PLAZA DE CHACAO
Un libro entre sus labios
Y no sabía que estuvo garabateado desde siempre
Para ella
Ni que sus poses se ensayaron a partir de su cabeza recostada
Ni que su voz fue sugerida tantas veces
Ella no sabía
Que preguntaron por su nombre a los amigos
Quienes jamás llevaron los recados
O miraban para otro lado
Porque nadie glosa las iniciaciones del trato ajeno
Porque su credo son los mares separados
Y las vacaciones en junio
Por eso no entienden que se puede sonreír extrañando
Con MacArthur Park de fondo
Frente a bardas de estraperlo
Tu nombre fue curioseado
Tu piel comprendida
Y de tarde te ayudaron a brincar un abismo de envidias
Ahora
Esas manos que no te sirvieron hojas de té tibias
Ni una plegaria de gloria
Hacen antesala para circular tus nudillos
Para dar vueltas a ese mundo
Para devolverte allí
A las gradas que mudando a colores verdes
Nos dejan decir lo que significa
Estar destinados
JOAQUÍN ORTEGA
*****
EL COLIBRÍ Y LO IMPOSIBLE
me pidió un colibrí.
A mi novia imposible
le gusta pedirme
cosas imposibles.
atrapar al colibrí
que vuela inmóvil
en mi amor.
que el colibrí se sostiene
velóz y estático
en la fuerza de la nada
de mis alas reconstruidas.
Pero ella sabe también
que soy un hombre
que vuelve de la muerte
y que para los hombres como yo
lo heroico está en la humildad
de reconocer lo imposible.
Sin embargo, a veces,
mi novia y yo somos niños
y es allí
donde mi novia imposible
me pide nuestro colibrí,
a pesar de todo.
CINZIA RICCIUTI
*****
TRAZOS
No escribes el poema
sino su nostalgia
su íntima penuria
Espacios
entre el silencio
y esta palabra incierta
que se fuga
III
Blanco
en cada pliegue
en cada minúscula
hendidura
Palabra escindida
tu nombre
trazo apenas
V
Un tiempo
de silencio
hiere
la memoria
VI
Lenta
borrando formas
buscas lo claro
la línea inmensurable.
ANA MARÍA DEL RE
*****
OTRA VEZ A YOCASTA
Cuando muera, madre [porque
tendré que morir antes que tú, para soportarlo] no llores, estés acá o más allá
del país de la conciencia. Detente en el arco del vientre y nómbrame, para
reconocerme, para saberme en tus labios, nuestra casa. Háblale al inerte cuerpo,
dile del tintineo del reloj al que da cuerda mi padre desde entonces. Vuelca tu
arrullo ese día inabarcable, sobre el llanto y arrópalo, entre tanto nos
contraiga el naufragio.
HÉCTOR VERA
*****
A veces ya muy nochecreo ver al amor como a la muerte
Juntos entran en el lecho blanco
y en duelo agudo guerrean sus dominios
Se lamentan palpitan
y exhalan el último suspiro
cuando llega la hora del éxtasis
SONIA CHOCRÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario