jueves, 12 de junio de 2008

Yolanda Pantin


Yolanda Pantin

nació en Caracas el 10 de octubre de 1954; Licenciada en Letras, egresada de la UCAB;
En 1979 se integra al grupo literario Calicanto dirigido por la escritora Antonia Palacios. Ese año recibe la Mención de Honor del Premio Nacional de Poesía Francisco Lazo Martí por su libro Casa o Lobo. En 1981, junto con Alberto Márquez, Miguel Márquez, Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata y Armando Rojas Guardia, se separa de Calicanto y funda el grupo Tráfico que en su momento significó una violenta ruptura y cuestionamiento a las poéticas dominantes en el país. En 1982 recibe la Mención de Honor de la Bienal de Poesía José Rafael Pocaterra por el libro Correo del Corazón. En 1989 funda con un grupo de poetas venezolanos la editorial Pequeña Venecia de poesía. Ese año recibe el Premio Fundarte de Poesía por el libro Poemas del Escritor. En 1990, junto con Santos López, crea la Fundación Casa de la Poesía de la cual es directora adjunta.


Su Poesía:


VITRAL DE MUJER SOLA

Se sabe de una mujer que está sola
porque camina como una mujer que está sola
Se sabe que no espera a nadie
porque camina como una mujer que no espera a nadie
Esto es
se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos
Se sabe de las mujeres que están solas
cuando tocan un botón por largo tiempo
Las mujeres solas no inspiran piedad
ni dan miedo
si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda
se aparta por miedo a ser contagiado
Las mujeres solas miran el paisaje
y se diría que son amantes
de las aceras/ de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del subsuelo
de los subterfugios
Las mujeres solas están sobre la tierra al igual que sobre los árboles
les da igual porque para ellas es lo mismo
Las mujeres solas recitan parlamentos
estoy sola
y esto quiere decir que está con ella
para no decir que está con nadie
tanto se considera una mujer sola
Las mujeres solas hacen el amor amorosamente
algo les duele
y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor
Estas mujeres se alumbran con linternas
van al detalle
saben donde se encuentra cada cosa
porque temen seguir perdiendo
y ya han perdido o ganado demasiado
Ellas no lo saben
porque van del llanto a la alegría
y a veces piensan en la muerte
También planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles
Administran el dinero
compran legumbres
trabajan de 8 a 8
Si tienen hijos hacen de madres
son tiernas y delicadas
aunque muchas veces se alteren
un pensamiento recurrente es
ya no puedo ni un minuto más
Las mujeres solas tienen infinidad de miedos
terrores francamente nocturnos
los sueños de tales mujeres son
terremotos catástrofes sociales
Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata
llevan el mismo cuello airado
lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí mismas
esto es completamente falso
Lo cierto es que la casa de una mujer sola
está abierta a su antojo
Una mujer sola
no puede curar su soledad
porque nada está enfermo
se remedia lo curable
una gripe o un dolor de estómago
La mujer que piense que su soledad es curable
no es una mujer sola
es un estado transitivo entre dos soledades
infinitamente más peligrosas
Una mujer sola es una mujer acompañada
aunque de este hecho no se percate más que el zapato
al que mira con detenimiento
o el botón
que parece representar algo verdaderamente importante
como de hecho lo es
como los árboles o el cielo
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención
es más bien propio de las almas temperadas al siguiente fuego:
id contigo
para estar con vosotros

(de Correo del Corazón)




A veces

no sé dónde estoy,
como esta noche en Caracas.

Escucho llover
cuando Dennys me dice:

‘Así fue en el deslave’.

Llueve de tal forma torrentosa
como nunca lo había visto. El ruido

sobre el techo de metal, en la terraza,
donde estamos conversando,
me hunde en los terrores del sueño,
como pasa con los años. No duermo.

Voy a Turmero,

a la casa de mis padres. Miro
con mis hermanos el correr
de las aguas cenagosas
que levantan los autos cuando pasan,
creando olas inmensas, nos parecen,
por sobre las aceras.

