miércoles, 8 de marzo de 2017

Mujeres venezolanas en la poesía


En esta entrada queremos mostrar una brevísima selección de algunas de las muchas poetas venezolanas, celebrando hoy 08 de marzo el día internacional de la mujer








El último viaje
azuza el misterio
volviéndolo todo inusual
otra apariencia
todo olvido


¿Cómo es ese lugar
al que se parte o al que se llega?


qué color tiene su tierra
qué árbol levanta en la orilla
qué flor aromatiza su noche
con qué manos se le acaricia


La tristeza se arropa
con la voz que hermana
el lado cáustico y apenado


canción de infancia
que te vela los ojos


el lugar desde donde viste
con hojilla de oro
al alma



Edda Armas





Somos los amantes que se deshacen

en sus sueños

No tenemos nombre en las esquelas

del futuro

Nos iremos rápido

con las primeras horas del amanecer

No se levantará una lágrima

No habrá fe perdida
 sólo comienzo

Seremos escudos que navegan

en aguas azules

siempre vencedores

¿Quién dice que faltaremos?

Como aves migratorias

volaremos

hasta que un límite diminuto

nos desvanezca.


Cecilia Ortiz






Poesía


Quien vive la poesía. vive la tensión.
El cielo, la tierra. los hombres les resultan extraños.

Calla: aquí vive un Ángel... !un pájaro!

La serenidad y la tormenta conciernen al poeta.
El cielo naranja sobre una colina azul
La sagrada voz del Requiem de Brahms
El plenilunio. La melancolía.

Al poeta le gusta el abrazo
el roce, los besos llenos de licor
y la caricia, la última caricia
la caricia final
susurrada
infinita...



Hanni Ossott




Yo vengo de una estirpe de mujeres solas

eficaces

inembargables

derrotadas antes de nacer

por la muerte

siempre guardadas

como semillas que arrastra el viento
entregadas al sacrificio de la vida
sin un futuro ni un presente
sin vástagos que las resguarden
aprendidas en soledad
ellas mismas amamantándose
haciendo de cada día una victoria estéril
mujeres que hablan desde muy lejos
ahogadas en su torpeza y en la bruma del deseo
mujeres solas que arruinaron sus manos
en el oficio duro que le entregaron las prendas blancas
y perdieron sus días entre toses y dolores de pecho
conociendo todo de la pobreza
administrando los silencios y el alimento diario
entrando en las jornadas
con un dolor irremediable
estirpe sin grandes ambiciones
dulces mujeres que amaron sin respuesta
y fueron una tras otra
mano con mano
fundando la cadena del desamparo

María Antonieta Flores






No eliges

el abismo, el caos, la nada


Llegan a ti

en agua que corre lenta

para que no te asombre

la carencia de materia a tu alrededor

junto a la luz del alma llamando

el aleteo pasajero de la tierra que vives.



Elizabeth Shön






Ciudad

Observa la ciudad

la osadía de los techos

construidos al azar

prestos a deslizarse

en el barro

y la muerte

Sin ningún temor
alzan los niños sus papagayos
sin vacilaciones
suben y bajan
miles
de escaleras
Desde arriba
la ciudad nos contempla
desde arriba
se decide la suerte

María Clara Salas





Al acercarme en son de cobijo a mis poemas

ellos se golpean en la jaula

¿aprenderán la atención

de estos cuerpos que somos?

pequeños aletean perseguidos



por lo que vivieron una vez

he pensado en soltarlos

me detiene el que en la urbe

en libre albedrío mueran

Belkys Arredondo Olivo







quedarse es enterrarse
en la ilusión de una semilla en el asfalto,
germinar en la milagrosa hazaña del inválido
que cruzó por puro afán un río,
ya no sé cuál fruto sabe más al fruto,
si ése que probaste porque lo sembraste tú
o aquel otro espléndido que alguien te obsequió,
no sé lo perdurable, no sabré,
dejar es claudicar,
dejarse un tanto en la orilla,
cancelar facturas que nadie cobró,
pisar un suelo falso,
palparse las campánulas del yo más llano,
quizá sea ganarse un tanto,
hacerse una ventaja corta,
dejar tal vez sea partir
después de todo,
huir o ser,
no sé

