TEOGONÍA
La libertad ya nos persigue en los
senderos
que el viejo mundo
pretendió sin dueños.
Nunca estuvimos tan rotos
de vergüenza
como el momento que
sucedió a esa noche sin aurora,
aquella en que la luna nos
silbó casi campana
y liberó como si lluvia
algunos cuervos
–jamás pudimos
encontrarles la mirada–
y la terca ternura,
latiendo bajo tierra
pedía florecer, pedía
libertar su temporada.
… entonces vimos los
caballos enlutados sin jinetes.
La noche triste en que
parió mi abuela salió el sol
y luego lo llamaron
Juan.
La libertad lo persiguió
enamorada y lo boleó
–ni tiempo tuvo de
apartarse en el olvido–
Por eso Juan dejó
silencios en el barro,
juntó toda la luz,
y amanecía.
La luna en sus festejos
cargó toda la noche que
había acumulado.
Y ahí anda Juan, moviendo
su cabeza
cantándonos que todos viviremos
que todos correremos
que todos reiremos
por esa libertad que
enloquecida
está danzando hace
quinientos años en los vientres,
así como mi abuela
parió el sol.
Viviana Ayilef (Argentina- 1981)
Vive en Trelew y cursa licenciatura
en letras en la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Don Bosco”. Ha
publicado: Agua de Otoño y Kellemi.
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