Hadas caídas
No
puede ser una granja
un
lugar donde habitan silfos y hadas
no
venderé mi jardín de flores y pájaros
las
gentecillas de las fuentes ya no cantan
solo
murmullos en el lago
en mi
jardín
ya no
hay ogros
sólo
cantan mirlos
las
doncellas están afuera
y es
probable que vaguen en el bosque
por haber descuidado la virtud
bajo
el puente una cabellera irisa el agua
varias
doncellas atraviesan el lago
son
las ninfas
las
cautivas
ahora
que el estanque está cubierto de lotos
sólo la
castidad podrá salvarlas.
Otro lirio
El
anciano abre el cofre
y
acaricia dos palomas dormidas
lo
impulsa el deseo
unos
pies tan pequeños
en el
suelo las chinelas con peonías
muestran
un ave que abanica su cola
y marca
el territorio del cortejo
a lo
lejos un reclamo
un
grito timbrado
el
flujo y el reflujo
las
olas
la niña
de vuelta al gineceo
con
las mujeres solas
otra
escoba de palacio
otra
anciana que conspira
otro
lirio
El difunto
En
las noches de relámpagos
regresaba
con los ojos cubiertos
de placas
de jade
rompía
objetos
hacía
ruido
la
brisa movía el árbol de las monedas
para
traer abundancia
sobre
la piedra disolvió tinta negra
y
escribió un poema para su segunda esposa
la
joven asesinada en Changsha
aprendió
tarde la elección de un amor desmedido
María Teresa Ogliastri (Los
Teques, Venezuela 1952).
Licenciada
en Filosofía por la Universidad Central de Venezuela. Es autora de los
libros:Cola de Plata, [1994], Nosotros los Inmortales [1997], Brotes de Alfalfa
[2007] y Polo Sur [2008]. Su poesía es una indagación silenciosa en lo mítico,
ancestral y conmovedor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario