martes, 1 de diciembre de 2020

Edda Armas / Fruta Hendida (4 poemas)

 




AFRUTADOS

 

Veo las frutas en la cima

siendo recompensa en días áridos

de indivisas despedidas

y sueños a la mitad.

Reseca la boca

tientan con lujuriante aroma

alcanzada en tu refugio

donde ya ni a salvo estás,

embestida de apetitos

y renuncias.

Elige una, aunque áspera te sea.

La más distante o la más esférica,

y álzala con su azul erotizado por la nostalgia

en el invisible ritual

de invertir el infortunio

 

 

LA ROSA SEPIA DE OBREGÓN

 

Libre, la rosa sepia abre su centro.

La asedian los ciclones y la espina.

Tiene suerte el celador que en ella

encuentre razones de permanencia.

Recordarte entonces a ti, Roberto.

A ti, su obsesivo y terco vigilante

que diseccionas a la rosa

y a sus pétalos enumeras,

fotografiándolos en su breve tránsito

mientras se desprenden uno a uno,

atando la quimera

a la caída del último.

A ti, que de la rosa hiciste templo.

Del rocío a la resurrección

en la vigilia del pensamiento

al nombrar los otros núcleos,

de la aflicción en la rosa cautiva.

Contemplo el estremecimiento,

aguijoneando las heridas del cuerpo

que en solitario hurga la tempestad,

que solamente la rosa despierta.

Libre ya de tu cuerpo, te entregas

a la hora huérfana que no fue de otros

sino de la rosa azul y fugitiva,

la que perdura

en quien la retuvo alguna vez

como lo hiciste tú,

con alisada crin de posesión y fulgor.

 

 

CELAJE NARANJA

 

Pertenezco a la tribu de los que escuchan

en el celaje naranja las llaves del misterio,

resonancias entre el objeto y la palabra

con el lazo simple de lo que espuma

en los espacios blancos de la página.

Algo vuela y cae en tierra, auscultadas

las mínimas sonoridades entre las grietas.

Reconocerse es trabajo silencioso en soledad.

El celaje atraviesa la concavidad del cielo

abanicando salvajes naranjas y turquesas

arenas oro en la rugosidad del césped,

donde meditas y alzas la mirada bien arriba,

mientras rebuscas en los fondos de memoria

rastros de rostros

puntas de lo poco quieto

los focos percutantes del deseo

la voz del padre

a la hora del grillo.

 

 

ALMINAR

 

Solamente tú,

con voz bajita,

en el raro instante en que el almuecín anuncia

cinco llamadas a la oración cotidiana,

eres quien

me incita a tocarle la punta a lo radiante.

¿Al revelárseme,

sobre el triángulo alto del faro de fuego…

hacia cuál pregunta incómoda me inclina?

…porque nada parece ser lo que antes fue,

danza encendida sobre la superficie mercurial

que, a lo vivido, convierte en presente.

Entonces,

extiendo las dos manos para recibir allegados

dibujos de aire,

trazados en la pirueta inicial,

comprendido cada agudo sonido

con cuerpo de pájaro libre.

Ahora que tu casa habito, logro ver por los cerrojos

avispados movimientos que al vacío cruzan,

sucesión de perfiles que van y vienen,

disfraces sueltos de lo que mudo queda con tu ida,

los que apenas alcanzo a ver desplazarse sin apuro

siendo abates líneas de vocales sueltas

que silban el canto sepia de tu soledad.



Edda Armas (Caracas, Venezuela -1955)

Poeta, psicóloga social, editora y gestora cultural. Ha publicado Toma lo simple por el tallo (Universidad Simón Bolívar, USB, 2010), Casa y arcángel (Nueva York, 2008), Armadura de piedra (2005), Cuerdas de serpiente (1985), y la antología Dagas y otras flores (Monte Ávila Editores, 2007), entre otros. Coautora con Lihie Talmor de dos Libros de artista, uno en el Taller Arte Dos Gráfico de Bogotá; también de la antología Fe de errantes; 17 poetas del mundo (Ediciones Otero, Caracas, 2006). Obtuvo el Premio Municipal de Poesía (Caracas, 1995) con su poemario Sable y el Premio Internacional de Poesía “José Antonio Ramos Sucre” (Venezuela, 2002) por En bicicleta. Presidió el PEN Venezuela entre 2005 y 2009.



lunes, 30 de noviembre de 2020

María Eugenia Caseiro / Crecen violetas en el ático

 



Crecen violetas en el ático

 

Viajo al corazón

en la oscura membrana de la noche

dejando algunas cosas sin nombrar.

