sábado, 27 de noviembre de 2021

Guadalupe Grande ( 9 poemas)






INSTANTE

 

Caminar no es suficiente

el polvo del camino no hace vida

La mirada se aleja

Agua sobre el papel

y espuma sobre la palabra

 

Eres una grieta en el tiempo, Padre:

nada en ti dura y todo permanece.

 

Pronunciar la primera palabra

y acudir el desastre fue todo uno,

en aquel instante en que te dibujamos

el rostro de los días.

 

No pudo ser,

nunca pudo ser,

nunca habría podido ser,

y sin embargo, tenaces son las sombras

en su vocación de carne,

obstinado su aliento

y terca su palabra.

 

Vivir no tiene nombre.

 

LA CENIZA

Diccionario inventario

lista número preciso

cómputo de un idioma

que no podemos entender

 

Digo que no existe el olvido;

hay muerte y sombras de lo vivo,

hay naufragios y pálidos recuerdos,

hay miedo e imprudencia

y otra vez sombras y frío y piedra.

 

Olvidar es sólo un artificio del sonido;

tan sólo un perpetuo acabamiento que va

de la carne a la piel y de la piel al hueso.

Así como las palabras primero son de agua

y luego de barro

y después de piedra y de viento.

 

LA HUÍDA

 

Vivimos como de prestado

vivimos como sin querer

vivimos en vilo y nuestro destino es la espera

vivimos fatigados de tanto sinvivir

 

Huí, es cierto.

 

Huir es un naufragio,

un mar en el que buscas tu rostro, inútilmente,

hasta convertirte en náufrago de sal,

cristal en el que brilla la nostalgia.

Huir tiene el olor de la esperanza,

huele a cierto y a traición,

se siente vigilado, está perdido

y no hay ningún imán que guíe

su insensato paso migratorio.

Huir parece alimentarse de tiempo,

respira distancia y mira, desde muy lejos,

un horizonte de escombros.

Huir tiene frío y en la piel de su vientre

resuenan palabras graves valor asombro lluvia.

Huir quisiera ser un pez abisal que ha llegado a la superficie:

despues de tanto oscuro,

de tantos siglos anegado en la profundidad,

brillan las primeras gotas de luz

sobre su lomo albino de criatura castigada.

Pero huir es un naufragio

y tu rostro un puñado de sal

disuelto en el transcurso de las horas.

 

EL RASTRO

 

Somos materia de extrañeza

quién nos lo iba a decir nosotros

que hemos sufrido tanto

Pero nuestra memoria no arde

y ya no sabemos morir

 

Memoria de la vida,

memoria de los días y la vida,

cuchillo que abre el mundo

esparciendo unas vísceras que no consigo descifrar.

 

Memoria de las tardes y la luz,

alumbras la mirada

eres el vigía implacable,

la brújula severa, el testigo carcelario

que anuda el tiempo en su mazmorra.

 

Qué buscas, memoria, qué andas buscando.

Me sigues como un perro hambriento

y tiendes a mis pies tu mirada lastimera;

husmeas, perniciosa, en el camino

el rastro de los días que fueron,

que ya no son y que jamás serán.

 

Te arropan los andrajos de la dicha

y la desolación te ha vuelto precavida;

memoria de la vida, memoria de los días y la vida.

 

AZOGUE

 

Vivimos de costado

pasamos de puntillas

Gracias a dios nadie quedará para recordar

en nombre de quién

habrá de dirimirse la venganza

 

Cuando el tiempo se escapa sin rostro de las manos

dejando un polvo amarillo en el azogue

es menester estar atentos.

Cuando los días huyen a hurtadillas

despreciando nuestro estupor

(mientras se pudre el grano en el almiar)

es menester ser precavidos.

Cuando la vida se oculta en los rincones

y no hay perro de caza que pueda hallar su rastro

solícitos acudimos a las puertas del miedo.

 

El bosque de certezas ardió hace tres noches.

Y yo he venido a pregonar

la escarcha de la duda.

...

 

MEDITACIÓN

 

Aturdidos de tanto saber

y de no entender nada

las cenizas de la memoria

se esparcen en el aire

 

Una cucharada más de polvo,

tan sólo otra cucharada de nostalgia.

Abre la boca, niña, come y calla.

