sábado, 21 de noviembre de 2020

Catalina Espinoza / (3 poemas)





Martes

 

Dice que barra desde afuera hacia dentro

para que vuelva como vuelve la mala suerte

acumulando tierra bajo los pies.

Prefiero dispersar el polvo por la casa

moverme al son de la música ennegrecida

resguardar este canto sobre ollas hirviendo.

Me explica que al piso de madera

también se le saca brillo:

pasas tanto el trapo que puedes sentir

la transpiración salir

del espacio entre la nariz y la boca.

Intento dejar todo bien limpio

pues sufrimos, pero nos sobra cloro

y con eso alcanza para toda la semana.

 

No nos ponemos de acuerdo

somos dos acribilladas en la misma cocina.

Sus manos llenas de hendiduras

predicen mi futuro, entonces ella debiese

ser una carta del tarot

pero sólo sabe de encierro, gas y parafina.

Dice, que somos dueñas de esta casa

y parece su lengua condenada a la sentencia,

mientras tanto remojo

más que mi cuerpo en agua con sal.

 

 

Miércoles

 

La familia repara en lo podrido:

primero fueron las cestas de fruta

ennegrecidas sobre el comedor

luego los gorgojos en las legumbres

y la carne agusanada de los niños.

No hay como disolver la pestilencia

pues los hombres se han dormido

y las mujeres jóvenes

huelen el cuerpo de los sobrevivientes.

 

 

Sábado

 

Nunca tuvimos cuerda para colgar la ropa

pero el de aquí hasta allá del patio

permitió que nos extendiéramos

sobre el vacío de los maceteros

estirando los brazos y las piernas

después del lavado.

Secarnos bajo el sol junto a los paños de cocina

era buen ejercicio matutino

y de vez en cuando estilábamos por la casa

al ritmo de disparos o bengalas

derrumbando el silencio del pasaje.

Nuestra calle era nuestro precipicio

un canal adherido a la cicatriz

hedionda de la infancia:

Cinco de Abril hasta el hartazgo

de monumentos y fantasmas.

Nunca tuvimos cuerda para colgar la ropa

ni ropa para ser colgada.

Mirar la lavadora y meter la mano

como quien pierde con el agua:

todo o nadar

y preferimos nadar

cambiando el curso de la calle.

El agua sucia inundando las esquinas

mientras sonaba música de fondo:

la sinfonía sabática

con olor a detergente y a desuso

el breve encanto de la balada

arrullando este desastre.

 

duélanse conmigo en este arrullo de niña.


 

Catalina Espinoza (Santiago, Chile 1987)

Licenciada en Literatura Hispánica y Chilena por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Magister en Literatura Latinoamericana y Chilena en la Universidad de Santiago de Chile. Ha sido becaria de la Fundación Pablo Neruda en dos ocasiones: el año 2009 en La Sebastiana, Valparaíso; y el 2012 en La Chascona, Santiago. Parte de su obra ha sido publicada en diversos formatos, destacando: Antología 10 años de poesía en Balmaceda (Balmaceda Arte Joven2009), Entrada en Materia: 17 poetas jóvenes chilenos (Altazor, 2014), Niñas con Palillos (Balmaceda Arte Joven, 2014), proyecto desarrollado junto al colectivo homónimo y ganador de la Beca Jóvenes Talentos de la Fundación Mustakis; y Parias, Poetas y Borrachos, Antología a cargo del poeta y amigo Patricio Contreras (Anagénesis, 2016). Actualmente hace clases de Lengua y Literatura en la periferia de la ciudad.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Andrés Urzúa de la Sotta / (3 poemas)




 

de GALERÍA

 

1

 

Abres la puerta:

 

un cono naranja

en una habitación blanca.

 

En el suelo, cenizas

y la sensación de haber ingresado

al eco de una fiesta:

 

una mosca rebota con su reflejo en la ventana.

 

2

 

El televisor está encendido:

la antena se une con su sombra en la pared.

