jueves, 11 de abril de 2019

Anne Sexton / 4 poemas


LA BALADA DE LA MASTURBADORA SOLITARIA

Al final del asunto siempre es la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Espanto
a los que están presentes. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me detengo
en la glorieta donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja mezcla
con un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par espuma y pluma,
hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.

De esta forma escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto, ¿Podría poner
en exhibición el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela, la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.

Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndose en la playa,
en la yema de los dedos un piano, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.
De noche, sola, me caso con la cama.

Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompen las piedras.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que se han casado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Muchachos y muchachas son uno esta noche.
Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.
Se quitan zapatos. Apagan la luz.
Las criaturas destellantes están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están más que saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.



CUANDO UN HOMBRE ENTRA EN UNA MUJER

Cuando un hombre entra
en una mujer,
como el oleaje que muerde la orilla,
una y otra vez,
y la mujer abre la boca de placer
y sus dientes brillan
como el alfabeto,
Logos aparece ordeñando una estrella,
y el hombre
dentro de la mujer
hace un nudo,
para que nunca más estén separados
y la mujer
sube a una flor
y Logos aparece
y desata los ríos.

Este hombre,
esta mujer
con su doble hambre,
han procurado penetrar
la cortina de Dios,
lo cual brevemente
han logrado
aunque Dios
en su perversidad
deshace el nudo.


ONCE DE DICIEMBRE

Te pienso en la cama,
tu lengua mitad chocolate, mitad océano,
en las casas adonde llegas,
en tu cabeza con pelo de alambre,
en tus manos persistentes y también
en las barreras que carcomíamos, pues somos dos.

Cómo entras y tomas mi copa de sangre
y me unes y te llevas mi salmuera.
Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos
y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos
el río, el río idéntico llamado Mío
y entramos juntos. Nadie está solo.


A MI AMANTE, QUIEN REGRESA A SU ESPOSA

Allí está toda ella.
Cuidadosamente fundida para ti
y forjada de tu niñez,
forjada de tus cien antiguallas favoritas.

Ha estado allí desde siempre, querido.
Es, además, exquisita.
Juego pirotécnico en las aburridas medianías de febrero
y tan real como una olla de fierro fundido.

Enfrentémoslo, he sido momentánea.
Un lujo. Una lancha rojo encendido en la bahía.
Mi pelo elevándose como humo por la ventanilla del coche.
Almeja fuera de temporada.

Ella es más que eso. Es tu tener que tener,
ha cultivado tu crecimiento práctico y tropical.
No es un experimento. Es toda armonía.
Cuida de los remos y de las horquillas de los remos del
bote,

puso flores silvestres sobre la ventana, en el desayuno,
se sienta tras su rueda de alfarera a mediodía,
ha sacado adelante tres niños bajo la luna,
tres querubines pintados por Miguel Ángel,

y lo ha hecho con las piernas bien abiertas
en los terribles meses en capilla.
Si volteas hacia arriba, allí reposan tus hijos
como delicados globos contra el techo.

También los ha cargado por el pasillo
tras la cena, la cabeza reclinada hacia ella,
dos piernas protestando —de persona a persona—
la cara sonrojada por la canción y su pequeño sueño.

Te regreso tu corazón.
Te doy permiso—

para el detonador dentro de ella, palpitando
furioso entre la mugre, para la perra que es
y el entierro de su herida
—para el entierro de su herida viva, roja, pequeña—

para la llama pálida que flamea bajo sus costillas,
para el marinero ebrio que aguarda en su pulso izquierdo,
para la rodilla de madre, las medias,
las ligas, para la llamada

—curiosa llamada
cuando horadas entre brazos y pechos
y desatas la cinta naranja de su pelo
y respondes a la llamada, curiosa llamada.

Es tan singular y tan desnuda.
Es la suma de ti y de tus sueños.
Súbela como a un monumento, paso a paso.
Es sólida.

Yo, en cambio, soy una acuarela.
Me deslavo.



Anne Sexton (EE.UU, 1928 – 1974) es una de las grandes poetas confesionales estadounidenses del siglo XX y ganadora del Premio Pullitzer (1967).
Anne Gray Harvey nació el 9 de noviembre de 1928 en el seno de una familia burguesa de Massachusetts. A muy temprana edad, se casó con Alfred Muller Sexton II con el que tuvo dos hijas, Linda Gray Sexton y Joyce Sexton. Muy a pesar de esta aparente vida estable y normal, pronto comenzó a incubarse un trastorno psicológico profundo que la acompañó durante toda su vida adulta y la llevó de una consulta psicológica a otra. De esta relación terapéutica, entre otras cosas, surgió su vocación poética.
La característica fundamental de su obra radica en su tópico confesional, en la que emplea material autobiográfico y precisa su transformación en materia poética. Entre algunos de sus más conocidos poemas están ‘La balada de la masturbadora solitaria’, ‘Cuando un hombre entra en una mujer’, ‘En celebración de mi útero’, entre otros.
El 4 de octubre de 1974, Anne Sexton se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, bebió dos vodkas y con un tercero en la mano, entró en el garaje de su casa, encendió el motor y el radio de su Cougar rojo y se quito la vida. Antes le había dicho a su hija Linda en una carta: «Algún día volarás sola a alguna parte […] quizás yo ya haya muerto, y desearás hablar conmigo […] La vida no es fácil. Es terriblemente solitaria. Yo lo sé.»

