jueves, 24 de marzo de 2011

Hernán Vargascarreño / Colombia


Hernán Vargascarreño (Zapatoca, Colombia, 1960). Poeta, traductor y editor. Docente de literatura egresado de la Universidad Industrial de Santander. Creó y dirigió en Santa Marta el programa nacional Poesía Mar Abierto (1991-2007). Dirige la revista de poesía Exilio. Se desempeña como docente en el distrito de Bogotá. En el 2008 coordinó el taller de poesía de la Casa de Poesía Silva y en el 2009 el Taller de Crónica de la Memoria del Ministerio de Cultura.
Libros publicados: País íntimo (2003), Piedra a piedra (2010) y sus traducciones al Castellano Almenas del tiempo, de Edgar Lee Masters (2003) y ¿Quién mora en estas oscuridades?, edición bilingüe de Emily Dickinson (2007).
Entre otras, ha recibido las siguientes distinciones: Becado por el Ministerio de Cultura en la modalidad de creación literaria (1999); Premio Nacional de Poesía Antonio Llanos (Biblioteca Centenario, Cali, 2000); segundo finalista en el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá IDCT (2002); Premio Nacional de poesía sin banderas de la Casa Silva (2003); Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango (2010). Correo electrónico: poetasalexilio@gmail.com


Poemas del libro Piedra a piedra, Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango 2010


Piedra a piedra,
palabra a palabra

Sola, insegura, apremiante palabra,
casa sin atavíos.
Rafael Cadenas

1
DE PRONTO UNA PALABRA rompe su silencio y
despelleja sobre los hombres su grave desnudez.
Se abalanza sobre lo suyo y hace mella.
Horada alguna dicha ha tiempo olvidada
y nos regresa a la falsedad de la esperanza.
Creemos entonces ser felices.
Ha hecho lo suyo la infeliz palabra.

2
CIERTAS PALABRAS saben esconder sus alas
-temerosas de los hombres, claro está-
Sellan en su canto inoído
el visaje de secretas escrituras.
Guardan lumbre
para otros tiempos más aciagos
ante la oscuridad que las acosa.
Nunca dicen nada, y su santo y seña
es el aire mudo e inmóvil.
Por su aspecto, tremolante e invisible,
solemos confundirlas
con una vaharada de los dioses.

3
CADA PALABRA lleva lo suyo,
una especie de eco profundo
que ha viajado con los siglos,
un testigo pétreo
de la desolación de los hombres,
algo así como un fantasma
marmóreo del tiempo.
De pronto,
una simple pasión,
una bandera, un sueño,
estallan todo su pasado
y exhiben ante nosotros
el vaciado de sus vísceras
como única defensa.
Nada hemos dejado de ella
si pretendemos recogerla.

4
HAY PALABRAS
que hacen sombra,
como nube, árbol, casa…
Otras hacen pena o destierro o desamparo.
También hay
las que guerrean, atacan y destrozan.
O las que muerden, pujan, acarician…
Solo hay que pronunciarlas.
Nada más.

5
LA FELICIDAD de los dioses
ha de estar dada
por la ausencia de palabras.
Las nuestras,
míseras, soterradas, valentonas,
no hacen más que alejarnos de su reino.
En vano levantamos
estancias, murallas, rencores,
cualquier tipo de encierro
que asile nuestras miserias
y sirvan de trampa a las palabras.

6
CUANDO SE LANZA una piedra
también se lanza la palabra piedra.
Cuando se besan otros labios
también besamos la palabra labios.
Cuando la angustia tiembla
en nuestro pecho
también tiembla la palabra angustia.
Cuando vislumbramos la muerte
ya somos la palabra muerte.

7
UNA PALABRA dice lo suyo.
Otra le contradice secamente.
Una más se solidariza con la primera.
Otra duda de las dos.
Aparece una que solo las observa a todas.
Luego llegan otras a curiosear
y otras más se plantan ante la escena
esgrimiendo sus cínicas sonrisas.
Pasados solo unos momentos
ya todas opinan libremente del bien y del mal,
y cada una acepta el cinismo de la otra
solo por la certeza de su propia orfandad.