Eleonora Requena







la familia resiste en la cuerda floja

no ya en la duda
ni en la variación del miedo

no en la lágrima
ni en el temblor
de los hombros hundidos

su tibieza ha alcanzado el pudor
el hermoso rostro
de quienes claudican
para luego reconfortarse en el olvido

nunca fue en vano la espera

el regreso a casa arderá en la frente
pero será leve



Jacqueline Goldberg






Recojo pájaros
con la boca

Recojo pájaros
si muertos
si fríos


Antes del día

Les cubro los ojos
con pan mojado

Les abro la boca
para que recen
Por mí

Patricia Guzmán




Urbano


No, no puedo escribir un poema sobre callejones largos,


anchos o estrechos.

Mi ciudad no es una ciudad de cemento que se agrieta

ni de tonos grisáceos para la mejor llegada del ocio.

Yo no tengo nada de esto.

Voy a las horas pico pegada a un volante
que se pega a su vez a un mal sonido de cante jondo,
voy siempre por las mismas avenidas y con el mismo calor.
Debo pedir perdón,
perdón a quienes convidan a pasear por postales
y no sé qué otra sensibilidad citadina.
Perdón porque no voy con mi escaso pasado rural a cuestas
ni juego a silbar sobre un trencito desvencijado e inexistente
que pasa cada día frente al mural de los locos
donde suponemos que yo aguardo para ir al cine.
Perdón por no estar tras ese mural y por no ir al cine.
Perdón porque el cemento es gris
y yo sólo tengo horas pico
y arena y alguna persistencia engañosa en hacer pie.
Perdón a todos los seres que como yo pululan
sobre los mediodías de junio,
a los oficinistas que no puedo retratar
con sus almuerzos comprados o sus termos
y el cepillo de dientes dentro de la cartera.
Perdón cien veces por anticipado
a los hombres que he dejado cuando más me amaban
o a los que me amaron cuando comenzaba a dejarlos
o a los que dejaré de lado sin amar.
Perdón al mendigo que me saludó sin pedirme limosna
y yo no pude dársela aunque la tenía en la mano
y me justifiqué diciendo que los mendigos bendicen pero no saludan
durante todo lo rojo que un semáforo dura
perdiendo el tiempo con los otros carros,
perdiendo el tiempo.
Perdón a la cara del loco que camina
pegado siempre al último recodo de la autopista
y a la sociedad protectora de animales que vendrá a recogerlos
si se entera y a todo lo que no se da por enterado, perdón.
Esta ciudad no tiene alma y es mía.
Esta ciudad no tiene alma.
Esta ciudad.


Gabriela Kizer




Orden
 
               Hay que hacer orden en la casa
lavar la losa  vestir la cama
hay que hacer orden en la casa
plantar las flores  de calabaza
borrar el rastro de la melaza
buscar la música de las cosas
haciendo orden  haciendo casa
con las palabras para formarlas 
poner el orden
formar la casa
con un ejército de  palabras
que nadie sepa que nadie vea
que las glorietas se están cayendo
hay que hacer orden en la casa
para que el ave de la tristeza
se vaya al parque o a la avenida
para poner el orden dentro de casa
y que no crezca la angustia ciega
que crece en ella cuando es de día
bañar de azúcar y sangre impía
todo resquicio de las esquinas
que Dios la ampare y la favorezca
de la  traidora melancolía
del mal de ojo y la villanía
que hay que hacer orden
quitar la trasa barrer el polvo
todos los días
limpiar la casa poner el orden
que si nos vence  nos vencería
la muerte eterna la pena en vida
matar el orden  cegar la herida

Sonia Chocron





Arrodillada



Arrodillada

creyéndome álamo desnudo

y con el peso del cielo.

Un charco de junio

busca mi rostro.

Se burla igual que los muertos

de mis manos.

Una soledad larga y cercana

como una luz de mayo

es mi adiós.

Estoy sola con mis voces,

con los gestos que viven de lo añorado.

En este barro que me hace feliz.



Carmen Verde Arocha







Conversación en un baño




Por costumbre
se acuesta en la cama
a esperar a su marido
que llega siempre tarde
da las buenas noches
bosteza

Ella se va al baño
aplaca la furia
con su mano maestra
recostada en la toalla
cuando él entra y pregunta:
“¿Qué haces aquí?”

