Llanto a Caracas
“Buscas en Roma a Roma
¡oh peregrino!...
cadáver son las que
ostentó murallas”
Francisco De Quevedo
Cómo no
hacer canciones tristes con los pedazos de tus calles o las heridas de tus
casas si tus tajos abiertos sangran aullidos eres el crujir de un hueso roto el
golpe mudo de la bala y la sombra que llena mis ojos porque de sombras están
hechos tus restos, Caracas.
Arráncame los ojos
niega que eres una
estrella fusilada
niega que tus hijos se
apagaron
en la mentira roja de
una tarde
Hoy mis manos lloran
lo que mi pecho ya no
puede.
…
Memoria de un domingo en el parque
Recuerdo a los pájaros y
las nubes
nadando en el césped
y a nosotros sobre ellos
desbordando el aire
haciendo caminos de
vientos
peloteando algún astro
olvidado
mientras un árbol
trepaba al fin
a alguna ardilla
y el sol se tendía bajo el samán
buscando sombra
pues, arriba brillaban
los rayos
de las bicicletas
y los papagayos
y los restos de una
tarde
que se iba cansando de a
poco.
Yo, sentado con un chupi
en la mano,
observaba a la gente
pasear
con el universo atado a
una correa
...
Matrimonio
Eres las cortinas que
adornan las ventanas de la sala,
La finita luz de los
bombillos,
la montaña de zapatos
en el pasillo de la
entrada
Y las hojas de nuestra
planta muerta.
Eres los colores de los
cuadros
que se vierten sobre el
suelo
dejando trozos de sí
mismos
para convertirse en una
cara,
tu cara;
de repente esos colores
dibujan una boca
palpitante
que riega por la casa
sus latidos
y unos ojos que me
buscan
que me tocan
que me abrazan
y me llevan de la mano,
no sé adónde.
Son tus manos las que
bebo, es cierto.
Pero son las mías los
cuchillos
que usaste en mi
garganta.
…
Mi sangre
Estos tiempos de cruces
martillos y clavos
con los que he perforado
mi cuerpo
y que estúpidamente
creí que eran mis
piernas,
se han transformado en
ciclón,
en soplo maldito
que arrastra mi casa,
esta,
que he construido
con los huesos y
arterías
de mis padres
Y ahora, gracias a estos
tiempos,
quedó reducida solo
a rastros amargos de
sangre,
mi sangre.
Temo que es todo lo que
podré
dejarle a mi hija.
Esta cruz terrible e
ineludible,
con una etiqueta clavada
en lo alto
y que solo
refiera mi nombre.
Paul Peláez (Caracas, Venezuela)
Egresado en Comercio exterior de la Universidad Simón Bolívar. Ha realizado talleres de narración, cuentos, ensayos, crónicas y poesía con los escritores Fedosy Santaella, Roberto Echeto y Oriette D’ Angelo, entre otros. La Editorial Barra Libro Editores publicó sus cuentos en su libro de antología del nuevo cuento venezolano titulado “Desarraigo olvidado y permanencia triste”.
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