y en tanto “instrucción”. Si me apuran, podría decir que la instrucción es más bien pragmática y la estrategia, digamos, casi militar. Una más precisa y la otra dúctil. Y su manera enunciativa, dependerá de cómo el poeta enfrente estas materias.

Como son 100 las estrategias, me detengo acá y dejo al lector sus propias estrategias para enfrentar las estrategias de Edgardo Carreño, un poeta que irrumpe, quizá sin estrategias previas para tramar su libro estratégico e inaugural, para situarse sorpresivamente en la poesía chilena de ahora, de hoy, moderna o posmo, pero sobre todo notable en su articulación textual y su decir pausado y sin estridencia, aún cuando habla del cuerpo, del deseo, de la muerte, del “Peep Tom”, del porno, de la crueldad, así como de la ternura y la luz, la poesía misma y su poetas tutelares: Pessoa, Lihn, Maillard, Lira, etc. y de los hoteles y la ciudad que los alberga, del deseo y sus múltiples manifestaciones y la mirada, sobre todo, que como un hombre de visión de rayos X atraviesa los imponderables muros y nos descubre desnudos y desenmascarados en nuestras posturas más íntimas y deseantes, más urgentes y necesarias, como una última estrategia para evadir la melancolía que nos asola hoy y mañana y mañana:

 

He pensado en todo lo que un hombre puede pensar.

Por ejemplo en cómo mutilar al viento.

En qué espacio conseguir una réplica de mi sombra.

He pensado en cada beso que destrozó mi ser.

En la angustia misma de no poder recordar.

En ti y en la desolación inmensa de una imagen.

En todas las cosas que piensan todos los hombres.

He pensado en no ser hombre.

 

(Estrategia para eludir la demencia)

 

Thomas Harris E., octubre de 2024.


Selección de poemas: 


ESTRATEGIAS PARA INICIAR UN LIBRO

 

Aclaremos con prisa todo

es un libro de poesía.

Primero hay que leer y mucho.

Segundo: leer y mucho.

Después dejar lejos y a un lado todo lo leído

después envolverse en la brisa

              no la de alguna tarde cualquiera

sino en algo que permita aún vivir.

 

Después tomar un lápiz o romperlo

y no dejar nada como teoría sobre un fruto

y es que los versos vienen solos

              los versos deben aparecer solos

al inicio escribir el primero

luego lo siguiente en forma de ráfaga

sin nunca entender por qué se hace

sin reconocer los motivos

              los versos aparecen solos

 

como fantasmas ocultos como frágiles sueños

como la íntima necesidad de amarte

como mi época más oscura

              los versos aparecen solos

como Catulo como Carver como un Rilke

Sexton Panero Ajmatova Glück Chantal Borges

Vilariño Hanh Simic Auster Lihn Peri Rossi

PESSOA mi Favorito

PIZARNIK mi mujer Maldita

TEILLIER mi compañero de mesa

pero todos no caben

aquí ciertamente no caben.

 

ESTRATEGIAS PARA DESCRIBIR FANTASÍAS

 

Imagina

entro por una ventana

tú solo observas

recorres tus pechos

me buscas.

 

Las manos cerca

un poco más cerca

tu cuerpo sobre el piso

casi muerto

casi deseándome.

 

Y yo sobre ti

acariciándome en ti

en todo el ardor

ese ardor desesperado

tan interminable.

 

Imagina siempre

la pureza

tu cuerpo que tiembla

a veces conmigo

y aún gime.

 

ESTRATEGIAS PARA PERMANECER

 

Y si después de alumbrarme el sol

te penetrara

te tuviera debajo de mí

y te preñara sólo con luz

y pasara el tiempo

y naciera un nuevo sol

y pasara el tiempo

y alguien más se alumbrara

se llenase de luz

de tanta luz

preñara el mundo con brillos.

 

ESTRATEGIAS PARA BESAR EL CIELO

 

Sobre un avión a miles de pies

y lo único que hago es morder tu boca

a veces quedándome con todo un labio

o arrancándolo con prisa

luego lentamente el de arriba

o quedándome con un pequeño trozo

tal vez con nada

tal vez reteniéndolos por horas

es decir hasta hacerse una grieta

o rozándolos sin límite

o tal vez hasta que sucedan ruidos

como suelen hacer los amantes

y me digas es todo

y retires tu boca de mi boca

muy lejos

y seas un destello en las nubes.

 

ESTRATEGIAS PARA HUIR DE LA DEMENCIA

 

He pensado en todo lo que un hombre puede pensar.

Por ejemplo en cómo mutilar al viento.

En qué espacio conseguir una réplica de mi sombra.

He pensado en cada beso que destrozó mi ser.

En la angustia misma de no poder recordar.

En ti y en la desolación inmensa de una imagen.

En todas las cosas que piensan todos los hombres.

