MAR DE WEDDELL
Quizá este mar
haya soñado ser de lo inextinguible apasionado
de una rosa roja,
de lo minúsculo de una cereza sangrante
madurando una siesta bajo un tórrido sol.
Y quizá se pregunte cómo era eso
de bañar con otra lengua dulce
la mejilla arcillosa de las riberas calientes
de esta Madre Tierra.
Tan abajo del mapa, tan austral,
este pobrecito mar.
Quizá, y si pudiera,
este mar elegiría
entregarse en toda su desolada inmensidad
a un lecho de trigos amarillos o de amapolas bermejas,
lúbrico, sumiso en su ternura.
Pero está tan al Sur,
tan hirsuto él, tan iracundo,
tan proscrito del beso de los gráciles bajeles blancos,
tan replegado en su propia garganta,
huraño, cejijunto.
Ay, este pobrecito mar,
este mar de tan abajo,
que carga todo el peso del planeta,
que soporta en su lomo de animal mesozoico
nuestra precariedad
y el peso y el clamor
de todas nuestras cadenas.
II
El mar juega a que encanta con su procelosa flauta.
Inflama, pone a arder corazones,
bramadero de coloniales esperanzas.
El mar hechiza con sus promesas.
Promete glorias a la voracidad.
Y los barcos de Europa, sudorosos de sed y rapiña,
hienden las aguas, avistan escarpadas costas,
rastrillan los bordes de la noche polar.
Los barcos de Europa, extranjeros,
presagian el desvelo de estas aguas,
incuban días de guerra y zozobra
entre las espesas islas del hielo de esta patria.
Y acontece
que el mar recela de las pupilas de azufre
de los navegantes,
de sus bolsas pesadas de relinchos y sombras,
y mira con sus ojos de ballena entristecida
y se enfurece.
Entonces, escupe su espanto y su ira,
terrible como un dios del principio de los tiempos.
Muerde el viento la soberbia enhiesta de las arboladuras.
Fisuras en la amaderada llaga.
Zarpazo final.
Los barcos de Europa, extranjeros,
navegan las fúnebres aguas.
Los barcos de Europa, extranjeros,
salmodian, abatidos, la música
de maderas rotas y polvo de huesos.
El mar juega a que encanta con su procelosa flauta.
Temblor de soledades.
Virginia
Segret Mouro (Buenos Aires, Argentina)
Ha publicado cuentos, para
niños y no tanto, dos libros de poemas, "Poemario" (Agon, 1984) y
"Memoria" (Último Reino, 2006). Permanecen inéditas mis cuatro
novelas: "Annabella"; "Historia del reino de Glabritania";
"La lectora y las rosas"; "Una canción para Elena".
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