miércoles, 10 de abril de 2013

Piedad Bonnett



Asedio

                                    "Si te ponen miedo mis ojos ausentes, mis ojos noctámbulos,
                                                                                                              mis ojos dementes..."
                                                                                                                          León de Greiff


No me culpes.
Por rondar tu casa como una pantera
y husmear en la tierra tus pisadas.
Por traspasar tus muros,
por abrir agujeros para verte soñar.
Por preparar mis filtros vestida de hechichera,
por recordar tus ojos de hielo mientras guardo
entre mis ropas un punzón de acero.
Por abrir trampas
y clavar cuchillos en todos tus caminos.
Por salir en la noche a la montaña
para gritar tu nombre
y por manchar con él los blancos paredones
de las iglesias y los hospitales.
Hay en mí una paloma
que entristece la noche con su arrullo.
Mi noche de blasfemias y de lágrimas.
*****
Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha.
ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo,
ni la grata canción del antiguo trovero enamorado,
ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo,
ni esta luna que brilla con brillo de alcancía,
ni tu nombre por otros pronunciado,
ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria,
ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos,
ni las noches insomnes,
ni tu dulce retrato mentiroso,
ni el tiempo, -ese falsario de mil rostros-
pueden calmar mi pena de no verte.


 
Certeza

                                             "Siempre hay paz en la certeza..."
                                                                             Truman Capote


Hasta el fondo del vaso
desde tu oscuro fondo
caían las palabras
difíciles
amargas
caían como gotas espesas y brillantes
que iba sorbiendo el tiempo

como arena finísima
caían
haciendo un agujero
en mi mano extendida

y cada gesto
era ya para siempre

ideograma de tintas visibles
de un idioma
que iba olvidando mientras lo aprendía

y el instante nacía cada vez
para morir
en memoria y en fuga de presente.

Tenerte era perderte.

No tenerte
es esperar
confiada
que no llegues.
*****
Otra vez sales de mí, pequeño, mi sufriente.
Otra vez miras todo con mirada reciente,
y llenas tus pulmones con el aire gozoso.
Ya no lloras.
El mundo, de momento, no te duele.
Todo es tibio esta vez, caricia pura,
como una prolongada primavera.
Ignoras
mi útero vacío, mi sangrado.
Desconoces
que el grito de dolor de parturienta
va hacia adentro y se asfixia, sofocado,
para que no trastorne
el silencio que ronda por la casa
como una mosca azul resplandeciente.
Mis manos ya no pueden cobijarte.
Sólo decirte adiós como en los días
en que al girar, ansioso, tu cabeza,
mi sonrisa se abría detrás de la ventana
para encender la tuya. Cuando todo
era sencillo transcurrir, no herida,
ni entraña expuesta, ni desgarradura
 
Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951) es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes y profesora de esta Universidad desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado ocho libros de poemas y cuatro novelas.
 
 

viernes, 6 de julio de 2012

1era Parada Poética en el Jaleo























PLAZA DE CHACAO


Ella tenía un libro

Un libro entre sus labios

Y no sabía que estuvo garabateado desde siempre

Para ella

Ni que sus poses se ensayaron a partir de su cabeza recostada

Ni que su voz fue sugerida tantas veces

Ella no sabía

Que preguntaron por su nombre a los amigos

Quienes jamás llevaron los recados

O miraban para otro lado

Porque nadie glosa las iniciaciones del trato ajeno

Porque su credo son los mares separados

Y las vacaciones en junio

Por eso no entienden que se puede sonreír extrañando

Con MacArthur Park de fondo

Frente a bardas de estraperlo

Tu nombre fue curioseado

Tu piel comprendida

Y de tarde te ayudaron a brincar un abismo de envidias

Ahora

Esas manos que no te sirvieron hojas de té tibias

Ni una plegaria de gloria

Hacen antesala para circular tus nudillos

Para dar vueltas a ese mundo

Para devolverte allí

A las gradas que mudando a colores verdes

Nos dejan decir lo que significa

Estar destinados

JOAQUÍN ORTEGA

*****

EL COLIBRÍ Y LO IMPOSIBLE


Mi novia imposible

me pidió un colibrí.

A mi novia imposible

le gusta pedirme

cosas imposibles.

 No es fácil

atrapar al colibrí

que vuela inmóvil

en mi amor.

 Mi novia sabe

que el colibrí se sostiene

velóz y estático

en la fuerza de la nada

de mis alas reconstruidas.

Pero ella sabe también

que soy un hombre

que vuelve de la muerte

y que para los hombres como yo

lo heroico está en la humildad

de reconocer lo imposible.

Sin embargo, a veces,

mi novia y yo somos niños

y es allí

donde mi novia imposible

me pide nuestro colibrí,

a pesar de todo.

CINZIA RICCIUTI

*****

TRAZOS

 I

No escribes el poema

sino su nostalgia

su íntima penuria

 II

Espacios

entre el silencio

y esta palabra incierta

que se fuga

III

Blanco

en cada pliegue

en cada minúscula

hendidura

 IV

Palabra escindida

tu nombre

trazo apenas

V

Un tiempo

de silencio

hiere

la memoria

VI

Lenta

borrando formas

buscas lo claro

la línea inmensurable.

ANA MARÍA DEL RE

*****

OTRA VEZ A YOCASTA

Cuando muera, madre [porque tendré que morir antes que tú, para soportarlo] no llores, estés acá o más allá del país de la conciencia. Detente en el arco del vientre y nómbrame, para reconocerme, para saberme en tus labios, nuestra casa. Háblale al inerte cuerpo, dile del tintineo del reloj al que da cuerda mi padre desde entonces. Vuelca tu arrullo ese día inabarcable, sobre el llanto y arrópalo, entre tanto nos contraiga el naufragio. 

