Tardé en Ver lo que era apenas intuición, cuando me llegó este libro de Samuel González Seijas. Entonces se desplegaron las imágenes. Aquella torre de vidrio cuya sombra veía caer desde Bogotá sobre el sur del continente, o el altar del sacrificio humano a los dioses ancestrales que ha terminado en un reguero de sangre y en la idea de otro muro.
Pero qué dioses son éstos, qué Señor dice Samuel González Seijas cuando lo nombra en sus lamentos? El dios que imprecaba Blanca Varela, y que en uno de sus poemas más duros, queda como una mancha en la pared; y en otro poema (ahora lo veo, como podía verlo ella desde la ventana de su oficina), el dios que desde otro plano, mira la escena de la ternera acosada por los tábanos. Ocurre que en la oscuridad,en la mayor oscuridad, es cuando rezamos.
Este será nuestro libro de oraciones al tiempo histórico, al tiempo que es la muerte (Ezra Pound) no solo para los que vivimos en.el abra o en las estribas de este valle de Caracas.que se derrama con sus lágrimas, sino para un tiempo al garete de la humanidad.
Oraciones a un dios que no se sabe o se sabe que no tiene piedad; o un dios ausente como al que le rezaba Martha Kornblith, aunque, finalmente, queda la poesía que es también oración, quedan estos poemas como consuelo.
Yolanda Pantin
Estoy solo, dejado,
como piedra de vientos.
Qué aire suena, y qué silencio.
Atado a Dureza
deambulo por senderos de un bosque blanco.
Desde esta cerrazón, apenas me es dado mirar
cómo marchan frente a mí
las hormigas del desdén.
.....
Todo el cielo ofrecido como regalo y aun no basta.
Solo cuenta esperar, postrarse o huir. Sumarle manos al ruego.
Todo en ti es inminencia, lejanía, anuncio sin estallido.
El perdón, aire susurrado al oído y arena viajada la salvación.
.....
Yesca húmeda no enciende, solo la insistencia trabajada,
la paciencia entre carbones.
Permanecer en la espera hasta que madure en su árbol:
alguna tarde, verla caer.
La espera es un cuerpo de ceniza que gozamos en su hora.
.....
De súbito la lluvia,
el aguacero de odios,
la oscuridad sin orillas.
Braceamos a contracuerpo,
a codazos en el agua común,
ahogados hundiéndonos.
En la turba en el vórtice en el deslave
apenas nos orienta
una mano que tropieza entre cabos sueltos.
.....
Pido en sueños que soples
fuego sobre esto.
Granizada ardiente, lava derramándose
Ruego para que sacudas el mal frío, la miasma de los que ahora ríen.
.....
Me sigue de cerca el otro.
Como yo, no tiene escapatoria: lo obliga el descampado.
Rechazo su impertinencia, su estar inevitable, su presencia de acoso.
El odio que supura, su blandura repugnante, diluye, ciega, ensordece.
.....
Soy distancia incurable,
lejanía irredimible,
horizonte espejeante.
Me he vuelto
mechón de humo,
cabellera de vientos.
Ni yo ni nadie me alcanza.
Tal vez me halle en la corriente
o en un aire de precipicios,
en el cuenco de ninguna parte.
.......
Samuel González-Seijas: nació en Caracas en 1971. Es poeta y editor. Con estudios en la escuela de Letras de la UCV, se ha desempeñado corrector y editor de periódicos (Reporte de la Economía, Meridiano, Así es la noticia, también ha acompañado proyectos y sellos editoriales como Biblioteca Ayacucho, Mondadori, Alfa, Fundación Polar. Parte de su trabajo ha sido publicado literarios Verbigracia, Papel literario. Mantiene un blog llamado "Lector de paso", sobre libros y escritores. Ha sido coordinador editorial Libros El Nacional durante seis años. Coordina también iniciativas culturales por grupos de interés, siempre con la lectura
como ejercicio'principal.
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