sábado, 24 de abril de 2021

Raúl Gómez Jattin ( 7 Poemas )

 



"El amor brujo"

 

He robado parte de tu cuerpo y de tu alma

Le he tendido una celada a los recuerdos

que aquí te recuerdo    ¿Recuerdas amor?

 

El cielo de la noche casi azul se asoma

entre tus pestañas Noche vibrátil

 

Una vez me fui hasta tu región de monte

enfermo de hongos y tristezas muy tristes

Y aluciné con tu imagen alta y flexible

galopando un caballo de nube    Luego

venías por la tarde desde el Retiro de los Indios

en tu carruaje blanco y yo iba a pie

por la carretera    Como un sonámbulo

 

Sonríes desde lejos como si masticaras

mi corazón entre tus colmillos

 

Mis palabras le quitan a tu vida muerte

Vives en este libro aunque te tengo miedo

Aunque apenas si hemos hablado   Pero te amo

tanto como siempre    Tanto como puedas imaginar

 

Y estamos lejos    Como el sol del mar.

 

De contrabando

 

Casi no conozco a mi mejor amigo

Nos vemos por la calle

Un cómo estás cálido y sentido

Casi no lo he tratado

pero presiento en él

a un hombre de valor

 

No me importa que no me reconozca

Es mi mejor amigo

Son los suyos los ojos más sinceros

que jamás me han mirado

 

Mi mejor amigo vive en mí

y yo aspiro a vivir en él

Sencillamente

Sin estorbarnos

 

Erótico imaginario

 

Está quieto el jardín soportando la tarde

de un marzo que se anunciara ventoso

 

Tan fugaz que parece un enero

 

Penetrado de noche en limoneros y acacias

Opalino a lo lejos en la frente del cielo

El jardín se estremece por dentro

 

Entre ramas secas y hojas podridas

dormitan escarabajos    Libélulas    Lagartos

Un gato de ocio y maldad acecha una mariposa

 

De repente una casi invisible neblina desciende

y posa su penumbra en la fronda

acariciando el nudo de nuestros cuerpos

con la misma dulzura lentísima

con que yo mitad fuerza mitad miedo

beso tu cuello y tu barba de negro cristal

Está el jardín oloroso a sudor masculino

a saliva de besos profundos que anhelan

desatar el torrente del deseo en su cima

y que fluyan las savias y descansen los cuerpos

 

Ombligo de luna

 

Dibujo tu perfil del faro a las murallas

Luz de alucinación son tus ojos de hierro

El mar salta en las piedras y mi alma se equivoca

El sol se hunde en el agua y el agua es puro fuego

Eres casi de sueño Eres casi de piedra en el vaivén del tiempo

 

Arquetipo amoroso firme en la turbia edad

esa manera tuya de calmarme las lágrimas

De desbocar tu cuerpo contra el mío    Enloquecido

como un potro en una llanura incendiada

De verter tus palabras en mi entendimiento

cual veneno que cura la ausencia

De recordar cosas usadas y olvidadas

con un vuelo que ilumina y asombra

 

Es tarde amor El mar trae tormenta

Hay una luna pálida que recuerda tu ombligo

Y unas nubes livianas y pesadas como tus manos

beben sedientas    Así cuando yo sobre tu boca muero

Desencuentros

 

Ah desdichados padres

Cuánto desengaño trajo a su noble vejez

el hijo menor

el más inteligente

En vez de abogado respetable

marihuano conocido

En vez del esposo amante

un solterón precavido

En vez de hijos

unos menesterosos poemas

 

¿Qué pecado tremendo está purgando

ese honrado par de viejos? ¿Innombrable?

