lunes, 2 de noviembre de 2020

María Gabriela Lovera / Extraño Vértigo (5 poemas)

 



Padre


No estoy ahí.

Y ese no estar atropella la noche,

sacude sueños en mi cama,

arroja los ojos contra el cabecero,

hace estallar de culpas la mirada.

Temo no estar cuando tu luz se apague,

cuando arranquen de cuajo los impulsos.

Quisiera cubrir de párpados hasta el último brillo,

dejar dormir aquello que se agota.

Pero no estoy ahí.

No puedo estarlo.

He cortado el tallo del lado de la flor,

he obviado las raíces.



Migrar


Se ensancha el mar

y ya no puedo llorarle a la tierra que fui

la sal que me he llevado.



Habitación 404


Se encogen las cortinas, se contraen.

—¡Me molesta la luz! —se queja—.

Pero no hay manera de evitarle la promesa del mundo

que se cuela a la fuerza, juguetona e hiriente.

Los pulmones del padre calcifican el ansia.

—¡No es esa la manera! —gime—.

Pero nadie sabe otra forma

de acomodarle las almohadas.

—¡Quiero estar solo! —miente—.

Pero nadie quiere dejarlo a la deriva.

El número de habitación es un error informático.

Lo que el padre busca ya no existe.

Navega solo por la enfermedad, no puede verte.

La habitación aparece una y otra vez ante sus ojos,

y algo de ti naufraga en su mirada.



Sed


La sed de lo triste no es cosa de una boca.

La conjugo en el vaso que dejaste en la mesa.

Es decir,

bebo

y mis labios desnudan tu ausencia



Bocanada


Las palabras no saben lo que siento.

Un océano separa los labios

que podrían pronunciarlas.

La bocanada es inconmensurable.

Respiro de una orilla a la otra,

para no ahogarme de silencios.

No decir es inmenso,

como un grito

siempre a punto de nacer.








María Gabriela Lovera  (Caracas, Venezuela, 1972)

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello, con Máster en Edición de Libros de la Universidad de Alcalá de Henares. Participó en los talleres anuales de escritura creativa del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos: de poesía con Arturo Gutiérrez como coordinador y, de narrativa, con Israel Centeno como facilitador (1998 y 2001, respectivamente).


jueves, 29 de octubre de 2020

José Miguel Navas / Esteban corre (4 poemas)

 



Esteban corre


I


Elegimos un lugar para huir

para enfrentarnos a nosotros mismos


II


subimos las escaleras del hotel

avergonzados

detrás el mundo y su juicio

delante la verdad

sobre los pecados de la ciudad


III


nos vencemos

estamos arruinados

somos la minoría en una historia

pasamos ocultos por el mundo

quedamos suspendidos en los bares del centro

nosotros el germen que nos tienta

esta vastedad

una isla contenida

tierra enferma

probamos la orilla

y acabamos en ella.




Soy la boca de un río

oscuro

me abro al amanecer

turbio despierta el hombre

que me acompaña

respiro desde su pecho

él me bebe toda la calma

atrás quedó

el deseo clausurado.




Quiero ser agua

derramarme

ser el desastre que corte toda contención

en un piso mojado

ser mar

y correrme adentro.




Hago el ejercicio del amor

meto mis dedos en ti

cambias de jornada

para que tu plaza sea mi cuerpo

yo amo al enemigo que entra en mí

me haces aire.




José Miguel Navas (Venezuela 1992)


Poeta y licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso. Ha publicado los poemarios La Próxima textura (2014 y 2019), La Rosa Abstracta (2015), Esteban corre (2017 y 2020) y Fany (2019) publicado en Chile por LP5 Editora. Es autor de la edición crítica Poetas Danzantes. Antología de poesía sexo diversa en Venezuela (Amargord España, 2020).  Con su poemario Fany obtuvo el Premio de Poesía “Descubriendo poetas tercera edición” (Ciudad de Puerto Ordaz, Venezuela, 2018). Y en 2019 ganó el Concurso Nacional de Poesía Hugo Fernández Oviol en la ciudad de Coro Venezuela. En 2020 realizó un taller de poesía con Malú Urriola en Madrid. Se dedica a investigar la poesía de María Antonieta Flores y Wafi Salih.



