viernes, 17 de septiembre de 2021

Clarice Lispector / (5 poemas )




 

 

 

No es que morir nos duela tanto

 

no es que morir nos duela tanto

es vivir lo que más nos duele

pero el morir es algo diferente

un algo detrás de la puerta.

 

la costumbre del pájaro de ir al sur

antes que los hielos lleguen

acepta una mejor latitud

nosotros somos los pájaros que se quedan.

 

los temblorosos, rondando la puerta del granjero

mendigando su ocasional migaja

hasta que las compasivas nieves

convencen a nuestras plumas para ir a casa.

 

Precisión

 

lo que me tranquiliza

es que todo lo que existe,

existe con absoluta precisión.

cualquiera que sea el tamaño de la cabeza de un alfiler,

no se desborda una fracción de milímetro

más allá del tamaño de la cabeza de un alfiler.

todo lo que existe es de gran precisión.

la pena es que la mayor parte de lo que existe

con esa precisión

es técnicamente invisible para nosotros.

lo bueno es que la verdad nos llega

como un sentido secreto de las cosas.

terminamos adivinando, confundidos,

la perfección.

 

Dios mío, dame el coraje

de vivir trescientos sesenta y cinco días y noches,

todos vacíos de Tu presencia.

Dame el valor de considerar este vacío

como una plenitud.

Haz que yo sea tu amante humilde,

entrelazada a Ti en éxtasis.

Haz que pueda hablar

con este vacío enorme

y recibir como respuesta

el amor materno que nutre y envuelve.

Déjame tener el valor para amarte,

sin odiar tus ofensas a mi alma y a mi cuerpo.

Haz que la soledad no me destruya.

Haz que mi soledad me sirva de compañía.

Haz que tenga el coraje de enfrentarme.

Haz que yo sepa quedarme con la nada

y aun así sentirme

como si estuviera llena de todo.

Recibe en tus brazos

mi pecado de pensar.

 

Dame tu mano

 

Dame tu mano:

Voy a contarte ahora

cómo he entrado en lo inexpresivo

que siempre ha sido mi búsqueda ciega y secreta.

De cómo he entrado

en aquello que existe entre el número uno y el número dos,

de cómo he visto la línea de misterio y fuego,

y que es línea subrepticia.

 

Entre dos notas de música existe una nota,

entre dos hechos existe un hecho,

entre dos granos de arena por más juntos que estén

existe un intervalo de espacio,

existe un sentir que es entre el sentir

—en los intersticios de la materia primordial

está la línea de misterio y fuego

que es la respiración del mundo,

y la respiración continua del mundo

es aquello que oímos

y llamamos silencio.

                                                

Más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de la mirada un aspecto, en las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy. En la punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí a donde voy. En la punta del pie el salto. Parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí a donde voy.

 

¿O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Yo os espero. Es allí a donde voy. En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra “tertulia”, y no sé dónde ni cuándo. Al borde de la tertulia está la familia. Al borde de la familia estoy yo. A la orilla de mí estoy yo. Es hacia mí a donde voy. Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad a donde voy. Mientras tanto, lo que hay es un sueño. Sueño fatídico. Pero después, después todo es real. Y el alma libre busca un rincón para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé sobre qué estoy hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre. Es hacia mi pobre nombre a donde voy. Y de allá vuelvo para llamar al nombre del ser amado y de los hijos. Ellos me responderán. Al fin tendré una respuesta. ¿Qué respuesta? La del amor. Amor: yo os amo tanto. Yo amo el amor. El amor es rojo. Los celos son verdes. Mis ojos son verdes. Pero son verdes tan oscuros que en las fotografías salen negros. Mi secreto es tener los ojos verdes y que nadie lo sepa. En el extremo de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. Pero la que canta. La que dice palabras ¿Palabras al viento?  ¿Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.

 

Yo a la orilla del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto. Oh, perro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente.

 

¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.

 

Clarice Lispector (Chechelnyk, Ucrania-  Río de Janeiro, Brasil)

Escribió su primera novela con 17 años “Perto do coração selvagem” (Cerca del corazón salvaje), pero no se publicó hasta 1944. Recibió el premio Graça Aranha. Después de publicar A maçã no escuro (1961), despertó el interés de la crítica que la sitúa, junto con Guimarães Rosa, en el centro de la ficción de vanguardia. Entre su obra destacan los cuentos Laços de família, A legião estrangeira (1964) y las novelas A imitação da rosa (1973), Água viva (1977), A hora da estrela (1977) y Um sopro de vida (1978).


jueves, 16 de septiembre de 2021

María Malusardi (12 poemas )

