jueves, 11 de abril de 2024

Mario Urquiza Montemayor / Aforismos del libro Raudal

 

¿En qué ojos pervive la avidez del pasado?


***


Ya no es suficiente escribir los quebrantos de todos los

días, un diario no guarda con el suficiente recelo el eco

de las palabras, se amarillea la hoja y no sabemos por

qué aquellas sombras en el centro de la página significan

siempre algo distinto.


***


las muchas dudas, amanecen, si me acerco, las palabras

se agazapan, hurañas, tan propias como ajenas las

desconozco todos los días.


***


cualquier idea es una ruptura de este tiempo, se presenta

sin cuenta de la realidad que nos abruma, pero da

testimonio que hay algo más allá de lo convencional y lo

estrictamente establecido.


***


Mirar las estrellas requiere un gran esfuerzo, no se trata

de sólo alzar la mirada, es una tentativa por cruzar la

arista de babel a un plano que nos exige verter nuestro

pensamiento en la inmensidad de lo posible.


***


¿Para qué mirar las estrellas? Para ensayar nuestro

silencio, pensar más allá de nosotros mismos y dejar

que nuestra mirada viaje a miles de años luz, y entre

la eternidad y lo efímero, reconozca algo tan íntimo de

todos los hombres y de todas las épocas.


***


cada libro que leemos encauza la libertad del pensamiento,

y el principio de esta libertad es el libro, incurable se

perpetua en la memoria del lenguaje.


***


Hoy, como hace diez años, sé que nada de esto tiene

alguna utilidad. Se pueden confundir mis palabras o la

intención de ellas; quizá nunca hubo una necesidad de

explicarme más allá de esta habitación, la ventana que

espía el largo trayecto del tiempo, ya no es del viento, es

de la luz que me encuentra habitando en mí.

 

Mario Urquiza Montemayor

Aforismos del libro Raudal (Cuadernos bajo el volcán, 2023)

 



Mario Urquiza Montemayor (Estado de México, 1994). Poeta y editor mexicano. A los diecisiete años comenzó su actividad literaria publicando en diferentes revistas como: Words and Worlds (Austria), Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, blog de la Editorial UDG, Librópolis de Universo de letras UNAM, Polipet (República Checa), Nagari (EUA), The Dreaming Machine (Italia), entre otras. Ha publicado los libros El canto y la casa (Capítulo Siete, 2018), Piedra de toque (Buenos Aires Poetry, 2019), Raudal (Cuadernos bajo el volcán, 2023) y Los mecanismos tornadizos de la memoria (FOEM/UAEM, 2023). 





viernes, 15 de marzo de 2024

Mona Van Duyn / AMOR TARDÍO

 


AMOR TARDÍO

 

“Lo que Dios estaba diciendo, a lo que se refería [en la historia de María y de Martha] era que los placeres de ese cabello, de ese perfume, deben de ser tomados. Porque los accidentes de la muerte nos privarán de ellos demasiado pronto. No debemos privarnos nosotros mismos, ni a nuestros amados, del lujo de nuestros extravagantes afectos. No debemos tratar de ponerlo en duda, negándonos a amar a aquellos a quienes amamos…”

Mary Gordon, Final Payments

 

 

Si en mi mente me caso contigo cada año

es para calmar una extravagancia del amor

con costumbre apagada, pues él se enciende feroz

y salvaje cuando olvido que vivimos

en habitaciones dobles cuya temperatura es controlada

por el termostato apagado del matrimonio.

Necesito la mnemotecnia, ahora que estamos viejos,

de juramentos y ley para rememorarlo.

Nuestros perros están muertos, nuestro hijo nunca se volvió realidad.

Podría acabarme, en mi falta de juicio, todo

el suministro humano de calor en ti

antes de poder pensar en los otros y desviarme.

“El amor” es encontrar querido lo familiar.

“Enamorado” es que te tomen desprevenido.