Cartografías del silencio / Adrienne Rich

 



 

1.

 

Una conversación empieza

con una mentira. Y los

 

hablantes de la convenida lengua común sienten

la rotura del témpano de hielo, el distanciamiento

 

como impotentes, como erigidos ante

una fuerza de la naturaleza

 

Un poema puede empezar

con una mentira. Y ser destrozado.

 

Una conversación tiene leyes distintas

se recarga a sí misma con su propia

 

energía falsa. No puede ser

destrozada. Se infiltra en nuestra sangre. Se repite a sí misma.

 

Inscribe con su aguja sin retorno

el aislamiento al tiempo que lo niega.

 

2.

 

La emisora de música clásica

sonando hora tras hora en el apartamento

 

el acto de descolgar y descolgar

y volver a descolgar el teléfono

 

Las sílabas pronunciando

el viejo guion una y otra vez

 

La soledad del que miente

instalada en el complejo formal de la mentira

 

tergiversando las sintonías para ahogar el terror

que yace bajo la palabra no dicha

 

3.

 

La tecnología del silencio

Los rituales, etiquetas

 

la difuminación de los términos

silencio no ausencia

 

de palabras o música o incluso

sonidos crudos

 

El silencio puede ser un plan

rigurosamente ejecutado

 

el plan de acción para una vida

 

Es una presencia

tiene una historia una      forma

 

No debe ser confundido

con ninguna clase de ausencia

 

4.

 

Qué serenas, qué inofensivas empiezan

a parecer estas palabras

 

aun nacidas del dolor y la rabia

Puedo atravesar esta lámina de abstracción

 

sin herirme a mí misma o a ti

ya hay suficiente dolor en este lugar

 

¿Por esto suenan la emisoras de música clásica y jazz?

¿para proporcionar una base de significado a nuestro dolor?

 

5.

 

El silencio que yace desnudo:

En La pasión de Juana de Arco, de Dreyer

 

el rostro de Falconetti, el pelo rapado, una gran geografía

recorrida en silencio por la cámara escrutadora

 

Si existiese una poesía en la que esto pudiese darse

no con espacios en blanco ni palabras

 

extendida como una piel sobre los significados

mientras el silencio cae al final

 

de una noche que dos personas han cruzado

hablando hasta el amanecer

 

6.

 

El grito

de una voz ilegítima

 

Ha dejado de oírse a sí misma, así pues

se pregunta a sí misma

 

¿Cómo es que existo?

 

Este era el silencio que yo buscaba quebrar en ti

Yo tenía preguntas pero tú no ibas a responderlas

 

Yo poseía respuestas pero tú no ibas a emplearlas

Esto es inútil para ti, quizá también para los demás

 

7.

 

Era un tema antiguo incluso para mí:

El lenguaje no puede hacerlo todo—

 

escrito a tiza sobre los muros donde los poetas muertos

yacen en sus mausoleos

 

Si a voluntad del poeta el poema

pudiese convertirse en una cosa

 

una falda de granito al desnudo, una cabeza alzada

e iluminada por el rocío

 

Si sencillamente pudiese mirarte a la cara

con los ojos desnudos, sin dejar que te girases

 

hasta que tú y yo, que anhelo conseguirlo

consiguiésemos aclararnos juntos en su mirada

 

8.

 

No. Déjame conservar este polvo,

estas nubes pálidas sostenidas con dificultad, estas palabras

 

moviéndose con feroz precisión

como los dedos de un niño ciego

 

o la boca de un bebé recién nacido

con la violencia del hambre

 

Nadie puede darme, hace ya tiempo

que he asumido el método

 

de salvar los vertidos de esta bolsa de tejido suelto

o la llama del mechero, vuelta débil y azul

 

Si de vez en cuando envidio

las enunciaciones puras de la mirada

 

la visión beatifica

si de vez en cuando anhelo transformarme

 

como el hierofante de Eleusis

sosteniendo una simple espiga de trigo

 

para regresar al concreto y sempiterno mundo

lo que en realidad continúo eligiendo

 

son estas palabras, estos susurros, conversaciones

desde las cuales una y otra vez la verdad brota, húmeda y verde.