 


 

romperme en lo roto para romperme en la escritura y no manchar de gasas la belleza

 

Amor

qué haremos mal si el amor es una trampa

ineludible para morir un poco menos? beso

enfermo de rapto de camilla dos cabezas al

revés en una caja presiona lápiz enredo

póstumo de piernas el fin en el abrazo se

empecina no hay palabras para combatir el

desencuentro sólo cenizas qué pena oscura

desquicia el amor en este rincón manos que se

buscan


no cabemos en la vida cuando ya no cabemos en el lenguaje

el filo de la palabra tritura y amontona los restos cuando

intentamos decirnos el amor desnudo un peligro una rama

quebrada incendiándose hasta dejarnos ver aquello que

acabará con la compasión


Primera edad

Para Gastón Malusardi

 

se humedecen barquitos de papel en la tinaja

circo roto o la danza última en la arena no hay

violinista ni andén ni vaca al viento no hay

cierres ni regresos en la infancia sino una triste

continuidad en los trapos del muñeco sin

escena todo lo que flota es un juguete

desamparado: dónde ha quedado la niña?


con quién me peleo tan adentro que yo misma me echo del

lugar en el que vivo y sufro? cada sueño me revela algún

sinfín: la escritura del cansancio como caer en las alturas

donde no soy

          

 

no puedo quejarme de los huesos: la música se

ha enfermado en mí he roto la cuerda un acto

de confusión y de olvido miles de manos entre

sábanas    riéndose     intentaron     elevarme

sostenerme en la gloria me he dormido sobre la

escena no hubo tiempo para el desarraigo estoy

aquí: los dedos tiemblan cuando amanecen

sobre la madera intacta del silencio

 

y dónde queda la vida la errancia agazapada del error cuando al romper la copa se

derraman látigos y costillas sobre la misma arena donde nos amamos y 

dormimos como hijos muertos


las flores se amontonan sobre un libro es la

escena papel de los rosales se borran al

nombrarme al estallar se enredan el aire de mi

pelo se desgarra estropea mis pies la flor que

me despide rozo el invierno de los rostros

intentan retenerme forzarme alguien me

desnuda y trae a dvorák despacito calma los

dolores sabe: nadie como yo lo ha comprendido

nadie como yo le ha sacado idioma a las heridas


lo quebradizo del desastre es la luz cuando se apaga para siempre quién la enciende

 luego en el más allá y abandona la escritura? el desastre de lo quebradizo es la casa

 cayéndose en sintonía con el mundo la batalla aquí dentro: somos un hombre una

 mujer un gato y centenares de hormigas negras que cargan sobre sus lomos lo poco

 que nos queda de tolerancia: los muebles los alfajores las cortinas la sequía azul el

 violín aullando en nuestros ojos

 

cuando la casa cae y rompe nos decimos: debemos reconstruir primero aliviar

 nuestra tristeza luego reorganizar las partes no unir un pedazo de plato con la pata

 de la cama sino encontrar que nada de eso tiene solución que no hay amalgama en

 las diferencias crueles sino descompostura y vómito

 

en el fondo de la niebla donde es el crujir del

barro y la liviandad ha perdido su pureza la

niña pregunta cómo es que vamos a morir

nosotros si nos vemos nos queremos jugamos al

ciempiés pregunta: es el fin? como nadie hay

para inquirirme quedo allí suspendida en la

poesía


no hablo de exterminio ni de campos hablo de confrontaciones que horadan la

 simpatía el buen humor que chupan la sangre de los filósofos y ya no hay nadie que

 pueda pensar ni escribir poemas tratados la devastación es una cifra cerrada la

 estética de la derrota

 

 

María Malusardi (Buenos Aires, Argentina)

Es escritora, docente y periodista. Publicó los libros de poesía El orfanato (2010), Trilogía de la tristeza (2009), Museo de postales (2008), Diálogo con pescadores (2007), Variaciones en la niebla (2005), La carta de Vermeer (2002), El accidente (2001) y Payaso Rojo (1989). Publicó poemas en diversos medios del país y del exterior. Su obra poética figura en varias antologías, entre las que se destaca Animales distintos (2008), editada en México.


miércoles, 15 de septiembre de 2021

Rolando Revagliatti / Colaboraciones poéticas (10 poemas)

 




Del claudicar

Como todos

nació sin terminar

Creció sin terminar

de hacerse

 

No pudo, no aguantó

renunció al infinito hacerse

 

Y así siguió por siempre

cumpliendo rituales, burocracias

más o menos plagado de ademanes sociales

e impromptus antisociales

cumpliendo con sumatorias onomásticas

esas inevitabilidades propias

de alguien muy cumplido:

 

inevitabilidades esquivas

a los procesos de terminación.

