miércoles, 15 de enero de 2020

Lydda Franco Farías











Desconfía hija de esos muchachos
que te leen poemas de dudosa factura
tú que diferencias la verdadera poesía
diferénciales y conócelos a ellos
son falsos prestidigitadores
sopla sobre los castillos de arena de sus discursos
tú que crees que el sexo es regocijo
y que como el espíritu necesita ventilarse
desconfía de esos muchachos
que intercambian novias
para ellos las novias consisten
en esa economía de mercado basada
en el trueque de objetos para el uso y el abuso
ni siquiera son neoliberales esos muchachos
son neolíticos y cerrados como las bóvedas de un banco
desconfía de esos muchachos
quebradizos como láminas de anime
que odian al prójimo
(especialmente si el prójimo es una muchacha)
no te enamores más nunca hija
de esos errátiles
y radicales
muchachos enmascarados.

*****
La mujer que soy, canta.
Mi génesis: la escoria, la ceniza, los agrarios sudores.
Mi elemento: la palabra, piedra del camino para ser lanzada
vínculo secreto que madura sus claros volúmenes,
cópula exacta para que el amor germine.
Hablo de la mujer que soy e intuyo
que mi presencia trenzará la llegada de minutos fluviales.
Creo en el privilegio de la sangre nueva,
en la voz que no se escurre,
en la dialéctica orgánica de mi estructura viva.
Creo en la síntesis del hueso,
en el axioma de mi futura desintegración

*****
No nací para ocupar un espacio y nada más.
Ignoro cuál será mi participación.
Me tocó ser mujer y no me quejo,
me tocó caer en la humedad del tiempo,
en la inhóspita sequedad de los caminos
pero aquí me quedo
entre escombros y desperdicios.
Destruyan mi epidermis resentida,
despedacen mis sueños, mi alegría,
aniquílenme
mas no pretendan sancionarme
porque un día aparecí sobre la tierra
y tuve voz y grité
y tuve fronteras y no quise despertar sin ellas
y tuve armas y allí están
perfiladas, inmóviles, ariscas.

*****
A esta hora
serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de puta de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz.

*****
Me encontrarán tendida a ras de la luna
o flotando lluvia abajo
en la resaca del ultimo cigarro
en el silencio que vibra emparamado
desde donde pronuncio mi postrer discurso
exhortando a los curiosos a que desvíen la atención
hacia otra parte
por ejemplos a ciertas virtudes
que no tuve tiempo de probar
quizás porque no logre lo que quise
un cómodo sofá
un mundo que no cambio
que apenas empieza a pestañear
ahora que purgo mi orfandad
que los párpados pesan asidos al desamparo
ya voy tierra
ya voy cenizas
ya voy olvido
circulen buena gente
aquí no ha pasado nada
regresen a sus oficios
a la sobrecogedora normalidad

*****
yo venía de los bosques húmedos
en mi equipaje de la inocencia
en sí misma dobladita
olorosa a preguntas
me quitaron
bosque y humedad
el equipaje revolvieron
las preguntas me las fui respondiendo
con el tiempo y de a poquito
ahora no sé de qué sirve la inocencia
ni me importa

*****
UNA amanece
con el cuerpo de cera
con la víspera haciendo piruetas
con ojeras que delatan los retorcimientos del amor
UNA sabe que tiene prejuicios
y los va perfeccionando
UNA es apolítica
UNA no se mete en camisa de once varas
UNA estampa el beso curricular
Él se va con sus ínfulas
con su ontológico suficiente
UNA comparece ante el tribunal de los hijos
y cede ante la tiranía de los hijos
UNA tiene el deber de ser bella
porque entre otras cosas para eso está UNA
y para comprar lo que nos vendan
y para sufrir por la muchacha de la telenovela
que es tan desgraciada (la muchacha y la telenovela)
y para llorar de felicidad porque al final
el sapo se convierte en magnate y se casa con
ELLA
UNA es tan sentimental
UNA es tan fiel tan perrunamente fiel
qué asquerosamente fiel es UNA
UNA se asoma al espejo y comprueba lo que no es
sabe qué cara va a poner
qué silencio va a arriar
qué píldora de domesticidad va a tener que tragarse
qué anticonceptiva es UNA
UNA queda tendida
knock out
para reaparecer al día siguiente
pidiendo la revancha.

*****
Con esta cara de estropicio que me gasto
con esta imbecilidad que atribuyo
a las noches en vela y al cigarro encendido
y al humo que me cubre con hálito de cementerio
con este archivo de recuerdos y falsificaciones
con estos ojos que desde luego se han de tragar la tierra
y con los que apenas diferencio
una estrella de un semáforo
y con los que sin embargo detecto
el color de tus ojos amor mío
(ese prodigio que me salva a ratos)
con estos modales de alimaña
no sé de lo que soy capaz
pero les advierto excelsas majestades
que a veces me muevo entre alfiles y cuchillos
me comporto como toda una dama.

*****
No pudieron
moldearme a su antojo
ni darle la forma requerida a mis palabras
ni templar los metales de mi risa
ni siquiera lograron meterme de cabeza
en un canon infesto
por eso
vaciaron su rabia sobre mi
por eso me entregaron un salvoconducto amargo
desde entonces
paseo mi insolencia por las plazas
y no me quejo
de ser expósita
de andar babeando intransigencia y embriaguez
no me canso
de abortar bacinillas
fetos
putrefactos
dioses desteñidos.

*****
Lisa y llanamente abre los ojos
Se coloca la máscara del día
Las zapatillas de rondar sobre el abismo
Las pestañas de ir a los oficios
Las alas de volar hasta la fábrica
A marcar la tarjeta que computa
La no vida
He aquí esta mujer lívida como un fantasma
Real como una espina o una piedra
Que menstrúa
Que copula
Y se vale de ciertos artificios
Como teñirse los cabellos
Ponerse sombras en los párpados
Sacarle brillo al piso
Brillo a la soledad
Brillo a la parcela de aliento
Que guarda en los cartílagos
En la marejada del corazón
En la penumbra de los sueños
Donde a veces relampaguea
La dormida tenaza
Guijarro contra espejo
Preñez a contracielo.



















*****
Lydda Franco Farías es una de las más vitales voces de la poesía venezolana de la década de los años sesenta; nace el 3 de enero de 1943, en la Sierra de Coro o Sierra de San Luis. A partir de 1963 se radica definitivamente en Maracaibo, estado Zulia, Venezuela. Muere el 2 de agosto del 2004 en Maracaibo.

En 1965 publicó su primer poemario: Poemas circunstanciales, y a partir de ese momento se convirtió en una escritora inagotable. De manera posterior vinieron Las armas blancas (1969), Edad de los grandes ataúdes (1977), Summarius (1985), Leve (1991), Estar en el envés (1993), Recordar a los dormidos (1994), Estante (1994), Descalabros en obertura mientras ejercito mi coartada (1994), Bolero a media luz (1994), Una (1998), Aracné (2000) y, su último libro, Antología poética (2002), publicado antes de morir en el 2004.
Recibió el Premio Regional de Poesía en 1995. En septiembre de 2014, el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, junto a la Red de Escritores de Venezuela, Capítulo Zulia, organizó la I Bienal Nacional de Literatura Lydda Franco Farías. 

Nota: Todo el material fue seleccionado de distintas páginas de la web.


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