 

En la pantalla refulge un arco iris

y frente a ella

 

—sobre un cojín violeta—

 

un oso de peluche parpadea.

 

3

 

Las cortinas están levemente abiertas.

 

Una larga y angosta franja de luz

se proyecta en la pantalla del televisor.

 

Los visillos flamean como banderas.

 

 

FRESIA ASTUDILLO

 

La cancha de tenis es una página en blanco. Los tenistas escriben sus golpes con precisión. Entrenan leyendo a sus adversarios y a sus predecesores. Escribir es aprender la exacta técnica del servicio. Es intentar un ace o un passing shoot, pero dejar siempre la pelota en la malla. Tu adversario lo sabe. Él también debió pasar días enteros entrenando, mascando el amargo sabor de la derrota. Pero nada de eso importa demasiado. No juegas para ganar, sino para aprender a persistir. Ese es el gran desafío. Pese a la imposibilidad de la victoria, insistir en el oficio de jugar. Insistir en el oficio de escribir.

 

ROSA VERA

 

Ahora que estoy

frente al sepulcro

te confieso: siempre

supe que el trofeo

que gané a los

nueve años

era bañado

en oro falso.

Nunca te lo dije

pero esa misma

tarde en que pintabas

el trofeo con spray

yo te miré por el

cerrojo de la puerta

y pensé que la victoria

era una cosa despreciable.


 

Andrés Urzúa de la Sotta (Viña del Mar, Chile 1982)

Escritor, editor y gestor cultural. Es licenciado y magíster en Literatura. Publica los libros Galería (2012), Zapping (2014), Tetris (2015), Play (2015) y Formas de volar (2017), además de la plaquette El lenguaje de las piedras (2015). Ha obtenido diversos reconocimientos literarios, entre los que destacan la Beca Fundación Pablo Neruda (2006), el Premio Arte y Poesía Joven (2008), el Premio Juegos Literarios Gabriela Mistral (2009), el Premio Internacional del Poesía Roberto Juarroz (2014), el Premio Haz tu Tesis en Cultura (2015) y la Beca de Creación Literaria del Fondo del Libro en cinco oportunidades (2008, 2012, 2013, 2015 y 2018). Es editor general en Libros del Pez Espiral y organizador de A Cielo Abierto – Festival Internacional de Poesía de Valparaíso.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Tanussi Cardoso / (2 poemas)

 




“silencio antes de nacer, silencio

después de la muerte, la vida es puro ruido

entre dos silencios insondables” 

Isabel Allende

 

Sobre el nombre de las cosas

 

Para Luiz Ruffato

 

I

 

porque todos los misterios son santos

no nombraremos el nombre de las

cosas.

aún que los desiertos florezcan

y el caos de las lluvias nos transborden,

de ellos, la sangre

no diremos.

 

IV

 

cuando caminábamos

en la arena,

nombres no habían.

habían el mar sin nombre,

el cielo, las frutas,

las huellas de los pájaros

y el sueño sin nombre había.

todo era simple.

simples hombres

sin nombrar.

 

VI

 

¿quién nos lleva en los hombros?

¿quién nos bebe la lengua?

¿a quién decir, quiero?

¿a quién decir, preciso?

¿a quién decir, inocentes?

 

VIII

 

vivimos dentro de nosotros.

extranjeros.

recorremos carreteras,

calles, ciudades, desnudos y

extranjeros.

cada sonrisa, cada

abrazo, extranjeros.

nuestros mares y navíos,

extranjeros.

 

XI

 

es que

los nombres no dichos se esquivan

y el Verbo

que era barro

se hace

aire.

