viernes, 7 de agosto de 2020

Julia Santibáñez / Rabia de vida (4 poemas)






Flor de piel adentro
murmurante
cerrada de pliegues
como absorta
la roza el aliento y despierta
flor viva
comienza a aletear
cáliz de piel rosa
de pétalos que buscan
se restriegan
flor que suda miel
profunda y tibia
piel de flor abierta
flor de piel vencida.

Descubrir el alto nombre de tu piel
rumiar su balbuceo
deletrearlo

ante una vela a medianoche insistir
lamerle la cadencia
poco a poco
que su ronco estertor se me taladre
que su acento tibio se me hunda
hasta vencer de ecos la mañana.

Quiero que te deslices
Como un pez sobre mi cuerpo,
escurridizo entres en mí
y me hagas dentro un mar.

No me tientes con esas manos
embaucadoras,
pero si me tientas
tiéntame toda.




Julia Santibáñez  (Cuidad México, México)

Escritora, editora y conductora de TV y radio culturales, en México.Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti 2016, otorgado por la Fundación Benedetti en Montevideo, Uruguay, entre más de 400 autores de Hispanoamérica. En 2017 fue reconocido entre los diez mejores libros de poesía del año por Mónica Maristáin, directora del suplemento Puntos y Comas del sitio Sin Embargo.


jueves, 6 de agosto de 2020

Keila Vall de la Ville / Selección de poemas de Viaje Legado




Sin ticket
A veces partir
es quedarse

estar es el viaje


Alumbramiento
Ahora
cuando te has ido
es que al fin
me perteneces.


Moleskine
Si pudiera vivir hacia atrás,
dar cuerda hacia atrás,
escribí en June 28
el día July 05.

Y nada pasó.
Continúo lloviendo.


Ballenas
A las fronteras de tu isla
van a morir

encalladas

enormes

sufriendo el silencio.




Keila Vall de la Ville  (Caracas, Venezuela 1974 )

Autora de la novela Los días animales (OT Editores 2016), el poemario Viaje Legado (Bid&Co 2016) y el libro de cuentos Ana no duerme (Monte Ávila Editores Latinoamericana 2008), obra ampliada y reeditada por Sudaquia Editores con el título Ana no duerme y otros cuentos (2016).




miércoles, 5 de agosto de 2020

Rosa Alice Branco / Selección de poemas de Deletrear el día





Tejas en el cielo

Nunca llegas. Estás donde estoy.
La estación cambia en este día, dicen las manos
acariciando las ropas. En verano los huéspedes
llenaban la casa. Me mudaba para el cuarto
con claraboya y tejas en el cielo y soñaba
con todo lo que había de ser y nunca fui.
Mejor así. Antes no era yo
y mis sueños no eran de nadie.
Por debajo de mí, tus pasos hasta altas horas.
Tus manos. Nunca estuve sola, nunca lo estaré.
Cuando te fuiste aún no sabía que volvías.
Me miras en lo alto de la escalera. Llega él
y me besa en el último peldaño. A dos pasos
de la cama.
Súbitamente el verano. La luz jadeante del verano.


Escaleras que suben

Desmantelo el tiempo. Tú apareces
y traes la magia hacia adentro de las gavetas,
a la mano suspensa en el tirador.
Tú, hacedora de tiempo, tú, que lo multiplicas,
que le das aliento y giras a mi alrededor;
cómo podría decir “yo”, si soy tu herencia,
si reconozco tus gestos y los de mi infancia
en estas manos que me fueron prestadas
para que continúe tu milagro de mudar
la nada. Pero ¿cómo decir el tiempo? Cómo mostrarlo
suspendido en el gesto de tus manos, en el timbre
de la voz
que vierte el misterio en nuestras vidas,
en los peldaños que despliegan dolor en tus rodillas
y en otras llagas que el tiempo lamió
cuando nos sentábamos en los últimos peldaños:
el paraíso a dos pasos del paraíso.


