martes, 27 de abril de 2021

Miyó Vestrini / 16 poemas

 



Días tranquilos que pasan como una ráfaga de viento 

porque el invierno próximo, 

lo sé,

cuando no hayan testimonios posibles que mitiguen el temblor

y la soledad, 

bufará la lluvia tras los muros encalados.

Tardío se hace este invierno,

imágenes del invierno próximo

arrogantes y graves

como el desorden de la casa. 

...

 

IV 

Alguien se levanta

 abomina las imprecaciones 

sabe que al fin, 

habrá algo no memorable.

Obscenos,

definitivamente,

los ojos del amigo

dónde nace el conjuro.

...

 

VII

Han concluido los paseos,

los silencios amables,

el ruido sobre la grava, 

tu cuerpo fatigado.

Cuando llegue el invierno próximo 

estaré en el cerro 

tendida, 

enojada, 

estremeciendo el techo de la madera. 

...

 

VIII

 A causa del invierno próximo, 

tiemblo detrás de ti.

Huelo, 

me asombro,

y viene de nuevo

la transparente pesadumbre.

 

 XI 

 Entra la vigilia del desvarío, 

el lento grito,

el temible resentimiento.

Aunque no te reconozca entonces 

esperaré 

la caja de vidrio con el ruiseñor adentro, 

el llanto que estalla bajo las matas de sábila, 

una velada,

cualquier cosa que nos reúna, 

alegremente. 

...

 

 XIX 

Escucha cómo paso de largo.

Propicio es el tiempo 

para el brazo 

que reposa 

sobre tu flanco.

Para un primer canto de alondras,

para una mansa vereda 

y un olor de piernas en reposo.

Escucha cómo paso de largo 

y todo se hace tan frágil, 

tan triste. 

...

 

Extraño adivinador de palabras 

Mi bebé 

niño grande 

extraño adivinador de palabras 

vas a crecer 

con ojos de pomarrosa abiertos a la lluvia 

a la escarcha 

y serás como de pájaros y faroles.

Nunca faltará algún idiota 

que te hable mal de los profetas.

Cuando eso ocurra, 

márchate al pueblo donde nació tu padre 

y búscate una casa 

donde canten las chicharras. 

...

 

Nadie parece estar ya triste 

Nadie parece estar ya triste.

El rumor lento y grave del agua,

trata de abrirse paso 

y llegar hasta aquí.

Impunemente, 

se enumeran bienes y quejas y languideces.

Algo habrá de ocurrir 

si persiste este canto asonantado. 

...

 

Alguien vendrá

No quiero confundir sus terror con el mío.

Siete por siete 

y siete más: años de temblor y pasos furtivos. 

Alguien vendrá 

para detener los lamentos del escogido.

Pero el tiempo dedicado a la espera 

se me va entre los dedos.

Ya no es necesario inventar nada 

salvo esta terca soledad.

 

Valiente  ciudadano

Dame, señor,

una muerte que enfurezca.

Una muerte que soporte la lluvia

de Santiago de Compostela,

y de paso,

mate a los que me ofendieron.

 

Dame, señor,

esa muerte de intemperie

que sorprende y tranquiliza.

Haz que esté largando mocos y lágrimas,

suplicando piedad

y deseando muerte ajena.

 

Haz, señor,

que aquel hombre con piel inédita

reconozca en mí al animal de los olivares.

Que su cuerpo pese sobre el mío

y haga dulce

la entrada al fuego.

 

Yo prometo haberlo visto todo.

La misma culpa con la que nací,

el mismo furor.

Haz, señor,

que esté escuchando a Vinicio de Moraes

y a María Bethania

y prometiendo que mañana,

lunes,

me inscribiré en un curso para aprender brasileño.

 

Que venga la muerte

cuando descubras en mí

alguna oculta intención de poder

y cuando sepas,

por tus informantes,

de mis maniobras para pasar a la historia.

Cuando te digan señor,

que he agotado todos los recursos de la fatiga

sin pedir clemencia,

entonces, señor,

dame duro.

