Desafío
El reto
estaba hecho:
mirarnos
sin pestañear.
Las
reglas eran simples:
si
pestañeas primero,
yo te
beso;
si
pestañeo primero,
tú me
besas.
–¡Es lo
mismo!
dijiste
sorprendida.
–Eso es
asunto de otra apuesta,
respondí
seguro de mí.
Léeme con
los dedos
Dame una
boca en el beso,
dame una
piel en la caricia,
dame un
ojo en la mirada,
dame una
oreja en las palabras,
dame un
poema en los suspiros,
dame un
deseo en la gota de saliva,
dame una
noche en el sexo.
Y, cuando
termines,
dame una
sed en el vaso de agua.
Me gusta
ver llover
La lluvia
es el animal más hermoso
que
existe sobre la tierra.
A veces,
cae en cachitos
y otras
de sopetón sobre el pavimento.
Como un
gato, refriega su piel
en el
piso y deja un olor a tierra mojada
que se me
mete por las narices.
Utopía
Entre la
espuma,
los peces
y
los
sargazos,
el mar se
llevó
las
huellas
de los
pies desnudos
de la
mujer que un día
habitó mi
piel.
Voy tras
ella.
Si no la
veo,
llegando
al horizonte,
me
regreso.
Monólogo
con policía en el cine
Pero
cuáles faltas a la moral, oficial,
sólo fue
un beso
–bueno,
también su pezón izquierdo–.
Además,
en la última fila, nadie nos veía.
¡Esa
señora es una chismosa!
y la
película era muy mala.
Javier Velázquez Ayala. Ciudad
de México, 1959.
Estudié la carrera de
Letras Hispánicas en la UNAM y la Especialidad de Literatura Mexicana en la
UAM. Me desempeñé como docente, en preparatoria y secundaria. durante más de 30
años.
Escribo principalmente
poemas y un poco de cuento. Mi mayor logro en este rubro fue ganar el Primer
Concurso de Atragante de Letras, Pecados Capitales, con el poema “Golosinas”,
convocado por la UNAM.
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