miércoles, 16 de septiembre de 2020

Izet Sarajlic / Poemas


 








UNA GRANADA LANZADA DESDE EL MRKOVIĆI

 

Desde hace treinta horas

las granadas

llueven sobre nosotros desde todas partes.

Una de ellas

ha sobrevolado ahora

este poema.

Ha sido lanzada desde el Mrkovići

donde antes de la guerra cogía margaritas

con la mujer que amo.

 

 

HERMANAS

 

Las de Esenin

se llamaban Shura y Katia.

Las de Majakowskij,

Ludimilla y Olia.

Las mías,

Nina y Raza.

Todas han muerto.

Raza y Nina

con sólo cincuenta días de distancia.

Han muerto

o a decir verdad

han sido asesinadas por la necesidad.

Ahora debo buscar en cualquier parte

una nueva hermana,

porque yo no puedo

vivir sin ser hermano.

 

 

UNA CALLE PARA MI NOMBRE

 

Paseo por la ciudad de nuestra juventud

y busco una calle para mi nombre.

Las calles grandes, ruidosas,

se las dejo a los grandes de la historia.

¿Qué hacía yo mientras se hacía la historia?

Simplemente te amaba.

Busco una calle pequeña, simple, cotidiana,

a través de la cual, sin llamar la atención de nadie,

podamos pasear incluso después de la muerte.

No es importante que tenga un paisaje hermoso,

tampoco que haya pájaros.

Lo importante es que en ella puedan tener refugio

cualquier hombre o perro en peligro.

Sería hermoso que estuviera empedrada,

pero tampoco esto es imprescindible.

Lo más importante es que

en la calle que lleve mi nombre

no le suceda nunca a nadie una desgracia.

 

 

AQUEL MIRLO

 

¿Qué habrá sido de aquel mirlo

que cantaba la primavera pasada

cuando esperábamos el tren

en la estación de Dovlici?

Pero, ¿puede un poema sobre el mirlo

sustituir el canto del mirlo?

¿Puede?

Lo dudo.

 

LOS CRÍTICOS DE POESÍA

 

¿Por qué los críticos de poesía

no escriben poesía

visto que saben todo de poesía?

Si supieran, tal vez preferirían

escribir poesía en vez que de poesía.

Los críticos de poesía son como los viejos.

También ellos saben todo sobre el amor.

Lo que no pueden es hacer el amor.

 

 

DESDE ALGÚN TIEMPO

 

Desde hace algún tiempo

no me interesa en absoluto la poesía.

Me interesa la vida.

Los peores lugares en la poesía son, en realidad, la poesía.

En cuanto la vida irrumpe en la poesía,

los versos, casi sin la intervención del autor,

se convierten en poesía.

 

 

LA SUERTE A LA MANERA DE SARAJEVO

 

En Sarajevo,

en esta primavera de 1992,

cualquier cosa es posible.

 

Estás en una cola para comprar el pan

y despiertas en un hospital

con una pierna amputada.

 

Después, incluso reconoces que has tenido mucha suerte.

 

 

LA QUEMA DE LOS LIBROS

 

Para protestar contra la indiferencia de la opinión pública internacional

algunos miembros de la Unión de Escritores

han anunciado que hoy

quemarán en público sus propios libros.

 

En su comunicado

veo que figura también mi nombre.

 

Es cierto,

apruebo de corazón esta protesta

contra la indiferencia del mundo,

pero yo nunca quemaré mis libros.

 

En primer lugar, porque los amo

y después porque será mejor

enviárselos a Ismar,

que hoy trabaja como farmacéutico en Suiza,

para que recuerde

la época en que reparaba mi techo

tapando los agujeros causados por las granadas.

 

 

TEORÍA DE LA DISTANCIA

 

La teoría de la distancia la han inventado los estrictos,

aquellos que no quieren arriesgar en nada.

 

Yo pertenezco a aquellos

que creen que del lunes

se debe hablar el lunes;

es probable que el martes sea demasiado tarde.

