DOÑA
LUZ XVII
Lloverás en el tiempo de lluvia,
harás calor en el verano,
harás frío en el atardecer.
Volverás a morir otras mil veces.
Florecerás cuando todo florezca.
No eres nada, nadie, madre.
De nosotros quedará la misma huella,
la semilla del viento en el agua,
el esqueleto de las hojas en la tierra.
Sobre las rocas, el tatuaje de las sombras,
en el corazón de los árboles la palabra amor.
No somos nada, nadie, madre.
Es inútil vivir
pero es más inútil morir.
…
ALLÍ
HABÍA UNA NIÑA
En las hojas del plátano un pequeño
hombrecito dormía un sueño.
En un estanque, luz en agua.
Yo contaba un cuento.
Mi madre pasaba interminablemente
alrededor nuestro.
En el patio jugaba
con una rama un perro.
El sol -qué sol, qué lento
se tendía, se estaba quieto.
Nadie sabía qué hacíamos,
nadie, qué hacemos.
Estábamos hablando, moviéndonos,
yendo de un lado a otro,
las arrieras, la araña, nosotros, el perro.
Todos estábamos en la casa
pero no sé porqué. Estábamos. Luego el silencio.
Ya dije quién contaba un cuento.
Eso fue alguna vez porque recuerdo
que fue cierto.
…
Boca de llanto, me llaman
tus pupilas negras,
me reclaman. Tus labios
sin ti me besan.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!
Sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta!
¡Cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!
No lloras, no llorarías
aunque quisieras;
tienes el rostro apagado
de las ciegas.
Puedes reír. Yo te dejo
reír, aunque no puedas.
…
EL
LLANTO FRACASADO
Roto, casi ciego, rabioso, aniquilado,
hueco como un tambor al que golpea la vida,
sin nadie pero solo,
respondiendo las mismas palabras para las mismas
cosas siempre,
muriendo absurdamente, llorando como niña, asqueado.
He aquí éste que queda, el que me queda todavía.
Háblenle de esperanza,
díganle lo que saben ustedes, lo que ignoran,
una palabra de alegría, otra de amor, que sueñe.
Todos los animales sobre la tierra duermen.
Sólo el hombre no duerme.
¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de
un loco dormido?
¿Han visto un perro soñando con gaviotas?
¿Qué han visto?
Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio.
Las piedras mueren de muerte natural.
El agua no muere.
Sólo el hombre pudo inventar para el día la noche,
el hambre para el pan,
las rosas para la poesía.
Mortalmente triste sólo he visto a un gato, un día,
agonizando.
Yo no tengo la culpa de mis manos: es ella.
Pero no fue escrito:
Te faltará una mujer para cada día de amor.
Andarás, te dijeron, de un sitio a otro de la muerte
buscándote.
La vida no es fácil.
Es más fácil llorar, arrepentirse.
En Dios descansa el hombre.
Pero mi corazón no descansa,
no descansa mi muerte,
el día y la noche no descansan.
Diariamente se levantan los montes, el cielo se ilumina
el mar sube hacia el mar
los árboles llegan hasta los pájaros.
Sólo yo no me alumbro, no me levanto.
Háblenle de tragedias a un pescado.
A mí no me hagan caso.
Yo me río de ustedes que piensan que soy triste
como si la soledad o mi zapato
me apretaran el alma.
La yugular es la vena de la mujer.
Allí recibe al hombre.
Las mujeres se abren bajo el peso del hombre
como el mar bajo un muerto,
lo sepultan, lo envuelven,
lo incrustan en ovarios interminables,
lo hacen hijos e hijos…
Ellas quedan de pie,
paren de pie, esperando.
No me digan ustedes en dónde están mis ojos,
pregunten hacia dónde va mi corazón.
Les dejaré una cosa el día último,
la cosa más inútil y más amada de mí mismo,
la que soy yo y se mueve, inmóvil para entonces,
rota definitivamente.
Pero les dejaré también una palabra,
la que no he dicho aquí, inútil, amada.
Ahora vuelve el sol a dejarnos.
La tarde se cansa, descansa sobre el suelo, envejece.
Trenes distantes, voces, hasta campanas suenan.
Nada ha pasado.
…
CUANDO
TENGAS GANAS DE MORIRTE
Cuando
tengas ganas de morirte esconde la cabeza bajo la almohada y cuenta cuatro mil
borregos. Quédate dos días sin comer y verás qué hermosa es la vida: carne,
frijoles, pan. Quédate sin mujer: verás. Cuando tengas ganas de morirte no
alborotes tanto: muérete y ya.