Adrienne Rich (16 de mayo de 1929, Baltimore, Maryland - 27 de marzo de 2012, Santa Mónica, California),

Tomado de Zendalibros.com Traducción del inglés de Adrián Viéitez

miércoles, 28 de octubre de 2020

Celina Feuerstein / (3 poemas)

 



chocaron los colibríes


en el aire paff colisionaron de frente


como aviones desaforados al perder


el rumbo


ustedes pájaros sutiles cómo es posible


que yerren que equivoquen


qué los distrajo del trayecto hacia la luz


idénticos sus brillos verdes se miraron


apolíneos hermosos


una figura vuelta hacia sí misma y


los tragó la luz pajaritos


embelesados


no supieron de la sombra del espejo


qué pena qué ironía tan perfectos


me pregunto


si fue un error de cálculo una falta


o un exceso


o tal vez un suicidio compartido


un pacto de amor

...

 


Hoy me dijeron que despedida es

dejar

de pedir

y entendí tu ausencia

de otro modo

despedirse es arrojar

como quien tira una piedra al aire y

también

convertirse en mineral y rodar

desprendido

lanzado al viento

que mueve

todo lo quieto

no nos dijimos

adiós

solo volamos

despedidos

como flechas

desde el centro en línea recta

cada una al otro lado

del mundo.

...



hoy pienso en idish


en el té mit limene


que papá


tomaba en vaso


y en najes en oi vei


en a mejaie


colándose en su castellano


en cada sílaba su acento en cada frase


Jane Jane Jane


llama a mamá


 


suena dulce su voz


como gotitas que caen leves


en un charco


meidele


meidele


¿qué pasó


vos is gueshen?


 


te moriste papá


le digo suave


y le pido que me cuente


dónde está


cómo es allá


 


allá es liviano


sonríe


es como luz


y canta arum dem faier


alrededor del fuego


mir zingen lider


canta y canta


las horas pasan y él sigue


cantando


debe ser cierto que es liviano


su música flota


y me envuelve


 


está tan viva su muerte


que lo abrazo


 


meidele dice


meidele


y se va


Celina Feuerstein (Argentina) 

Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y trabaja como psicoanalista. Algunos de sus poemas se publicaron en la Antología de Poesía Federal de la Ciudad de Buenos Aires. En marzo del 2018 publicó el libro de poemas La casa vacía, por la editorial Caleta Olivia. Participó en el poemario Martes verde, del colectivo Poetas por el derecho al aborto legal. En 2020 publicó De qué se trata el otoño en mi ventana, su nuevo libro de poemas, por Modesto Rimba.

jueves, 22 de octubre de 2020

Marina Tapia Pérez / Derechos y deberes de la autora

 



DERECHOS Y DEBERES DE LA AUTORA

  

Probadme, mordisquead mis pensamientos,

los vicios, mis caídas;

es fácil

bajar

la cremallera 

de una mujer expuesta, que se dona.

Mas,

no puedo aseguraros

que lleguéis hasta mí,

a la raíz del llanto o de la risa.

Aún conduzco en medio de la niebla

y es largo este camino de carteles

por el que voy buscando mi morada.

 

Me doy

pero me guardo,

he ahí mi mercancía.

Dejadme que conserve

algún secreto

furioso

entre los dientes.

Por lo demás, leedme sin piedad.

 

 (Del libro 50 Mujeres desnudas)

martes, 20 de octubre de 2020

Carmen Villoro / Bajo amorosa sombra

 

 


 

BAJO AMOROSA SOMBRA

 

Cúrame con tus manos,

toca de mí el olvido

que se fue acomodando entre los pliegues.

No venga la tormenta a amordazar mis sueños,

sólo esta lluvia suave, vespertina

despierte en mí los pétalos dormidos.