Una vez, en la sospechosa cara que usas,

y otra vez, en la valoración de tus ojos,

tú cambias, y con una nueva dulce o hiriente palabra

encuentras nuevas entradas a mi más recóndito nervio.

Cuando te paras frente a la estufa, soy yo quien se revuelve.

Cuando terminas de trabajar yo descanso sin reservas.

En el día, algunas veces, nuestra carrera con tres piernas parece lenta.

Discusión adelante, nos fastidiamos por estar tan cerca.

Pero durante la noche nos recostamos como cuartos crecientes de Velcro,

volteándonos juntos hasta que nos re-adherimos.

Desde ti, con pasos largos y una mejor visión,

me apuro a mí misma, para mantenerme en condición,

con luz y renunciando de por vida a comidas de humo.

Como cuando un coleccionista atrapa dos Monarcas de una

sola vez, cuyos frescos vuelos van de una hacia la otra

debajo de la red, así en nuestros votos yo re-imagino

y re-invoco aquello que nos mantiene juntos ya viejos.

Lo que intentas dar es más de lo que yo quiero recibir,

aún así cada mes cuando sostienes las tijeras para nuestra cita

y mi cabello recortado cae y cubre tus pies, yo creo

que la casa se ha llenado de nuevo con el olor del perfume.

 

Traducción por Andrea Muriel





 Mona Van Duyn, Waterloo, Iowa, Estados Unidos (1921-2004) . Ganadora de los premios de poesía más importantes de su país como el Bollingen Prize (1971), National Book Award (1971) y el Pulitzer por su libro Near Changes(1991). De 1992 a 1993, fue Poeta Laureada, siendo la primera mujer en conseguir dicho reconocimiento. Murió de cáncer a la edad de 83 años.

jueves, 22 de febrero de 2024

Elsa López / 7 Poemas

 


Cuando tu lengua escarba mi cuerpo lacerado

que fue tan sólo tuyo durante un tiempo espeso,

inmortal y perfecto.

 

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.

 

Cuando he rugido cóncava debajo de tus piernas,

y has dejado un reguero de sal y hierbabuena

sobre mi piel reseca.

 

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.

 

Cuando la luz se apaga y tu cuerpo se queda

tendido y olvidado entre blandas semillas.

 

Entonces tú terminas y yo comienzo a amarte.

 

 

* * *

 

He dispuesto en mi rostro surcos inconfundibles.

Me he puesto el delantal de luto

y me he dejado ir al borde de la acera.

 

(Hay un banco vacío en el que me he sentado

para morir un poco y de una muerte rara.)

 

Pienso en cómo te quise.

Yo no voy a aclararte de dónde me ha nacido

este dolor que crece a golpe de tristeza.

Pasa gente.

Hace ya mucho tiempo que no te explico nada

porque hace mucho tiempo que perdí la esperanza

de envejecer contigo.

Es domingo.

 

(El perro es otro espacio.

Una muerte distinta en medio de la calle.)

 

 

* * *

 

No pronuncio tu nombre por miedo a ver la herida

y el golpe de la sangre.

No digo las palabras que debiera decirte.

Te miro.

Te contemplo.

Te observo.

Ojeo las esquelas y el tiempo de las nubes.

Luego digo algo inútil,

mágico,

irreparable.

Digo cosas curiosas como decir:

qué tal, hace calor, te quiero,

anoche he deseado tu cuerpo nuevamente.

Pero nada se oye dentro de las paredes.

 

Tú me miras inquieto,

decidido,

cobarde.

(Mi corazón empieza a deslizarse

por la suave pendiente de tu pelo.)

 

 

* * *

 

Recuerda que la lluvia cayó porque yo quise

y porque tú quisiste me miraste al espejo

y me encontraste hermosa de verde y gabardina.

Recuerda que lloraste cogido de mi mano

y yo llené de besos tu infancia despoblada.

Recuerda que la noche llegó porque yo quise.

Y te miré a los ojos,

y te besé las manos,

y preparé tu ropa y el plato de naranjas.

Pero tuviste miedo.

Un miedo huraño y torvo.

