miércoles, 20 de octubre de 2021

Adrienne Cecile Rich ( 8 poemas)

 





DELTA

 

Si has creído que este escombro es mi pasado

hurgando en él para vender fragmentos

entérate de que ya hace tiempo me mudé

más hondo al centro de la cuestión

 

Si crees que puedes agarrarme, piensa otra vez:

mi historia fluye en más de una dirección

un delta que surge del cauce

con sus cinco dedos extendidos

 

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

 

La luna

 

(volviendo a casa en coche de una lectura de Robin Blaser)

 

La luna

no es romántica. No. Es

un hecho de la vida y aún

no estamos acostumbrados. Pensarías, refleja

las olas no las atrae. Así

yo te regiría igual que

he sido regida por ti. En la carretera de la Costa

entre rachas de niebla

ese rostro (sí, tiene expresión)

que aparece y desaparece

nos habla

como hizo él en su galantería

y operístico misterio.

 

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

 

VIII

 

Me puedo recordar en Sunión hace años,

adolorida con un pie infectado, Filoctetes

con forma de mujer, cojeando por el largo sendero,

recostada sobre un promontorio junto al oscuro mar,

mirando hacia las rojas rocas donde una silenciosa onda

de blancor me reveló el romper de una ola,

imaginando la fuerza de aquella agua desde esa altura,

consciente de que el suicidio deliberado no era mi oficio,

pero en todo momento cuidando, midiendo esa herida.

Bueno, eso se acabó. La mujer que apreciaba

su sufrimiento ha muerto. Yo soy su descendiente.

Amo la piel cicatrizada que de ella heredé,

pero quiero continuar contigo desde aquí

luchando contra la tentación de hacer carrera del dolor.

 

PODER

 

Vivir en los sedimentos de tierra de nuestra historia

Hoy un azadón reveló de un terrón de tierra desmoronada

una botella ámbar perfecta un remedio centenario

para la fiebre o la melancolía un tónico

para vivir en esta tierra en los inviernos de este clima

 

Hoy leía sobre Marie Curie:

debe haber sabido que enfermaba de irradiación

su cuerpo bombardeado durante años por el elemento

que ella había purificado

Al parecer negó hasta el final

la fuente de las cataratas en sus ojos

la piel quebrajada y supurante de la yema de sus dedos

hasta que no pudo asir una probeta o un lápiz

 

Murió como mujer famosa negando

sus heridas

negando que

sus heridas provenían de la misma fuente que su poder.

 

EN UN CONCIERTO DE BACH

 

Atravesando la ciudad en una noche de invierno

Dijimos que el arte y la vida son polos opuestos.

Aquí nos acercamos a un amor que no conoce la lástima.

 

Esta anciana disciplina, severamente tierna,

Renueva la creencia en el amor y sin embargo controla el sentimiento,

Convirtiendo lo que soportamos en una bendición.

 

La forma es la ofrenda más grande que el amor puede ofrecer -

La unión vital de la necesidad

Con todo lo que deseamos, todo lo que sufrimos.

 

Un arte demasiado compasivo es apenas un arte a medias.

Sólo tan altiva y comedida pureza

Restaura el demasiado traicionado corazón humano.

 

Versión de Jaime Manrique Ardila

 

SUEÑO QUE SOY LA MUERTE DE ORFEO

 

Camino rápidamente a través de las estrías de luz y sombra

que arroja una arcada

 

Soy una mujer en la plenitud de la vida, con ciertos poderes

y estos poderes limitados severamente

por autoridades a las que pocas veces veo el rostro.

Soy una mujer en la plenitud de la vida

que conduce a su poeta muerto en un Rolls-Royce negro

por un paisaje de crepúsculo y espinas.

Una mujer con una cierta misión

que la dejará intacta si se obedece al pie de la letra.

