Hora ciega
Quisiera abrir mis venas bajos
los durazneros,
en aquel distraído verano de mi
boca.
Quisiera abrir mis venas para
buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias
amapolas.
Yo te ignoraba fina colmena
vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi
cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor
de los álamos,
y el viento que venía con máscara
de uvas.
Yo no quise borrarme cuando no te
miraba
pero me sostenías, fresca mano de
olivo.
Estrella navegante no pude ver tu
borda
pero me atravesaste como a un mar
distraído.
Ahora te descubro, tan herido
extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi
sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa
la cara...
sólo ahora mis ojos desheredados
se abren.
Ahora que no puedo derruir tu
frontera
debajo de mi frente, detrás de
mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de
azahares,
mi ciego corazón perdido en la
manzana.
Ahora estoy despierto. Nacen al
fin mis ojos
pisados por el humo, agujereando
arañas,
duros estratos de algas con
muertos veladores
que sin cesar devoran sus
raicillas heladas.
Y te cruzo despierto, fiero túnel
de ortigas,
remolino de espadas, vómito de la
muerte.
Voy asido a las crines de un
caballo espinoso
que vuela con ciudades quemadas
en el vientre.
Voy despierto, despierto y
obediente a mis manos,
con un río de pólvora cuajado en
el aliento,
ahora que estoy solo y enemigo
del aire,
seco, desarraigado, desnudo,
combatiendo.
Sara de Ibáñez (Uruguay 1909- 1971)
Fue una poeta uruguaya. Esposa
del poeta Roberto Ibáñez, fue
conocida como «Gran Sara» por
escritores como Octavio Paz. Entre otros premios obtuvo el
Premio de la Academia Nacional de Letras y el Premio Nacional de Literatura en
1972.
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