“Nada”, responde.

Yolanda Pantin







Nadie escoge su olvido.
¿Para qué si la ausencia
recuerda lo que fue y el raudo nido
prosigue sin cesar en la apetencia?
¡Vuelve!, grita el amor, y lo que ha sido
es en su grito nueva transparencia.
Inmenso ser inmerso en el pedido
devuelta está tu voz, tu confidencia,
tu secreto, tu piel, tu repetido
fiel hontanar que nunca es la carencia
sino el cambio de sitio, el transferido
sitial a otro dulzor, a otra potencia.
No, devolverte no. Lo mantenido
queda aunque escape su vivaz secuencia.
Vives aquí y allá, tan trascendido…
Amor, no estás y bulle tu presencia.
Nada dice: prohibido.
¡Entrad!, dicen las puertas de la ausencia.



Ida Gramcko






Los paredones de primavera

 

No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra

ni a oler la espiga

ni a cantar himnos.

Sabrá que no hay arroyos cristalinos

ni agua clara que beber.

Su mundo será de aguaceros infernales

y planicies oscuras.



De gritos y gemidos.

de sequedad en los ojos y la garganta.

de martirizados cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.

Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.



Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.

Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror

y escuchará con pena el pájaro que canta,

                              la risa de los soldados

                              los escuadrones de la muerte

                              los paredones en primavera.



Tendrá la memoria que no tuvimos

                              y creerá en la violencia

                              de los que no creen en nada.

  

Miyó Vestrini




Diría 

que hace mucho 

apenas viví 

la frágil certeza 

de un sueño.

Diría 

que un día 

me prometieron un 

jardín de rosas 

pero ni siquiera logré atravesar 

este puente sobre las aguas 

turbulentas.

Diría que mi vida 

fue la de un trapecista 

que ha perdido su cuerda 

floja.

No diría 

decir "aquellos tiempos"

algo tan obvio para uno 

¿qué más da?

si todos los poetas 

nos fundamos sobre un

primer lugar común.



Martha Kornblith 

jueves, 2 de marzo de 2017

Cecilia Ortiz, La espera imposible


"El proceso creativo y sus muchas aristas se hacen comunicables en la voz de Cecilia Ortiz.  En la espera imposible la palabra se forja en desvelos, aborrece el mundo de las finalidades,es ella misma. Los poemas se construyen y destruyen a partir de plenitudes y agotamientos,se visten sin disfraces, la metáfora no se espera, se impone, viene de la sangre y se transforma en dicha, felicidad.Arrebatada y lúcida, la poeta es ménade, al mismo tiempo intérprete de lo imposible y lo posible, fiera sin límites, obediente a la luz. 
Todo proceso creativo está lleno de exigencias: silencios, abandono,memorias insustituibles. La espera es un campo fértil de separaciones. El cautiverio es la esencia pero también la errancia. Hablar del proceso creativo en general no es el tema de La espera imposible, con su sinceridad habitual Cecilia Ortiz describe o desnuda en este libro su propia lucha. Asistimos al acto creador que procede un yo particular, de sus instancias cotidianas, lecturas y paisajes, florecimientos y decaimientos. La espera es presencia y ausencia de las musas, conversación con ellas, hasta que el poema aparece como conquista de una realidad que se sobrepone por cuanto al escribir se cumple el tiempo de la transmutación de lo vivido."                                                                                  

                                                                                   María Clara Salas 
                                                                                                                         


A la poesía hay 
que abandonarla 
sucumbirla
para quedar con sus mejores 
retoños 

***

Me desconozco 
soy una voz antigua 
atropellada 
que apenas al decir 
su nombre 
se esconde 

***

CAUTIVERIO 

No puedo salir más de la casa
respeto la sombra 
sólo hay tiempo para la poesía 
riega la abundancia interior
florezco
y el perfume queda para después

***

No le temas 
la musa ayuda 
Estoy sanando un libro 
escrito en las tinieblas 
La realidad urge 
Pessoa se presentó 
en mi cuarto 
después del silencio 
vino este ángel a salvarme 
no hay duda

***

El poema invisible 
no tiene aristas
Fue escrito en el sueño
de un atardecer
Las imágenes salieron 
Fluidas
Adorables
escondidas entre sombras
De una musicalidad
interior
Devela rumbos
y aspira un final
Que existe

