lunes, 9 de agosto de 2021

Helena Sinervo / (4 poemas )

 



El  placer de tiresias

Pocos olvidan el mar

por una gotita,

pero yo no recuerdo

tu cara, sólo la gotita

que colgaba de la punta de tu nariz

y cayó en el vaso de vino.

 

Te estaba mirando a vos

o a mí misma, o a algo

entremedio, no me acuerdo

pero la luz incandescente

atravesó a esa gota y relució

y, reluciendo, cayó.

 

El vino todavía tiembla.

 

Aguja

 Se pasa uno la vida buscando, 

se consume el cigarro

y no se ve huella. Pero a veces

se percibe el destello,

su fracción de segundo:

un brumoso mar en llamas

en ojos desconocidos. 

¿Es eso lo que querían

esquivar, la nieve cuando cae del alero,

mientras juntos giramos alrededor del sol?

A esos instantes

tú los llamas eternos,

yo amor, él soledad.

Alguien sugiere “belleza”

pero lamenta no haberla visto.

En una aguja del pino el bosque entero.

 

El niño es una casa y la habitan los padres

qué luminosos los pequeños objetos,

cómo dan lástima los juguetes

 y las prendas minúsculas

por el suelo, sobre la esquina de la mesa, 

en el respaldo de una silla

y la pequeña piedra puesta 

a crecer sobre el pretil,

en su interior los fríos 

de siete inviernos,

el abuelo la traía en el bolsillo,

peso de siete generaciones,

piedra lisa, ligera.

La casa construye en su interior otra casa,

pasillos, cuartos ocultos, 

cámaras, negros rincones en los sótanos,

filas de armarios mínimos 

y secretos, escondidos guardianes

de breves puertas. 

La casa que está en la casa

construye en sus adentros un laberinto, 

un Minotauro vigila

el niño se le ofrece como alimento,

la nariz, los dedos,

los ojos, los dedos de los pies,

 los talones, las orejas,

el ombliguito, 

dolores des crecimiento que tanto duelen

todo ofrecido al Minotauro, 

los dolores de morir.

No anden en ella como en su casa,

toquen la puerta.


De Sininen Anglia, WSOY 1996

Flota la piedra y otra

se adentra en ella como en una barca.

Nace la leyenda de la niña abandonada

que por voluntad se ahoga bajo la imagen del agua.

Ella es agua bajo el agua,

encima y dentro del agua.

Parece ser infinita la ternura de los peces:

propicio el humor del agua.

 

Helena Sinervo (Tampere, Finlandia)

Es  una poeta, novelista y traductora finlandesa. Ha publicado tres novelas, 11 colecciones de poesía y tres libros infantiles y sus obras han sido traducidas a más de 25 idiomas. Sinervo recibió el Premio Finlandia de Ficción en 2004.

 

viernes, 6 de agosto de 2021

Malcolm de Chazal (3 poemas)






El barco está volviendo a casa


El barco está volviendo a casa ahora.


El patrón intenta leer pero sueña en el hogar.


El viejo paleador duerme, el motor petardea.


Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.


Hasta un próximo futuro tan poco misterioso como este mástil


Con hierro y lo que el hierro ama del reino que llega.


¡Paciente hierro! Pero, más allá del palo mayor, silenciosa


Oscuridad, o el girar de parpadeantes formaciones de estrellas


A la deriva en un blanco océano de dudas.


Quizá este vagabundo ondula hacia el porvenir


Que ensombrece al océano menos que el odio


En las mentes de marino. ¿Esa estrella es amargura


Entre estrellas de amor? ¿Este carguero lleva a la eternidad?


¿Adónde vamos? Vida sálvanos a todos.


 

 

Sin tiempo de pararse a pensar

La única esperanza es el próximo trago.

Si te apetece puedes dar un paseo.

Sin tiempo de pararse a pensar,

La única esperanza es el próximo trago.

Inútil titubear en el límite,

Peor que inútil todo este hablar.

La única esperanza es el próximo trago.

Si te apetece, puedes dar un paseo.

              

LXIII

Corta el agua

todo lo que quieras

no encontrarás

jamás

el esqueleto

el esqueleto del viento

es la vida toda.

 

 

Malcolm de Chazal (Vacoas, Islas Mauricio)

Fue escritor francés, autor de 60 títulos, conteniendo aforismos, poesía, ensayos metafísicos, obras de teatro y cuentos, además de casi un millar de crónicas publicadas entre 1948 y 1978.

jueves, 5 de agosto de 2021

Tamara Kamenszain / (6 poemas)




Yo a esta altura de mi vida

me siento obligada a ser clara

aunque nada ni nadie me lo pida.

En un poema de 1986 me puse oscura

para decir algo que ahora

diría de otra manera.

