jueves, 8 de julio de 2021

Elisabetta Balasso /La fuerza de las cosas (15 poemas)

 



Despedida a la inversa

 

Este es el suelo que pacientemente imprimió

con hojas diferentes en el cemento fresco

atenta a la silueta individual

Esta es la catedral de bejucos erigida en la terraza

una por una las lianas traídas de las márgenes de quebradas

aparejo preparando la zarpada

Esta es la enredadera africana llamada Isabel la segunda

con que forcejeó para mantenerla a raya sin talar

porque amaba la cotidiana ristra de corolas blancas

la enredadera donde se refugiaban los bichos

y hasta ayer anidaban tortolitas

Este es el pasamano de la escalera en el que se sostuvo

la última vez que subió escalón por escalón arrastrándose

diez días antes de tirar definitivamente la toalla

Este es el jazmín de azahar que perfuma las noches

y los rosales entre los cuales sus cenizas

Esta es la casa que compró

centavo a centavo

y ahora abandono a la voracidad de los tractores

 

Cuarentena

 

Noé en la lluvia en el monte Moisés

cargados de frutas volvieron doce espías

de la tierra prometida

David pudo con Goliat

mi madre se eximió de la purificación

posparto no había necesidad

Jesús aguantó sus tentaciones

Elías atravesó el desierto

con un pan y una jarrita de agua para ser

no como el huracán violento

no como el terremoto duro

ni como el fuego aterrador

sino brisa

Me regalaste la búsqueda

tú huracán tú

terremoto fuego

nunca brisa tú

otro me daría el encuentro

Vuelta al mar hundida verde niña de nuevo

perfectamente coronada satisfecha

me encontré

librada de deseo

 

Penetración

 

El ruido forzó las paredes

temblaron cubiertos y porcelanas

el olor del asfalto ardiente

infiltró hasta la piel de la fruta

En una semana

las aceras relucieron nuevas

mis nervios

capitularon

 

Falsa primavera

 

Antes la vi minúscula en el canto

flor entre acera y desatino urbanizado

altísimo velaba el árbol

sus racimos blancos como bolas

adornaban pesebres

dijo

Alargué la mano para mi florero

tiré del ramo blanco nos llovió tupido

era diciembre

 

La salvaje

 

Entra por la ventana

tantea el aire y repta

largos brazos verdes puntas sensibles

enloquecida cabellera de gorgona

alarga sus tentáculos

por las paredes

se retuerce sobre sí misma

detrás de los cuadros

enrollada en zarcillos anhelantes

Irrumpen lianas desbocadas crecen hojas oscuras

se descuelgan ristras de corolas blancas

cándidos anzuelos triunfantes

de profunda boca muda

Gotas de resina pegajosa cristalizan

en las tapicerías coloniales

llegan las filas de hormigas nerviosas

zumban los enjambres polinizadores

la zarigüeya enseña sus dientes puntiagudos

entre las hojas anida

Nuevas ramas sinuosas

empujan los cristales se enredan en las persianas

exigen más territorio

con frenesí de pulpo vegetal

imponen su reino de insectos

La invasión se consiente

por la ofrenda floral cotidiana

 

Invasión del extranjero

 

Llegó oloroso

a monedas de plata de eucalipto

con sus globos verde pálido

livianas traslúcidas linternas japonesas

erizadas de inútiles pinchitos

vegetales testículos obscenos

Al reventar los zepelines

la sonrisa enigmática revela

un huso de seda apretada

con cien bellas durmientes

oscuras que maduran

se descuelgan en suavísimas cometas

arrastradas por la brisa

diminutos soldados

dispuestos a conquistar toda la tierra

 

Agenda

 

Fuera

los árboles se multiplican en fruto

las yemas dulces aumentan su turgencia

en su tiempo estallarán los mangos

En la terraza cercada

a la hora en que las aves chillan

y las moscas aún duermen

broches negros enganchados

sobre las patas de la mesa

oigo un cuchicheo vegetal

traigo jirones pegados al cuerpo

apenas desvanecidos sueños

Sombra en la primera sombra del día

oficio el ritual de la mañana

bajo la arquitectura de bejucos

toco las hojas firmes quito una flor ajada

compruebo el desarrollo de los brotes

Percibo el regocijo taciturno

adentro un roce una sonrisa

memoria botánica

los gestos se repiten

sin saberlo todo revive

 

Artes de marinería

 