Desnudar la caricia

Deletreo el día que vendrá de la otra orilla
de la noche. La lluvia por correo, tan dulce
que no cabe en la caja. Nadie tocó la campanilla.
Un pájaro vuela con las alas mojadas.
Quiero salir de mí. Las líneas de mi mano
Cambiaron de ayer a hoy. Ayer no era yo.
¿Y si tu voz tocó a la puerta y yo no escuché?
¿No tuve tiempo para desnudar la caricia y atender
 al teléfono? Aroma de sándalo, de incienso
 junto a la orilla. ¿Paré cuando me pedías abrigo?
Aún vi las costas de la noche secreteándome,
mis oídos en el motor del avión.
Del otro lado me extiende la sed que voy a tener.

¿ Por qué no siento ahora lo que ya sé?





Rosa Alice Branco (Aveiro, Portugal 1950)

Es una poeta portuguesa. Doctora en filosofía contemporánea y profesora en el área de psicología de la percepción y cultura contemporánea.   Es secretaria del PEN Club portugués. En diciembre de 2016, su obra Cattle of the Lord fue seleccionada como uno de los "10 mejores libros nuevos para leer en diciembre" por la prestigiosa revista The Chicago Review of Books. Este libro fue traducido por Alexis Levitin.

martes, 4 de agosto de 2020

Fernando Paz Castillo / Selección de poemas de El Muro



IV


La vida es una constante
y hermosa destrucción: 
vivir es hacer daño.



VI

Acaso tras el muro,
tan alto al deseo como pequeño a la esperanza,
no exista más que lo ya visto en el camino
junto a la vida y la muerte,
la tregua y el dolor
y la sombra de Dios indiferente.


IX

Entonces el muro
parece allanarse entre el olvidado rencor
y la esperanza:
Es súbito camino, no límite de sombra y canto,
ante un nuevo Dios que nos aguarda
 -que nos aguarda siempre-
 y no conoceremos
 a pesar de que marcha en nuestras huellas;
que nos llega de lejos,
del lado de la luz,
y que vamos dejando en el camino,
 como algo, que no es tierra,
atado, sin embargo, a nuestros pies.


XI

Porque no hay muerte sino vida
del lado allá del canto, del lado allá del vuelo,
del lado allá del tiempo.







Fernando Paz Castillo (Caracas,Venezuela 1895-1981) 

Poeta venezolano vinculado a la llamada «generación de 1918», grupo poético cuya producción se ubicó entre el modernismo y la vanguardia y al que también pertenecieron autores como José Antonio Ramos Sucre, Andrés Eloy Blanco, Manuel Felipe Rugeles y Antonio Arraiz. Fernando Paz Castillo ingresó en 1910 en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Caracas. En 1912 fue miembro fundador del Círculo de Bellas Artes.

lunes, 3 de agosto de 2020

Micaela Paredes / Adiós Ítaca (Selección de poemas)



Del otro



Asirme cada día en el espejo al rostro

siempre extraño que me acecha.

Entre él y yo la eterna y sutil brecha:

es otro el que se muestra en el reflejo.

La edad misma del polvo su entrecejo;

fatiga original en mí deshecha,

hastío precedente a toda fecha,

mirada en que adivino un dolor viejo.

Entonces otro nombre me suplanta:

la voz de esa otra voz no diferencio;

habitan otras sombras en mi sombra,

otro decir anega mi garganta.

Palabras disfrazadas de silencio:

las cosas que me callo el otro nombra.


Pasión del colibrí



Y sin embargo, en medio de la amarga

mansedumbre del día que aguarda coronado

de rodillas el tránsito a la noche,

algo estalla en el aire —¿cuerpo o luz? —

flota y bate alas finas anhelando la sangre,

el bálsamo secreto de la espina.

Con la fija paciencia de los astros

se camufla en la frente del día

en la actitud de quien ama y espera

inconfesadamente el milagro.


 Dios deseado



Entre el mundo y mis manos, Dios, ocurres.

Solamente tu sombra, dios deseado.

Derramada tu luz sobre mi frente

siento arder como sangre. ¿Será acaso

cada instante vislumbre de tu carne?