 

 

fiat lux

 

para Cristina da Costa Pereira

 

el tiempo

viene de los pies y de las manos y del agua y de los vientos

y de la tierra

y del fruto del vientre de las madres

viene de los árboles

de la paz que brilla en su cáscara

nace de la pureza de la sangre de las arenas

de la existencia de la hoja en blanco

de los ancestrales recuerdos del carácter mágico

de las palabras

 

el tiempo

nace de la escritura de los pájaros

o de su canto

o de la risa del primer gallo en la primera mañana

o antes

cuando la idea de un Dios quemaba los ojos

y los niños jugaban

en el soplo de la espuma del verso de los poetas

 

viene de la seda de las abejas

de la piel de las tortugas

del encuentro de la araña y su red

del ínfimo grano de arena de los desiertos

 

el tiempo

comienza en ti

en tu gemido delante del ombligo de la luna

y de las espirales de las nubes

nace de las ciudades invisibles

del movimiento que existe en el juego del creador

y de la piedra fundamental

nace del amor de los lagartos

de las uvas molidas para el vino

del fuego de los volcanes

de los cielos y de los parques

del espíritu que perfuma el aire

nace del misterio gozoso

que existe entre la espina y la rosa

de los relámpagos que iluminan los cabellos

de la primera hormiga en su labor diaria

de las alas de los peces cuando estos vuelan

 

el tiempo

nace del acaso de las galaxias y de las estrellas

del humus de las lluvias

nace de la memoria del polvo

de los incendios del deseo

viene ungido por los dolores de los profetas

nace del vuelo de Dios y su sudor

y del dedo del sol entre las sombras

 

el tiempo

resiste en la sonrisa lenta de la noche

ofreciéndose a la boca estelar y melancólica

de la aurora mas larga

y armoniza el silencio

coge la miel

y nos hace estremecer

 

solos y humanos

 

 

Tanussi Cardoso (Rio de Janeiro Brasil, 1946)

Es poeta, periodista, abogado, licenciado en inglés, crítico literario y escribe letras para canciones. Ha publicado entre otros desintegración (1979), boca maldita (1982), viaje en torno de... (2000). Participó en la antología titulada Ríos con destacados poetas brasileños contemporáneos de la editorial Íbis Libris el año 2003 entre ellos Elaine Pauvolid, Márcio Catunda, Ricardo Alfaya, Thereza Christina Rocque da Motta.

martes, 17 de noviembre de 2020

Hilda Hilst / (3 poemas)




“Da morte. Odes mínimas”

 

XIX


Si yo supiese

Tu nombre verdadero

Te tomaría

Húmeda, tenue

Y entonces descansarías.

Si susurraras

Tu nombre secreto

En mis caminos

Entre la vida y el sueño

Te prometo, muerte,

La vida de un poeta. La mía:

Palabras vivas, fuego, fuente.

Si me tocaras,

Amantísima, blanda

Como fui tocada por los hombres

En vez de Muerte

Te llamo Poesía

Fuego, Fuente, Palabra viva

Suerte.

 

 

XVI

               O que nós vemos das coisas são as coisas.

               (Fernando Pessoa)

 

Las cosas no existen.

Lo que existe es la idea

melancólica y suave

 

que hacemos de las cosas.

 

La mesa de escribir es hecha de amor

y de sumisión.

En tanto

nadie la ve

como yo la veo.

Para los hombres

es hecha de madera

y esta cubierta de tinta.

Para mí también

más la madera

protege su interior

pues su interior es humano.

 

Los libros son criaturas.

Cada página un año de vida,

cada lectura un poco de alegría

y esta alegría

es igual al consuelo de los hombres

cuando inquietos permanecemos

en respuesta a sus inquietudes.

 

Las cosas no existen.

La idea, sí.

 

La idea es infinita

igual que el sueño de los niños.

 

 

IV

 

¿Qué boca ha de roer el tiempo? ¿Qué rostro

Ha de llegar después del mío? ¿Cuántas veces

el tejido leve de mi soplo ha de posarse

sobre la blancura agitada de tu pecho?

 

¿Atravesáremos juntos las grandes espirales

la arteria extendida del silencio, el vacío

la planicie del tiempo?

 

Cuantas veces dirás: vida, estrella vespertina, magna-marina

y cuantas veces diré: eres mío. Y en las distendidas

tardes, de largas lunas, de madrugadas agónicas

sin poder tocarte. Cuantas veces, amor

 

Una nueva vertiente ha de nacer en ti

y cuantas han de morir en mí.