***

Mañana
armaré una alharaca
porque escribí 
Mañana
aturdiré a todos 
con mi aire especial
Después quedaré muda
llena de miedos
Atrapada en la cotidianidad 

***

No pude escribir el poema 
que soñé
Pero regaré las letras
con el paso del tiempo
Crecerá

***

Ella me dice que no la veo 
que solamente hablo de mí 
no se da cuenta 
que es mi espejo
Que por eso escribo tanto
y si me muestro
Es para que ella olvide 
que sufre
Es para que todos olvidemos 
que hay tanto dolor
Que yo soy la piel unánime 
la piel invencible 
De todo amor 

***

Mejor escribir 
que dormir 
así veo los sueños 
con los ojos abiertos 
hablo con ellos 
no me confundo
entre fantasías y metáforas
soy real
vienen las palabras
que desahogan
los sentidos
líquidos que bajan
por las piernas
Soy la quebradita 
una que amerita
tanta fuerza
para la poesía 
considerando
que lo demás es 
ruin torpe banal 




















Cecilia Ortiz 
(San Casimiro, Venezuela. 1951)
Licenciada en letra de la Universidad Central de Venezuela.
Ha publicado: 
Trébol de la memoria (1978),
La pasión errante (1986),
Autorretrato (1993),
Naturaleza inventada(2004),
Entremarino (2006),
Daños Espirituales (2006)
Su poesía ha sido publicada en diferentes Antologías, nacionales e internacionales

    

jueves, 23 de febrero de 2017

Yolanda Pantin, Bellas Ficciones




"Instantes vividos, instantáneas detenidas en la palabra: Bellas ficciones de Yolanda Pantin lleva a los límites lo que constituyen su propuesta poética. Las imágenes sedimentadas en la infancia retornan gracias a vivencias cotidianas, rutinarias, de esas que pasan desapercibidas por su carácter menudo, a veces, automático. Lo familiar se ha convertido en la sustancia esencial del poema. El trazo mínimo revela la decantación  de la palabra, tal como se lee en uno de los poemas del libro: "Todo apunta al hueso: / Ha muerto en mí lo literario". Pero no hay que olvidar que encierra el sentido del título, la realidad es una ficción construida para proteger del   horror de la intemperie."
Editorial Eclepsidra 
                                                                                                                              



ESTOS AÑOS 

En estos años aprendimos
a extrañar los paisajes, a pasar
las páginas de los libros sin leerlos,
a no tener tiempo, en la premura,
de recoger la casa.

Dejamos atrás la juventud, la confianza
en la poesía (que nunca tuvimos), pero
algo que no sabemos todavía
nos amarra al cuerpo.


CEGUERA 

Los prejuicios
no me dejaban ver
una rabia
que no alimenta
a la poesía.


EL DÍA QUE SALÍ A CAZAR GATOS 

Me encontraban ante el umbral
despierta bajo sombras
dormidas cuando
las cosas fueron apareciendo.

Tenaces depredadores
avanzaron atravesando
restos mudos
de asombro; en su andar,

dejaban atrás espejos
como derrumbes,
sobre la marcha,
escombros.

Hasta la fuente llegaron
de los hechos
donde maléficos
urdieron
magnicidio.

Todo estaba en su sitio,
en el bosque
con nudos amarrados,
pero ellos

por el corredor
continuaron de la muerte
en su adentrar espeso.


LOBOS

El mundo estaría en sus comienzos
cuando éramos una  manada y no
no habíamos acercado todavía
al círculo del fuego para calentarnos.
Eso fue más tarde.

Mi pelo brillaba, gris y blanco, fino.
Era otro entre las fiestas
tras el alfa dominante . Lo seguíamos
a donde fuera por sobre
capas de nieve, adentrándonos
en las marañas como sombras,
o escalando montañas, sibilinos.

No había cuento para niños,
ni leyenda donde nos apareciéramos
a la zaga de los recolectores, cazando.
Terror y desprecio sembrábamos.
Todo lo hacíamos en grupo.
No nos cansábamos.

Era un llamamiento.