8
LA PALABRA guijarro
parece un poco olvidada
y la hemos abandonado
a las aguas de sus ríos y riberas.
La palabra poema
cada día está más confinada
al tiempo de los libros.
Podemos unirlas para unir sus fuerzas:
Un poema es un guijarro,
pequeño canto rodado
alisado y redondeado
a fuerza de rodar impulsado
por las aguas del tiempo.

9
NADA,
es una palabra llena de sí misma.
También es una ambigua tentación
que a menudo nos encanta
con sus inaudibles cantos de sirenas.
Escribimos para engañarla,
para no caer en ella.
Eso creemos.

10
SE PUEDE COSECHAR una palabra
como un buen rencor.
Es posible que la palabra reloj se mueva,
pero su tiempo es inmóvil.
Hay algo indescifrable en la palabra enigma,
pero una vez resuelto, el enigma es más profundo.
Todos gritan una sola palabra al unísono,
pero cada uno, míseramente, reclama lo suyo.
Un misterio no develado yace en la palabra misterio.
Cuando descubrimos la desolación del hombre,
comprobamos lo animales que somos
de mudas y estériles palabras.
Piedra a piedra, palabra a palabra
hemos levantado las más oprobiosas ignominias.
Piedra a piedra, palabra a palabra,
también las hemos sabido derrumbar.

martes, 22 de marzo de 2011

Cinzia Ricciuti / Venezuela


Cinzia Ricciuti, nació en Caracas, Venezuela, pero no tiene patria.
Es Intérprete Público, traductora y profesora. Ha participado en el Taller de Escritura Creativa dictado por el escritor Fedosy Santaella, en el Taller Escribas con el escritor Israel Centeno y en el Taller de poesía del poeta y ensayista Armando Rojas Guardia.
Ha leído sus poemas en variadas lecturas públicas desde el 2007 hasta la actualidad. Algunos de sus textos han sido publicados en las revistas electrónicas Letralia, La Casa Azulada y Los Hermanos Chang.
Desde 2006 lleva el blog http://verdadesqueasoman.blogspot.com/.

STORM
Diez minutos de viento poderoso
pocas gotas
la sorda amenaza de los truenos

luego
todo el peso
de la calma
de nuevo

en este trópico
hasta las tormentas
se han vuelto perezosas

breves
como sus hombres.


FLASHBACK
Todo lo intento:

la voluntad de ceguera
la nariz en clausura
los sonidos sordos
la zozobra de la castidad.

En la lucha y en la fuga
busco el olvido falso de mí.

En el espejo
la niñez me reclama.


INTENTOS
Adhiero el cuerpo al piso
para no caer
para no volar

se hace vano

igual caigo
igual vuelo

DEL BUDISMO QUE NO TENGO
Sentada
en posición de loto
escribo

de no ser por
el cigarro
la desnudez
y estos ojos
prendidos de ganas
sería una monja zen.


LUGARES
Tengo tres mil años de guerras
almacenados en las venas.

Me gesté en un lugar
de aceitunas y uvas
templos y vejez.

Siempre anduve
en el hablar de las miradas
y los labios cerrados
en los hornos de piedra
las abuelas de manos ásperas
cabello blanco hasta la cintura
recogido en moños de trenzas espirales.

A veces amanezco en latín.

La tierra de la que vengo
no conoce de incertidumbres
a los muertos se los entierra
en el mármol
y se los llora para siempre.

Vivo en un sitio ahora
que no sabe de estrategias
que flota entre las formas
y no se halla.

Vivo en un sitio niño.

domingo, 20 de marzo de 2011

Andrés Cisneros de la Cruz / México


Andrés Cisneros de la Cruz. 1979, Ciudad de México. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM y Comunicación Social, en la UAM. Ha publicado los poemarios Vitrina de últimas cenas (2007), No hay letras para escribir tu epitafio (2009) y Como la nieve que dejan los muertos (Ediciones Pasto Verde, 2009, Poesía sin Permiso, 2010). Obtuvo el segundo lugar del Certamen Relámpago Internacional de Poesía Bernardo Ruiz (2008), mención honorífica en el Concurso Nacional de Poesía Jaime Sabines (1999) y otra mención en el Concurso Nacional de Poesía El Laberinto (2004). Creador y organizador del Torneo de Poesía Adversario en el cuadriláterO desde 2007, a la fecha. Y compilador, junto con Adriana Tafoya, de la antología de poesía independiente y sus editoriales 40 Barcos de Guerra. Ha sido incluido en diversas revistas y antologías nacionales de España, Portugal, Nicaragua y Argentina. Actualmente es editor de la revista y editorial VersodestierrO.


