viernes, 13 de septiembre de 2013

Lêdo Ivo / Ser y saber


                    

             SER Y SABER
          
Veía el viento soplando 
y la noche descendiendo. 
Oía el grillo saltando 
en la hierba estremecida.
            
Pisé el agua 
más bella que la tierra. 
Veía la flor abrirse
como se abre la ostra.
            
El día y la noche se unieron 
para ungirme. 
La unión de luz y sombra 
abrazó mis sueños.
            
Veía la hormiga esconderse 
en la ranura de la piedra. 
Así se esconden los hombres 
entre las palabras.
            
La belleza del mundo me sustenta. 
Es el hermoso pan matinal 
que la mano más humilde coloca 
en la mesa que divide.
            
Jamás seré un extranjero. 
No temo ningún exilio. 
Cada palabra mía 
es una patria secreta.
            
Soy todo lo que es partición
el trueno la claridad 
los labios del mundo
todas las estrellas que desaparecen.
            
Sólo conozco el origen:
el agua negra que lame la tierra 
y los cangrejos que me acechan 
entre las raíces del mangle.
            
Sólo sé lo que no aprendí: 
el viento que sopla 
la lluvia que cae 
y el amor.

                      Lêdo Ivo

(Lêdo Ivo nació el 18 de febrero de 1924 en Maceió, Brasil)
 
(Traducción del poeta venezolano José Carlos de Nóbrega)
 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Juan Carlos Mestre / Cavalo Morto II


Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.
Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos. Dentro de un pararrayos hay un bullicio de abejas prehistóricas alrededor de una sandía. En Cavalo Morto las sandías son mujeres semidormidas que tienen en medio del corazón el ruido de un manojo de llaves.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es un hombre viejo que vive en Brasil y sale en las antologías con cara de loco. En Cavalo Morto los locos tienen alas de mosca y vuelven a guardar en su caja las cerillas quemadas como si fuesen palabras rozadas por el resplandor de otro mundo. Otro mundo es el fondo de un vaso, un lugar donde lo recto tiene forma de herradura y hay una sola tarde forrada con tela de gabardina.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo es un río que madruga para ir a fabricar el agua de las lágrimas, pequeñas mentiras de lluvia heridas por una púa de acacia. En Cavalo Morto los aviones atan con cintas de vapor el cielo como si las nubes fuesen un regalo de Navidad y los felices y los infelices suben directamente a los hipódromos eternos por la escalerilla del anillador de gaviotas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Un poema de Lèdo Ivo es el amante de un reloj de sol que abandona de puntillas los hostales de la mañana siguiente. La mañana siguiente es lo que iban a decirse aquellos que nunca llegaron a encontrarse, los que aún así se amaron y salen del brazo con la brisa del anochecer a celebrar el cumpleaños de los árboles y escriben partituras con el timbre de las bicicletas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

Lèdo Ivo es una escuela llena de pinzones y un timonel que canta en el platillo de leche. Lèdo Ivo es un enfermero que venda las olas y enciende con su beso las bombillas de los barcos. En Cavalo Morto todas las cosas perfectas pertenecen a otro, como pertenece la tuerca de las estrellas marinas al saqueador de las cabezas sonámbulas y el cartero de las rosas del domingo a la coronita de luz de las empleadas domésticas.

Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo.

En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere un evangelista se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite, cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite. Háganme caso, los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas, cada amor que termina es un cementerio de abrazos y Cavalo Morto es un lugar que no existe.

Juan Carlos Mestre (Poeta y artista visual español nacido en Villafranca de Bierzo, León, en 1957.)

miércoles, 10 de abril de 2013

Piedad Bonnett



Asedio

                                    "Si te ponen miedo mis ojos ausentes, mis ojos noctámbulos,
                                                                                                              mis ojos dementes..."
                                                                                                                          León de Greiff


No me culpes.
Por rondar tu casa como una pantera
y husmear en la tierra tus pisadas.
Por traspasar tus muros,
por abrir agujeros para verte soñar.
Por preparar mis filtros vestida de hechichera,
por recordar tus ojos de hielo mientras guardo
entre mis ropas un punzón de acero.
Por abrir trampas
y clavar cuchillos en todos tus caminos.
Por salir en la noche a la montaña
para gritar tu nombre
y por manchar con él los blancos paredones
de las iglesias y los hospitales.
Hay en mí una paloma
que entristece la noche con su arrullo.
Mi noche de blasfemias y de lágrimas.
*****
Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha.
ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo,
ni la grata canción del antiguo trovero enamorado,
ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo,
ni esta luna que brilla con brillo de alcancía,
ni tu nombre por otros pronunciado,
ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria,
ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos,
ni las noches insomnes,
ni tu dulce retrato mentiroso,
ni el tiempo, -ese falsario de mil rostros-
pueden calmar mi pena de no verte.