Primero fueron los dragones.
Luego nosotros. O al revés.
De todo lo ocurrido quedó un trauma
que intentaron los pueblos exorcizar
con historias moralizantes.


FANTASMAS

Desandar los pasos

para regresar a los lugares
que no conocieron
con sus rectas esquinas
y sus cosas, sin desear
otra cosa que no sea
el deseo de regresar.

Pasar al otro lado
de la reja que separa
a esta casa de la calle.

Sin miedo

subir las escaleras
y una vez que nos reciben,

entrar.


PIEDAD 

No podemos sostenernos.

No tenemos la fuerza que movía
como un molino la culpa
hasta el día que nos perdonamos.

Nos quedó de aquel tiempo
un hueso sano pero como la miel,
resumió el amor por encima del daño.

De tu vida quedó una niebla sin historia,
y de la mía, al entregarme: todo y nada.






Yolanda Pantin
(Caracas, Venezuela. 1954)
Estudió Letras en la UCAB. 
 Ha publicado Casa o lobo (1981),
 Correo del corazón (1985), 
La canción fría (1989), 
El cielo de París (1989), 
  Les Bas Sentiments (París, Fourbis, 1992), 
Los bajos sentimientos (1993),
  La quietud (1998), 
 País. Poesía reunida  1981-2011
(Madrid: Pre-textos, 2014).
En 2004 recibió la Beca Guggenheim.
En 2015 le fue otorgado
 el Premio Poetas del Mundo Latino
 "Victor Sandoval" 
(México) por su  trayectoria literaria. 

viernes, 10 de febrero de 2017

Warsan Shire / Hogar


 
HOGAR


Nadie abandona su hogar a menos que
el hogar sea la boca de un tiburón
sólo corres hacia la frontera
cuando ves a toda la ciudad corriendo 

también tus vecinos corriendo más rápido que tú
aliento sanguinolento en sus gargantas
el chico con el que fuiste a la escuela
el que te besó tontamente tras la antigua fábrica de latas
está sosteniendo un arma más grande que su cuerpo
sólo abandonas tu hogar
cuando el hogar no te permite quedarte.

nadie abandona su hogar a menos que el hogar te persiga
fuego bajo los pies
sangre caliente en tu vientre
no es algo que hayas pensado hacer
hasta que el filo gastado amenaza
tu cuello
y aun entonces cargaste el himno bajo
tu aliento
sólo rasgando tu pasaporte en unos baños de aeropuerto
sollozando con cada bocado de papel
te queda claro que no podrías regresar.

tienes que entender,
que nadie pone a sus hijos en un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie quema las palmas de sus manos
bajo trenes
debajo de carrocerías
nadie pasa días y noches en el estómago de un camión
alimentándose de periódicos a menos que los kilómetros recorridos
signifiquen algo más que el trayecto.
nadie se arrastra bajo vallas
nadie quiere ser golpeado
escupido

nadie escoge campos de refugiados
o registros al desnudo donde tu cuerpo
se queda dolorido
o la prisión,
porque la prisión es más segura
que una ciudad de fuego
y un carcelero de la prisión
en la noche
es mejor que un camión repleto
de hombres que se parecen a tu padre
nadie puede soportarlo
nadie puede digerirlo
ninguna piel sería lo suficientemente dura

el
“váyanse a casa negros”
“refugiados”
“sucios inmigrantes”
“solicitantes de asilo”
“quieren robarnos lo que es nuestro”
“negros pedigüeños”
“huelen raro”
“salvajes”
“arruinaron sus países y ahora quieren
arruinar el nuestro”
¿Cómo puedes soportar las palabras, las miradas sucias?

quizás puedas porque el golpe es más suave
que un miembro cortado
o las palabras son más tiernas
que los catorce hombres entre
tus piernas
o los insultos son más fáciles
de tragar
que el escombro
que el hueso
que el cuerpo de tu hijo
en pedazos.

quiero ir a mi hogar,
pero mi hogar es la boca de un tiburón
hogar es el cañón de la pistola
y nadie abandonaría su hogar
a menos que el hogar te persiguiese hasta la orilla
a menos que el hogar te diga
que aceleres tus piernas
dejes tu ropa atrás
te arrastres por el desierto
atravieses los océanos
te ahogues
te salves
estés hambriento
mendigues
olvida el orgullo
tu supervivencia es más importante

Nadie deja su hogar hasta que su hogar se convierta
en una voz sudorosa en tu oído diciendo:
“Vete, corre lejos de mí ahora.
No sé en qué me he convertido, pero sé
que cualquier lugar es más seguro que éste”.

