martes, 4 de enero de 2022

María Calcaño ( 10 poemas )

 





POEMA PARA UNA JOVEN JUDÍA

 

La lluvia ha abierto la ventana

frente al retrato de ella.

Llueve distinto,

delante del silencio que le pasa por la cara.

Como frente a una casa

donde hubiera una niña

muerta entre espejos.

Como si con los pies desnudos ella viniera

y la castigara el polvo de muchos caminos…

 

También la lluvia trae

la misma voz del agua.

Vejez del agua pintada en el recuerdo.

Tiempo de la ola.

¡Inmensidad del mar

a espaldas de la ola!

 

¡Qué poca cosa es esta casa

cuando miro sus ojos!

 

¡Ya no llueve!

Pero ella sigue viendo llover.

 

¡Debió ser media noche

cuando partió a la lejanía!

 

RECODO

 

En aquel rinconcito

me esperaba el amor.

 

Lámina de pradera:

por un hueco de luz,

la carretera

y un pedacito azul

de cielo…

 

Ansias. Nubes.

Me esperaba el amor,

con un gusto ignorado

en el beso completo

y en el cuerpo sin límites

un extraño temblor…

 

En aquel rinconcito

me esperaba el amor.

Y más tarde me sentía

tanto dentro del pecho

que el dolor me nacía…

 

 

 

GRITO INDOMABLE

 

Cómo van a verme buena

si me truena

la vida en las venas.

¡Si toda canción

se me enreda como una llamarada!,

y vengo sin Dios

y sin miedo…

 

¡Si tengo sangre insubordinada!

y no puedo mostrarme

dócil como una criada,

mientras tenga

un recuerdo de horizonte,

un retazo de cielo

y una cresta de monte!

 

Ni tú, ni el cielo

ni nada

podrán con mi grito indomable.

 

SALVAJE

 

Quiero un amor salvaje.

Llama de besos fuertes

que me dejen rendida…

y un ardiente oleaje

que en los vasos inertes

me derrame la vida.

 

Esta locura extraña

forja un amor desnudo

con fuerza de tormenta

y sabor de montaña;

un golpe fuerte y rudo

en la carne sedienta.

 

Yo me siento en las venas

la sangre poderosa.

Y grito y espero ansiosa

quien me mate el veneno.

 

GRIETA

 

Hay una pareja de amantes

que todas las tardes me tienta,

cuando en la nostalgia

bella de la tarde

mi boca que arde

ansía los besos locos y distantes.

 

Detrás del bordado

que tiembla en mis manos los miro sedienta…

y estoy sin remedio pegada al camino

de quienes acaso nunca me han mirado.

Cuando ayer pasaron

tan cerca, casi me tocaron

la mirada infinita y suspensa…

 

Acaso la sombra los tienda en lo negro

y les trence los cuerpos ansiosos.

Y en el pensamiento loco de pecado

yo siento el zarpazo del instinto suelto,

garra de tentación

que agrieta mi cuerpo vencido.

 

HORIZONTE

 

En trémulo anhelo

yo vivo de un sueño:

irme bajo el cielo

libre como el viento.

 

Risueño

me tienta el camino,

y no sé si puedo

decirlo sin miedo,

pero yo me siento

loca como un trino

subiendo la falda

de alguna montaña…

 

Y aguardo desde la ventana,

tendidas las manos

ante los lejanos

montes de esmeralda.

Y cada mañana perdida en anhelos,

es mi pensamiento:

firme bajo el cielo

libre… como el viento!

 

LA OFRENDA

 

Se volvieron otros los deseos sanos

cuando mi caricia dobló la locura

estremecida y fatal de sus manos

ansiosamente alargadas de blancura.

 

Estaban sellados los labios en vano.

Para las palabras era ya muy tarde.

Llevaba una estrella prendida en la mano

 y estaba menguada la mano cobarde.

 

En la tarde limpia ya el primer lucero

mostraba su guiño de luz al sendero

turbio y misterioso bajo su temblor.

 

Recogí sus manos trémulas y frías

bajo las dos alas tristes de las mías

y les di mis labios con mudo fervor.

 

ZETA

 

Yo se que he de morir,

que ha de venirme eso...

Pero no quiero llantos,

ni doblez de campanas

ni alborotos, ni rezos.

 

Déjame solamente

el calor de tu pecho

sin estorbo de gente...

 

Y ahora que nada me dices...

habla de cosas buenas,

alegres, de mentira.

Bésame intensamente...

júrame que me quieres

y descíñeme este peso

de angustia.

 

 

 

TERCERA VIGILIA

 

Ahora son otros días.

Y el amor serpenteando la orilla de mi falda.

Si esto fuera después…

cuando la tierra ciña mis caderas sin brillo;

y dentro de la noche

yo sea otra noche.

 

Hoy tengo angustia y pena linda.

 

Mientras, cierro los ojos

y te pienso otra vez.

 

Queriendo tus manos plácidas

y tu boca sin besos

he vuelto a ser tuya,

como otra mujer

sobre esta que tú conociste:

de placeres antiguos

y borrados en furiosas estrías…

 

¡Cómo espero tus noches!

Ahora sueño:

cuentos y lagunas,

y focas persiguiendo la ternura del viento…

 

Para saber que existo

quiéreme alguna noche.

Sin voces, sin estrellas,

pero juntos y hundidos

como tierra en la tierra…

 

PRIMER ESPANTO DE LA NIÑA CON LUNA

 

Miro esto que brota dentro de mí,

y me arrodillo.

Y casi digo oraciones,

nombrando al padre muerto

con un gesto largo y extraño…

Como de lejanos países

vienen sonando piedras.

Y arañas menudísimas

por los rumores de las uvas.

¡Y explosiones de minas!

También niños

adentro de mi corazón…

 

Mi falda se arremolina,

se levanta como un barco,

haciendo señales

de alegría en la noche.

Mientras sigo llorando…,

alzando los brazos tanto,

que desaparecen los senos

en el viento.

 

En mis hombros

tiembla la noche;

una horca

que moviera en el aire

dos lunas.

Me acerca un miedo extraño.

Y me siento mujer,

¡Deliciosamente mujer!

 

María Calcaño (Maracaibo, Venezuela) Poeta venezolana, publicó tres libros: Alas fatales (1935), Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956) y Entre la luna y los hombres (1961). En 1996 se publicaron sus Obras completas. Luego, en el año 2008, Monte Ávila Editores las reedita e incluye dos libros: Anotaciones (1940) y La hermética maravillada (1938). Murió de cáncer pulmonar en 1956.

 

 

 

 

 

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