…
Entonces se enviaban suspiros en las rosas,
besos-palomas de balcón a balcón.
Pero la sucia noche revolvía alfileres,
sábanas, rezos, cruces, luto de amor.
Caras agrias, en sombra, el deseo encendió.
(Cuántos hijos tirados en paredes,
pañuelos, muslos, manos, por Dios!)
muro de agua, la angustia, se levantó.
Humo rojo en mis venas. Transfigurado cielo.
De polvo a polvo soy.
…
TU
NOMBRE
Trato
de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de
decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a
las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de
ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con
todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre,
vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de
amanecer.
…
ME DOY CUENTA DE QUE ME FALTAS
Me doy
cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero
todo es inútil. Cuando me quedo solo me quedo más solo solo por todas partes y
por ti y por mí. No hago sino esperar. Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo y no estás y no has llegado y me quedo dormido y
terriblemente cansado preguntando. Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto
a mí, haces falta. Puedes empezar a leer esto y cuando llegues aquí empezar de
nuevo. Cierra estas palabras como un círculo, como un aro, échalo a rodar,
enciéndelo. Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, en mi garganta
como moscas en un frasco. Yo estoy arruinado. Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.
…
LOS AMOROSOS
Los
amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más
insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los
que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos,
solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada,
pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga
perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los
insaciables, los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos. Los amorosos son
la hidra del cuento. Tienen serpientes en lugar de brazos. Las venas del cuello
se les hinchan también como serpientes para asfixiarlos. Los amorosos no pueden
dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los
ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sábana y su
cama flota como sobre un lago. Los amorosos son locos, sólo locos, sin Dios y
sin diablo. Los amorosos salen de sus cuevas temblorosas, hambrientas, a cazar
fantasmas. Se ríen de las gentes que lo saben todo, de las que aman a
perpetuidad, verídicamente, de las que creen en el amor como una lámpara de
inagotable aceite. Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no
irse. Juegan el largo, el triste juego del amor. Nadie ha de resignarse. Dicen
que nadie ha de resignarse. Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrás de
los ojos, y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se
despiden dolorosamente. Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, a
mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, a arroyos de agua
tierna y a cocinas. Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no
aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida.
…
¡QUÉ RISUEÑO CONTACTO!
¡Qué
risueño contacto el de tus ojos,
ligeros
como palomas asustadas a la orilla
del
agua!
!Qué
rápido contacto el de tus ojos
con mi
mirada!
¿Quién
eres tú? ¡Qué importa!
A pesar
de ti misma,
hay en
tus ojos una breve palabra
enigmática.
No
quiero saberla. Me gustas
mirándome
de lado, escondida, asustada.
Así
puedo pensar que huyes de algo,
de mí o
de ti, de nada,
de esas
tentaciones que dicen que persiguen
a la
mujer casada.
…
NO HAY MÁS, SÓLO MUJER
No hay
más. Sólo mujer para alegrarnos,
sólo
ojos de mujer para reconfortarnos,
sólo
cuerpos desnudos,
territorios
en que no se cansa el hombre.
Si no
es posible dedicarse a Dios
en la
época del crecimiento,
¿qué
darle al corazón afligido
sino el
círculo de muerte necesaria
que es
la mujer?
Estamos
en el sexo, belleza pura,
corazón
solo y limpio.
…
ES LA SOMBRA DEL AGUA
Es la
sombra del agua
y el
eco de un suspiro,
rastro
de una mirada,
memoria
de una ausencia,
desnudo
de mujer detrás de un vidrio.
Está
encerrada, muerta -dedo
del
corazón, ella es tu anillo-,
distante
del misterio,
fácil
como un niño.
Gotas
de luz llenaron
ojos
vacíos,
y un
cuerpo de hojas y alas
se fue
al rocío.
Tómala
con los ojos,
llénala
ahora, amor mío.
Es tuya
como de nadie,
tuya
como el suicidio.
Piedras
que hundí en el aire,
maderas
que ahogué en el río,
ved mi
corazón flotando
sobre
su cuerpo sencillo.
Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 25 de marzo de 1926-Ciudad de México; 19 de marzo de 1999) fue un poeta y político mexicano, reconocido como uno de los grandes poetas mexicanos del siglo XX.
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