martes, 3 de junio de 2008

Edda Armas.











Edda Armas.

Poeta venezolana nacida en Caracas, el 2 de junio de 1955. Psicóloga Social, egresada de la Universidad Central de Venezuela, con especialidad en creatividad y gerencia cultural. Aparece en el panorama literario venezolano en 1975, con el poemario de poesía breve Roto todo silencio. Por concurso participa del primer Taller Expresión Literaria en Poesía, convocado por el Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos (CELARG) bajo la conducción de Ludovico Silva, Guillermo Sucre y Gonzalo Rojas. Su segundo poemario Contra el aire, aparece bajo el número 4 de la Colección Voces Nuevas, Ediciones de talleristas del Celarg, en 1977. 

 

Su obra ha merecido los Premios: Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía en 1995 por su libro Sable. Segundo Premio del Concurso Internacional de Poesía Le Courrier d’l Orénoque en Besançon, Francia. Mención Honorífica de la Bienal de Poesía “Ramón Palomares” del Ateneo de Escuque en 1994 con Sable. Premio Internacional de Poesía XIV Bienal “J.A. Ramos Sucre”, con jurado integrado por los poetas Oscar Hahn (Chile), José Luis Rivas (México) y Armando Rojas Guardia (Venezuela), por su poemario En bicicleta. 

 

Publicaciones: 

 

• Armadura de piedra, No. 97 de Colección de Poesía Pequeña Venecia, 2005

• La mujer que nos mira, Colección de Plaquettes artesanales del Taller Editorial El Pez Soluble, 2000.

• La otra orilla (Editorial Cabos Sueltos, 1999) presentada en XX Salamanca, España. • La creatividad del mal o el círculo de las flores.

Libro de Artista con grabados originales de la Artista Plástica venezolana-israelita Lihie Talmor, edición de autoras, 1995.

• Rojo Circular. Fondo Editorial Fundarte, 1992.

• Cuerdas de Serpiente. Editorial Arte, 1995

• Aguariacuar, La partida. Libro de artista con Fotograbados de Lihie Talmor, editado por el Taller Arte Dos Gráfica de Bogotá, Colombia, 1994.

• Dagas y otras flores. (Poesía) Antología personal. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Colección Altazor. 2007 


Algo de su poesía 

 

Somos espejos fraguados de muchas despedidas.

 

El suelo que pisamos hoy

confirma la premonición que era sueño ayer.

 

Llegó el hombre accionando la palabra guerra.

 

Náusea demencial. Disputa eterna, trono del Rey

***

Aquí, ahora

somos esta circunstancia

este cielo eclipsado

este olvido de lo humano

 

una inexactitud en el dolor

que nos aflige sin retorno

***

Duele la llaga, la marca, la verdad que esperamos.

La paz que ninguna civilización alcanza.

Sé que te irás por la única ventana

que abre y cierra a voluntad

***

No abro la boca.

Tampoco los ojos.

 

No puedo mirar

menos tragar.

 

Es amargo y es camino.

 

Poemas de ARMADURA DE PIEDRA, Caracas 2005 


***

La XIV Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre, otorga el premio, Mención Poesía, a Edda Armas por su libro En bicicleta, acá algunos poemas de ese libro

 

LOS LOBOS PODRÁN AULLAR

Los puntos débiles son espinas. Entierros.

Azotan, cuando menos se espera. Son semillas.

Crecen en la oscuridad.

 

¿Bajo cuál apariencia se harán presentes?

 

Se asoman convirtiéndose en una circunstancia

que nos enfrenta.

 

¿Nacemos con ellas o se generan de las

experiencias que no logramos asimilar?

 

¿Has mirado mi cuerpo con una lupa?

 

Cada partícula exige una perspectiva,

cada rincón un ángulo diferente.

 

Detalla mis lunas. No, no me refiero a mis lunares,

hablo de las lunas interiores. Eclipsadas,

prominentes, intersensuales. Cosmogonías de la intimidad.

En las propiedades de la gema radica el secreto.

La energía contiene. Indaga, el color del mineral

que la retiene. Habitas el bienestar del escondite.

 

No puedo desactivar la bomba, ni cortar los hilos

que anudan una sensación a otra. Ni siquiera

puedo evitar que ames a tu propio ritmo

o que la nostalgia te atrape cerrando la ventana.

 

Los tiempos no son los mejores.

Hay demasiado monóxido. La bomba nos acecha.

Mediocridad y odio tiñen los actos del hombre,

y la palabra cotidiana. Compartimos la confesión,

la lucidez en noches afiebradas, el juramento

¿sobre qué Biblia, en cuál ceremonia?

 

Damos tregua a los sentidos cuando el alma reclama

hábitos para recobrar el ánimo en días aciagos.

 

Quisiera decirte que entendí, pero no es así.

Somos la rutina. Lo roto. La espina.

Un cascarón de langosta en el fondo del mar.

Giramos. Cortamos el hilo para ser otro deseo.

La intersección. La lengua renaciendo.

Una luna basta. Dos nos agobian.

 

Girar el trompo. Descargar. Hallar la zanja.

La espontaneidad. La compañía sobre la grama.

Mediar con las lunas interiores. Morder la zeta.

Retar al girasol tragando luz, siempre luz

hasta el renacimiento necesario.

 

El mundo es una salamandra de torpes colores

enjaulados. Reconocernos no nos salvará del ocio,

de la equivocación. Giramos el trompo. Nube.