 

Lo cierto es que el padre le habló en su niñez de libertad

De que Honoré de Balzac era un hombre notable

De la Canción de la vida profunda

Sin darse cuenta de lo que estaba cometiendo

 

Prisión

 

Pensar que estoy aquí

es más doloroso que estarlo

porque mi pensamiento

será libre siempre

aquí en mis poemas

y mi cuerpo prisionero

aun en el vuelo de la mariposa

cuando me dirijo al sol

y sonrío a la primavera

 

Anuncios

 

Caigo de mí

hacia mí

¿Dolor? no

¿Angustia? no

¿Qué pues?

Vacío que me espera

Anuncios de la muerte

 

Raúl Gómez Jattin (Cartagena de Indias,  Colombia 1945 - 1997)

Fue un poeta colombiano. Inició la carrera poética, publicando su primer libro a la edad de 35 años bajo el título "Poemas". "Tríptico Cereteano", "Hijos del tiempo", "El esplendor de la mariposa" y "El libro de la locura", contienen el resto de su obra. Los últimos diez años de su vida transcurrieron en Cartagena dictando talleres de teatro y poesía  en el Museo de Arte Moderno y en la Universidad de Cartagena.

jueves, 22 de abril de 2021

Magda Portal ( 5 poemas)

 




Pero llegaste


para quien mis brazos

se abrieron en cruz

y las arañas del sueño tejieron

la seda infinita de la amnesia

conquistador ilusionado

de mis tribus salvajes de tristeza

donde llevaste la religión de una

alegría nueva como los aeroplanos

sobre las selvas vírgenes

Hoy el traje de nuestras almas

es el arcoíris de la sonrisa

 

Ven, bésame


Ven, bésame

Qué importa que algo oscuro me esté royendo el alma…

¿Con sus dientes?

Yo soy tuya y tú eres mío… bésame

No lloro hoy… Me ahoga la alegría,

Una extraña alegría que yo no sé de dónde viene.

Tú eres mío… ¿Tú eres mío?…

Una puerta de hielo hay entre tú y yo:

¡Tu pensamiento!

Eso que te golpea en el cerebro, y cuyo martillar

me escapa…

Ven, bésame… ¿Qué importa?…

Te llamó el corazón toda la noche,

Y ahora que estás tú, tu carne y tu alma,

¿Qué he de fijarme en lo que has hecho ayer?

¡Qué importa!

Ven, bésame… tus labios,

Tus ojos y tus manos…

Luego… nada…

¿Y tu alma? ¡Y tu alma!


Canto Proletario


“La vida es de los felices”

amanece en todos los pregones callejeros-

rueda la mañana sobre el asfalto de la tierra ululante y caliente

al extremo de la ciudad,

los árboles saludan al obrero, con sus ramas estremecidas

por la alegría del viento vagabundo, el gran libertario.

Como un dolor sigue la sombra la silueta del hombre

que desemboca en la ancha puerta de la fábrica

allí -el humo acaecido en las máquinas, el gemido de las poleas

bajo la presión del pensamiento humano,

balcones a la eternidad,

los ojos siguen la labor constructora

y toda fábrica es una sola maquinaria de empuje formidable

como un titánico organismo

que mueve el “motor maravilloso”

de los cerebros de cien hombres unidos

el hermoso espectáculo del cerebro

y el músculo en acción!

El sudor les decora la cara

como otra sonrisa que se tuesta en los labios apretados

de anhelo,

la fábrica lo es todo:

la esperanza  y la cárcel

Todos los días son mañana

para el obrero que los lleva apretados

al corazón como la imagen de la madre

¡Libertad!

estandarte del hombre

el sol espera la salida de la fábrica

desde el horizonte sus anchos brazos de luz

saludan el dolor del obrero vencedor de la vida.


Pacific  steam


recién noche vientre negro de fiera amaestrada

tus pasillos se encienden con luciérnagas de sueño

 

arrinconada está la flor de mis veinte años

como una niña de cabellos largos

 

mar del color del jersey de la mañana

balanceo embriagante

sin palabras armonía de los silencioso

 

cortando el transatlántico el presente

enarboladas manos de adiós

gritaban las gaviotas

 

pañuelos inútiles sin respuesta

 

el rojo capitán obeso y el japonés

de ojos tatuados de deseo

flechas tiradas al azar las siluetas de las

pasajeras

la pianola es un grito destemplado

 

el corazón del mar abrazado de oscuridad

 

viajeras pálidas ojos anestesiantes

hombres que fuman cigarrillos de recuerdo

 

por las claraboyas de la noche

se asomó la mañana

En sus manos traía la costa

...