Esa vez fuimos orzando hacia el naufragio

heridas por el trance de las fundaciones

ajenas

desplomado el jardín

todo se vino abajo

las orquídeas al fondo del barranco

revueltas con esqueletos de felinos

testigos de tiempos mejores

todo es semilla

Mudamos los libros a estribor

para hacer contrapeso

nos arenamos con sosiego

cetáceo

 

Escarlata

 

Mi sangre luego del beso coge vuelo

en ligerísimas fragatas por el aire

zumban arriba el color de mis ojos

una tendencia dada en media gota

la habilidad para encontrar

donde no hay

Se acoplan en el aire algunos mueren

entre mis manos exactamente siempre hay

el mismo número cargado

mi herencia por el mundo queda

inoculada en cualquier vecino

somos una gran familia

después de todo

 

Entierro sin sardina

 

La carga es dolorosa suponemos

demasiado para llevarla a cuestas

tenemos hombros delicados

esa es la verdad

por eso el muerto debe ser ajeno

cada uno ignora sus pecados

cándidamente a gritos

los achaca al personaje

del otro lado de la raya

el otro yo

si me lo permiten

del doctor Merengue

 

Taima

 

Cinco puntas menudas me detienen

suspendo jornada tráfico cansancio

levanto la cabeza

el olor blanco de una flor

me muestra la luna

 

Velo de novia

 

Por la noche reventaron

encaje nupcial guirnalda

sobre las lianas leñosas

Con la ráfaga de viento llueven apenas

torbellinos lentos

desordenados perfuman la noche

cinco pétalos minúsculos

En la mañana

ya mustias pasan el día entero

murmurando en los rincones

 

Metamorfosis

 

Tarde abrió

la dama de noche

—suaves espículas cuello de cisne

ruborizado mohín de beso arrebatado

aureola traslúcida anémona brillante

pluma azucarada enorme

colosalmente blanca

bien peinada—

Iluminada por dentro

sublima su narcótico amoroso

Mañana estará muerta

como un guante sin mano

 

Oración

 

Plegaria, plegaria, plegaria

origami

me piden que me pliegue

me doblo me inclino me quiebro

en varios dobleces como el papel

me corta cualquier tijera

y hasta un cuchillo de cartón

no le gano a la piedra

ni envolviéndola

más bien tropiezo una y otra vez

me doblo por las líneas punteadas

y se arma el papagayo

quiero cumplir

mi destino de cometa

 

Viaje a las regiones equinocciales

 

Voy en busca de la raíz famosa

ésa que todo el mundo cuadra

para la exhibición tarde o temprano

con o sin nostalgia he de volver

al tul de bailarina que envolvía

las almendras intactas de la primera comunión

su olor espiritual y dulce igual al de la ermita

mi refugio mosquitero

Mi padre tiene un sobresalto y me fustiga

si digo patria me toca recorrer el laberinto

foramen magnum ovale Caracalla en Roma

hace tres mil años que vemos pasar gente

al César es lo que es

Epífitas encuentro mis raíces

crecen celestes hasta en los cables

junto a los zapatos viejos

 

Elisabetta Balasso (Roma, Italia)

Bióloga de formación. Participa desde el año 2015 en el taller Las ventanas más altas, dirigido por Igor Barreto. Su primer poemario, Las Ruinas, sobre arte griego y civilizaciones pasadas, recibió el primer premio en la VII Bienal Francisco Lazo Martí (Editorial Arte, 2000). En Dona Maria und ihre Träume (publicado en alemán por Frederking und Thaler, 2006) explora en prosa poética las duras vidas de los habitantes de los desiertos venezolanos. Aparece en las antologías Campus Infrarrojo (Editorial Equinoccio, 2005), 102 Poetas Jamming (Oscar Todtmann editores, 2015) y Nubes (Editorial Pre-Textos, 2019). Se suman proyectos poéticos que no tienen forma de libros: intervenciones colectivas sobre un poema de Juan Sánchez Peláez (#palabraJSP, 2013); intervenciones urbanas sobre calles con nombre de árbol, con la poeta Eleonora Requena (#arboreasituacionista, 2013-2017); intervenciones blandas en un espacio histórico (Healing Poetry, Miami, 2018).

 

martes, 6 de julio de 2021

Luis Ignacio Betancourt / Ojo de la sombra (12 poemas)

 






Estela

 

navego de espaldas

de frente a mi estela

me pregunto si me persigue

o me abandona continuamente

pájaro de espuma mi vestigio

¿detrás de o tras el barco?

¿se mutila o expande?

desplumándose despliega sus alas

persistencia en el suspiro

que la quilla despide o engendra

si me detengo ¿me alcanza?