 
Certeza

                                             "Siempre hay paz en la certeza..."
                                                                             Truman Capote


Hasta el fondo del vaso
desde tu oscuro fondo
caían las palabras
difíciles
amargas
caían como gotas espesas y brillantes
que iba sorbiendo el tiempo

como arena finísima
caían
haciendo un agujero
en mi mano extendida

y cada gesto
era ya para siempre

ideograma de tintas visibles
de un idioma
que iba olvidando mientras lo aprendía

y el instante nacía cada vez
para morir
en memoria y en fuga de presente.

Tenerte era perderte.

No tenerte
es esperar
confiada
que no llegues.
*****
Otra vez sales de mí, pequeño, mi sufriente.
Otra vez miras todo con mirada reciente,
y llenas tus pulmones con el aire gozoso.
Ya no lloras.
El mundo, de momento, no te duele.
Todo es tibio esta vez, caricia pura,
como una prolongada primavera.
Ignoras
mi útero vacío, mi sangrado.
Desconoces
que el grito de dolor de parturienta
va hacia adentro y se asfixia, sofocado,
para que no trastorne
el silencio que ronda por la casa
como una mosca azul resplandeciente.
Mis manos ya no pueden cobijarte.
Sólo decirte adiós como en los días
en que al girar, ansioso, tu cabeza,
mi sonrisa se abría detrás de la ventana
para encender la tuya. Cuando todo
era sencillo transcurrir, no herida,
ni entraña expuesta, ni desgarradura
 
Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951) es licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes y profesora de esta Universidad desde 1981. Tiene una maestría en Teoría del Arte, la Arquitectura y el Diseño en la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado ocho libros de poemas y cuatro novelas.
 
 

viernes, 6 de julio de 2012

1era Parada Poética en el Jaleo























PLAZA DE CHACAO


Ella tenía un libro

Un libro entre sus labios

Y no sabía que estuvo garabateado desde siempre

Para ella

Ni que sus poses se ensayaron a partir de su cabeza recostada

Ni que su voz fue sugerida tantas veces

Ella no sabía

Que preguntaron por su nombre a los amigos

Quienes jamás llevaron los recados

O miraban para otro lado

Porque nadie glosa las iniciaciones del trato ajeno

Porque su credo son los mares separados

Y las vacaciones en junio

Por eso no entienden que se puede sonreír extrañando

Con MacArthur Park de fondo

Frente a bardas de estraperlo

Tu nombre fue curioseado

Tu piel comprendida

Y de tarde te ayudaron a brincar un abismo de envidias

Ahora

Esas manos que no te sirvieron hojas de té tibias

Ni una plegaria de gloria

Hacen antesala para circular tus nudillos

Para dar vueltas a ese mundo

Para devolverte allí

A las gradas que mudando a colores verdes

Nos dejan decir lo que significa

Estar destinados

JOAQUÍN ORTEGA

*****

EL COLIBRÍ Y LO IMPOSIBLE


Mi novia imposible

me pidió un colibrí.

A mi novia imposible

le gusta pedirme

cosas imposibles.

 No es fácil

atrapar al colibrí

que vuela inmóvil

en mi amor.

 Mi novia sabe

que el colibrí se sostiene

velóz y estático

en la fuerza de la nada

de mis alas reconstruidas.

Pero ella sabe también

que soy un hombre

que vuelve de la muerte

y que para los hombres como yo

lo heroico está en la humildad

de reconocer lo imposible.

Sin embargo, a veces,

mi novia y yo somos niños

y es allí

donde mi novia imposible

me pide nuestro colibrí,

a pesar de todo.