Desnúdame en silencio,

hoja por hoja

hasta dejar al descubierto el punto

del estremecimiento.

No debe haber estrépitos

que vulneren la calma de mi piel

tendida para ti como un estanque

en donde sólo el toque de tus labios

perturba la quietud.

No quiero los platillos

festejando con notas deslumbrantes

la pasión de los cuerpos,

ni los timbales ebrios

apurando la noche;

sólo la melodía de una flauta

tenue pero sinuosa

que adormezca con ritmo acompasado

estos miedos que vas quitando al paso.

Disuelve con tus dedos

el dolor y sus máculas guardadas

en rincones ocultos;

que se adelgace el tiempo

con tu humedad benigna

hasta llegar al límite de lo que no ha sufrido

magulladura alguna.

Devuélvele la paz a mis palabras

deseosas de ser playas

donde arriben tus barcas sigilosas.

Este amor en penumbra

aluza más que el sol

la gruta en que se había escondido

una parte de mí,

tal vez la más secreta.

Acerca con prudencia

toda tu voz, tus años, tu tibieza

y cuídame despacio

como una flor quebrada

que revive por fin

bajo amorosa sombra.

 

Manuscrito

Las palabras

que nunca llegaron a la última versión

tal vez eran mejores.

Tienen la gracia de las cosas perdidas:

la puerta que no abrimos,

el amor olvidado.

Como flores disecadas

los vocablos encerrados en círculos

o aniquilados por un tachón violento

florecen

cuando es otro el que asoma

a la intimidad del texto

y descubre no el poema

sino el alma de atrás:

vacilaciones clandestinas,

ocurrencias podadas en retoño.

Esa caligrafía

un poco descompuesta por los años

algo ilegible

como la voz vecina que escuchamos

a través de un muro,

como mirar las manos del autor

que ya no está.

No sin culpa

el voyeurista de este manuscrito

lo siente palpitar y algo le dice

que ese desorden,

ese jardín con plagas todavía,

hierbas silvestres cubriendo la silueta

de algún árbol final

tiene el encanto de otro paraíso.

 


Carmen Villoro (México, 1958)

Es escritora, poeta y narradora. Reconocida por sus obras literarias (cuentos infantiles, prosas y poesía) las cuales cuentan con una pizca de amor y nostalgia. Cuenta con una profesión en psicología y psicoanálisis, con su conocimiento ha ayudado a publicar diversos ensayos en libros y revistas especializados en psicoanálisis.

lunes, 19 de octubre de 2020

Eduardo Chirinos / Raritan Blues



Raritan Blues

Para Margarita Sánchez



Aquí no hay bulla ni miseria,


sólo un bosque de árboles mojados y cientos de ardillas

 

correteando vivaces o escarbando una nuez.

 

A lo lejos un puente

 

una interminable fila de automóviles retorna a sus hogares

 

y nubes balando ante un perro pastor y amarillo.

 

¿Eres tú quien camina en las riberas del Raritan?

 

Recuerdo un río triste y marrón donde las ratas

 

disputan su presa con los perros

 

y aburridos gallinazos espulgándose las plumas bajo el sol.

 

Ni bulla ni miseria.

 

El río fluye educado como en una tarjeta postal

 

y nos habla igual que hace siglos, congelándose y

 

descongelándose,

 

viendo crecer a sus orillas cabañas, iglesias, burdeles,

 

plantas refinadoras de petróleo.

 

Escucho el vasto rumor del Raritan, el silencio de los patos,

 

de los enormes gansos salvajes.

 

Han venido desde Ontario hasta New Brunswick,

 

con las primeras nieves volarán al sur.

 

Dicen que el río es la vida y el mar la muerte.

 

He aquí mi elegía:

 

un río es un río

 

y la muerte un asunto que no nos debe importar.



Eduardo Chirinos (Lima, Perú 1960 – Montana, Estados Unidos  2016)

Fue un poeta y escritor peruano. Perteneció a la llamada Generación del 80, junto a poetas como José Antonio Mazzotti, Rossella Di Paolo y Raúl Mendizábal.