¿la borro si me aquieto?

surco las aguas

encarando mi hollar

mi trazar un deshacerse

mi esfumar un persistir

mi presencia

sombra

¿rezagada o al acecho?

rastro

¿desde o hacia mí?

 

Retruécanos


este asunto grave y serio

asumido con tanta ligereza

esta nadería

emprendida en nombre

de razones inmortales

este sufrir que todo es breve

con impaciencia por la demora

esta moneda de cara o cruz con ínfulas de dado

esta gula saciada con carroña

este aferrarse a una recta infinita

desmoronada en la carne de Euclides

este buscar el punto B del segmento

en una perspectiva cuya fuga

persiste más allá del cuadro

esta vida

fútil por efímera

valiosa en su ser pasajera

 

Palabras mágicas

 

Feliz año, exclaman los fuegos artificiales, brillantes

en el cielo: detonaciones, olor a pólvora, humo,

augurios de guerra.

Gracias, dice un hombre cada vez que recibe unas

monedas, orgulloso de no ser vago ni mendigo, sino

vendedor de agradecimientos.

Salud, susurra la enfermera cuando un anciano

estornuda un pollock rojo y verde sobre su babero.

Sentido pésame, murmuran las plañideras al oído

de una madre, como si su hijo fuese Lázaro y las

condolencias levantaran e hicieran andar.

Buen apetito, le desean los transeúntes a un hombre

sentado sobre el suelo, en cuyas manos rebosa un

hediondo amasijo: cartílagos, sardinas, arroz, un

jamón moteado de lunares blancos.

Abracadabra, dicen todos, nada cambia y entonces lo

gritan: abracadabra, cadabra, abra. La caverna donde

pronuncian el conjuro es el espejo en que se miran

sus voces; los ecos, reflejos sordos, simples acuses de

recibo, sombras de respuestas.

Maldición, mierda, carajo, coño. Los improperios son

el último y más desesperado intento. La vida no es un

sombrero del que salen conejitos.

 

Hombre y misterio

 

Matad la horrible duda

Y la espantosa lucidez

Vicente Huidobro

 

el hombre te acorrala misterio

desgarra tu vestido nocturno

a punta de zarpazos sin tregua

cada vez que te arranca un jirón

tu piel descubierta arroja luces

sobre mapas que indican rutas

hacia más oscuridad

misterio te encoges hasta hacerte invisible

entre las sombras al atardecer

tanto como te expandes inabarcable

cuando el mediodía te diluye en su fulgor

hombre

cincel incansable y sediento

mano de Fidias

si acometes el mármol

responde

una vez que obtienes el rostro

que tú mismo le impones a la piedra

¿no te parece que surgen tantas

preguntas ante la roca informe

como dudas frente a tu obra?

misterio

señuelo de las sombras

atacas de lejos en una torre

te permites la paciencia del arquero

anticipas los desvíos del viento

sin embargo se ralentiza

tu parábola certera

cuando la flecha atraviesa

cada uno de los velos

hacia el cuello del jinete

unas veces hieres misterio

tu espada se abre paso

sin siquiera la resistencia del aire

hendiendo el vacío

la carne blanda del tiempo

sin más oposición que la distancia

entre el filo y tu víctima

sin otra variable que tu fuerza

otras veces misterio

yerras el blanco

dejas tus flancos abiertos

al cincel del sapiens

pala de cavar abismos

molde para hacerle un busto a la niebla

desiste hombre

suelta tu instrumento

la ceguera en la caverna

es igual a la que te espera al salir de allí

cuando entornes los ojos ante un resplandor

 

Ojo de la sombra

 

cada ojo tiene su punto ciego

cada punto ciego esconde un ojo

cada ojo descubierto en la ceguera

es ciego en un punto con pupila

¿qué miran las tinieblas?

¿qué relámpago despunta

en la retina de la última sombra?