CINZIA RICCIUTI

*****

TRAZOS

 I

No escribes el poema

sino su nostalgia

su íntima penuria

 II

Espacios

entre el silencio

y esta palabra incierta

que se fuga

III

Blanco

en cada pliegue

en cada minúscula

hendidura

 IV

Palabra escindida

tu nombre

trazo apenas

V

Un tiempo

de silencio

hiere

la memoria

VI

Lenta

borrando formas

buscas lo claro

la línea inmensurable.

ANA MARÍA DEL RE

*****

OTRA VEZ A YOCASTA

Cuando muera, madre [porque tendré que morir antes que tú, para soportarlo] no llores, estés acá o más allá del país de la conciencia. Detente en el arco del vientre y nómbrame, para reconocerme, para saberme en tus labios, nuestra casa. Háblale al inerte cuerpo, dile del tintineo del reloj al que da cuerda mi padre desde entonces. Vuelca tu arrullo ese día inabarcable, sobre el llanto y arrópalo, entre tanto nos contraiga el naufragio. 

HÉCTOR VERA
*****
A veces ya muy noche

creo ver al amor como a la muerte

Juntos entran en el lecho blanco

y en duelo agudo guerrean sus dominios

Se lamentan palpitan

y exhalan el último suspiro

cuando llega la hora del éxtasis

SONIA CHOCRÓN

miércoles, 6 de junio de 2012

CADÁVER EXQUISITO JAMMING ERRANTE




Se remueven las emociones
Busco un Náhuatl  en las entrañas del tiempo
con la punta del lápiz
Sí, lo sé, sobre mí caerá un atardecer
El ajedrez de tu pecho se llora
y van ciegas las nubes, como barcas perdidas y la muerte del mundo cae sobre mi vida
No sé, tal vez, la herida vino y dijo lo que sin saber no podíamos escuchar ó
la palabra: principio y fin
perdida, pérfida, perdigón
están, ir, venir, sentir
busca en estas paredes tu palabra
envuelta en desnudo
vibrante, la miel viene a mis labios
cayendo por treguas inexistentes
y entonces me encontró la neblina
un pájaro que insiste en la cintura, levanta vuelo


Nota: Cadáver exquisito construido la noche del jueves 31 de mayo en el Ateneo de Caracas, por los poetas participantes y público en general

lunes, 4 de junio de 2012

Valeria Rodríguez


¿Por qué para ser feliz, es preciso no saberlo?
Fernando Pessoa

La pelota lo hipnotiza. Absorto la contempla como a una deidad. Sólo existen ellos: la grama, y un parque que aún huele a parque y sabe a verde. Su inocencia lo inmortaliza. En sus talones late el juego, sus zapatos amarillos amanecen en cada gol. En la cancha es gaviota y pez y gigante.

La ciudad ojerosa lo vigila en cada pase y se permite ser otro ser: lo vitorea, hace eco de su risa;
se recuerda feliz. Pero en Caracas, hay colmillos apostados en los huecos y monstruos viviendo en las alcantarillas.

En un segundo el juego se congela. La pelota enmudece, el niño ya no pertenece al parque, se pierde en manos ajenas, no ve colores, no entiende a esos hombres; pierde.

Y en treinta y seis horas,
vuelve a nacer.

Valeria Rodríguez

martes, 27 de marzo de 2012

PARTE / ENRIQUE SALUSTIANA


PARTE

Quiero un guerra con muertos,
fragmentos humanos,
vísceras.
Con misiles,
aviones bombarderos,
minas, metrallas.

Quiero dos bandos y sus aliados.

Soldados mutilados,
degustados sin aliento
por las moscas,
los perros,
los gusanos.

Quiero un festín de llantos putrefactos.
Ciudades devastadas,
selladas por las costras
cuyo coro ruega clemencia
ante el exceso.

Quiero el horror
defecando sobre aquel cuyos hijos
se los tragó un cálculo mal hecho.

Campos sembrados con cruces, lápidas,
en donde nunca germinarán las almas.

Quiero una guerra justificada en nada
pero guerra al fin.
Y no un fin de semana fallecido,
borrado en balas
cuyas bajas
superen aquellas de una estúpida guerra.


Enrique Salustiana