Warsan Shire 




Shire nació el 1 de agosto de 1988 en Kenya y sus padres son de orígen somalí; emigró al Reino Unido

miércoles, 8 de febrero de 2017

Solamente los gatos / Rosa Alice Branco



Solamente los gatos
 
Hoy los gatos no comieron.
Se fueron juntando poco a poco en el tejado
y ni la lluvia les hizo abrir la lengua.
Ni el agua desaguó la voz, ni los gatos maullaron.
Aquellos pasos que solo saben los gatos
los alejaron de las palabras incisas en mármol
o en el granito tumbado. Del plástico florido.
De las flores que la ausencia perpetúa.
Hoy los túmulos están silenciosos
y los gatos con las garras aplastadas contra las tejas,
con la mirada con que solo miran los gatos,
no saben todavía si perdieron la fe en la vida
o aún más en la muerte Sienten un nudo
innominado en la garganta como todos nosotros.
En la cima del tejado le dicen no al cielo.
Quieren afirmarlo de cerca.

Rosa Alice Branco

martes, 7 de febrero de 2017

Torso fragmentado / José Miguel Navas

 
 
 
Torso fragmentado
 
I
 
No llegaban los nietos
pero sí las lluvias de abril
el anhelo no era mío sino de los míos
mi herencia fallaría
y mi padre lo supo
el día que mi odio se volvió hombre
faltaban los años
y me sentía muerto
la gente me hablaba de esposas
de mujeres que jamás besé
me encerraba
Temía que la pregunta se hiciera desdicha
un día pregunté a los amigos de mi padre
si mis hijos podrían ser libros
a los poetas les gusta a veces ser celebrados por los mortales
porque fuera de uno
la injusticia del habla
me deja mudo
y mi verdad
solo sale a medio labio
 
II
 
me he vuelto inmune
a los deseos de mi Padre
a la ética de los vecinos
que mi verdad sea mi mentira
que me tomen por trepador
que el amor sea una fábula,
mi cuerpo es la desdicha de las mujeres
los hijos que tuve
serán el polvo de los estantes
mar que habito sin conocer su fin
 
III
 
la noche ya no es el lugar del silencio sino de todos los ruidos
en ella soy todos los hombres
aparecen dibujados en mi pared los gritos de mi Padre
mi esperanza es la taza de té
mis pies me atan
permanezco perenne a la terquedad
es un falso sol el que me alumbra
aparecen los signos de la paradoja
es el día el silencio más contundente de mi vida
la gente es silencio, me calmo
el ruido está lleno de silencio
le temo al aire, pero más le temo a quien lo respira
llega la noche y con ella el ruido
los hombres aparecen con espadas
hechos de recuerdos
de culpas
parecen muchos padres
intento huir pero intuyo salidas en falso
esta vez la salida no es la puerta de la casa sino uno mismo
 
IV
 
mi sangre es la quimera de los pájaros
los ángeles son hombres que habitan mi noche
ellos molestan mi ser
la mujer que soy
son tus hombres
esos malditos sabios
Que son todos los cuerpos
 
José Miguel Navas
 
Venezuela, Valera 1992, Poeta, Periodista y librero. Estudiante de la Maestria en Literatura Latinoamericana ULA, publicó La Próxima Textura en 2014, La rosa abstracta en 2015. Torso Fragmentado 2016 en plaquette. Fue invitado a la Feria internacional del libro de la Habana en 2015, es creador el taller Poética de la cura lectura de; Carmen Verde Arocha, Wafí Salih, María Antonieta Flores y Sol Linares.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Marino / Cecilia Ortiz























MARINO

¡Sal de mi vida!
ya te quité el tatuaje
la mujer culebra
montada en un caballito de mar
no existe.

¿Quieres una marca Capitán?

Yo te hice un pespunte invisible
con tinta de oro
destila sangre
por minutos
de un momento a otro
tendrás el corazón estático
Y tu respiración será mi nombre



Cecilia Ortiz