Es el agua que igual baja
por las avenidas umbrosas
de esta parte, en Caracas,
cuando arrecia
el aguacero.

Estoy en un jardín
como eran los de antes,
y el que rodeaba la quinta Los Castaños,
en Chacao; entro en el cuarto
donde Malle nos espera
dándonos lugar
en un mundo extraordinario.

Pero Dennys insiste: es la luz de esa tarde.

Yo me echo a reír
ya que todo parece caer sobre nosotros:
el cielo, y el Ávila. Siento pánico. A veces
me levanto en la noche, y en medio del desastre,
no se dónde estoy. Me cuesta retirar
la membrana pegajosa
que aúna las realidades. Así, parece igual
estar dormida que despierta.

Veo la imagen de un Guardia Nacional
orinando la puerta de una casa.
Veo su espalda gruesa, inclinada,
mientras se desahoga con calma.
Escucho el relato de un hombre quebrado
y a mujeres en su querer decir,
con un gran miedo, junto a sus hijos.

Pero abro los ojos y voy a la cocina,
y en la nevera miro los afanes de Jimena
para el almuerzo de mañana en el banco,
y como todas las noches, la lonchera de Efraín,
abierta, junto al fregadero. Son las cosas
que de una forma humana me consuelan,
como ver sobre el sofá dormir a Loqui
enrollada sobre sí, igual a un ‘caracolito’.

Escucho detrás de las puertas
en el pasadizo
el ruido de los ventiladores.
Me apacigua el roce metálico
que hacen las aspas y percibo
nítido en la madrugada.

Pienso en Ana, como yo,
en su lucidez insomne. Aunque esta noche
quiso tranquilizarme: leeré una novela, me dijo.
Yo no tengo cabeza.

Escucho la voz del funcionario:
Así son los intelectuales,
y así deben ser: disconformes. Qué cinismo
el de su argumentación, es limpia y corta
igual que la hoja de un cuchillo; como

el arma que usó el ideólogo
para humillar a María Fernanda.

Ayer, por ejemplo, Carlos
me contó una fábula:

Cuenta la historia, según el relator,
de una doncella
que convierte la torre donde vive
con sus fantasmas, en un puente
tendido sobre el abismo.

A veces me encuentro
en medio de un pantano.

Hay un instante de desasosiego,
mientras caigo en cuenta
que esta soy yo, despierta,
como tantos otros,

entrando en la noche.


CANCION

Todo lo que me separa de ti
es tristeza

Todo lo que siente
corazón distante
muda pena
es todo cuanto escucho

mío cante

Madre
que estás en aquellos
que he amado

Sombra
cuya sombra mudó
hasta alcanzarte
fría tierra
dó el niño dejó

y fue instante

Cuanto siente
ciega
corazón grave

todo lo que me une a ti
es tristeza


YO SOY OTRA

He aceptado la invitación a viajar.
En el auto,
el paisaje pasa demasiado rápido.
Raspa al oído
la música sorda que el interior repele.
Atravesamos el país sin detenernos,
apenas para orinar o para beber un trago de agua
en las gasolineras.
El verano castiga gris y estático,
como el cielo.
Conversaciones banales distraen el asedio
de las horas muertas.
Levantamos las tiendas
a la orilla de un río ancho y cenegoso.
Las aves chillan al alzar el vuelo.
Me acerco al río
como Narciso al estanque.
Las aguas turbias no reflejan mi rostro.
Yo he soñado con esto.

(la herida ha sanado sobre la carne muerta)


EN LA VOZ DEL POETA


A veces parecía indiferencia
ese andar por la casa, distante.

Nosotros conocíamos el habla
y el lenguaje también de las miradas: calla.

Hasta que una voz nos llamaba:
“Vengan la cena está servida”

Entonces nuestra madre nos saludaba
como si nos reconociera

y en la mesa sentados sonreía,
para que no pensáramos que la habíamos perdido

1 comentario:

Flavia dijo...

extraordinarios poemas!