Un miedo con relojes.

Recuerda que fue cierto.

 

 

* * *

 

Recuerdo el amor que me nacía al tiempo de la lluvia.

Recuerdo los baúles y las colchas de hilo,

las flores de lavanda volando por espacios abiertos y felices,

aquella despiadada multitud de grillos debajo de las lápidas,

y tus besos, pan y aceite, detrás de los postigos.

 

Recuerdo aquellos días cuando tú me besabas

tras las torres caídas del castillo y las olas.

Y recuerdo las noches naufragando tu cuerpo

en aquella penumbra universal del hambre.

 

Yo entonces era otra.

Pero no he renunciado ni al amor ni a la herida.

 

 

* * *

 

Sabía que vendrías.

Que tu barca de acero encallaría en el fondo

entre las plataneras.

Que subirías la cuesta hilada de mocanes

por aquel caminito en forma de culebra.

Que primero llegaría tu cabeza,

luego el cuello,

los hombros,

tu espalda contra el risco y los dragos del lomo,

el beso adormecido.

Te quiero, me dirías.

 

 

* * *

 

Ya nunca volveremos al viejo paraíso donde nace la lluvia,

donde huelen a alfalfa cortinas y manteles.

 

Ya nunca volveremos a medir la distancia

que queda entre las ramas del drago florecido.

Ni a remover la tierra,

ni a regar los maizales,

ni a pintar las ventanas,

ni a recoger el agua en cubos transparentes.

 

Ya nunca vendrá el frío

a llenarnos el pozo de zarzamora verde.

Ni volverá tu boca a dejar en la mía el sabor de la almendra.

 

 

Elsa López: Poeta, prosista y novelista española nacida en Santa Isabel de Fernando Poó, Guinea Ecuatorial, en 1943.

Doctora en Filosofía Pura, Antropóloga y Catedrática de Filosofía, ha ejercido la docencia desde 1965.

Ha sido Presidenta de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, organizadora y miembro del grupo poético literario La Ortiga, fundadora y directora de Ediciones La Palma en Madrid y organizadora y coordinadora para el Gobierno de Canarias de los proyectos El Papel de Canarias y Memoria de las Islas.

Actualmente es directora de la Fundación Antonio Gala.

Su producción poética se inició con el poemario «El viento y las adelfas» en 1973, al que siguieron

«Inevitable Océano» en 1982, «Penumbra» en 1985, «Del amor imperfecto» Premio Internacional de Poesía

“Ciudad de Melilla” en 1987, «La Fajana Oscura», Premio Internacional de Poesía “Rosa de Damasco” en 1989,

«Cementerio de elefantes» en 1992, «Al final del agua» en 1993, «Tránsito» en 1995, «Mar de amores»

XII Premio Nacional de Poesía “José Hierro” en 2002 y finalmente «Quince poemas de amor adolescente»

en 2003.

 

sábado, 11 de noviembre de 2023

Elsa Cross / 4 poemas

 


Amor el más oscuro I

 

Aquí comienzo a amarte,

en estos muros clarísimos,

en esta ciudad cálida al tiempo de las lluvias.

(¿Dónde estás ahora,

esta primavera tarde que pienso en ti?

¿Dónde estás, ignorándolo todo?)

Aquí te descubro

inalcanzable y triste.

Dime qué pasos te trajeron a estas tierras,

cómo abandonaste tu gracia de elegido,

tu ministerio de humildad;

qué suplicios te agobian desde entonces

que violentan tu rostro

y vierten en tu voz la nostalgia y la ira.

Dime en qué forma eres vulnerable

o ganas la lucidez en un momento.

Qué caminos dejaste,

qué expiación te vence y te despoja,

qué caminos seguiste para llegar aquí,

desconocido y hermoso,

donde yo te amo.

 

Amor el más oscuro II

 

 

Viene la melancolía del principio,

días de incertidumbre y sueño.

Vienen sólo distantes tu risa y tu perfil

y abarcan mi deseo

y me vuelcan a tu rostro,

a tu vehemencia contenida.

