Cuando tu
lengua escarba mi cuerpo lacerado
que fue tan
sólo tuyo durante un tiempo espeso,
inmortal y
perfecto.
Entonces tú
terminas y yo comienzo a amarte.
Cuando he
rugido cóncava debajo de tus piernas,
y has dejado
un reguero de sal y hierbabuena
sobre mi
piel reseca.
Entonces tú
terminas y yo comienzo a amarte.
Cuando la
luz se apaga y tu cuerpo se queda
tendido y
olvidado entre blandas semillas.
Entonces tú
terminas y yo comienzo a amarte.
* * *
He dispuesto
en mi rostro surcos inconfundibles.
Me he puesto
el delantal de luto
y me he
dejado ir al borde de la acera.
(Hay un
banco vacío en el que me he sentado
para morir
un poco y de una muerte rara.)
Pienso en
cómo te quise.
Yo no voy a
aclararte de dónde me ha nacido
este dolor
que crece a golpe de tristeza.
Pasa gente.
Hace ya
mucho tiempo que no te explico nada
porque hace
mucho tiempo que perdí la esperanza
de envejecer
contigo.
Es domingo.
(El perro es
otro espacio.
Una muerte
distinta en medio de la calle.)
* * *
No pronuncio
tu nombre por miedo a ver la herida
y el golpe
de la sangre.
No digo las
palabras que debiera decirte.
Te miro.
Te contemplo.
Te observo.
Ojeo las
esquelas y el tiempo de las nubes.
Luego digo
algo inútil,
mágico,
irreparable.
Digo cosas
curiosas como decir:
qué tal,
hace calor, te quiero,
anoche he
deseado tu cuerpo nuevamente.
Pero nada se
oye dentro de las paredes.
Tú me miras
inquieto,
decidido,
cobarde.
(Mi corazón
empieza a deslizarse
por la suave
pendiente de tu pelo.)
* * *
Recuerda que
la lluvia cayó porque yo quise
y porque tú
quisiste me miraste al espejo
y me
encontraste hermosa de verde y gabardina.
Recuerda que
lloraste cogido de mi mano
y yo llené
de besos tu infancia despoblada.
Recuerda que
la noche llegó porque yo quise.
Y te miré a
los ojos,
y te besé
las manos,
y preparé tu
ropa y el plato de naranjas.
Pero tuviste
miedo.
Un miedo
huraño y torvo.
Un miedo con
relojes.
Recuerda que
fue cierto.
* * *
Recuerdo el
amor que me nacía al tiempo de la lluvia.
Recuerdo los
baúles y las colchas de hilo,
las flores
de lavanda volando por espacios abiertos y felices,
aquella
despiadada multitud de grillos debajo de las lápidas,
y tus besos,
pan y aceite, detrás de los postigos.
Recuerdo
aquellos días cuando tú me besabas
tras las
torres caídas del castillo y las olas.
Y recuerdo
las noches naufragando tu cuerpo
en aquella
penumbra universal del hambre.
Yo entonces
era otra.
Pero no he
renunciado ni al amor ni a la herida.
* * *
Sabía que
vendrías.
Que tu barca
de acero encallaría en el fondo
entre las
plataneras.
Que subirías
la cuesta hilada de mocanes
por aquel
caminito en forma de culebra.
Que primero
llegaría tu cabeza,
luego el
cuello,
los hombros,
tu espalda
contra el risco y los dragos del lomo,
el beso
adormecido.
Te quiero,
me dirías.
* * *
Ya nunca
volveremos al viejo paraíso donde nace la lluvia,
donde huelen
a alfalfa cortinas y manteles.
Ya nunca
volveremos a medir la distancia
que queda
entre las ramas del drago florecido.
Ni a remover
la tierra,
ni a regar
los maizales,
ni a pintar
las ventanas,
ni a recoger
el agua en cubos transparentes.
Ya nunca
vendrá el frío
a llenarnos
el pozo de zarzamora verde.
Ni volverá
tu boca a dejar en la mía el sabor de la almendra.
Elsa López: Poeta, prosista y novelista española
nacida en Santa Isabel de Fernando Poó, Guinea Ecuatorial, en 1943.
Doctora en Filosofía Pura,
Antropóloga y Catedrática de Filosofía, ha ejercido la docencia desde 1965.
Ha sido Presidenta de la
Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, organizadora y miembro del grupo poético
literario La Ortiga, fundadora y directora de Ediciones La Palma en Madrid y
organizadora y coordinadora para el Gobierno de Canarias de los proyectos El
Papel de Canarias y Memoria de las Islas.
Actualmente es directora de la
Fundación Antonio Gala.
Su producción poética se inició
con el poemario «El viento y las adelfas» en 1973, al que siguieron
«Inevitable Océano» en 1982,
«Penumbra» en 1985, «Del amor imperfecto» Premio Internacional de Poesía
“Ciudad de Melilla” en 1987, «La
Fajana Oscura», Premio Internacional de Poesía “Rosa de Damasco” en 1989,
«Cementerio de elefantes» en
1992, «Al final del agua» en 1993, «Tránsito» en 1995, «Mar de amores»
XII Premio Nacional de Poesía
“José Hierro” en 2002 y finalmente «Quince poemas de amor adolescente»
en 2003.
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