 

Pulso el botón que enciende las arañas

y allí están:

crecen violetas en el ático.

 

Viven en el frío del pasado

tras el marco

donde mueren las palabras,

en los dedos de la otra,

la que se sienta a bordar el fuego

bajo una franja de sol

y me intuye en esta brevedad

de no ser yo

en mi dulce vacío

contemplándola.

 

Las violetas escondidas de la lluvia

crecen en el ático

hasta quedar a salvo de las murmuraciones.

 

María Eugenia Caseiro (La Habana, Cuba)

Reside en Estados Unidos. Narradora, poeta, ensayista, prologuista, incursiona en la reseña crítica. Ha sido distinguida con premios literarios en ambos géneros: poesía y narrativa, y obtenidos reconocimientos especiales, y diplomas por talento artístico y labor en beneficio de la difusión de la cultura. Ha participado como jurado en certámenes literarios de poesía y narrativa. Es miembro colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y de la Academia de la Historia de Cuba en USA

sábado, 28 de noviembre de 2020

Zoé Valdés / (2 poemas)

 



Respuestas para vivir

 

Hasta aquí he leído a Juana Borrero y me siento

antigua.

Y mis piernas tienen miedo de correr hacia tus ojos

cuando el retrato de mi presencia llora señales

nefastas.

Llegan las vacaciones donde nunca pude haber sido

el universo

y quedaba en el modelo del milagro,

mientras las fiebres me volvían inocente…

 

Castidad, castidad

 

Castidad, castidad, qué de crímenes

se cometen en tu nombre.

-Jaime Gil de biedma.

 

Yo nunca fui casta

regodearnos con el sexo es una hipocresía riquísima

no lo niego

pero yo nunca pude ser hipócrita yo voy al grano

directa y sin límites

sólo las sosas se las dan de interesantes

yo soy inteligente

por eso cuando quiero un hombre no lo pido con melindres

le voy pa’ arriba y lo asalto y me le aferro

pero por eso también he tenido poca suerte

porque ellos se cansan rápido de las puticas ladillosas

Yo nunca fui casta

en cuanto cumplí la edad de la pubertad

cuidé mi cutis restregándome con los machos

ni un granito me salió por exceso de masturbaciones

yo a decir verdad no andaba creyendo en virginidades

yo me crié en la calle al garete

y mi sexo iba conmigo

Yo nunca fui casta zorra sí

nadie me enseñó la malicia yo nací con ella

muy temprano empecé a latir y no masacré mi ritmo

Yo nunca fui casta ¿para qué sirve ser castos?

Si aunque sea con terror temblando de precauciones

amarnos es lo único que nos queda.



Zoé Valdés (La Habana, 2 de mayo de 1959)

Es una escritora cubana de poesía, novela, ensayo y guiones cinematográficos. Colabora en numerosas publicaciones periódicas españolas y francesas, como El País, El Mundo, El Semanal, Qué leer, Elle, Vogue, entre otras en España. Y con Le Monde, Libération, Le Nouvel Observateur, Beaux Arts, Les Inrockuptibles, Art Absolument, El Economista, Ecodiario, El Universal de Caracas, Libertad Digital en España, entre otros. Ha participado en muchos festivales literarios internacionales y ha ejercido como miembro del jurado de prestigiosos concursos.Su obra ha sido traducida a diversos idiomas. Su novela La mujer que llora ha sido traducida al francés y al inglés, en Editorial Arthaud y Editorial Skyhorse Publishing en Estados Unidos (2016).


viernes, 27 de noviembre de 2020

Marilina Rébora / Dios existe

 


Dios existe 


Dos de la madrugada. En trémula zozobra;

los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde;

cuando la fuerza falta y la tristeza sobra,

en soledad infinita para estar más acorde.


De improviso resuena el son de un benteveo

con tono tan alegre que regocija el alma,

y es tal la donosura de su simple gorjeo

que sonrío, infantil, renacida la calma.