17


quisiera perderme de mí misma

limbo de mi pensamiento

Y haber perdido la mirada angustiosa

de mis ojos

para los pasos arrebatados por la muerte

 

Perderme de los hilos tensos

que el corazón tiende a los cuatro

puntos cardinales de mi vida

 

Saltar el círculo que me aprisiona

y en el que se debate

serpiente cercada de llamas

 

mi juventud inútil

 

¡Perderse! tendido vuelo

por sobre las agujas de las ciudades

más altas – por sobre el mar

como un globo cargado de oxígeno

que sueltan a merced de los vientos

Lejos más allá de todas las distancias  


Liberación


Un día seré libre, aún más libre que el viento,

será claro mi canto de audaz liberación

y hasta me habré librado de este remordimiento

secreto que me hunde su astilla al corazón.

Un día seré libre con los brazos abiertos,

con los ojos abiertos y limpios frente al sol,

el miedo y el recuerdo no estarán encubiertos

y agazapados para desgarrarme mejor.

Un día seré libre… Seré libre presiento,

con una gran sonrisa a flor de corazón,

con una gran sonrisa como no tengo hoy.

Y ya no habrá la sombra de mi remordimiento,

el cobarde silencio que merma mi emoción.

Un día habré logrado la verdad de mi  yo

 


Magda Portal (Lima, Perú  1990 – 1989)

Poeta y destacada dirigente política peruana, padeció el destierro y la cárcel. Entre sus obras tiene las publicaciones de El derecho de matar (La Paz, 1926), Costa Sur (Santiago de Chile, 1945), Constancia del Ser (Lima, 1965), etc.

martes, 20 de abril de 2021

Ida Gramcko ( 9 poemas)





Viva belleza desde el seno irrumpe

como una curvatura que desliza

las auroras boreales de las ubres

sobre un lecho de líneas.

Somos el hombre el caballo sufren,

pero una inmensa investidura estricta

nos señala sin verbo entre las cumbres.

Somos entonces ser hasta la risa,

la carcajada diáfana en los buches.

 

 

CASI SILENCIO

 

La piedra cae el fondo. Así caen todas

las piedrecillas. Un día, algo que remueve

las aguas las hace correr, precipitarse,

abriendo heridas en la fina arena. El

agua toda es llanto. Pero un rayo de

sol aparece. Las aguas se hacen claras.

Al fondo, lentamente, las piedrecillas

hallan al fin sitio. Y encima de las aguas,

flota una flor entreabierta: la

conciencia.

 

La esencia no es pérdida de tierna

presencia.

La esencia es la presencia

de lo intemporal,

de lo divino y sobrehumano.

 

El cambio, para que lo sea,

tiene que cambiar siempre.

He ahí la permanencia.

 

La muerte es lo único

que no es curable.

 

Para lo más hondo, yo no creo

en instantes. Lo supremo jamás

es actual.

El amor sin mortal asidero,

no se somete al tiempo.

 

Porque lo que está sometido

al devenir y no al alcance

de lo más luminoso y más puro,

aunque sea emotivo, es ligero.

 

Lo que no conocemos no es misterio.

Son aspectos insignificantes

del mundo material.

Conocemos lo eterno, lo inmenso,

lo máximo, —es suyo, es mío

y sólo es así—

y ante tamaña luz,

¿caben hallazgos,

descubrimientos o sorpresas?

 

Un afecto puede ser hermoso pero,

ante el sentimiento único e inmutable,

nos resulta pequeño.

Como la yerba ante el astro.