 

 

¿Por qué maté?

 ¿Por qué maté a la araña?

Yo recogía hojas

de sauce

en la terraza

y las introducía

(¿por qué maté a la araña?)

en una bolsa

plástica

 

¿Por qué maté a la araña

—agachado—

en esa fresca y soleada

mañana de sábado?

Maté sin pensar, sin respaldar

mi intrascendente pisotón

 

¿Por qué maté a la araña?

¿Por qué incluí a un caracolito

en la bolsa plástica

sin destinarle

una mirada responsable?

¿No era que yo amaba

a los

caracolitos?

 

¿Por qué

si esa mañana

fresca

de otoño

yo andaba optimista

chispeante

maté

a la araña?

¿Qué bicho me picó?

 

¿Por qué diantres maté

a la minúscula araña

que ni araña sería

ya que lucía (creo)

alillas transparentes

pero eso sí (creo)

largas patas

las que configuraron

en el fogonazo

del instante

a esa araña

que aplastó

mi aborrecible

derecha

zapatilla?


En abrirse

 Tardó

la puerta en abrirse

un buen rato

 

Yo estaba

ante esa puerta que tardó

en abrirse

un buen rato

 

Cuando alguien la abrió

yo

estaba cerrado.


Rehuyente

¿De cuántas películas me escapé?:

incontables

 

Hui de la fama

 

Fantásticamente sé que la mía

hubiera sido una fama irritativa

desde la que no sólo me habrían desnudado

sino que, también, despellejado

 

Ahora soy todos mis personajes truncos:

pervivo arropado

y anónimo.

...


Raptus

A la suma inicua de mis estructurales

imperfecciones

añado deterioros recientes

y renuncios de cuya cronicidad

bien no sabes

 

Infórmote

que en mí

definitorio

un raptus ha decidido

decepcionarte

 

Dejo así que anegue

mi subjetividad

la mezcolanza blanduzca

de materiales abominables

en esta especie de ciénaga.


La cama 

Es expandiéndome

mientras la procuro

para hacerla mía

repartiéndome en el contacto

desalojándome de los huesos

demandantes de abandono

apenas conexos los huesos

 

Es sólo allí y en esas

tremendas y deseadas circunstancias

cuando tengo de un plumazo toda

mi puñetera humanidad.


Conmigo, a solas

Cuando me quedo a solas con mi corazón

todo es malo o pésimo

Mi corazón

en el remedo del silencio

me enloquece

 

En el remedo del silencio

y por la noche

él, tan luego él, ese músculo

me amenaza

 

Añade a los motores de la casa

a las destemplanzas del vecindario

a la agonía de mis pensamientos

su insuficiencia

o arbitrariedad.


De mentira, verdad

Un chico de verdad

se siente como un

chico de mentira

 

El único chico de verdad

se siente como uno

de los tantos y tantos

chicos de mentira

 

Todos los chicos de mentira

son felices

 

Algo le indica que es mentira su

recién inaugurada felicidad

al chico que sintiéndose de mentira

no logra desquiciarse al punto

de encarnar en la mentira

su origen de verdad.

 

Imagínote

Imagínote juzgándome pintoresco

oh, tú, grave, aún más que denso

imagínote asesorando en la plenipotencia de tu severidad

Ya ves cuáles, para mí, tus atributos:

grave, denso, severo

 

Imagínote sólo validando

la concepción adusta

Se me imponen mis pareceres

en base a antiguas sospechas:

por cómo me evitas o saludas

por el arraigo de tu distancia

esa acrimonia

empecinada

 

No abundaré:

desecharé la tentación:

inhibo la sorna

reprimo la causticidad

me abstengo del sarcasmo

suspendo la socarronería

ni un chiste intelectualoide destilaré

fuera la transversalidad y su desenfado

Mi rencor hoy es grave, denso

básicamente severo, adusto

inserto en la acrimonia

 

y, sin embargo, pintoresco.


Siento lo que ignoro



No es verdad que no recuerdo nada

 

y es verdad

 

que dudo

y creo recordar

 

y es verdad

que no invento.

 

Rolando Revagliatti (Buenos Aires, Argentina)

Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos, relatos y microficciones y quince poemarios, además de otros cuatro poemarios sólo en soporte digital. En esta condición se hallan los seis tomos de su libro “Documentales. Entrevistas a escritores argentinos”, conformados por 159 entrevistas por él realizadas. Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en http://www.revagliatti.com