Y digo: Dios existe; es El quien me conversa

como a niña medrosa perdida en la espesura,

para que no me queje sintiéndome en olvido.


La breve melodía, al viento se dispersa.

Y me quedo pensando por tierna conjetura:

¿en qué rincón de cielo habrá colgado un nido?

 

Marilina Rébora (Buenos Aires, Argentina 1919 - Buenos Aires 1999)

Poeta y prosista Argentina. Estudió dibujo y pintura junto a Ernesto Riccio, Vicente Puig, Susana Aguirre y Horacio Butler. Expuso sus obras en diversos salones y se halla representada en museos argentinos.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Mía Gallegos / El ojo de la aguja

 





El ojo de la aguja 


Al amor llegué con un grito de seda

y puse las dos mejillas,

el cuerpo y la conciencia.



Nada quedó de mí,

ni siquiera una carta,

ni siquiera un espejo en donde reconocerme.

Mas aprendí a pasar

por el ojo de la aguja,

es decir a perdonar sinceramente.

A dejar la piel en el alambre,

a dolerme desde los pies

a la cabeza.



Lo perdí todo.

Y cuando entendí que no sabía defenderme de la gente,

respondí con una bofetada de ternura,

porque yo sé

que sólo los dulces heredarán la tierra.


 

 Mía Gallegos (San José, Costa Rica 1953)

Poeta y narradora, tiene una larga y galardonada trayectoria profesional. Su obra ha sido traducida al inglés y al francés. Entre sus publicaciones, destacan Golpe de albas (1977), Los reductos del sol (1985), El claustro elegido (1989), Los días y los sueños (1995), El umbral de las horas (2006) y Deslumbrada (2013). Ha sido distinguida con el Premio Joven Creación (1976), el Premio Alfonsina Storni (1977), el Premio Rubén Darío del Verso Ilustrado (1983), el Premio Nacional Joaquín García Monge (1984) y el Premio Nacional Aquileo Echeverría (1985).

 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Adriano Corrales Arias / La casa del poeta

 



 

La casa del poeta

 

La casa del poeta es un refugio

el misterio de sus manos en la sangre extendida

 

 

Hasta ella llegan las muchachas temerosas

los chicos balbuceantes

a encender la lámpara del vino

la estufa de la memoria

 

 

En los estantes cuelgan los trofeos de la noche

acuarelas del primer beso desteñido

uñas de gato zarpas de pantera

aguafuerte de batallas milenarias

faldas de mujeres olvidadas

máscaras antigases para el mitin de lo posible



Adriano Corrales Arias (San Carlos, Costa Rica 1958)

Es un poeta, ensayista y narrador costarricense. Desde los años noventa, principalmente, se ha intensificado su labor como promotor y editor cultural, pues ha generado espacios para la lectura y los talleres de poesía, mientras ha preparado antologías sobre poetas costarricenses y centroamericanos. Del mismo modo, ha sido uno de los organizadores de ya cuatro Encuentros de escritores centroamericanos y del Caribe. Actualmente dirige la editorial independiente Arboleda.



 

martes, 24 de noviembre de 2020

Mariella Nigro / Orden de ser

 




Orden del ser

 

Veo en mi madre

la estirpe del espejo.

Convexo o cóncavo,

en rara múltiple forma me reproduce.

En el sueño

vuelca el reloj de arena su polvo de estrellas;

sobre el hueso de madre,

la blanca ceniza del futuro.

Me veo desde adentro de sus ojos,

en mi brazo se anuda su fina vena,

en su ahogo respiro:

vengo desde mi muerte de mañana.



Mariella Nigro (Montevideo, 1957)

Poeta. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Obtuvo varios premios nacionales y municipales, entre ellos, en los Premios Anuales de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura en Poesía édita e inédita, y en ensayo de arte inédito. Tiene publicados cinco libros de poesía, entre los que destacamos El río vertical (Artefato, 2005) y El tiempo circular (Yaugurú, 2009). Ha colaborado con poemas, breves ensayos y textos jurídicos en diversas revistas literarias y publicaciones universitarias, nacionales y del exterior. Ganó el Premio Bartolome Hidalgo con Después del nombre.