Transcribo parte de ese poema con el único fin

de poder usar de nuevo sin avergonzarme

la palabra sujeta:

"Se interna sigilosa la sujeta

en su revés, y una ficción fabrica

cuando se sueña".

Para mí lo urgente a esa edad era

graduarme de mí misma retener

como diploma de adulta mi nombre propio

en una celda impersonal.

Para eso tuve que recurrir a la tercera persona

como si en verdad los sueños de la otra

los pudiera descifrar Tamara.

 

Pero la fiesta engaña porque hay otra línea que sin embargo

de nuevo es la misma:

veinticuatro horas y ya pasamos al 2013.

Varios cambiaron hoy su foto de perfil y eso le gusta a Facebook

porque es bueno contestar a la pregunta íntima

con una imagen pública.

Si pudiera escribir como quien cambia su perfil subiría

unos versos de mi primer libro y los haría pasar como actuales.

Eso contestaría a la pregunta de cómo me siento:

"una piba", diría mi mamá.

Pero mis hijos me privan de hacerlo

si digito la contraseña las iniciales de ellos

me dejan entrar sólo a mi propia edad y eso me devuelve

a los límites del poema-libro.

 

¿Eso es hablar de la muerte?

 

Ensayé todo lo que pude

insistí con estribillos ajenos

“debajo estoy yo” “debajo estoy yo”

pero Pizarnik ya había nacido

enterrada Alejandra Alejandra

se hizo llamar desde chica

y eso sí que es hablar de la muerte.

Yo solamente la cito

porque nací en una generación

y eso no es hablar de la muerte

si el cuerpo camina solo

plegarse con otros al paso del tiempo

es un deporte literario:

“La muerte y la vida estaban

En un cuaderno a rayas".

…       

 

Cuando te casaste

atado de frente al juez en su registro

mis nervios rozaban en ramo tu antebrazo

sintonía para dos costados rumorosos

buscando por señas de nacimiento

juntar siluetas digitales en familia

reconocer a nuestros hijos

por el parecido.

Cuando te casaste conmigo

estábamos parados

mi edad de merecer en la cintura

y en el acento del sí colgadas las cabezas

para que los testigos, mudos de la diferencia

callaran al tiempo de copiarnos

línea por línea el rostro enloquecido

del matrimonio perfiles en un acta doble faz.

 

Esto no lo conté nunca a ninguno de los analistas:

en el colegio primario judío veíamos todos los años

la misma película de los campos de concentración nazi

esa donde unos cadáveres vivos cavan la fosa

después tiran adentro los huesitos de sus muertos

y después todavía son obligados

a empujarse a sí mismos suicidados por otros

que los fusilan para que de tan livianos caigan

sin comerla ni beberla.

No sé pero todavía hoy cuando un taxista dice

algo sobre los judíos me callo

no vaya a ser que por el espejo retrovisor descubra

que yo también estoy al borde de esa fosa.

Por eso no opino por eso me escondo

detrás de la primera persona.

 

Fuera de padres, desmarida

vino en un cuarto ambulatorio

de canto a esta moneda ajena

gasto el calefón en su rugido

quedada matriz de la heladera

acaso me enfríe de mi casa y voy

a tironear, si escribo, de los hilos

que en la maraña enlazan a mis hijos.

Lo que empieza donde termina

 

Para armar un libro hay que hacer

como las modistas que cosen

siempre del lado de adentro

y cuando dan vuelta la tela esas costuras

que ellas trabajaron confiadas

desaparecen para dejar ver

un aceptable

lado de afuera


Tamara Kamenszain (Buenos Aires, Argentina)

Fue una de las voces más destacadas dentro de la generación poética de los 70. Vivió en México durante la dictadura y regresó al país en 1984. Participó en la fundación de la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes, donde ejerciera la docencia. Publicó su poesía en De este lado del Mediterráneo (l973), Los No (l977), La casa grande (l986), Vida de living (1991), Tango Bar (1998), El Ghetto (2003), Solos y solas (2005), El eco de mi madre (2010), El libro de los divanes (2014). Entre sus ensayos se destacan: El texto silencioso (1983), La edad de la poesía (1996) e Historias de amor y otros ensayos sobre poesía (2000), entre otros y publicó su poesía reunida en 2012 en La novela de la poesía. En El libro de Tamar (2018), incursionó en sus memorias autobiográficas. Falleció el 28 de julio de 2021. 


miércoles, 4 de agosto de 2021

Marisa Wagner / La loca del monte ( 5 poemas )

 



Si yo no estuviera loca

Si yo no estuviera loca...

¿Qué estaría?

¿Muerta?

¿Desaparecida?

Y estar loca…

¿No es una manera -como otra cualquiera-

de desaparecer o de morirse?