Del arte de construir lámparas oscuras

De la magia que da brillo a cada cosa
De cada radiación invisible al espejo cuántico detrás de los párpados
del lenguaje que reúne las cosas y las engrana en un solo ritmo
sin corromper su música
Del color que se desprende de la boca cuando dices despierta
del griterío sin proporción de las hojas cuando son aniquiladas
por tus pies desnudos de niña:

del canto secreto en cada cosa
quiero hablarte
y componer esta dulce canción que te provoque a sentir
las frecuencias que dilatan nuestras emociones:
estructuras brillantes del más profundo néctar en el núcleo de los pensamientos.
De una lámpara que abre el camino del sueño
mientras la mirada obscurece para elevar el telón de la Noche que existe
en la esfera humeante de los ojos cuando duermes.

La encontrarás en cada ruido, en cada gota de agua, cada pupila o duda
en el pabilo de la velas muertas
o en el hueco que deja la sombra cuando la luz se asienta sobre la cama.

Recuerda hija que las cosas no deslumbran porque rocen en ellas las pelusas del sol
sino por la sombra de los átomos
que cosquillea, tanto, su materia
que parecen distintas
para quien las mira con ojos cerrados.

Encuentra esta lámpara
que greca el limbo y el tálamo
y cuando lo hagas verás la substancia negra de la cual brota
toda luz que cabe en un millón de años
y entenderás al mar tejiendo el manto de la tierra
con los dedos de su espuma.

Las materias hermosas yacen en la penumbra latiendo.
Al amanecer pierden la forma que guardaron por la noche
y brindan su apariencia a la reflexión sumisa de la luz.
La luz borra los relieves que la verdad surca en ellas
un laberinto de signos, trazos que forman el alfabeto
de lo que se lee con las manos
y no con el efímero corazón de la retina.

Embelésate Manon cuando abras la mirada
y sientas a la nieve tocarte con mano fría
No recuerdes la luz que ciega al recién nacido
—sino el dolor hermoso del que pare—
y ahí
te encontrarás —sola con tu lámpara oscura.
Cambiará la densidad del agua
y llegará el mar
pero tendrá otro nombre.


Ejercicio para demostrar de diversas formas la inexistencia de la locura

I

E infinitos son los ojos que delinean el círculo.
Sus párpados dan noche a la mirada, y la mirada apariencia de noche a las cosas.
Soy más o menos loco, pensó Pessoa,
y el cuajo envolvió al ojo, y se abrió la puerta ¾hacia la cuenca del miedo.
Alcanzar a percibir (¿esto?) es dejar de caminar en
esta calle con piedras cuadradas(?)
flechas que avanzan arriba-abajo. ↔ Roturas
De qué admirable criptografía nació este vicio
de vivir en ciudades, de medir la vida en metros cuadros,
meterla en cubos de diez por diez, en la coladera que ahí enfrente está
succionante: extractor de pensamientos que todo lo convierte en tierra.

Así,
el hombre que (duerme? en la barra) extiende su brazo
y me enrolla la mano, me saluda con un espira que forman nuestras manos (lalpuléahuli ¾dijo)
es un gesto de igualdad trata de explicarme

¿y es igualdad lo que me enseña?

(entonces)

es mandala
om dice
om naciente

Estoy en la ventana para ver lo que vive en penumbras antes del amanecer.
Aunque resulta siempre es a mí a quien miran sedentario esos nómadas
que caminan hacia la muerte.

Pero al final ellos entran y toman asiento, trabajan.
Luego toman un descanso. Y salgo a caminar ─hacia el nicho.
Al mismo punto del que ahora parto. Y trabajosamente aprendo
a entender que un día no volveré a este sitio.

Ese mundo (no luz/ no tiempo/ no materia)
que vemos cuando dormimos es la Casa eterna de nuestro reposo.
Lo demás continúa infinito su camino.