Como el guijarro ante la nube.

Como fronda salpicada de frutos ante

el cielo en que alumbra una sola flor

áurea y suprema.

 

POEMA 12

 

Tú, párvulo indefenso,

encuentras cómo reventar el labio

para vengar con testimonio intenso,

el bello, el denso,

el increíble agravio.

 

...

 

POEMA 14

 

Amor invalidándonos reflejo

para trocarlo en cómplice sumiso.

Estupor, reto añejo,

humillación en ámbitos de hechizo

donde el tocado, el tímido, el perplejo

padece culpa y huele paraíso

 

 

Estar afuera es como estar adentro

de inagotable intimidad creadora.

No es perder cuerpo, es descubrir un centro

mayor que lo interior que nos demora.

Estar afuera, a pleno sol, al viento…

La noche ya no es más la mediadora,

pues nos une a través de un mandamiento

de sombra impuesta que se ve o ignora.

Escogida es la unión desde lo intenso.

Vivo nivel estalla con la aurora

y enlaza lo profundo con lo inmenso,

pues cada ser deviene lo que añora.

Y queda un solo ser, un gran suspenso,

mas el hombre lo sabe y lo atesora.

 

 

No, la tierra no podrá ser la tierra,

ni la muerte podrá ser la muerte,

ni la vida la vida,

hasta que mi alma no haya conocido toda

la espantosa pesadilla,

y no se haya internado hasta la entraña

del hondo, humano abismo.

¡Ah! ¿Qué valen aquí, sobre este mundo,

mi espíritu y mi instinto,

si aún tienen un temblor de ensueños claros

que son claras mentiras?

No, no, no puede ser, ni puedo

tampoco ser yo misma,

hasta que no haya saboreado toda,

toda la hiel amarga y el acíbar.

 

EL ESPANTAPÁJAROS

 

Nunca amaste los pájaros. Es cierto.

Ni los niños que huyeron de tu sombra

¡crucifijo del hombre contra el cielo!

Se deshizo la ronda

en el jardín; volaron los insectos;

después, las mariposas…

Sólo quedó, en la soledad, tu espectro,

y un niño sólo en la pradera sola,

inválido y sediento.

Lejos de ti, volaron las palomas,

y la ronda infantil en otro huerto

levantó sus columpios, sus coronas…

Sólo permanecieron los almendros

abrieron sus corolas

glaciales como témpanos.

¡No podían volar! Y las bellotas,

los manzanos en flor y el limonero.

Pasaban, fugitivas, las alondras.

¡Pudiste detenerlas en su vuelo!

Pasaron golondrinas y gaviotas,

y mirlos y jilgueros,

y enamoradas tórtolas…

Y maduró tu fruto en el silencio;

en el silencio, sonrosadas pomas,

labios mudos, se abrieron.

Pero hoy el viento sacudió las hojas,

dispersó las semillas y los pétalos

y el pezón de los árboles se agota

en exhausto racimo amarillento.

¡No veles ya! Se marchitó la fronda.

¡Despídete del cerco!

En una alegre emanación sonora,

la infancia, en ronda florecida, ha vuelto.

Los pájaros celebran su victoria

picoteando tus restos:

tu pecho de aserrín, tu sien de estopa,

la hilacha sin color de tus cabellos.

Te sostiene una estaca melancólica

como al retrato de un payaso muerto.

¡Oh trágica derrota;

oh racimo de harapos verdinegros;

oh maniquí del campo que sollozas

mirando el alto nido y el alero,

hermano del fantasma, de la escoba,

del ciprés y del cuervo!

Hermano mío… ¡llora!

Llora conmigo sobre el campo yermo.

y aprende a amar los pájaros… ¡Que te oigan

cantar los niños y te escuche el viento!

Como un ángel caído al que perdona

la mano celestial, sube hasta el cielo.

¡Que se levante un ala milagrosa

en cada uno de tus hombros, quiero!