 

Haz que este golpe que tengo en la frente

por abrir puertas a cabezazos

se ponga

rojo,

latiente.

doloroso.

 

Supongamos, señor,

que eres el big-bang.

Que ningún territorio escapa a tu vigilancia.

Que los hot-dogs son tema de tu predilección.

Que tu deseo de mí es parte obscena

de tu realidad.

 

Entonces, señor,

examina mi estómago abultado

por los espaguetis de Portofino

por las fabadas del Guernica

por los pasteles de coliflor de mi madre

por los largos tragos de cerveza y ron.

 

Espía, señor, los rostros de mi espejo en el espejo,

yo, la pusilánime astuciosa

la del dedo en el aire

abanicando a la aburrida concurrencia.

 

Podrías venir al cine, señor.

Veríamos Brazil,

La vaquilla,

Un día de campo

El cartero y Gatsby.

Me escucharías

sacudida por la risa

y el temor.

 

Permíteme, señor,

Contemplarme cómo soy:

el rifle en la mano

la granada en la boca

destripando a la gente que amo.

 

Acuéstate conmigo en la madrugada, señor,

cuando mi respiración es un golpe de piedras

en la corriente del río.

 

Y verás como nada

ni siquiera la leche de tus cantares,

puede darme una muerte que me enfurezca.

 

Ternura

Somos teclear de lluvia.

Agonía de lagartos.

Manos de carbón.

caracoles de azogue.

La partida de un niño,

un perro doloroso,

una hoja muerta

Somos hombres

sin sílaba

sin sombra

sin lápiz.

Árbol sin viento

y sin ancla

que devoraste nuestras palabras

nuestros limoneros

Camino de algas y mariposas

que truncaste

el silbido del hombre crucificado.

Somos

aceras mojadas,

plegarias de surcos,

ternura.

 

Blanca Nieves 

El amor no es mucho, 

si no lo tienes.

Hoy vi a Blanca Nieves 

soñando con su príncipe 

y preguntándole: 

¿cómo van tus ahorros? 

¿cómo va tu espíritu?

¿quieres tomar un trago conmigo? 

¿quieres montar mi potro salvaje?

...

 

Aranjuez 

 No seas ridícula. 

Nadie muere aguantando la respiración.

Piensa en tus huesos quebradizos, en tus pliegues sudorosos, 

en tu vagina seca

y tu calvicie incipiente.

O en un paro cardíaco cuando finjas un orgasmo.

De eso mueren las mujeres.

¿Por qué tienes que ser tan obsceno? 

Porque hace veinte años que no voy a Aranjuez 

y eso me pone de mal humor.

...

 

La bondad del día 

Se hace de noche 

y penetras 

profundo 

dulce 

pensando en la bondad del día 

Siento 

y no quiero olvidarlo 

la noche espléndida tras la persiana 

la memoria de lo apenas ocurrido 

cuando se hace de noche 

y penetras 

mando 

claro. 

...

 

Lo que  escribes,

no es poesía

No.

No lo es.

Claro que tú tienes ideas muy precisas sobre la poesía.

Un golpe de luz sobre el mar.

El tiempo detenido.

La curvatura de un hombro.

...

 

El país, decíamos,

lo poníamos en las mesas,

lo cargábamos a todas partes,

el país necesita,

el país espera,

el país tortura,

el país será,

al país lo ejecutan,

y estábamos allí por las tardes

a la espera de algún doliente

para decirle

no seas idiota

piensa en el país.

 

Miyó Vestrini (Francia - Venezuela), fue una poeta, periodista y guionista. Su talento múltiple y único fue abonando los medios impresos, radiales y televisivos. Trabajó como guionista en la industria televisiva nacional. Trabajó en el Diario Occidente, La República, El Nacional; dirigió las páginas de arte de El Nacional y el Diario de Caracas. Junto a Antonio López Ortega, coordinó la revista CriticArte. Dirigió el suplemento infantil El Cohete.

 

 

 

 

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