Pero no filosofemos… ¡no jodamos!

Si yo no estuviera loca estaría cuerda.

Haciendo la fila

para pagar la luz, el gas, el teléfono.

Haciendo otra fila

para pagar los impuestos.

Estaría mirando los clasificados.

Los informativos.

Estaría soñando

Con ser alta, flaca, rubia

-como las modelos-.

Estaría yendo de Shopping

por ejemplo.

No sé si lo resistiría.

Creo que no sabría qué hacer del otro lado.

 

Si yo no estuviera loca ¿Qué estaría? ¿Muerta? ¿Desaparecida?  Y estar loca ¿No es una manera -como otra cualquiera- de desaparecer o morirse? Pero no filosofemos ¡no jodamos! Si yo no estuviera loca estaría cuerda. Haciendo la fila para pagar la luz, el gas, el teléfono. Haciendo otra fila para pagar los impuestos. Estaría mirando los clasificados. Los informativos. Estaría soñando con ser alta, flaca, rubia -como las modelos- Estaría yendo al Shopping, por ejemplo. No sé si lo resistiría.

Creo que no sabría qué hacer del otro lado


A esto me gusta llamarlo -sencillamente- hospicio o manicomio. Siempre rechacé los eufemismos. Es como que viene mejor llamar las cosas por su nombre al pan, pan y al vino, vino. Y a las pastillas chaleco químico. Y aquello tan, tan viejo y tan cierto, que uno está loco, pero no come vidrio. Tal vez, tenga del mundo una visión, un tanto escatológica, un tanto, tal vez, parcializada, pero bueno por algo estoy en el hospicio.

 

Cuando se toca fondo y se mastica el polvo, te das cuenta, aprendés, que aún no lo has perdido todo, que hay más para perder, que el fondo, en realidad, no tiene fondo, que aún se puede descender y descender. Se piensa que ya no se puede estar más solo y sin embargo, sí se puede hay más soledad, te lo aseguro. Pero un día un día cualquiera, se te da por mirarte en el espejo (no abundan los espejos en el manicomio, por razones obvias, se me ha dicho). No importa, el espejo del que hablo, está en otro lado, adentro. Y te das cuenta, por ejemplo, que tenés dos piernas, te las mirás, las sometés a prueba, y te vas a dar una vuelta por el parque del hospicio. Y te cruzás entonces, con otro espejo que deambula, más valioso y fidedigno ¡Y acaece la revelación! ¡Qué voy a estar sola si somos mil setenta locos acá adentro! Y cuando nos juntamos los espejos uno le da coraje al otro y resistimos. La subestimación. La discriminación. Los abandonos. Pero bueno, estas ya no son cosas de locos.

 

Litio

Se habla de la bipolaridad de mi locura.

De la necesidad del litio de por vida.

Hace diez años:

Litio en desayuno.

Litio en el almuerzo.

Litio en cena.

Y cada tres meses una litemia.

(Valor de litio en sangre)

Una ecuación psiquiátricamente perfecta.

Sin embargo, yo siento

que mi locura

tiene mucho más que dos polos.

Muchos más matices.

Muchos recovecos.

¿Será, tal vez, multipolar y multifacética?

Me pregunto si puede el litio con todo esto.

¿No estarán podridas mis neuronas de tanto

Ceglutión en cuotas?

Maníaca. Depresiva. Psicótica.

Caractericemos.

Encuadremos.

Traguemos la pastilla.

Que pobre mi locura bipolar

que se queda quietita con el litio.

Que retrocede asustadiza.

Y yo vuelvo a esta lucidez de morondanga.

Prolijita, Mustia. Gris.

Casi calladita.

Es que si rio demasiado tiemblo.

(Me estoy euforizando, temo)

Si lloro, también tiemblo.

(Me estaré deprimiendo, pienso).

 

Marisa Wagner (Huanguelén, Argentina)

Poeta, escritora y loca. Se desempeñó como docente en la Escuela de Psicología Social y formaba parte del Frente de Artistas Externados del Borda. Convirtió en poesía y literatura sus experiencias con la locura y sus múltiples internamientos psiquiátricos. Fue a parar “con sus huesos” a los manicomios: Borda, Moyano, Alvear, el Servicio de Salud Mental de Olavarría, el hospital de Hinojo, y Montes de Oca. Muere en 2012.


martes, 3 de agosto de 2021

Dira Martinez Mendoza / En pistillos con el aire (12 poemas)

 


 

Un par de palabras

Si comprendiéramos el origen del mundo
y la triste niñez de los tiranos
nos bastaría solo un par de palabras
para descifrar cada enigma
y todo estaría resuelto


Escrituras

Atravesar el río de la memoria. Des (prenderse) la
piel, alejarse del milenario, incendiario, sangriento y
repetido «lado correcto de la historia». Entrar en las
bibliotecas olvidadas: tierra, mar, cielo. Hallar en las
escrituras mudas, el nacimiento del huracán que un día
fue brisa.