Los lobos podrán aullar, los cielos tornarse

aguasmarinas, las ortigas crecer como extensiones

doradas a tu vista, pero aún así tu cuerpo,

deseado, audaz, concreto, permanecerá invicto

hasta que cierta luz lo alcance.

 

Al romper el cascarón renaces y esta gacela que soy

te encuentra.

***

 

ERA UN SER EXTRAÑO 

No estorbes a la canción. Déjala repetirse, una y otra vez,

singular, invariable, predecible. Abertura de la memoria

por donde regresas, penetrada por la idea obsesiva de la pasión.

 

El otro sale apurado diciendo que esta noche

llegará tarde. Lo vi alejarse de espaldas hasta convertirse

en un punto del mismo tamaño de mi pupila.

 

Te internas en el jardín. Te ocupas de las plantas.

Limpias cuidadosamente sus hojas, recorriendo

con tu manoguante la línea gruesa de sus venas.

Retornas al brillo, a la sílaba, a lo simple.

 

Insistes en abrir huecos para enterrar vitaminas en la tierra.

Bañas las plantas con agua del sereno de la tarde.

Ves como cae, sigilosa, desde el pico de la jarra de plata

que lleva un delfín estirado como asa. Posesiones.

 

El ritual es la virtud.

 

Territorios. La lombriz permanece activa.

Descubres túneles que, a la menor presión de tu dedo

índice, se derrumbarían. Cada circunstancia

demarca sus límites. Las palabras del otro son cuchillos

que pueden enterrarse en la tierra abonada del corazón.

Sientes tu fragilidad ante la violencia. Doméstica.

Emocional. Cautiva.

 

Un caracol del tamaño de una arveja se desplaza, lenta

y dócilmente, por la orilla del marco de la ventana.

Es un ser extraño. Con su pequeñez a cuestas, recorre

un tramo poco habitual, nada selvático, nada abonado.

Bordea escenarios de un jardín inaccesible al otro,

a la caza de otras zonas de reconocimiento y contacto.

***

ALMENDRON 

 

El sol se convirtió en espía madurando las moras en el cerro.

Aposté a que vendrías, contándolas en el disfrute de palpar

su roja e irregular superficie. También esperaba a que juntos

derrotáramos los escondrijos de los pequeños insectos para

atar las cuerdas al grueso tronco del árbol de almendrón que

compartimos en la infancia; como si fuese posible posponer

el adiós en la locura que nos cerca.

 

¿Por qué no hay tiempo y para qué no lo hay?

¿Por qué mi beso se queda tragado y mis sueños son puro deseo?

¿Por qué se repiten los sueños angustiantes?

¿Quién puede empujar la sedalina que tapa mis ojos,

mi boca, mi ahora quiero desnudarte para decirte

que el mundo comienza y termina con tu mirada

impidiéndome la respiración?

 

¿Angustia, por qué regresas, qué deseas, a quién buscas?

Por qué no te comes la nube que cae. Por qué no atas

los corazones que dejaron de amar. Por qué tocas mis

bordes mis perfiles mi puntas. El misterio, afloja, se estira,

exige, intimida. Mirada retrospectiva para anudarlo.

 

Tu paso aún persigue mi sombra en los traspatios

deshaciendo el minúsculo espacio entre dos cuerpos

que aún se buscan desacralizando sus rostros bajo

el almendrón de la memoria.

 

Los recuerdos permanecen sepias envueltos en

papeles de seda hasta el reencuentro.

***

OJO DE PEZ 

Con Mercedes Roffé

 

La habitación centra. Entramos a desnudar los mismos

cuerpos de la calle, sudados, exhaustos. Miras y enfocas

a través del lente de la cámara para distanciar la perspectiva

del ojo hueco. El desenfoque nos asoma a la pregunta.

Las preguntas pretenden convertirse en el portarretrato

de la nostalgia; costumbre de la relación que somos.

 

Los negativos sin clasificar, sin fechas y sin álbum

son pruebas irrefutables de lo vivido. Movilizan la

indagación. Sol secreto en cada uno.

 

La mano que curva, y curva tan drásticamente sus

dedos en busca del ángulo, del encuadre,

de la nitidez, del fondo para la escena, es la misma

que me acaricia. Aferrada a la máquina persigue

mis intenciones, mi intimidad, mi dramatismo,

a través del ojo de pez.

 

La cámara interior reserva el color del atardecer

al apetito que nos ofrece la piel más descarnada.

Dentro de una hora esta luminosidad será agredida.

Partitura de movimientos interrumpidos. Cámara baja.

Revelas. Existe un negativo.

 

Ojo de pez sobre las rocas enfrentadas al sol y a la

infinitud del caracol que somos.

 

Regresamos en mareas diferentes. Respiramos.

Entramos otra vez, repitiendo la secuencia de imágenes

silenciosas, procurando aire porque la ola borra siempre

la presencia. 


CONTRA EL AIRE

 

nublarte

como si escaparas

a tanta piel

***

mis dedos prisioneros

anudan tus poros

a mis limites

***

la puerta que nos traspasa

no nos gira

no nos disuelve

nos aplasta contra la decisión

permaneciendo callada

***

quiero olvidar

a los que se salvan a diario del fuego

evitando el contagio humano

pueden no ver el dolor

si cierran los ojos

quiero olvidarlos

 

(Contra el aire, 1976)

 

Material tomado de diversas páginas de internet y libros propios

2 comentarios:

Anónimo dijo...

primer comentariooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Anónimo dijo...

enserio...