II

Hay quienes piensan en la Locura e incluso se asumen locos.
O loco piensan al kamikaze que se colocó 10kg de explosivo
y se repartió como pan en boca de los escépticos.
O (loco) también al de lenta mente
con daño cerebral
porque (simplemente) nació para morir
sin posibilidad de evitarlo (es tan dura la vida para quien lucha contra la muerte)

Santa Locura
¾que nos salvas de un mundo peor¾
rezan los padres-hijos
estos exhibicionistas que copulan en el metro
o aquellos que toman sólo el alimento si ha sido cocido
o prefieren degustar muertos frescos, vegetales
a cadáveres de carnosos mamíferos.
Cuán locos están todos.
Los acaparadores del poder
paranoicos de que un día volteemos
a verlos, y decidamos que son unos pobres dementes.
Se enferman pensando en qué habrá de sucederles si la locura
se apodera de este mundo.
Y lo salvan incluso ¾una y otra vez¾ seguros
destrozan a los niños esquizoides de países iracundos
incapaces de sanarse con la risa
y todo por culpa de los excéntricos, no parafílicos, que vienen a destruir el mundo.

También están los que comen insectos, piel de sombra
o que empeñan su vida en salmos para ser consentidos por la mano
que les acaricia el lomo:
los que dejan de comer para ser un Tigre.

Qué felicidad la de los cuerdos
desnudos todos en el tranvía riéndose, con tabaco en mano,
de todos los locos que afuera se agarran a golpes con cerdos de botas.
Es tan graciosa esta función donde los desequilibrados
son incapaces de amar, tenderle la mano al Misterio
o recibir, puño con puño, la gracia de los desconocidos,
maniáticos incapaces de dar un beso
por miedo a ensuciarse la boca
con el labial de la vida.

viernes, 18 de marzo de 2011

Luciana Martín / Argentina


Luciana Martín, escribe básicamente poesía, pero también algunos cuentos y relatos, varios de los cuales ha publicado en diversas antologías y con muchos de ellos ha participado de festivales y certámenes. Es argentina, y vive en Hurlingham, prov. de Buenos Aires, Argentina, donde enseña en escuelas tratando de sembrar amor por la literatura. Correo electrónico: latecnicadelospajaros@yahoo.com.ar


En mi noche de descuido

Seguir a Laura por aquel pasillo había sido un error. La música amarilla salía por las orejas de los hombres dibujados en cada carozo de durazno de la mesa. Había un avance y un retroceso de espejos viscerales que anunciaban la llegada del primer plagio del hombre.

Pero Laura tenía esa risa y esa forma de pedir palabras, que seguirla y encandilarme con su pelo eran una sola cosa. Por otra parte, los coros de elefantes infantiles ya se habían enamorado de ella, incluso mucho antes de mi beso y mi descuido. Y ahora miraban de fondo mi mano en su cintura.

Aún así me dejaba llevar por el gesto de las arañas en el techo. Y porque ya había tenido tanto de angustia elemental que su sonrisa diciéndome “es la puerta” era un gusto natural con que mi vocación de suspiro en la cornisa encontraba la forma del descanso y de la siembra.

Y para entonces sus labios en los míos, y alucinada sensación en la garganta. Su boca en mi cuello, en mi mano, en mi sexo, y la sabia decisión a la puerta del estómago. La humanidad de cada uno de sus gestos rechinaba en mis pupilas, y me hacía más mujer y más ambigua.

Cuando sus piernas se abrieron y los espejos de colores comenzaron a bajar hasta mi hombro, sentí la noche del erizo en mis rodillas, y un súbito espejismo de destino pasó volando por la ventana, que Laura cerró para que volviera a mirarla.