 ¿O es tan grande el deseo de mis manos

 de palparte y llegar hasta tu fondo

—¿tuyo, mío? — que esbozo vagos trazos

y modelo fantasmas en tu nombre

y aún en mi penumbra a manotazos

pregunto qué sé yo por quién creyendo

que al fin cesa la duda y en ti escampo?

En mis manos ceniza, ¿tu vestigio?

Ya no sé si tu luz o si mi barro.

Sumergida la espera: eterno instante

 en que insiste tu nombre, dios deseado.







Micaela Paredes  (Santiago, Chile  1993)

Licenciada en Letras Hispánicas PUC. Publicó su primer libro de poemas, Nocturnal, en 2017, por Cerrojo Ediciones, Chile. Ha recibido reconocimiento en diversos concursos, entre ellos el primer lugar en el Concurso Literario UC, mención poesía, en 2014 y 2015, y una mención honrosa en el Premio Roberto Bolaño, categoría poesía, Ministerio de Cultura de Chile, 2014. Algunos de sus poemas se han publicado en revistas de creación en Chile, España, Venezuela y Perú. Este año comenzará sus estudios en el Máster de Escritura Creativa en NYU.



domingo, 2 de agosto de 2020

Adalber Salas Hernández / Selección de poemas de Anábasis







No sé qué es esto que te pronuncia en el azar de mis venas,

esto que descubre tu caligrafía marcando las paredes de mi respiración,

esto que me llama a hurgar bajo la blanca ceguera que te cubre.

Padre, no sé qué es esto que sorprende en mis manos las ruinas impares de tu sombra.  

...


Tu muerte,

esa tierra amarga que hallaste un día aferrada a tus pies,

eso callado que hace lentamente su rostro en el tuyo.
  
...



¿Y de qué vale ahora, dime, esa desnudez del pensamiento, el ademán que se cubre con la ceguera de sus techos, que labra su propio sepulcro,

contra eso que me deja su bautismo de sal en la frente,

y busca abrir su boca en la mía?

...



Tu lengua tallada por el hambre es la mía, Padre;

la misma donde se oculta mi nombre esperando ser nada más que aliento,

la misma que ya no sabe articular sonidos y retiene solamente este sabor a tiempo que se quema.






Adalber Salas Hernández  (Caracas, Venezuela 1987)

Poeta, ensayista y traductor. Con seis libros de poemas en su haber, ganó en 2015 el XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita con Salvoconducto. Es autor de Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (2013). Ha traducido a Marguerite Duras, Antonin Artaud y Charles Wright. Junto a Alejandro Sebastiani ha publicado las antologías Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes y Destinos portátiles. Poesía venezolana reciente.






sábado, 1 de agosto de 2020

Carlos Egaña / Los Palos Grandes








Hay quienes olvidan las durezas de la vida
-sus clichés, sus bloqueos, sus embargos-
y deciden asfixiar sus miedos con una soga
elusiva de seda.

Que lloren los cementerios olvidados
por los indultos del hombre moderno.


 ...

Perder un ojo o perder la magia,
el aura bastarda que implica la suerte,
ante la mirada
del revólver .

Tentar el disparo o esperar
que se concrete en la nada pisoteada.

El cuerpo es un mito cuando lo indica la duda.

Perder, tentar, soñar con un baño de sangre.

Y la bala
todavía no ha sido disparada.

...


Una bolsa negra abultada: el paraíso.

Desgarro su dermis con mis uñas
revuelvo sus frutos con vehemencia
aspiro su aroma cual orquídea solitaria.

Una manzana a medias, una franela desteñida:
Mis perlas.

Oígo chillidos de otros cazadores
escondo el tesoro y salto de cuadra en cuadra
huyo de las tortugas y los tanques.

Una bulla de aventureros ante una bolsa negra:

motivo para una masacre.




Carlos Egaña (Caracas, Venezuela 1995)

Carlos Egaña nació en Caracas en 1995. Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Es autor del poemario Los Palos Grandes (dcir ediciones, 2017), publicado bajo la tutela de Edda Armas y Carlos Cruz-Diez, y ha escrito sobre arte, política y cultura pop en medios como Prodavinci, El Estímulo y El Universal.