HÉCTOR VERA
*****
A veces ya muy noche

creo ver al amor como a la muerte

Juntos entran en el lecho blanco

y en duelo agudo guerrean sus dominios

Se lamentan palpitan

y exhalan el último suspiro

cuando llega la hora del éxtasis

SONIA CHOCRÓN

miércoles, 6 de junio de 2012

CADÁVER EXQUISITO JAMMING ERRANTE




Se remueven las emociones
Busco un Náhuatl  en las entrañas del tiempo
con la punta del lápiz
Sí, lo sé, sobre mí caerá un atardecer
El ajedrez de tu pecho se llora
y van ciegas las nubes, como barcas perdidas y la muerte del mundo cae sobre mi vida
No sé, tal vez, la herida vino y dijo lo que sin saber no podíamos escuchar ó
la palabra: principio y fin
perdida, pérfida, perdigón
están, ir, venir, sentir
busca en estas paredes tu palabra
envuelta en desnudo
vibrante, la miel viene a mis labios
cayendo por treguas inexistentes
y entonces me encontró la neblina
un pájaro que insiste en la cintura, levanta vuelo


Nota: Cadáver exquisito construido la noche del jueves 31 de mayo en el Ateneo de Caracas, por los poetas participantes y público en general

lunes, 4 de junio de 2012

Valeria Rodríguez


¿Por qué para ser feliz, es preciso no saberlo?
Fernando Pessoa

La pelota lo hipnotiza. Absorto la contempla como a una deidad. Sólo existen ellos: la grama, y un parque que aún huele a parque y sabe a verde. Su inocencia lo inmortaliza. En sus talones late el juego, sus zapatos amarillos amanecen en cada gol. En la cancha es gaviota y pez y gigante.

La ciudad ojerosa lo vigila en cada pase y se permite ser otro ser: lo vitorea, hace eco de su risa;
se recuerda feliz. Pero en Caracas, hay colmillos apostados en los huecos y monstruos viviendo en las alcantarillas.

En un segundo el juego se congela. La pelota enmudece, el niño ya no pertenece al parque, se pierde en manos ajenas, no ve colores, no entiende a esos hombres; pierde.

Y en treinta y seis horas,
vuelve a nacer.

Valeria Rodríguez

martes, 27 de marzo de 2012

PARTE / ENRIQUE SALUSTIANA


PARTE

Quiero un guerra con muertos,
fragmentos humanos,
vísceras.
Con misiles,
aviones bombarderos,
minas, metrallas.

Quiero dos bandos y sus aliados.

Soldados mutilados,
degustados sin aliento
por las moscas,
los perros,
los gusanos.

Quiero un festín de llantos putrefactos.
Ciudades devastadas,
selladas por las costras
cuyo coro ruega clemencia
ante el exceso.

Quiero el horror
defecando sobre aquel cuyos hijos
se los tragó un cálculo mal hecho.

Campos sembrados con cruces, lápidas,
en donde nunca germinarán las almas.

Quiero una guerra justificada en nada
pero guerra al fin.
Y no un fin de semana fallecido,
borrado en balas
cuyas bajas
superen aquellas de una estúpida guerra.


Enrique Salustiana

viernes, 23 de marzo de 2012

IDA GRAMCKO / COMPAÑÍA


COMPAÑÍA

Hay niños mudos en el mundo.
Hay niños ciegos en el mundo.
Hay niños sordos en el mundo.
No todos los niños pueden tener palabras, paisajes y
campanas sonando. Entonces, hay que detenerse un momento,
dejar el juego, el balón, el bullicio, y contemplar las
montañas, el mar, el oro del maíz para que se produzca
en nosotros un cálido silencio comprensivo.
Y hay que extender la mano suavemente, colocar un regalo
-no importa la envoltura ni el color del juguete-,
colocar un regalo sedoso o tintineante entre sus manos.
Y hacerlo con ternura. Inventaremos la caricia.
Así, habremos acompañado a esos niños.

IDA GRAMCKO

Quehaceres, conocimientos, compañías (1973)

miércoles, 21 de marzo de 2012

CADA POEMA / ALVARO MUTIS


CADA POEMA

Cada poema un pájaro que huye
del sitio señalado por la plaga.
Cada poema un traje de la muerte
por las calles y plazas inundadas
en la cerca letal de los vencidos.
Cada poema un paso hacia la muerte
una falsa moneda de rescate,
un tiro al blanco en medio de la noche
horadando los puentes sobre el río,
cuyas dormidas aguas viajan
de la vieja ciudad hacia los campos
donde el día prepara sus hogueras.
Cada poema un tacto yerto
del que yace en la losa de las clínicas.
un ávido anzuelo que recorre
el limo blando de las sepulturas.
Cada poema un lento naufragio del deseo,
un crujir de los mástiles y jarcias
que sostienen el peso de la vida.
Cada poema un estruendo de lienzos que derrumban
sobre el rugir helado de las aguas
el albo aparejo del velamen.
Cada poema invadiendo y desgarrando
la amarga telaraña del hastío.
Cada poema nace de un ciego centinela
que grita al hondo hueco de la noche
el santo y seña de su desventura.
Agua de sueño, fuente de ceniza,
piedra porosa de los mataderos,
madera en sombra de las siemprevivas,
metal que dobla por los condenados,
aceite funeral de doble filo,
cotidiano sudario del poeta,
cada poema esparce sobre el mundo
el agrio cereal de la agonía.

ALVARO MUTIS