Tiene formas enormes

Tiene formas enormes. No es que manopiernaoreja, pero mira. Entonces en el aire los colores beben lluvia y hay un orden perfecto en cada oído recostado entre la hierba. Porque es mi piel la que tirita alevosía, emblandece el paladar y se hace cóncava esperando el tacto suyo. Es mi piel y la cornisa de mi cuerpo lo que aspira a su mirada.
Tiene formas enormes porque el mundo de sus ojos reflejados en los míos da sabor a centro eterno de placer y heroica noche, cuando ella entre mis brazos, cuando yo ya en sus axilas. Ella ha sabido conocerme y darme cuerpo. Ella ha hecho de mis días lo que hace que los hombres sigan fuertes y viviendo. Me trazó un relato. Me ha imantado a la memoria de otras voces que me hacen. Me dio nombres y sonidos en el juego identitario que tuvo como obsequio. Me hizo conocer el hielo, el sol y el centro amarillo de los ruidos de la noche.
Tiene formas enormes que hoy apenas casi veo. Hay que sacar el párpado en la arena, el polvo como capa, la imagen que oscurece. Para verla, porque sigue estando erguida en su tierra de colores. Sigue haciendo que haya vida y razones y sonidos. Sigue enorme. Yo atrapada en el barro de la historia, moviendo muy de a poco cada plétora en pantano, donde vivo como puedo sin de ella casi nada. Su rostro allí en la orilla. Su rostro recompensa. Mi mano en su recuerdo. Formas enormes que vuelven todo bello hoy están del otro lado del círculo en que yo, reina recortada, pierde su rincón de cielo.



miércoles, 16 de marzo de 2011

Luis Oroz Rodríguez / España



Luis Oroz, (España-Madrid 1972). Poeta autodidacta nacido en Madrid y residente en Porto Cristo (Mallorca).
Ha sido antologado en los libros; Experimento poético “Educarte 2007”, Antología de Poetas Alaire, “Editorial Alaire 2008”, Poemas en canal “Ediciones tres fronteras 2008”, Universos diversos “Editorial Alaire 2009”.
Ha sido a su vez galardonado en varios certámenes poéticos entre los que destacan: el II certamen de poesía “Poemas sin rostro” 2006, Murcia, Premio Ágora en el VI premio “Francisca Adrover” 2007. Palma de Mallorca, Finalista en los Premios Gerardo Diego, ediciciones 2008 y 2009, o el Premio Nacional de Poesía en el XV certamen Literario San Jorge, Albacete 2010.
Ha sido publicado en diversas revistas literarias a lo largo del territorio Español.



DICEN

Dicen que los recuerdos son semillas
que crecen en la tierra de lo que ya no existe,
que necesitan tiempo, que se hidratan
con la humedad de la melancolía.

Dicen que son tardías, que maduran
con la caricia de otro sol más cálido,
que se agarran al pecho
cuando el cuerpo se tropieza en el hueco de un minuto vacío,
que perfuman al triste
y que nutren al hombre que se muerde las uñas.

Dicen que la memoria
solo espera el sabor que la devuelva
a ese lugar en donde nunca estuvo,
que no puede moverse
cuando sujeta el peso de las cosas que pasan.

Yo sé, como tú sabes, que todo es relativo,
que el argumento cae
como el orgullo que atraviesa el puente de nuestra soledad.

Porque recuerdo el beso de las 7
con la profundidad del que se siente calladamente lejos.

Y son las siete y cinco…
y no te has ido.

- - - -
CALLAR LOS OJOS Y ESCUCHAR QUE EXISTES

Callar los ojos y escuchar que existes.
Buscar donde no late el corazón latente de la búsqueda.
Recoger los escombros del deseo
y construir con ellos un recuerdo de arena.
Vivir bajo la vida, concedernos
una tregua de luz.
Dejar que vuelen, elípticas, las palabras prohibidas;
las abejas que vuelcan en tu boca la miel de la memoria.
Hundir cada pregunta en la respuesta
de lo no sucedido
y llevarse a la tumba los bastones de alguna realidad
mientras palpamos el relieve de una noche distinta,
como ciegos
que observan desde el fondo sus secretos.

- - - - -

HABLANDO SOLO

Te descubres de nuevo hablando solo,

conversando contigo

mientras miran atónitos, los cuerdos.

Ha llegado la hora de enseñarles

que la locura es sólo el pentagrama

donde suena el murmullo de los tristes.

Escuchabas la lluvia...

mojabas tu razón con las preguntas

que, verticales, iban a tu encuentro.

Extendías los brazos

para tocar la esencia de la nada.

En ese sinsentido se agudiza

el único sentido de estar vivo.

El instante es un perro

que ladra su tristeza si le ignoras.

Por eso hablamos solos,

a veces con la voz en el exilio,

con todo el alfabeto que nos queda

escrito en un renglón de la mirada.