Fit nova Cygnus Avis

Dijiste:
Un sol explota en la garganta, cuando la lluvia
estremece la palidez de tus zonas blandas.
Que no quede hierro en tus pies, ni cadenas en tus
manos,
el plomo deslizándose hacia paisajes dorados
más allá de los reinos nunca antes soñados.
Todo se deshace buscando la aurora


Resplandor

Un disparo luminoso me atraviesa el cuerpo
un disparo luminoso justo en el centro
se difuminan trozos de mi cuerpo en el espacio.
¡Qué ancho es el mar del espacio!
Duele como espina de rosa,
hiriente resplandor.


Estelas

Los niños sin voz en la sala —dibujan estelas—
una luna dorada estremece tan solo con el resplandor
abren la boca —los niños—
no hay sonidos y nos ocurre la galaxia
de una nube se desatan todos los relámpagos
un niño señala con su pequeño dedo el relámpago
y en un mensaje telepático
todos entienden el signo de los tiempos
el futuro.


You can play on my team any day, Lou

Como un ciego siguiendo los pasos que otros sentidos
revelan
el amor verdadero transforma a los amantes en éter,
el intocable quinto elemento
se encuentra lejos del orgullo,
en el noble corazón
cuando desaparecen
todas las fronteras.


Post Chernobyl

Todas las palabras han sido pronunciadas
todas las palabras jungla nacieron el día del deshielo
todas las palabras crecieron cuando caíste como agua en
el desierto
todas las palabras ya fueron incineradas
todas las palabras están volviendo a nacer
(des) prenderse es el deshacerse del miedo
los amantes crecen cuando se miran
ya no caben en el cuarto pequeño
crescendo-fortissimo-crescendo-fortissimo
la unión de los átomos-explosión de los átomos
¿es esto lo que llaman nuclear?
¿es esto un disparo?
¿o acaso está creciendo en mí la palabra cielo?


El bosque

El primer llamado
es el del bosque
nadie sale ileso
de la voz del fuego,
es el bosque un primer impronunciable asombro niño,
a Dios lo encuentras
en las mínimas hojas
que trasladan las hormigas.

 

VIII

La justicia
Una es la ley
el sable del amor
no tiene preferencias,
causa y consecuencia
son la repetición del alma
la verdadera justicia
no es ciega.
Equilibrio
es en la balanza
destructor de gravedad,
el plomo
convertido en oro
que ya no duele ni pesa.

 

Eternity

Le dicen aurora y no
una luz que viene desde adentro
teníamos que buscarla
lo supimos cuando el estruendoso ruido nos despertó.
Eso era el estrellarse
abrir los ojos
palidecer de incomprensión y de euforia.
Algo en nosotros había muerto
algo en nosotros iba creciendo como flor recién
sembrada.
aquí va un poema post mortem:
sin comienzo ni final
viaje y viajero
el beso largo de la eternidad.
Traslada todo lo tuyo
incorpóreo
ve al encuentro de todo lo que existe sin haber sido
pronunciado.
No quiero decir tu nombre
para poder encontrarte.


Intemperie

Un día el viento
se lleva todo
te despoja de todos tus rostros,
en la intemperie
es imprescindible
encender tu propia lámpara
para no morir de frío.


Cenizas

Érase una vez un país
en el que los cuervos
criaban ojos.

 

Dira Martinez Mendoza (Sucre, Venezuela

Es licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad Central de Venezuela y especialista en Estudios Avanzados en América Latina por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado el libro (N)aves con la Editorial Pirata Cartonera y forma parte de diversas antologías: Mi país es un zombi. Antología post mortem (Editorial Casamanita, México), Prometeo 97. La paz se escribe sobre lava (Prometeo, Revista Internacional de Poesía, Colombia), Antología literaria internacional «Poesía Hembra» (Perú, 2014), 102 poetas Jamming (Oscar Todtmann editores), Poesía número 160 (Universidad de Carabobo, Venezuela), A voz limpia (Australia, 2016), Nubes. Compilación de Edda Armas (Dcir Ediciones; Editorial Pretextos, 2019), El vuelo más largo (Ángeles del papel editores, 2020) y Esos raros peinados. Arbitraria Antología Brasil-Puerto Rico-Venezuela (LP5 Editora, 2020). Asimismo, ha colaborado en revistas culturales y fanzines. Desde el año 2009 incorporó intervenciones de cuerpos con poemas en su propuesta literaria, con la cual participó en White Street Project en Melbourne, Australia, en el 2014, en el formato light boxes.