Nota: Los poemas traducidos y la nota biográfica fueron tomados de diversos sitios en la web

lunes, 15 de octubre de 2018

Teresa Calderón / Causas perdidas




ESCRITURA

Escribo menos de lo que veo
y veo bastante menos de lo que hay.
Sin embargo sería suficiente
tomar un haz de palabras
y salir a errar
por a página en blanco
sin perder de vista
que el mundo es largo
pero nunca el único.


AMBIGÜEDAD DEL SIGNO LINGUISTICO

“To be or not to be”.
El manido dilema del sujeto.
No está claro
si es cuestión de idioma
o perspectiva,
porque sencillamente
las cosas son distintas
y nunca se está seguro
si él,
sujeto es,
o él,
sujeto está.




PARA NO CONFUNDIRTE

Para no confundirte con el sol,
con el destello que ahonda tu mirada,
para no confundirte
y confundirme
te puse un nombre
para llamarte hombre
entre los hombres.


MAYOR CUANTIA

Tu olvido me araña el rostro.
Indago en el recuerdo.
Sólo acude una vieja
carta doblada
como yo por el dolor.


CROQUIS

El tiempo es pequeño
y es oscuro:
un murmullo extenuado
un punto detenido
allí en tu labio.


LEJANIA

Estoy muy lejos
queriendo regresar.
El regreso
no es regreso
sino fuga.
Lejanía es otra
forma de decir
que los ojos
se quedaron atrás.


CIEGOS

Los ciegos
tienen ojos hacia adentro.
Tienen suerte.


INFORME

Arrestado en su domicilio
a medianoche
mientras pensaba
sorprendido “de facto”
en clandestina asamblea
consigo mismo.





CODIGO DE AGUAS

La lluvia
se dedicó a llover
desconsolada.
Trajo un canto perdido
y acunado en subterráneos.
Vino hiriendo
las teja de los años,
las rodillas de un niño,
con ojos fijos
llegó a beber en la conciencia.
Después formará túneles,
crecerá por encima del ladrillo
y el agua
se esconderá en la tierra
con los muertos.


ULTRAMUNDO

Hay en otra parte un país
donde en verdad la muerte
es asunto delicado,
pero nunca una cuestión
del otro mundo.


VISITAE NON GRATAE

Hoy noté
que tengo algunas líneas
bajo los ojos.
Dicen que no son
cicatrices.


ARDID

Acaso el juego consista
En mostrar todas las cartas
Y ocultar sólo el dolor
Bajo la manga.


FINAL

El último en salir
Deja todo dispuesto.
Y cuando ya nadie haya
¿Quién cerrará la puerta?


Teresa Calderón nació en La Serena, Chile, en 1955

viernes, 21 de septiembre de 2018

Robero Juarroz




POESÍA VERTICAL 3

¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?


POESÍA VERTICAL 7

Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado
y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado el otro lado.

Es el aprendizaje
que se convierte en lo aprendido,
el pleno aprendizaje
que después no se resigna
a que todo lo demás,
sobre todo el amor,
no haga lo mismo.

El otro lado es el mayor contagio.
Hasta los mismos ojos cambian de color
y adquieren el tono transparente de las fábulas.


POESÍA VERTICAL 14

He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.

He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.

Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando las mías.


POESÍA VERTICAL 18

Fisuras interiores,
grietas por donde se filtra gota a gota
el líquido espeso y apremiante
de esa invasión profunda
que llamamos oración.
La oración, que no es algo que se reza
sino una inclasificable sustancia
que no está hecha de un decir,
aunque a veces se abrigue con palabras
o fragmentos de palabras,
como el sueño se viste de fábulas rotas,
con desarticuladas historias que descarrilan al pensamiento
y encarrilan, en cambio, el sagrado estupor
que tapiza el lado oculto de los seres.
La oración y el sueño se parecen:
son dos entidades o elementos
que gotean en los entresijos de una nada
que se asemeja a algo.
¿Qué ocurriría si se abrieran de pronto
esos lentos arcaduces,
esos estrechos canales
por donde se filtra la oración
y quizá también el sueño?
¿Se mezclarían ambos acaso?
¿Un torrente arrastraría al hombre
desde su propio interior?
¿O tal vez sólo la oración continuaría goteando,
implacablemente goteando
con el mismo ritmo y la misma medida
por la imprevista abertura?
Es probable que la oración sea una parte fija,
una porción estable
de la naturaleza de cada hombre,
la aplicación de una discretísima posología,
una cuota inmodificable como el sueño.
La dosis establecida
de una extraño y casi abrumador rescate
que llevamos en el centro
de nuestra propia sustancia.


POESÍA VERTICAL 24

Darlo todo por perdido.
Allí comienza lo abierto.

Entonces cualquier paso
puede ser el primero.
O cualquier gesto logra
sumar todos los gestos.

Darlo todo por perdido
Dejar que se abran solas
las puertas que faltan.

O mejor:
dejar que no se abran.