Jamás tendrá el humano

excusa más cabal para estar loco.

lunes, 14 de marzo de 2011

María Ramírez Delgado / Venezuela


(Los Teques, Venezuela, 1974) Ha publicado en poesía: Navajas sobre la mesa, (bid&co, editor, 2009), Quemaduras (Grupo Editorial Eclepsidra, 2004) y En el barro de Lesbos (2002); y en narrativa: Éramos malos y otros textos agrios (2002), también ha sido publicada: La mujer rota (Letralia Editores, Guadalajara - México, 2008) entre otras antologías. En 1999 se estrenaron en Caracas sus textos teatrales El sabor de las uvas verdes y Punta de Piedras.

El poeta colombiano Juan Manuel Roca al hablar de su poesía ha dicho: “está hecha de feroces desgarraduras, de pálpitos y ensalmos, de una relación de hechos reales y surreales puesta en la balanza de su palabra. Por momentos se adentra en territorios evanescentes, por instantes se cobija con la fijeza de un instante, de un tiempo que sostiene evocaciones pinchadas más que en la rueca del sueño en un cruel alfiletero de mariposas, de alas truncas”.


Sin apelaciones.

A Chantal Sébire*

Enganchados en el borde de la cama se alimentan los sueños de la inexistencia.

Por última vez habrás doblado cuidadosa la cobija que te regaló tu madre, por última vez habrás regado las plantas y sentido el frío de la obediencia, la amargura de las pastillas, la inútil radiación es el camino a la ceguera.

Frente al espejo ya no puedes ver tu propio monstruo atormentado. ¿Alguien puede comprender el incurable sabor de la sangre? El peso de tu rostro es una manzana reventada e hirviente en el aire. Entonces, tus días son indestructibles. ¡Cuánto espanto pueden engendrar!

El consuelo no está, los tribunales escriben pequeñas degeneraciones, incurables sentencias como sonrisas desmembradas se tragan el silencio y cierran las puertas con el miedo.

Esperas quieta y efímera la desfiguración del no. Por eso, esta tarde, sin apelaciones, doblarás la eutanasia, la respiración se hace lenta, la colocarás lentamente sobre la mesa, sola, intocada, cesará al fin el dolor.

De: Navajas sobre la mesa


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Navajas sobre la mesa

Vamos a poner dos navajas sobre la mesa.

Míralas y no permitas que el reflejo se te meta por los ojos, creerían que tienen derecho a enseñar la manera de herirnos o se inmiscuyen en como lacerarnos en el placer.

Cada una tiene dos pastillas en el corazón para devorarlas celosamente con el desayuno y antes de volver a la cama los domingos, edifican la costumbre atroz, desinteresada, de caminar como visiones.

Dos navajas hechas de tierra, olorosas a polen, la hermosura asustada tratando de escapar del cuerpo.

De: Navajas sobre la mesa


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A Carmen Rosa

Tu hombro desnudo
es el universo abierto
la ciencia aplicada al conocimiento de tu piel.
Tu hombro desnudo
pasa a ser caricia
sentido con textura de leche,
entrada abstracta de la luz al vacío
la constelación inexistente
construida a fuerza de pecas y lunares.
Tu hombro es mi repetición
dulce café de la mañana
principio curvo de la vida,
en tu hombro, yo.

De: Quemaduras


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sábado, 12 de marzo de 2011

Natalia Carbajosa / España


Natalia Carbajosa, Correo electrónico:

Página web: http://clubdepoesia.com/nataliacarbajosa/
Nacida en El Puerto de Santa María, Cádiz (1971).
Doctora en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca.
Profesora de Lengua Inglesa en la Universidad Politécnica de Cartagena.
He sido tutora de Literatura Inglesa en la UNED (Centro Asociado de Cartagena) y profesora de Literatura Inglesa en la Universidad de Mayores de Cartagena.

OBRA POÉTICA:
Los puentes sumergidos (Cartagena, Áglaya, 2000).
Pronóstico (Madrid, Torremozas, 2005).
Los reinos y las horas/Himeneo y sus nombres (Murcia, Editora Regional, 2006).
Prosopoemas, plaquette con siete poemas e ilustraciones de Ermes Meloni (Milán, Signum Edizioni d’arte, 2007).
Desde una estrella enana/Biografía elemental (Madrid, Editorial Poesía Eres Tú, 2009).
Inédito: Tu suerte está en Ispahán.