He pensado en no ser hombre.

 

ESTRATEGIAS PARA CONSTRUIR POEMAS

 

Desde adentro de un rito

y mirándose la cara interna de la piel

rodeado de paredes negras

una botella con vino entre las manos

a la hora en que los pájaros cantan.

 

Alguien dice así se escribe.

Así lo dijo una carta de Bolaño.

 

Considere siempre un vaso de vino

de preferencia tinto

de preferencia a cierta temperatura

de preferencia sin sorbos

estrictamente en las mañanas.

 

Hay palabras en vez del silencio.

El sol vuelve a verse entre las hojas.

 

ESTRATEGIAS PARA INMOVILIZAR LA REALIDAD

 

Apenas abro los ojos

me dices son más de las cuatro.

 

Pero qué hora más terrible es esta

despertar con sol en el medio.

 

Si alguna vez lo hice

fue por el vino

por tenerte dentro de un sueño.

 

Yo moría muy despacio

suplicaba en el dorso de la luz

ser el peso de un remolino.

 

Eras un cuerpo con sus velos

el rostro de una virgen

tú la pureza entre mis piernas.

 

ESTRATEGIAS PARA IDEALIZAR AMORES

 

Yo habría hecho de todo por ti

habría tenido al mundo en una mano

habría contado luces en un Dios

incluso habría sido una forma de la lluvia

la gota primera y su corazón

tú habrías dejado todo por esa gota

la habrías persuadido y abierto hasta decir:

somos mitades del agua perfecta

y yo estaría sobre ti

estaría por horas sobre tu cuerpo

diría sin tregua te amo amor

entraría en ti hasta quebrarse la tierra

hasta sentir en tu grito

que de amor a veces se muere.

 

ESTRATEGIAS PARA DECIR ADIÓS

 

Con un pañuelo desde el armario

un pañuelo blanco

uno que imite una gaviota.

 

Dejándolo quieto entre los pechos

casi como una muerte

el último ruego de la esperanza.

 

Después sobre la proa

con el desprecio entre los brazos

abriéndose muy lentamente.

 

Después con todo el viento.

 

ESTRATEGIAS PARA LA PERFECCIÓN

 

El día en que diga todo en un verso.


Edgardo Carreño Domingo, Coquimbo, 1972. Poeta y médico oftalmólogo.

Publicaciones: Los Versos del Amor, Editorial Dunken, 1999, Buenos Aires; 100 ESTRATEGIAS para un libro de poemas, 2024, La Parada Poética Ediciones. Antologías: Tiempo Fragmentado, OffSet Color, 2022; En-Contraste, La Parada Poética Ediciones, 2024. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas literarias.

Premios: Primer lugar en el Concurso Literario del Colegio Médico años 1999, 2000, 2002 y 2004


lunes, 23 de junio de 2025

Pájaros negros de alas relucientes / Elizabeth Rifo

 


Pájaros negros de alas relucientes

Elizabeth Rifo

La Parada Poética Ediciones, 2025

 

Hay libros que llegan como un presagio, como si se anunciara desde antes su necesidad. Pájaros negros de alas relucientes, primera publicación de Elizabeth Rifo, no es solo el registro de una escritura afilada por la intensidad emocional: es también la apertura de un imaginario poderoso, íntimo, ferozmente femenino.

Esta plaquette reúne 17 poemas escritos con una pulsión casi vital, que atraviesa cada verso. La autora nos entrega aquí una voz que emerge desde la herida, pero no se queda en la fragilidad: la transforma en vuelo. Hay dolor, sí, pero también lucidez, deseo y un urgente impulso de verdad.

Siempre, siempre volveré /como el correr del río que no espera nada, escribe Elizabeth en uno de los primeros poemas de esta plaquette. Y ese regreso —obstinado, dolido, pero firme— define con nitidez el pulso que atraviesa su primer libro: una escritura que insiste, que vuelve sobre sí misma, que se levanta desde las ruinas del amor, de la infancia, de la pérdida, para cantarse a sí misma y así, poco a poco, reconstruirse.

La poeta nos entrega imágenes tan potentes como desoladoras: Suspiro, un pájaro muerto sobre mi mano, dice, en uno de los versos más memorables. Y más adelante: el pájaro no resucita entre mis manos / en vez de llorar / lo acaricio. Ese gesto, el de acariciar la pérdida en lugar de evadirla, es la esencia de este libro. Elizabeth no escribe desde la queja, sino desde una ternura feroz, desde una observación aguda de sus propios límites: Es un perderme dentro / de límites que yo no dictaminé / o quizás sí.

Cada poema es una escena contenida, una fotografía emocional donde la palabra hace las veces de refugio, de espejo, de nido y a veces también de puñal. Hay una conciencia clara de lo que se ha perdido —la voz, el deseo, la ilusión— y una lenta pero firme recuperación de la propia identidad: Ahora me miro y definitivamente soy otra / busco palabras de honestidad / de reencuentro con mi palabra / con mi pulso / con mi ser.