 

Hilda Hilst (São Paulo, Brasil 1930 - São Paulo 2004)

Poeta, narradora, dramaturga y cronista. Es autora de Presságio (1950), La obscena señora D (1982), Amavisse (1989), El cuaderno Rosa de Lory Lambi (1990), Fluxofloema (1970), Poemas malditos, gozosos e devotos (1984), Do desejo (1992), Cantares do sem nome e de partidas (1995) y Estar siendo. Haber sido (1997), entre muchos otros. Considerada por la crítica una de las escritoras en lengua portuguesa más importantes del siglo XX.

 

 

 

 

 

lunes, 16 de noviembre de 2020

Diana Carolina Daza Astudillo / (4 poemas)

 





La clase de piano

 

Como queja de lluvia

agitando la piel de los viejos tejados

viajaban las manos de la maestra  por el piano.

Como migajas de pan fresco

las notas se fueron clavando

en las paredes de la memoria de la niña

mancándole el camino hacia la jaula

donde  envejece cantando

para cumplir su condena.

 

 

Coleccionistas de sombreros

 

Tejidos con viento de campo

canto obrero

grito de la tierra

con cintas al cuello:

azules, verdes y rojas

cuelgan los sombreros

en  los muros del corazón de la amada.

Cada uno guarda el recuerdo

del  recorrido por un pueblo

calle arriba

 

calle abajo

de la mano de su románico coplero.

Soles de trigo y mango

fueron testigos de las confesiones mudas

que acompañaron sus pasos.

Calle arriba

calle abajo

fueron los amantes

coleccionando sombreros

para sellar la historia de su amor

en cada viaje.

 

 

A cada patio le corresponde una despedida

 

Mueren los patios

porque los pájaros

ya no buscan la clandestinidad de su abrazo

para levantar sus nidos

cuando las huellas de perros

dejan de ser llovizna, desorden y mugre

el silencio saltando lazo con el silencio

es lo único que los sacude.

 

 

 

El patio de mi casa  muere

porque los viejos han comenzado a enfermarse

y  con ellos las plantas

que  agonizando se preguntan:

¿Ahora, quién calmará la sed?

 

 

Carta a Alejandra Pizarnik

 

El hastió por un padre, una madre y una hermana, condenados a los buenos modales. Demonio oculto bajo un rostro agrietado por la juventud o ángel incomprendido buscando la libertad en una habitación cubierta de sombras y fotografías.

 

Sartre y las anfetaminas. Sasha, Flora, Buma, Blumita o Blímile o todas juntas desangrándose en las páginas. Una cajetilla tras otra consumida a escondidas. Olga, Liz, Julio y Bretón. El reposo en un pecho de cuarenta, el deseo ausente en una boca de veinte, el amor como naufrago, la soledad como gobierno.

 

Alejandra, tu nombre ensordece, puedes estar tranquila, dejaste de ser esa pregunta tartamuda, rebotando en un abismo.

 


Diana Carolina Daza Astudillo (Bogotá, 1980)

Poeta y promotora cultural. Textos suyos han sido publicados en revistas de creación literaria y suplementos de Colombia, Ecuador, Chile, Venezuela y México. Ha sido invitada a encuentros de creación literaria en Colombia, Venezuela y Ecuador. En el 2003 publicó con la colección «Aquí estamos decena» de la editorial Funcreta, el poemario El abrazo de los días grises, en el 2010 participó en la publicación colectiva Domingo, vendedor de globos con el Laboratorio de Escritura de las Américas. Actualmente dirige el proyecto editorial independiente Piedra de Toque. En el año 2013 editó el poemario El nacimiento de la gargolena con la colección estampillas poéticas. Actualmente trabaja como artista formadora en el área de literatura con el IDARTES en el proyecto CLAN y apoya el trabajo cultural de la Galería 4-19 en Bogotá la Fundación Casa de hierro en Barranquilla.