Una mujer con los nervios de una pantera

una mujer con contactos entre los Ángeles del Infierno

una mujer que siente la grandeza de sus poderes

cn el preciso momento en que no debe usarlos

una mujer comprometida con la lucidez

que ve, a través de la confusión, los fuegos humeantes

de estas calles subterráneas

a su poeta muerto aprendiendo a caminar hacia atrás, contra el viento,

por el lado equivocado del espejo

 

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

 

VEINTIÚN POEMAS DE AMOR III

 

Porque ya no somos jóvenes, las semanas han de bastar

por los años sin conocernos. Sólo esa extraña curva

del tiempo me dice que ya no somos jóvenes.

¿Caminé yo acaso por las calles en la madrugada, a los veinte,

con la piernas temblándome y los brazos en éxtasis más pleno?

¿Acaso me asomé por alguna ventana buscando la ciudad

atenta al futuro, como ahora aquí, esperando tu llamada?

Con el mismo ritmo tú te aproximaste a mí.

Son eternos tus ojos, verde destello

de hierba salvaje refrescada por la vertiente.

Sí. A los veinte creíamos ser eternas.

A los cuarenta y cinco deseo conocer incluso nuestros límites.

Te acaricio ahora, y sé que no nacimos mañana,

y que de algún modo tú y yo nos ayudaremos a vivir,

y en algún lugar nos ayudaremos tú y yo a morir.

 

1999

 

Antes del intenso

momento de la ruptura

yo quería ver en el espejo

biselado y con charnelas de mi siglo

limpio de humo

ojos de carbón y rubí

aturdido cuello portador de ladrillos y diamantes

cumbre de conchas de ostra iluminadas por la luna

encaje de alambre de espino ultrajando

el famoso monumento

 

Tras él se extiende el viejo

mapa indígena  paisaje

anterior a los conquistadores horizonte sin dueño.

 

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

 

Adrienne Cecile Rich (16 de mayo de 1929  Baltimore, EE.UU.- 27 de marzo de 2012  Santa Mónica, EE.UU.) más conocida como Adrienne Rich, fue una poeta, intelectual, crítica, feminista y activista estadounidense.

 

 

 

 

 

 

Marina Tsvetáyeva ( 7 poemas)

 



En la frente besar -penas borrar.

Beso la frente.


En los ojos besar, -el insomnio quitar.

Beso los ojos.


En los labios besar  -dar de beber.

Beso los labios.


En la frente besar  -la memoria borrar.

Beso la frente.


Versión de Severo Sarduy


Libertad salvaje


Me gustan los juegos en que todos

son arrogantes y malignos,

en que son tigres y águilas

los enemigos.


Libertad salvaje

Que cante una voz altiva:

"¡Aquí, muerte, allí -presidio!"

¡Luche la noche conmigo,

la noche misma!


Volando voy -tras de mí van las fieras;

y con el lazo en las manos yo me río...

¡Ojalá la tormenta

me haga añicos!


¡Que sean héroes los enemigos!

¡Acabe en guerra el convite!

Que sólo quedemos dos:

¡El mundo y yo!


Versión de Severo Sarduy


A ti, dentro de un siglo 


A ti, que nacerás dentro de un siglo,

cuando de respirar yo haya dejado,

de las entrañas mismas de un condenado a muerte,

con mi mano te escribo.


¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado

y ya no me recuerdan ni los viejos!

¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!

Extiendo las dos manos.


Tus ojos: dos hogueras,

ardiendo en mi sepulcro -el infierno-

y mirando a la de las manos inmóviles,

la que murió hace un siglo.


En mis manos -un puñado de polvo-

mis versos. Adivino que en el viento

buscarás mi casa natal.

O mi casa mortuoria.


Orgullo: cómo miras a las mujeres,

las vivas, las felices; yo capto las palabras:

«¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!

Sólo ella está viva.


Igual que un voluntario le ha servido.

Conozco sus anillos y todos sus secretos.

¡Ladronas de los muertos!

¡De ella son los anillos!»


¡Mis anillos! Me pesa,

hoy me arrepiento

de haberlos regalado sin medida.

¡Y no supe esperarte!


También me da tristeza que esta tarde

tras el sol haya ido tanto tiempo

y he ido a tu encuentro,

dentro de un siglo.


Apuesto -dice él- que vas a maldecir

a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.

¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa

nadie le ofreció.


¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.

No oculto mi interés si no me matas.

A todos les pedía cartas,

para por las noches besarlas.


¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.

Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.

Les negarás la gracia a todas las amantes

para amar a la que hoy es sólo huesos.


Traducción de Carlos Álvarez


Poema del fin


Como la piedra afila el cuchillo,

Como se desliza el serrín al barrer,

Así, aterciopelada, la piel

Húmeda súbitamente en los dedos.


Oh dobles -coraje, sequedad-

De los hombres, ¿dónde estáis,

Si en mis palmas hallo lágrimas

Y no lluvia?


El agua es de la fortuna,

¿Qué más podría desear?

Si tus ojos son diamantes

Que se vierten en mis palmas,


Ya no pierdo

Nada. Fin del fin.

Caricias, caricias

-Acaricio tus mejillas.


Somos así, orgullosas

Y polacas -Marina-,

Cuando en mis manos llueven

Ojos de águila:


¿Lloras? Mi amor,

Mi todo: perdóname.

Trozos de sal

Caen en mis palmas.


Llanto de hombre, veta

Que en la cabeza retiembla.

Llora. Otra te devolverá

La vergüenza que te hice dejar.


Somos dos peces

Del mis-mí-si-mo mar.

Dos conchas muertas

Labio contra labio.


Todo lágrimas.

Sabor

A armuelle.

-¿Y mañana

Cuando

Despierte?


Traducción de Monika Zgustová


Mis versos, escritos tan temprano

que no sabía aún que era poeta,

inquietos como gotas de una fuente,

como chispas de un cometa,


lanzados como ágiles diablillos al asalto

del santuario donde todo es sueño e incienso,

mis versos de juventud y de muerte

-¡mis versos, que nadie lee!-,


en el polvo de los estantes dispersos

-¡que ninguna mano toca!-,

como vinos preciosos, mis versos

también tendrán su hora.


Versión de Severo Sarduy


Tu alma y la mía son gemelas

como mis manos: la derecha y la izquierda.

Tan cálidas y tiernas son unidas

como dos alas de un pájaro dormido.

¡Por un ciclón quedamos separados,

por un abismo, tú y yo, como dos alas!


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!

Después de largo tiempo delatado.

Ya me es indiferente

dónde sentirme sola.


Caminar sobre piedras,

a casa con la cesta.

La casa que no es mía:

hospital o caserna.


Me da igual quién me mire

como a un león cautivo.

Cuál es el clan humano

que me ha expulsado -siempre-.


Muy dentro de mí misma,

oso polar si hielo.

Dónde no poder convivir (¡ni lo intento).

Dónde me humillarán -da lo mismo-.


No, mi lengua natal ya no me engaña,

ni materna, me engaña su llamada.

Ya me es indiferente en qué lenguaje

no seré comprendida por el hombre.


(Lector, devorador de toneladas

de periódicos, adicto al cotilleo...)

El es del siglo veinte;

yo: ¡fuera de los siglos!


Enhiesta como un tronco,

resto de la alameda.

Todo y todos iguales;

igual indiferencia.


Lo natal, lo pasado,

rasgos todos y marcas:

toda fecha borrada-

donde ha nacido el alma.


Mi tierra me ha perdido,

y el que investigue, astuto,

el ámbito de mi alma -¡mi alma toda!

no encontrará la traza.


Las casas son ajenas y los templos vacíos.

Me da todo lo mismo.

Mas si aparece un árbol

en el camino, un serbal...


Versión de Severo Sarduy


A Rainier Maria Rilke


Rainer, quiero encontrarme contigo,

quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.

Simplemente dormir. Y nada más.

No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo

y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.

No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.

Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.


Versión de Carlos Álvarez


Marina Ivánovna Tsvetáyeva ( Moscú, Rusia- Yelábuga, Rusia) 

Fue una escritora rusa, que destacó como poeta y prosista. Es una de las poetas más originales del siglo XX. Su obra no fue del gusto de Stalin y del régimen comunista. Su rehabilitación literaria empezó en los años 1960.