Cruel alimento es la nostalgia,

naufragio desolado de la vida,

espejo injusto e insaciable.

 

Otro bocado más, niña, mastica y traga.

 

El vuelo

La vida nos sabe a poco

el mar no nos basta

Somos un signo de interrogación

que ha perdido su pregunta

 

Y sobre todas las tristezas

el vuelo ensimismado del trapecio

 

-pronuncié tu nombre más solitario

tu nombre hecho de ausencia

mínimo conjuro de sílabas que nombra

la falta sin límites de tu tamaño

palabra inhóspita que lleva

a una región de aire

en la que el equilibrio es un calvario

 

-conozco bien esta vocación de aire

esta opulenta miseria

este esplendor de la tristeza

este ultraje de las redes y del tiempo

Conozco bien el desatino

de las palabras que nombran las ausencias

 

Huir es regresar eternamente

...

 

JUNTO A LA PUERTA

 

La casa está vacía

y el aroma de una rencorosa esperanza

perfuma cada rincón

 

Quién nos dijo

mientras nos desperezábamos al mundo

que alguna vez hallaríamos

cobijo en este desierto.

Quién nos hizo creer, confiar,

—peor: esperar —,

que tras la puerta, bajo la taza,

en aquel cajón, tras la palabra,

en aquella piel,

nuestra herida sería curada.

Quién escarbó en nuestros corazones

y más tarde no supo qué plantar

y nos dejó este hoyo sin semilla

donde no cabe más que la esperanza.

Quién se acercó después

y nos dijo bajito,

en un instante de avaricia,

que no había rincón donde esperar.

Quién fue tan impiadoso, quién,

que nos abrió este reino sin tazas,

sin puertas ni horas mansas,

sin treguas, sin palabras con que fraguar el mundo.

Está bien, no lloremos más,

la tarde aún cae despacio.

Demos el último paseo

de esta desdichada esperanza.

 

BODEGÓN

 

Las nueve y la cocina está en penumbra:

estoy sentada ante una mesa tan grande como el desierto,

ante unos alimentos que no sé cómo mirar,

y si les preguntara, ¿qué me contestarían?

Son naranjas de una cosecha a destiempo,

mandarinas sin imperio,

acelgas verde luto,

lechugas verde olvido,

apios sin cabeza,

verde nada,

verde luego,

verde enfín.

(Bandejas de promisión

en el condado del desamparo.)

La tarde se dilata en la cocina

y aquí no llega el sonido del mar.

La soledad de las naranjas se multiplica:

no hay pregunta para tanta opulencia,

aquí, en la serenidad de esta banqueta de tres patas,

rodeada por una muralla de mandarinas huérfanas,

una legión de plátanos sin mácula,

un bosque de perejil más frondoso

que la selva tropical.

Alimentos mudos y sin perfume:

os miro y sólo veo una caravana de mercancías,

 

el sueño de los conductores,

una urgencia de frigoríficos

y un rastro de agua sucia atravesando la ciudad.

 

LETANÍA SIN NOSOTROS

 

Es en este tiempo incierto, intacto,

es en este instante desnudo,

sin palabras, sin nosotros, tan sólo

tendido suavemente en el olvido.

Es bajo esta lluvia muda y ciega,

esta lluvia sin nosotros,

esta hora sin nosotros,

Este agua sin sed.

Es. Es sin siempre, es sin memoria,

es sin llanto y sin risa,

es sin miedo y sin gracias te sean dadas.

Es, como si eso fuera poco,

sin causa y sin remedio,

a pesar nuestro,

Y es, desde luego, sin calles ni avenidas,

sin fuentes ni estaciones,

sin la tristeza que da mirar el firmamento.

 

Guadalupe Grande Aguirre (Madrid, 1965-2021) Poeta, ensayista y crítica es autora de El libro de Lilit, Premio Rafael Alberti, La llave de niebla, Mapas de cera y Hotel para erizos. Sus poemas figuran en revistas y en antologías de ámbito nacional e internacional. Junto a Juan Carlos Mestre realizó la selección y traducción de La aldea de sal, antología del poeta brasileño Ledo Ivo. Hija de los poetas Félix Grande y Francisca Aguirre se licenció en Antropología Social por la UCM y fue responsable de la actividad poética de la Universidad Popular José Hierro, San Sebastián de los Reyes, Madrid.