Martes
Dice
que barra desde afuera hacia dentro
para
que vuelva como vuelve la mala suerte
acumulando
tierra bajo los pies.
Prefiero
dispersar el polvo por la casa
moverme
al son de la música ennegrecida
resguardar
este canto sobre ollas hirviendo.
Me
explica que al piso de madera
también
se le saca brillo:
pasas
tanto el trapo que puedes sentir
la
transpiración salir
del
espacio entre la nariz y la boca.
Intento
dejar todo bien limpio
pues
sufrimos, pero nos sobra cloro
y con
eso alcanza para toda la semana.
No nos
ponemos de acuerdo
somos
dos acribilladas en la misma cocina.
Sus
manos llenas de hendiduras
predicen
mi futuro, entonces ella debiese
ser
una carta del tarot
pero
sólo sabe de encierro, gas y parafina.
Dice,
que somos dueñas de esta casa
y
parece su lengua condenada a la sentencia,
mientras
tanto remojo
más
que mi cuerpo en agua con sal.
…
Miércoles
La
familia repara en lo podrido:
primero
fueron las cestas de fruta
ennegrecidas
sobre el comedor
luego
los gorgojos en las legumbres
y la
carne agusanada de los niños.
No hay
como disolver la pestilencia
pues
los hombres se han dormido
y las
mujeres jóvenes
huelen
el cuerpo de los sobrevivientes.
…
Sábado
Nunca
tuvimos cuerda para colgar la ropa
pero
el de aquí hasta allá del patio
permitió
que nos extendiéramos
sobre
el vacío de los maceteros
estirando
los brazos y las piernas
después
del lavado.
Secarnos
bajo el sol junto a los paños de cocina
era
buen ejercicio matutino
y de
vez en cuando estilábamos por la casa
al
ritmo de disparos o bengalas
derrumbando
el silencio del pasaje.
Nuestra
calle era nuestro precipicio
un
canal adherido a la cicatriz
hedionda
de la infancia:
Cinco
de Abril hasta el hartazgo
de
monumentos y fantasmas.
Nunca
tuvimos cuerda para colgar la ropa
ni
ropa para ser colgada.
Mirar
la lavadora y meter la mano
como
quien pierde con el agua:
todo o
nadar
y preferimos
nadar
cambiando
el curso de la calle.
El
agua sucia inundando las esquinas
mientras
sonaba música de fondo:
la
sinfonía sabática
con
olor a detergente y a desuso
el
breve encanto de la balada
arrullando
este desastre.
duélanse
conmigo en este arrullo de niña.
Catalina Espinoza (Santiago, Chile 1987)
Licenciada en Literatura Hispánica y Chilena por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Magister en Literatura Latinoamericana y Chilena en la Universidad de Santiago de Chile. Ha sido becaria de la Fundación Pablo Neruda en dos ocasiones: el año 2009 en La Sebastiana, Valparaíso; y el 2012 en La Chascona, Santiago. Parte de su obra ha sido publicada en diversos formatos, destacando: Antología 10 años de poesía en Balmaceda (Balmaceda Arte Joven2009), Entrada en Materia: 17 poetas jóvenes chilenos (Altazor, 2014), Niñas con Palillos (Balmaceda Arte Joven, 2014), proyecto desarrollado junto al colectivo homónimo y ganador de la Beca Jóvenes Talentos de la Fundación Mustakis; y Parias, Poetas y Borrachos, Antología a cargo del poeta y amigo Patricio Contreras (Anagénesis, 2016). Actualmente hace clases de Lengua y Literatura en la periferia de la ciudad.
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