 

Obviamente es difícil estando en la cantina,

mientras caen los proyectiles,

escribir poesía.

 

La única cosa más difícil es no escribir.

 

 

NUESTROS ENCUENTROS DE AMOR EN EL LEÓN

 

Qué hermosa vejez pudimos haber tenido

tú y yo

sin toda esta locura nacionalista eslavo meridional.

 

Y en cambio,

después de todo sólo nos han quedado

estos encuentros de amor tristes

en el cementerio del León.

 

Ahora quiero decirte

que por momentos logro ser feliz

en medio de esta infelicidad

cuando en el cementerio me sorprende la lluvia.

 

Cuánto me gusta empaparme junto a ti.

 

 

A LOS AMIGOS DE LA EX YUGOSLAVIA

 

¿Qué nos ha ocurrido de repente,

amigos?

 

No sé qué hacéis.

Qué escribís.

Con quién bebéis.

Qué libros leéis.

 

No sé siquiera

si seguimos siendo amigos.

 

 

VIUDEZ

 

Todas vuelven de algún lugar.

Zelja de Regensburg.

Sanja de Trieste.

Asja de Mallorca.

Daniela de Túnez.

Nieves de Roma.

Mirka de Budapest.

Sandra Lucic de Tucêpi.

Nusa Kajetan del mercado.

Zaga del hospital.

Lucy de clase.

 

Todas vuelven de algún lugar.

Sólo tú no vuelves.

 

ÚLTIMO TANGO EN SARAJEVO

 

La Sarajevo amorosa no se rinde.

Sobre la mesa la invitación para el baile matutino en el "Sloga".

¡Y, por supuesto, vamos!

Mis pantalones están un tanto deslucidos

y tu vestido no es de Via Veneto.

Pero nosotros no estamos en Roma,

nosotros estamos en guerra.

Llega también Jovan Divjak, En las botas se ve

que acaba de llegar de la primera línea.

Cuando te dice ¿bailas? te sientes confundida.

Es la primera vez que bailas con un general.

El general no sabe el honor que te hace

y que tú le haces a él.

Ha bailado con la más celebrada señora de Sarajevo.

Pero ahora este tango... ¡es sólo nuestro!

Nos da vueltas, cansados, la cabeza.

Amor mío, se acaba nuestra maravillosa vida.

Llora, llora, si quieres, no estamos en Via Veneto

y tal vez sea éste nuestro último baile.

 

 

SARAJEVO

 

Ahora también duermen nuestros queridos inmortales.

Frente al colegio femenino,

crecido bajo el puente discurre el río Miljacka.

Mañana será domingo.

Coged el primer tranvía a Ilidža,

un lugar en el que, como es natural, nunca cae la lluvia,

la aburrida y larga lluvia de Sarajevo.

¡Quién sabe cómo se sentiría sin ella Cabrinović en prisión!

Nosotros la maldecimos, blasfemamos,

y sin embargo, mientras cae,

fijamos los encuentros de amor

como si estuviéramos en el corazón de mayo.

Nosotros la maldecimos, blasfemamos,

conscientes de que nunca podrá convertir el río Miljacka

en el Guadalquivir o en el Sena.

Y entonces, ¿será un motivo suficiente para amarte menos

o hacerte sufrir menos ante la desgracia?

¿Será por ello menor mi hambre de ti

y mi derecho amargo

de no dormir mientras el mundo está amenazado

por una guerra o la peste

o cuando las únicas palabras posibles son “no olvidar” y “adiós”?

Además,

es posible que ni siquiera sea esta la ciudad en la que moriré

pero en todo caso habría sido digna

de un yo incomparablemente más sereno.

Esta ciudad en donde, a decir verdad,

no siempre he tenido mucha suerte

pero en donde cada cosa es mía y donde siempre puedo

amaros a cada uno de vosotros

y deciros que estoy desesperadamente solo.

Tal vez en Moscú podría hacer lo mismo

pero Esenjin ha muerto

y Evtušenko estará viajando por cualquier parte de Georgia…

¿Cómo iba a pedir yo auxilio en París

si ni siquiera han respondido a la llamada de Villon?

Aquí, en Sarajevo, si necesito ayuda

incluso los sauces, que son mis conciudadanos,

conocerán aquello que me hace sufrir.

Porque en esta ciudad, a decir verdad, no he tenido

mucha suerte

pero en ella la lluvia, cuando cae,

no es sólo lluvia.

 

 

CAMBIO DE DIRECCIÓN

 

A menudo mis amigos

cambian de dirección.

Ahora también Alfonso Gatto.

Hasta ayer habitaba en Roma

en la alegre calle Margutta.

Ahora se ha mudado

al cementerio de Salerno.

Esta es la peor

de las veintiocho direcciones

que ha tenido en la vida.

Era mejor incluso

aquella en época de Mussolini:

Alfonso Gatto,

cárcel central,

Milán.

Este es el poema.

En todo este tiempo también yo he cambiado de dirección.

Vivía en la feliz y espléndida ciudad europea de Sarajevo,

ahora vivo en la cárcel central de Europa.

Pero,

volvamos a los tranvías de Sarajevo,

un historiador diría:

Sarajevo estuvo entre las primeras ciudades de Europa

en tener servicio de tranvías.

Yo no soy un historiador,

incluso hubiese querido que estos años que me quedan

hubieran pasado de algún modo fuera de la historia.

También, cuando era más joven, lo deseaba.

En un viejo poema escribí:

Querida,

¿cómo podríamos huir de la historia?

A los bosnios y a los chechenos

desafortunadamente

según un idéntico guión

les ha tocado la parte más cruel de la historia.

Pero

sobreviviremos de cualquier manera también a esto.

No tenemos elección.

No quiero más poemas sobre el tranvía de Sarajevo

cuyos viajeros son el objetivo cotidiano

de los francotiradores de Grbavica,

no más poemas sobre esta tremenda guerra,

menos todavía

poemas sobre algún campo de concentración;

no, yo no veo la hora de poder regresar,

por segunda vez en mi vida,

a escribir mi poesía de posguerra.

 

LA GUERRA LLEGÓ HASTA NOSOTROS TAN DESPREVENIDA

 

Hoy es el décimo día de guerra

Y todavía no podemos odiar.

 

Para Boro Spasojevic,

El arquitecto, el amigo, el ser humano

 

Antes de que estallara la guerra

te lo prometí

Que escribiría un poema sobre Sarajevo.

Al día

cuando vi

Cómo lloraste la ciudad destruida

Antes de las cámaras de televisión,

Escribiste mi poema para mí.

 

Todo lo que queda por hacer

Es poner mi nombre después de las líneas.

 

EL CEMENTERIO JUDÍO

 

Desde la dirección de Marindvor

El fuego más mortífero

Sale del cementerio judío.

Aunque puso su ametralladora detrás de su tumba,

El mercenario de Milosevic no tenía forma de saber

Quien Isak Samokovlija fue,

Ni quiénes fueron aplanados por sus balas de salida.

Él, simplemente, para cada vida apagada,

Ya sea un médico de primeros auxilios

O por casualidad un conductor de tranvía,

Llena 100 marcas alemanas en su bolsillo.

 

BUENA SUERTE, SARAJEVO

 

En Sarajevo

Primavera de 1992 todo es posible:

Te metes en una línea

Comprar pan

Y terminan en una sala de emergencia

Entre las piernas desgarradas.

 

Y todavía se puede decir

Que tuviste suerte

 

DETALLE DEL TRABAJO

 

Hemos limpiado la basura

De ambas calles.

 

Pero, ¿cómo se puede limpiar

De las colinas circundantes?

 

 

DÉJAME VIVIR ESTO

 

Que he vivido todo esto,

Además de mis líneas de verso,

Puedo agradecer a diez a quince personas comunes.

Los santos de Sarajevo,

Quien antes de la guerra apenas sabía.