La poesía, para Rifo, no es consuelo: es destino. Como lo dice citando a Enrique Lihn: La poesía es como un enorme pájaro muerto colgado al cuello. Y sin embargo, esta autora primeriza no se detiene en el peso. Libera al pájaro. Lo mira con compasión. Le lustra las alas. Lo deja volar.

Pájaros negros de alas relucientes es el inicio luminoso de una voz que, aunque aún en construcción —como toda voz verdadera—, se muestra ya plena de autenticidad. Hay una búsqueda lúcida por habitar la palabra, por hacer de la poesía no un refugio, sino una herramienta para la comprensión de sí misma. El lenguaje aquí no adorna: revela. Una aparición necesaria en la escena poética actual. Con valentía y belleza, Elizabeth Rifo nos invita a asomarnos a su abismo luminoso, y a acompañarla —como lectores cómplices— en este primer vuelo.

 

Georgina Ramírez

La Parada Poética Ediciones



 




 

 

 

 

 

"El papel de la piedra", de Reynaldo Lacámara / Por Matías Escalera Cordero

 


"El papel de la piedra", de Reynaldo Lacámara

La Parada Poética, Santiago de Chile. Ch. 2024. 75 páginas



Mi figura la inscribí mayor
para que la piedra
comenzara a tener memoria…
Porque en la piedra estamos todos
Están nuestras manos
acariciando el rostro del mundo

¿Qué tienen en común la piedra de la caverna primigenia, el fuego y la piel, con la fotografía y su captura del instante o la casa: como espacio de la memoria nuestra y de nuestros ancestros?

Sin duda, la luz y la memoria del instante pleno. Y, también, las ausencias de «antes de la luz». Y, por supuesto, la agitación de los amantes en la tibia intimidad de la alcoba/cueva/nido.

Para Reynaldo Lacámara, uno de los más importantes y reconocidos poetas chilenos de la actualidad, todo esto es lo que tienen en común, la caverna primordial, la piel y la fotografía, precisamente, los elementos poéticos esenciales con los que se va construyendo este excelente poemario, dotado de esa unidad de tono y sentido que tanto nos gusta.

El libro está dividido en tres secciones: I “Las piedras hablan (Spray)”, II “Captura (Antes de la luz)”, III “La casa nos toca (Lugar habitado)”, cuyos epígrafes nos sitúan inmediatamente en el exacto punto y clima poéticos a los que el poeta nos quiere llevar en cada una de ellas.

La cueva inicial, en la que todo comienza y se prefigura, y nos prefigura…

Yo cacé ese tigre

al estamparlo en un muro:

ese fue mi regalo.

Mi figura inscribí mayor

paraque la piedra

comenzara a tener memoria. (Cazador)

La captura del instante inasible: esa idéntica estampación del acontecimiento fugaz, necesario y memorable, que es una fotografía: hecho mecánico e industrial, sí, pero equivalente, al cabo de los milenios, al testimonio de nuestra presencia en los innumerables negativos de las manos sobre las paredes de caliza o granito…

1

Vemos la imagen enmarcada

Lo que vemos no son objetos

Son signos raptados a la luz.

Y, por fin, al cabo de esos mismos milenios, la casa/cueva ancestral como refugio de la luz y de nuestra memoria, y, también, claro, como claustro íntimo y tibio del encuentro de los cuerpos, de la piel…

1

Ponerse al día con el pasado de esta casa

es morar

es cumplir el contrato.

Hay principios que desenterrar…

2

La piedra muda

Es el espejo de la memoria

Y lo insignificante

Es lo que no refleja…


https://www.todoliteratura.es/noticia/61178/poesia/el-papel-de-la-piedra-de-reynaldo-lacamara.html





martes, 3 de junio de 2025

EL ECO DE MIS DÍAS / Verónica Christiny



SEGUNDA OPORTUNIDAD

(Fragmentos) 

Debía tomar una decisión y rápido. No podía vacilar, ya que tiempo era lo único que no tenía. La operación tendría que llevarse a cabo al día siguiente. Era de vida o muerte. Los médicos no lograban definir con exactitud lo que me sucedía, sin embargo, no podían dejar pasar un minuto más. Era necesario intervenir. Eso consistía en abrir mi cerebro, para ver in situ que pasaba en él. Con veintitrés años se va por la vida sin temores y llena de sueños con la certeza de que el mundo nos pertenece. (…)

            Era el lunes 14 de septiembre de 1981. Plenas Fiestas Patrias. Chile comenzaba a vivir una semana de alegrías y desbordes. Esa ráfaga de hielo lacerante se apoderó de mi cuerpo y parecía que a esos niños pequeños también les había atravesado por un instante. Fue el comienzo de una vida llena de incertidumbres y dolores. No supe más de ellos, hasta varios meses después, cuando me llegaron cartas y dibujos de cariños para esa Miss que apenas lograron conocer, pero que fueron mis inyecciones de luz en un momento de aflicción.

