sábado, 25 de julio de 2020

Ivonne Gordon / Selección de poemas de Diosas prestadas




Ante los ojos


Las estrellas habitan
la cartografía de los jardines.
El relámpago huye de la carne
y los ecos son una granada pretendiente.
No hay nada más dulce
ni más amargo que la memoria del presente.
La desnudez de las diosas revela
la migración interminable.
Cada piedra es una palpitación.
Cada ausencia puebla la geología de los nombres
Sus cuerpos están llenos de orgías de higueras.
Cada desplazamiento es un recuerdo de la carne
del paraíso, de ternuras y de anhelos.
Cómo decir adiós a las geografías de los pies antiguos?
Cómo decir adiós a las geografías en acuarela?
Ascienden por las escaleras
de la tierra, del cielo, y del mar.
La niebla cubre su sangre
están llenas de regresos y de amores.
Todo es invisible
los astros no quieren ver su luz.
Desnudas bajo sus hombros
palpan el agua de las orillas.
y dominan el abecedario de la nuez


El deseo


Las diosas traspasan las orillas
y convierten todo rito en hilos sagrados.
Las náyades nacen de la espuma rosa
en los cauces de los ríos.
Son las goteras de luna
que colman los troncos y los mordiscos
de las muchachas seráficas
de suaves caricias en la oreja.
Aguardan el augurio en las ranuras de la mano
en lagos, en fuentes de agua.
Se inventan cuevas húmedas cubiertas de yedra
borran las constelaciones
para recrearse frente a la orilla del delirio
de inquietudes peregrinas.
Buscan entre los mortales sorprender
a la criatura intacta.
Mientras la luz se arrodilla en el cauce del agua
y amanece en ese lugar que da nombre
a las náyades y a las Diosas prestadas.
Corren hasta la aurora, hasta la cuenca del río
y en el regazo del musgo
por el celo del agua, poseedor del deseo
convierten sus sueños en un manantial de pájaros.

 El oráculo


El oído escucha el silencio
de las aguas ceremoniales
desde la corteza de la tierra.
Las sacerdotisas se deslizan
predicen el futuro en las hojas secas
mastican coca y alabanzas.
Un pie escucha al otro pie
una mano ofrece a la otra mano
la semilla del sol oculto.
Las diosas atraviesan
y exhiben el cuerpo prohibido.
Los poros sienten el aire
la respiración se acelera
la piel toca la piel de los mortales
y otra mirada contempla desde la tormenta de la rosa.


Ivonne Gordon ( Quito, Ecuador -1953) 




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