lunes, 14 de marzo de 2011

María Ramírez Delgado / Venezuela


(Los Teques, Venezuela, 1974) Ha publicado en poesía: Navajas sobre la mesa, (bid&co, editor, 2009), Quemaduras (Grupo Editorial Eclepsidra, 2004) y En el barro de Lesbos (2002); y en narrativa: Éramos malos y otros textos agrios (2002), también ha sido publicada: La mujer rota (Letralia Editores, Guadalajara - México, 2008) entre otras antologías. En 1999 se estrenaron en Caracas sus textos teatrales El sabor de las uvas verdes y Punta de Piedras.

El poeta colombiano Juan Manuel Roca al hablar de su poesía ha dicho: “está hecha de feroces desgarraduras, de pálpitos y ensalmos, de una relación de hechos reales y surreales puesta en la balanza de su palabra. Por momentos se adentra en territorios evanescentes, por instantes se cobija con la fijeza de un instante, de un tiempo que sostiene evocaciones pinchadas más que en la rueca del sueño en un cruel alfiletero de mariposas, de alas truncas”.


Sin apelaciones.

A Chantal Sébire*

Enganchados en el borde de la cama se alimentan los sueños de la inexistencia.

Por última vez habrás doblado cuidadosa la cobija que te regaló tu madre, por última vez habrás regado las plantas y sentido el frío de la obediencia, la amargura de las pastillas, la inútil radiación es el camino a la ceguera.

Frente al espejo ya no puedes ver tu propio monstruo atormentado. ¿Alguien puede comprender el incurable sabor de la sangre? El peso de tu rostro es una manzana reventada e hirviente en el aire. Entonces, tus días son indestructibles. ¡Cuánto espanto pueden engendrar!

El consuelo no está, los tribunales escriben pequeñas degeneraciones, incurables sentencias como sonrisas desmembradas se tragan el silencio y cierran las puertas con el miedo.

Esperas quieta y efímera la desfiguración del no. Por eso, esta tarde, sin apelaciones, doblarás la eutanasia, la respiración se hace lenta, la colocarás lentamente sobre la mesa, sola, intocada, cesará al fin el dolor.

De: Navajas sobre la mesa


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Navajas sobre la mesa

Vamos a poner dos navajas sobre la mesa.

Míralas y no permitas que el reflejo se te meta por los ojos, creerían que tienen derecho a enseñar la manera de herirnos o se inmiscuyen en como lacerarnos en el placer.

Cada una tiene dos pastillas en el corazón para devorarlas celosamente con el desayuno y antes de volver a la cama los domingos, edifican la costumbre atroz, desinteresada, de caminar como visiones.

Dos navajas hechas de tierra, olorosas a polen, la hermosura asustada tratando de escapar del cuerpo.

De: Navajas sobre la mesa


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A Carmen Rosa

Tu hombro desnudo
es el universo abierto
la ciencia aplicada al conocimiento de tu piel.
Tu hombro desnudo
pasa a ser caricia
sentido con textura de leche,
entrada abstracta de la luz al vacío
la constelación inexistente
construida a fuerza de pecas y lunares.
Tu hombro es mi repetición
dulce café de la mañana
principio curvo de la vida,
en tu hombro, yo.

De: Quemaduras


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Son navajas tus poemas y me suspendo en su filo mientras los leo