Lágrimas secas
Lo peor de la edad
es que ahora no lloro casi nunca.
No sé por qué los años
me han secado las lágrimas,
se me pudren por dentro los
dolores
como aguas estancadas,
como un lodazal sucio
que atasca el natural fluir del
sentimiento.
No sé si en el pasado lloré más
de la cuenta
y agoté las reservas.
Pero yo no sabía que se acaban,
creí que durarían para siempre
y lloré sin cuidado ni medida,
sin apenas pensar en el futuro.
Y ahora solo tengo como un peso
en el alma,
una extraña materia
donde no se distinguen
unas penas de otras,
un impreciso bloque de dolor
donde se juntan muertes,
soledades,
amigos que se fueron, injusticias
sin nombre ni apellido,
distancias insalvables y silencios,
amores que se mueren sin amarse.
Ahora ya no lloro casi nunca
pero nunca pensé que echaría de
menos
el llanto sanador que purifica.
Ana Montojo (Madrid, España- 1949)
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