viernes, 15 de agosto de 2008

RUBÉN ACKERMAN


TRANSNISTRIA

A la memoria de la abuela Raquel Vaisman

"El hombre no soporta tanta realidad"
T. S. Eliot

I
Conchas de papa para el desayuno
dos tíos muertos para el almuerzo
y oscuridad, mucha oscuridad para la cena

II
Sin casa
ni vida
el abuelo cavó un enorme hueco en el suelo para protegernos de la intemperie y dijo
vamos a dormir hasta que termine la guerra

mientras un tío muerto cavó una enorme tumba en las nubes por si el destino era aciago y dijo
vamos a dormir hasta que termine la guerra.

Papá solía levitar entre Europa y América con su ajedrez lleno de presagios y su gambito indescifrable y nos decía,
vamos a dormir hasta que termine la guerra.

Mamá cocinaba una sopa para los vivos y los muertos y guardaba en su mesa de noche los lentes de la abuela Raquel y una fotografía de mi hermana Silvia y nos decía
vamos a dormir hasta que termine la guerra.

Los acreedores llegaban puntualmente (debían mucho)

el acreedor del aire nos dejó asfixiados

el acreedor de luz nos dejó en tinieblas

el acreedor del hospital nos dejó enfermos en la calle

el acreedor de vida nos dijo que teníamos varios giros vencidos que si no creímos en dios que por lo menos nunca dudáramos de nuestras deudas.

El abuelo Isaac todos los días se olvidaba de la muerte y resucitaba a la abuela Brane y se sentaba en un café a esperar a los espectros de sus amigos muertos y nos decía

vamos a dormir hasta que termine la guerra.

La abuela Raquel siempre acunaba a los tíos muertos, mientras preparaba una sopa para indigentes pero los tíos nunca pudieron probar la sopa de la abuela porque los muertos de hambre suelen ausentarse y pierden el apetito y siempre nos dicen

Vamos a dormir hasta que termine la guerra.


"ALGUIEN TIENE QUE QUEDARSE A REDACTAR LOS EPITAFIOS"
Joguinhes

Hay que volver la página
recuperar el gesto perdido de los ausentes
ser los redactores de epitafios
hay que sentir más allá de nuestra precariedad (el pan nuestro de cada día)
alzar las manos aun sin fe...resucitar a nuestros muertos
hay que aprender a alucinar en pleno día, para poder ver lo que nadie ve
hay que recuperar nuestra ración de fe, nuestro plato de sopa para indigentes
tenemos que convertirnos en lápida (esta escrito en el talmud)
para que se pueda ver en nuestras pupilas los rostros ausentes de nuestros muertos
hay que regresar al desierto, enmudecer en la arena, restituir el antiguo pacto entre los vivos y los muertos
hay que volver la página

PLEGARIA

Dios de la melancolía
elige alguna vez a algún otro devoto


Rubén Ackerman

7 comentarios:

cobolobo dijo...

Arrecho poeta!

Esos poemas son de gran intensidad, tiene mucha fuerza... bueno, esa carga de lo vivido de cerca, de lo añorado.

El remate con "Plegaria" es genial

Ese Ruben... espero seguir disfrutando tu poesía por escrito... además de leida por ti.

Felicidad.

Héctor Vera.

Anónimo dijo...

Amigo Rubén, con tus poemas has logrado "volver la página", no hay duda! Esas historias reales (muy apropiado el epígrafe de T. S. Elliot),que unos vivieron y otros deben conocer. Muy buenos.

HILDE

Beatriz Alicia García Naranjo dijo...

Es un duro peso un vínculo tan fuerte con la muerte, la pérdida. Pero tu lo dices muy bellamente Rubén.

Ruth dijo...

No lo puedo creer!!

Rubén en la web

qué maravilla!

dos besos

(pienso tu poema...)

Imágenes urbanas dijo...

"Vamos a a dormir hasta que termine la guerra" hasta que termine el dolor, hasta que pase todo aquello a lo que tememos enfrentar.

Cuántas veces hemos sentido o pensado así. Tú supiste expresarlo poéticamente.

Marcia dijo...

Me gusta mucho la secuencia de los poemas y el cierre maravilloso.
Un abrazo

Jaime L. Amsel dijo...

3Al devoto de la melancolía, una plegaria por poder seguir leyendo lo que escribes.