
Ania Varez (Caracas, 1991). Se dedica a la danza y a las artes plásticas. Actualmente cursa el cuarto semestre de la carrera de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela. Forma parte del taller de poesía El Ojo Errante, dictado por Edda Armas. Autora inédita.
No puedo nombrarte. Déjame creer que fuiste tú quien me abandonó en este cuerpo. Que mi furia seguirá atada a tu sombra, que reirás mis pasos y bastará tu gesto para detenerme. Tú, que me has hecho venir desde tan lejos, me dices márchate al primer beso, porque sólo es belleza lo que jamás tendremos. Tú, que estarás mirándome aunque no vista el tórax adecuado, mirándome cada vez que regrese a mis cuatro dedos torpes y te dibuje un rostro. Dime que ayer me esperabas con cuchillos ocultos tras tu espalda y decidiste darme otra tarde, como la promesa de una sed que por fin sacie al mar y a su vigilia. Dime que es para ti este poema que habito, este cansancio que, sin embargo, creó una brisa.
…
Aunque el gancho del carnicero
sigue halándome de la nuca,
ya no lo siento.
Es la culpa de subsistir colgada
lo que me fuerza a bailar de puntillas.
…
Plié
¡Al menos te recuerda
que sigues siendo carne!
Más abajo
con las piernas abiertas
la fortaleza se talla
en bambú
...
Ya lo sabías.Te esperaba con la alergia y el sueño ocultos
en el sostén.
Cuando finalmente me mires, dejaré escurrir a propósito lo flácido
de mis nalgas y lo impreciso de mis costillas,
como en un burdel barato.
Sonriendo, halaré mis pliegues, mi mirada
amarilla zanjará tu entereza.
Nunca acertaré a tocarte, pero sé persuadir a los cuerpos
que quiero.
Suelo extender mis dedos de alambre a su paso, así
dejar sus ropas prendadas en la fuga.
Entonces les ruego que canten desnudos para mí,
que canten aunque me haya ido,
porque el eco de los tacones no cesa de arrastrarme.
La ira no te servirá de nada.
Antes de oír el disparo, muerdo.
Pero aquí tienes
aquí mi ternura de párpados gastados
aquí mi inapetencia mi urgente discernir
aquí los años que me sobran
aquí mi deseo
aquí el muslo que me queda.
Soy tu ficción
pese a que no dilucido
mi cuerpo en ti desconozco mi origen o qué murmuro
ni el momento en que te sorprendo no sé.
Pero allí me tallas allí
donde soy greña de otra lengua
me ofrendas a las máscaras
y mi voz lavada golpea el estómago de la quimera
que lleva mi nombre
y mis cejas.
Te pertenezco cuando mi mano alcanza la taza y
la grieta, y el tacto sabe de los siglos que lo esperaron
de los siglos que esperará.
Porque vacías los rostros de esta vida
vida que llevo al médico que objeto
que uno en santo matrimonio
vida de trazos
no más que resonancias de tu gesto.
Poema
aunque sea yo la mentira
caminaré desde ti
con las manos blancas.
De nuevo
seré creada en tu adentro.