          Tengo el recuerdo brumoso de haberlos dejado sentados en el suelo de la cancha donde estaban también otros cursos con sus profesores. Luego partí donde la monja directora, quien quedó suspendida en el aire, sin saber qué hacer con esta niñita que la dejaba en medio de la nada. ¡Cómo iba arreglar los horarios! ¡Por Dios, que irresponsable! ¡Cómo se le ocurre dejar botados a niños tan pequeños! Ni siquiera fue capaz de darse cuenta de lo que me estaba pasando. Yo estaba en trance, mi cuerpo me decía que pronto iba a estallar. Salí corriendo porque me estaba asfixiando. (…)

No pude llegar a la consulta de mi esposo. El suelo me atrapó. Caí como un saco roto, con movimientos inconexos. Todo mi cuerpo se estremeció sin control. Las personas se aglomeraron a mi alrededor. Una viejita gritaba histérica ¡la niña epiléptica! Otras, en cambio, me acomodaron para que no me golpeara la cabeza. Siempre existen en el mundo personas llenas de amor. A ellas hasta el día en que dé mi último suspiro, les estaré agradecida por su ternura. (…)

Llegamos al hospital José Joaquín Aguirre, a primera hora del día, después de haber sufrido un ataque convulsivo violento al amanecer. Yo siempre me caractericé por ser sana. Era profesora de Educación Física recién titulada. Hacía dos meses que habíamos celebrado nuestro matrimonio por la Iglesia Católica. En plena utopía y llena de sueños para compartir juntos. Parte de mí tenía miedo, miedo de que mi muro invisible no aceptara los riesgos de convertirme en otra persona, no la que soñaba ser, sino una mujer asustadiza y débil. Pero sentí a la vez en mi interior, una valentía y fortaleza que me hicieron estar lista para lo que estaba a punto de acontecer. (…)

La mañana del 28 de septiembre de 1981, marcó el quiebre más profundo de mi vida. Me operaron sin saber cómo sería el resultado. Lo importante era que viviera. Yo estaba en manos del cirujano, de su habilidad y experiencia. (…)

          Alfonso fue quien me sostuvo y dio fuerzas para resistir, él me amaba y ese amor me hizo ver en mis profundidades, el dolor y la angustia. Desde ese lugar oscuro y silencioso logré, poco a poco, elevarme y, en la soledad de mi silla de ruedas me reencontré con mi yo más íntimo. Me reconocí y también me amé. (…)

La historia siguió ensañándose con mi vida. A mi esposo que recién tenía veinticinco años, le descubren un cáncer de células gigantes en la rodilla izquierda, dos meses después de mi operación. Nos dijeron que fue gatillado producto del estrés. Probablemente haber presenciado in situ la operación de mi cerebro, tuvo algo que ver. Le dieron seis meses de vida. (…)

El mundo perdió para mí ese carácter nebuloso, ese fluido de hacerse y deshacerse. Logré aprender lenta y penosamente lo sencillo que es todo y maduré. Entonces me di cuenta de que quería ser madre, esa sería mi bendición. (…)

Daniel, Verito y Tomás, son nuestros tesoros, regalos que la vida nos entregó gratuitamente. Ellos son la luz y la esperanza para nosotros, cada uno es una llama que flamea sin cesar, nos abrigaron e iluminaron ese camino tan oscuro que tuvimos que recorrer, desde que nos dijimos ¡sí, quiero! Ese quiero significaba forjar una vida llena de sueños y anhelos. Son los únicos que conocen cómo suena mi corazón desde mis entrañas. Tres almas que nos enseñaron a resistir y a existir. Fuimos temerarios y navegamos por las tierras extrañas de la incertidumbre y el riesgo. Pero lo demostramos, lo encarnamos y lo vivimos día a día. Tan solo el presente era nuestra felicidad. Todo fue como un sueño. El tiempo y el espacio se desvanecieron por un segundo. El exceso de felicidad me dio la impresión de irrealidad. Descubrí la riqueza y el valor de cada instante, me sentía tan nueva y confiada a lo desconocido que el futuro ya no me pertenecía, solo el presente tomó conciencia del valor de la vida.


Verónica Christiny, Santiago de Chile, 1957. Profesora de Educación Física, Universidad de Chile. Psicopedagoga, Universidad Mayor. Magister en Educación, Universidad Metropolitana

 Publicaciones: Viaje a la palabra 2019,  Antología Cuentos 7 temas perturbadores, 2019,  Antología, Kaleidoscopio, 2020.