¡Que emprendas en tu muerte, que es tu aurora,

el viaje azul al paraíso eterno

en donde un niño solitario toma

gajos de luz que no consume el tiempo

a un árbol sin otoño y sin carcoma!

El niño aquél, inválido y sediento.

 

 

 

Arráncame  las áridas  raíces

déjame suspendida en el espacio,

entre los vientos firmes.

Allí se está como en un gran regazo

maternal y sin límites.

Déjame con los pájaros,

indagan lo invisible.

¡Ah, más allá del cielo se alza un árbol

que sus alas indómitas persiguen!

No lo han visto jamás y, sin embargo,

creen sentir su rumor en los confines.

Rumor de hojas distantes... Pero ¿acaso

no lo vieron, gigante, en el origen

primero de la vida, y en sus cantos

no es la voz de la ausencia lo que aflige?

Deja que suba a lo alto

y que mi canto vibre.

Canto la ausencia de algo,

de una estrella enterrada en nubes grises.

La sombra azul del árbol

se dilata y me ciñe.

Déjame con los pájaros.

Soy una flor delimitada y triste.

Arráncame los pétalos y el tallo

y la fragancia, y líbrame.

 

Esto soy todavía

un sosiego turbado por las lágrimas.

Esto fui: una pupila

húmeda, abierta y ávida.

Esto he de ser: el llanto, mientras viva.

Un erguido sollozo me levanta,

me hace andar en las cumbres, me encamina

hacia la azul montaña.

Y allí está la sonrisa

como una flor salvaje que me aguarda.

Veré la blanca flor y será mía,

¡mía!, y tendré, llorando, que arrancarla

del fondo de mi ser, pequeña y tibia,

de lo alto de la cumbre, pura y blanca.

¡Mía! Y el llanto surca mis mejillas

para que yo merezca su fragancia.


PLEGARIA

 

No te puedo nombrar. No tienes nombre. Eres lo que se siente. Nunca lo que se explica. ¡Oh mi Absoluto Amado, a quien descubro ahora sin que ninguna forma lo limite! Perdóname la antigua reflexión.

 

No eres lo que se piensa. Eres lo que se ama. No eres conocimiento sino sólo estupor. No eres el perfil sino el asombro. No eres la piedra sino lo inaudito. No eres la razón sino el amor.

 

De la mano del Ángel yo he ascendido a tu hallazgo que nunca es un concreto tesoro sino continuamente un descubrimiento inenarrable. El Ángel, a mi lado, sintió también intensa, más intensa que nunca, más intensa que con algo o con alguien, esa visión de inmensidad. Como con nadie, no porque cada caso es singular, sino porque aquel acto fue más hondo que todos los suyos, como si recibiéramos de pronto un advenimiento de infinito.

 

Y es inútil pensar en encarnarte. Eres lo que nunca se puede encarnar ni nombrar porque sólo nos juntas las manos y nos haces doblar las rodillas.

 

Déjame sentirte, ¡oh infinitud, oh zona inmensa, dimensión sobrehumana, oh mi Dios, siempre con la piel deslumbrada tanto que el cuerpo se me vuelve luz! Déjame estupefacta, arrebatada, y déjame que vibre para siempre con la palpitación mía e íntima.

 

Quisiera ser aquella que permanece, atónita, ante ti. La que no sabe de tu nombre, la que no sabe de tu forma, una ignorante estremecida. Y que así sea.

 





Ida Gramcko  (Puerto Cabello, Venezuela 1924-1994)

Poeta, ensayista y cuentista, venezolana. Nace en Puerto Cabello. Ha obtenido los siguientes premios: "Premio de la Asociación Cultural Interamericana", con el libro Umbral (1941); "Premio de Teatro Ateneo de Caracas"; con el libro La rubiera (1956); "Premio Municipal de Poesía" con el Libro El Poeta (1962); entre otros. Otros libros: Cámara de Cristal (1944); La Vara Mágica (1948); María Lionza (1955).