El Estado también mostró cierta comprensión

Sobre mi situación,

Pero cada vez que llamaba a su puerta

Nunca fue el hogar

Ido a Genf,

Ido a Nueva York.

 

DESPUÉS DE QUE ME HIRIERAN

Esa noche soñé

Que Slobodan Markovic se acercó a mí,

Para pedir perdones por mis heridas.

 

Hasta ahora eso ha sido el único

Acto de perdón de un serbio.

 

Y eso vino en un sueño,

Además de un poeta muerto.

 

 

LAS VACACIONES DE MIS PADRES

 

Desde hace quince años, cada 5 de septiembre, mis pa­dres hacen las maletas y van, cargados de un montón de cosas inútiles, a pasar quince días a Herceg Novi. Mi pa­dre no soporta el mar, mi madre tampoco es entusiasta, pero pueden verla desde lejos, sentada en una silla junto a la orilla, cuando cae la tarde, contemplando la isla de Manula donde su hijo mayor, Ešo, fue fusilado el 16 de julio de 1942. Yo estoy seguro de que mi madre lleva en un tarro un poco de mermelada de cerezas. Ešo la roba­ba siempre en la cocina. Así mis padres, en el crepúsculo de Herceg Novi, fijan con la mirada el punto que fue su último refugio terrestre. Turismo horrible aquel de la tris­teza. No se lo deseo a nadie.

 

 

AQUELLOS DOS ABRAZADOS

 

Aquellos dos abrazados a orillas del Rin en Gothlieben

podríamos ser tú y yo.

Pero tú y yo no volveremos nunca a pasear

abrazados a orillas de ningún río.

 

Ven, paseemos al menos en este poema

 

LA PRIMERA COMIDA SIN MI HERMANA

 

Es horrible la primera comida sin la hermana

que amabas, que te amaba,

a quien acudiste cuando bombardearon tu casa,

con la cual has compartido

los cuatrocientos días más difíciles de tu vida.

 

Es horrible ver su silla vacía junto a la mesa.

 

La comida es la misma que ayer,

pero no se trata del almuerzo.

 

Se trata del plato menos,

del trozo de pan menos,

del vaso de agua menos.

 

En realidad,

se trata de un Sarajlić menos

cuando éramos ya pocos.

 

LA DELICADEZA HUMANA

 

Delicadeza humana,

¿Dónde estás?

¿Tal vez

sólo en los libros?

 

BESAR A LOS AMIGOS

A Raffaella y Sergio

 

En realidad ya lo he hecho

delante del hotel Plaza en Salerno.

No veo la razón para no hacerlo también en un poema.

 

SI HE SOBREVIVIDO A TODO ESTO

A Zija Kafedzic

 

Si he sobrevivido a todo esto

ha sido gracias a la poesía

y a diez o quince personas,

gente común,

santos de Sarajevo,

a los que apenas conocía antes de la guerra.

 

También el Estado ha demostrado una cierta comprensión

hacia mis desventuras,

pero cada vez que he ido a llamar a su puerta

estaba fuera,

un día en Ginebra,

otro en Nueva York.




 

Izet Sarajlic (1930-2002) fue ensayista y traductor pero, sobre todo, es hoy conocido como poeta. Probablemente ningún otro poeta bosnio haya sido tan traducido como él. En castellano, además de una edición chilena, tenemos desde hace años la antología Una calle para mi nombre (Ayuntamiento de Lucena, edición de Juan Vicente Piqueras) a la que viene a sumarse ahora Sarajevo (Valparaíso, edición de Fernando Valverde).

Escribió sus primeros poemas coincidiendo con el final de la Segunda Guerra Mundial, en la que los camisas negras fusilaron a su hermano Ešo. Autor de una treintena de libros de poemas, es señalado de forma unánime como uno de los principales poetas eslavos del siglo XX y el más traducido de todos los tiempos de la lengua serbocroata. Entre sus traductores destacan Charles Simic, Hans Magnus Enzensberger o Eugeni Evtušhenko.

 

 

Estos poemas fueron tomados de diversas revistas literarias y blogs literarios