He prologado libros de María Teresa Cervantes, Maricel Mayor Marsán, Jeannine Alcaraz y Jesús Hilario Tundidor. Y he presentado a autores como Vicente Molina Foix, Gustavo Martín Garzo, Juan de Dios García, Luis Alberto de Cuenca y Dionisia García.

En 1995 fui cofundadora de la revista literaria Parásito (Salamanca), que se extinguió en 1998.


TENGO

Tengo dos ojos
tengo dos manos
tengo dos piernas
tengo un sexo
nocturno y de alborada
un techo bajo el frío
un jardín sobre el calor
tengo la luz del invierno del sur
la promesa brumosa del dócil verano
tengo un puerto de mar y he tenido
un pinar un río
una muralla
tengo
una herida intacta
que lamo sin sutura
para que no se pudra ahí debajo
tengo un amor como los de antes
de la guerra o el olvido
tengo sueños que no he vivido
sueños que no viviré
-también yo soy de su misma materia-
y puñados de horas muertas sin preguntas
y de horas multiplicadas
voraces horas-páginas
y páginas de tiempo sin dueño
sin espacio
que hablan la lengua extraña del origen
tengo la infancia otra vez
su pájaro azul revoloteando
en el cuarto de al lado
tengo una ira mansa
una serenidad siempre al acecho
una esperanza por lo que habrá de ser
y los que habrán de ser
aunque aún no exista y no lo sepan
tengo
la acedía de la soledad
y el sabor agridulce de tantos encuentros
cuyo último trago a veces yo misma
arrojé al foso de la ingratitud
tengo siempre que termino la certeza
de encontrarme otra vez en el principio
sólo de ella –la certeza- tengo miedo
no de mi oscura propensión
a escarbar en lo que borbotea
bajo el limo
tengo en mí más amiga que enemiga
desde que arrojé por la ventana
las muletas para almas ortopédicas
-lejana herencia sin fruto- tengo de cuándo en cuándo
el motín de mis obsesiones
las abejas pasajeras
la retina insobornable
de perro abandonado al borde de una calle
la adicción de los confines.
Tengo tanto y no pedí
tanto y no he merecido
que sólo este gozo he de apurar
-este dolorido gozo-
sabiéndome simple inquilina fugaz,
jamás y nunca propietaria de mi vida.

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AMOR

Un hombre y una mujer despiertan en la tregua
de la complicidad. Extraño sienten este
estar a gusto, tan otro el color
de su secular embozo
del de aquella polícroma pasión
inscrita ya del tiempo en el retablo.

Pereza súbita. Un llanto infantil
los acucia. Afuera, la mañana
reanuda su promesa diaria y abre claros
en el punto de fuga de la habitación.

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EN EL PROSCENIO

A veces pienso que el poema me rehúye
hoy mismo cuando
los dioses renacidos
de la última, reciente excavación
me lo exigen a voces desde el graderío
por mi parte
lo imploro llamo a Shakespeare
en mi ayuda Garcilaso
algún romance que de niña
me supe de memoria

entonces pienso que el poema es sólo un rastro
un surco de gaviota
rasgando del cielo
la monotonía y su reflejo en la tarima
sobre la que tiembla mi torpe no-decir
pienso que es hebra suelta
susurro
molinillo arrancado del aire
coreografía imprevista
de ropa tendida en la mañana

tal vez sea consuelo absurdo pero
me tranquiliza entonces
pensarme un actor mudo un rey
sin armiño
un recién nacido puesto al mundo
a su vocación de balbuceo
oh dioses
qué promesa de embeleso
cuando nos olvidan los poemas
cuando aún nos queda todo por decir

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ANTIRRETRATO

Digo padre, madre, hermanas,
y es tanto como decir lo que soy
y lo que no soy.

Digo esposo, hijas, algún día nietos,
y es tanto como decir lo que soy
y lo que no soy.

Digo cuerpo y a veces me reconozco,
a veces no.

Digo mente y me asomo
a un acantilado inmenso
no exento de zozobra
y no siempre habitado por mí.

Digo alma
y, ¿qué habré querido
decir?

Digo ráfaga
y soy.

SELECCIÓN DE POEMAS DEL LIBRO BIOGRAFÍA ELEMENTAL (Editorial Poesía Eres Tú, Madrid, 2009)