LA MANO EN EL ARADO
Feliz aquel que administra sabiamente
la tristeza y aprende a repartirla entre los días
Pueden pasar los meses y los años nunca le faltará
Qué triste es envejecer a la puerta
entretejer en las manos un corazón tardío
Qué triste es arriesgar en humanos regresos
el equilibrio azul de las extremas mañanas de verano
a lo largo del mar que nos transborda
en el demorado adiós de nuestra condición
Es triste en el jardín la soledad del sol
verlo desde el rumor y las casas de la ciudad
hasta una vaga promesa de río
y la vida pequeñita que se concede a las uñas
Mas triste es que tengamos que nacer y morir
y que haya árboles al final de la calle
Es triste ir por la vida como aquel
que regresa y entrar con humildad engañados muerte adentro
Es triste en el otoño llegar a la conclusión
de que el verano era la única estación
Pasó el viento solidario y no lo conocimos
y no supimos ir hasta el fondo del verdor
como ríos que saben dónde encontrar el mar
y con qué puentes con qué calles con qué gentes con qué montes convivir
a través de palabras de un agua ya dicha para siempre
Pero lo más triste es recordar los gestos del día siguiente
Triste es comprar castañas después de la corrida
entre el humo y el domingo en la tarde de noviembre
y tener como futuro el asfalto y mucha gente
y detrás la vida sin ninguna infancia
volviendo a ver todo esto un tiempo después
La tarde muere a lo largo de los días
Es muy triste andar entre la ausencia de Dios
Pero, poeta, administra la tristeza con sabiduría
Ruy de Moura Belo
Ruy de Moura Belo (São João da Ribeira, Rio Maior, Portugal, 27 de febrero de 1933 - Queluz, 8 de
agosto de 1978) fue un poeta portugués.
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