Ya siento de algún modo

tus manos previstas de ternura

conduciéndome,

olvidándome,

dejando a medias para siempre mi destino.

Sé que otra vez me cercará la calma,

la soledad llena de amor,

tu nombre.

Quiero pronunciarlo tantas veces

como días tendré después

para perderte en la memoria.

Pero qué lograría apartarme

si muestras la misma angustia que sustento,

la soledad de idéntico linaje,

la imperfecta voluntad de amor.

Para reconocernos

baste la oscura nostalgia socavándonos,

baste nuestra olvidada condición de amantes,

vocación de locura,

celda,

fuego.

Maldigo desde ahora

tu cuerpo cerrándome el abismo.

Sean el tedio y la tristeza,

sea apacible y humana tu mirada.

En este momento te amo para siempre

y van mis pasos hacia ti

para cumplir tu voluntad.

 

Amor el más oscuro III

 

A la desventura voy.

Algo en mí cada día te reconstruye

y me devuelve tu imagen.

Algo me lleva al lugar prohibido

en que te encuentras,

sitio que jamás debió tocar mi pensamiento.

Qué maleficio me extravía

y me oscurece todos los caminos.

A la desventura voy

y no quiero virtud que me confunda,

no quiero fortaleza ni mesura

que me aparten de ti.

Sean desoídas mis palabras

y viéndote

me sea dada tu menor ausencia.

 

De lejos viene

 

Cuando lo sepas quisiera ver tu cara.

Por que vas a saberlo

aunque no te lo diga

ni leas estos poemas.

¿Cambiará algo entonces?

Es imposible

que no adviertas aún mi turbación:

tanto desorden de miradas,

tanta avidez

registrando el más breve de tus gestos.

¿Y nada modifica tu indolencia?

Ah, íntegro varón, que Dios te guarde.

Pero voy a aclararte

en nombre de esta cólera

y a manera de agravio,

que si te amo

es seguramente por error.

has de saber

que nunca me gustaron ojos desteñidos

ni maneras solemnes,

menos aún cabello lacio y bien peinado

(y de la solemnidad líbrame Dios, libérame).

También has de saber que eres

demasiado sencillo para mi soledad,

demasiado humano para mi deseo,

demasiado lineal

para la arquitectura de este laberinto.

Pero ya basta: pido una disculpa.

Ocurre tal vez

que sólo seas un poco distraído.

Vendrá entonces de ti

el reconocimiento

o una sincera frase paternal.

 

 

 

Elsa Cross: Poeta, ensayista, y traductora mexicana nacida en ciudad de México en 1946.

Doctorada en Filosofía y Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, actualmente es catedrática de la misma universidad. En la década de los años ochenta residió en la India durante dos años, tiempo en el que estudió Filosofía Oriental y Meditación en Ganéshpuri.

Es autora de una extensa obra iniciada en 1966 con "Nexos", continuada luego con los siguientes títulos:

"Amor el más oscuro" en 1969, "Peach Melba"1970, "La dama de la torre" 1972, "Bacantes" 1982, "Baniano"1986,

"Canto malabar" 1987, "Pasaje de fuego" 1987, "Espejo al sol" 1988, "El diván de Antar" 1990, "Jaguar" 1991,

"Casuarinas" 1992, "Moira" 1993, "Poemas desde la India" en 1993, "Urracas" 1996, "Los sueños", 2000, "Ultramar"

en 2002, "El vino de las cosas" 2004, y "Cuaderno de Amorgós" 2007.

Su obra ha sido traducida a varios idiomas, incluida en diversas antologías y galardonada con los siguientes premios:

Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1990 por "El diván de Antar"; en 1996 recibió el homenaje Espejo al Sol

Treinta años de Poesía en La Casa del Poeta; el Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines en 1992; la quinta edición

del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines/Gatien Lapointe en 2007, y el premio Xavier Villaurrutia,

máximo galardón literario de México, por su "Cuaderno de Amorgós".