Sin manos
sin
piedritas calientes
contra la
pared
con la boca
cerrada
en las
almendras que me daba la noche
descalza
en la furia
a pecho
abierto
sin sonrojo
con todo lo
que era tuyo en los labios
en el tallo
yo te amaba.
**
Para
hablar del vacío hay que estar lejos
lo
que quiere decir que hay que estar dentro
uno
lo intenta
uno
se acerca se ata la soga al
cuello se contonea
ilumina
la herida propia para disimular la ajena
uno
intenta el vacío lejos de los árboles
y
se da cuenta que no puede
uno
se muda de sí mismo
todos
lo ignoran
e
intenta silenciar el ruido de los otros
pero
mientras más lo intentamos mayor es el ruido
uno
descubre en la guayaba el sinsentido de la vida
el
esto el aquello el no lugar
uno
lanza la guayaba contra el piso y llora
uno
se abraza al vacío para morir un poco
porque
uno se imagina el vacío silencioso
uno
se va a morir
quizás
no hoy
pero
algún día
uno
siempre lo sabe
un
diente de león se agita a media noche.
**
Lo
veo dormir. Nos tocan las palabras hondo. Nos sembramos para siempre uno en el
otro.
Nadie
nos salvará. Nadie puede borrarnos lo mordido, el olor a coco, los labios, los
domingos.
No
pudo ser.
Toda
la sal del mundo cayó sobre la mesa.
**
Quise
decirte adiós,
que no tengo certezas ni logro ver la luna.
Los pájaros que trajiste a mi pecho
se
fueron de este mundo.
Y me levanto cada día sin ningún sol por dentro.
Pero sigo temblando,
cada vez que me nombras.
**
Desamparo
es no tener quien te desnude.
**
Yo también me
arrojé contra el cielo
sin esperar
a que lloviera.
Me fui
corriendo de todo el cuerpo
de toda la
pulpa que te amaba.
Yo también
me quedé sin ti
e hice lo
que pude.
**
Yo fui esa muchacha que diciéndote adiós
decía que te amaba.
Gabriela
Rosas. Caracas -Venezuela.
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