¿qué navega en el fangal vítreo

de un glóbulo abismado en su cuenca?

un reflejo invertido viaja nervio arriba

desemboca en un cuarto de luz roja

allí un demiurgo lo espera

para darle vuelta y revelarlo a la mente

en el cuarto hay una grieta félida pupila

puerta de una cripta en penumbras

en la cripta un rayo

señuelo hacia otro abismo

abismo donde una ventana descubre

tantas estrellas como hoyos negros

 

Puerta grande

me devuelvo

me vierto desde el lado angosto del embudo

para salir por la puerta grande

me re-vierto

ansioso de expandirme

cuando me escurro continúo igual de menudo

tan fino como en un principio

irrevertiblemente delgado

 

Misericordia

 

huir de la misericordia

la de perros adiestrados para rastrear

frascos de ceniza en el equipaje

la de espías con radares sensibles

al murmuro de los penitentes

la de intrusos en grupos de apoyo

la de mira telescópica y soplones

en cada callejón de la miseria

la de informantes en las esquinas de la culpa

entrenados para reconocernos y delatarnos

ante una gestapo de filántropos

mecenas de una fundación

creada en honor a nuestra hazaña

cuenta donde amigos y familiares

depositen monedas en favor de la causa

perpetuar nuestras penurias en museos

exhibirlas cual si fuesen urinarios

 

Fracaso de la muerte

¿cómo hace la muerte para sacarnos todo el aire

acumulado durante años de vida

en una exhalación de apenas segundos?

a pesar de su rapidez

ha demostrado que no puede

incapaz de envasarnos al vacío

nos despacha inflados repletos

por eso nos hinchamos y pudrimos a los pocos días

 

Hundirse

 

Conozco el destino de la piedra lanzada al estanque.

Gustavo Pereira

 

de pérdida en pérdida

pero cada vez más pesados

es propio de las piedras

deslastrarse

abandonar

las manos de los niños

después del lanzamiento

parodiar a Jesús sobre un lago

hundirse

a mitad del milagro

al fondo del agua permanecer

sentir sobre las pétreas pieles

encanecerse el musgo

la succión de los siluros

el roce de anzuelos incapaces

de afirmar su punta entre las grietas

y jalarnos y sacarnos a la superficie

anzuelos lanzados desde las orillas

en las que alguna vez estuvimos

o desde los muelles

a los que nunca llegamos

sólo ser los cimientos

de una caverna bajo el agua

construida por el azar de la corriente

dejar que los peces

habiten nuestras sombras dejar

que se agiten sus aletas

adentro

en la oquedad que somos

o en la plenitud que fuimos

restos del aire

que se nos fue escapando

por algún orificio inadvertido

óseo discreto

 

Espoilear

 

a la espera del próximo episodio

se aferran a sus conjeturas

por ellas madrugan cada lunes

a pesar de esta falta de clímax

quizás haya un giro al final de la historia

todavía creen en tramas impredecibles

en la última temporada

cuando sólo quedan dos posibles desenlaces

congelarse en la parada del autobús

todos los días a las cinco de la mañana

romperse el lomo traer el pan

o quedarse en cama hasta mediodía

acusado de pereza

vicio capital

aunque en el fondo todos lo sepan

el pecado de no hacer nada

es la osadía de espoilearle al mundo

el último capítulo

de una serie titulada esfuerzo

 

Platos en el fregadero

 

con cuánta alegría se ensucian

los platos durante la cena

mientras todos mastican ríen hablan

en el comedor

y suena la música

después del cafecito

amargo y expreso

del orujo y los abrazos

solo quedan servilletas arrugadas

goma de mascar envuelta en papeles

cigarrillos aplastados en el cenicero

copas a medio beber

con cuánta alegría se ensucian

los platos durante la cena

qué difícil

en cambio

afrontar los trastos

amontonados en el fregadero

en cada escudilla

se sedimenta una capa

una costra

pátina rugosa y seca

se deja remojar

en el silencio de la cocina

a la espera de que ablande

para rasparla con las uñas

 

To-gas

 

togas levitan sobre el estrado

vacías de cuerpos

como fantasmas

togas en fila

a la espera de sus certificados

permisos para menearse

diez segundos en una tarima

togas cum laude

luces hominis

prestas a izar sobre cruces

diplomas donde figuran

acrónimos de famélicos reyes

togas rentadas en una tienda

ajenas como frac o levita

togas reverentes prosternadas

ante las estatuas que presiden la ceremonia

togas como disfraces de carnaval o noche de brujas

como capas de superhéroes

togas como túnicas de parcas

birretes en vez de cabezas

to-gas gas gas gassssssssssssssssssssssssssssssssss

 

Luis Ignacio Betancourt (Caracas, 1993).

Es licenciado en letras por la Universidad Católica Andrés Bello. Fue finalista en la primera edición del Concurso de poesía joven Rafael Cadenas (Fundación La Poeteca, 2016) y en el 1er Concurso Physis para Jóvenes Poetas (Universidad Católica Andrés Bello, 2017), en cuyas antologías fueron incluidos sus textos. Trabaja a distancia como tutor de castellano para estudiantes universitarios estadounidenses.