miércoles, 30 de marzo de 2022

Teresa Calderón / Imágenes Rotas

 


PRÓLOGO

 

Me agrada que -venciendo las tentaciones del exitismo actual- Teresa Calderón se inscriba entre aquellos que no hacen de la literatura una carrera de velocidad sino una carrera de regularidad sí, viene publicando un libro cada cinco años: CAUSAS PERDIDAS, 1984; GÉNERO FEMENINO, 1989, y en este otoño del 94 me concede el privilegio de ser el primer lector de sus IMÁGENES ROTAS.

         Si de prólogos se trata, ya en el de su primer libro se destaca una “despiadada sinceridad en la visión femenina de la relación conyugal”. Y en el segundo: “siente que el asunto es contarlo (casi) todo”. Lo cual no sea recordado a favor de sus prologuistas•, sino de la unidad de esta poesía, unidad no temática, que podría hacer reiterativa, sino entrañable, que cava ahí mismo, y por lo tanto nunca ahí mismo, sino cada vez más hondo: Convincente la escoba/ barriendo la piel/ los huesos tatuados por el pavimento. Así, extremando ese “contarlo (casi) todo”, hoy escribe: la vida privada/ es un asunto público. Y es curioso que este gesto teatral desafiante, no sea tal, sino apenas la constatación de una realidad tan palpable, que es lo que justifica poemas como Coplas a la muerte de mi padre, de Jorge Manrique, o los Sonetos de la muerte de nuestra Gabriela Mistral.

         No es un ejemplo casual. Todo el breve, intenso libro es una tragedia, en el sentido más clásico, con esa “arrogancia irracional del héroe, que persevera en su acción, a pesar de las advertencias, y que lo hará enfrentarse con su destino…, a sabiendas de que ese combate sólo puede conducir a la destrucción.”. ••

         La universalidad de esta situación dialoga, en nuestra tradición, con los ya citados Sonetos de la muerte, diálogo más bien polémico: Ahora conozco/ el sitio exacto/ el tamaño y longitud/ el color perdido de tus huesos/ al fondo de un zapato. Donde “tu puñado de huesos” no es metafórico: cabe, realmente en un puño o en un zapato.

         O bien el sentimiento de culpa mistraliano: “No le puedo gritar, no le puedo seguir”, frente a idéntico sentimiento teresiano: ¡Qué mensaje oculto/ escrito la botella calibre 38/ que no pude descifrar a tiempo? Pero aquí la recriminación es más cruel, porque se recibió la señal -la botella es un típico mensaje en busca de encuentro, ya sea la que se lanza al mar o sobre el mesón de la taberna- y no se entendió.

         Como habrá visto el lector, no se trata de la simple, y ya tan socorrida, intertextualidad formal, sino de otra, yo diría subliminal, que opera más en el plano de la conciencia que del lenguaje, y por lo tanto revela una mayor elaboración artística: Del nicho al lecho/ no hay mucho trecho. Este suelen funcionar como mecanismos verbales tendientes a bajar la presión emotiva, pero en un plano más profundo, concuerdan con el carácter frustrado del antihéroe, uno de los jóvenes poetas aspirantes al suicidio.

Lo triste es que el suicidio frustrado es no menos frustrante ¿Qué hacer con este cuerpo ahora/ derrotado como está/ por la vida/ y por la muerte?

         Por esta vía la situación que -”no culmina en catástrofe”- ingresa, no cae, en la tragicomedia, donde conviven “lenguaje elevado, procedente de la tragedia, y lenguaje cotidiano, incluso reversito, típico de la comedia”. •••

Apelo a la autoridad de estas citas y lamentaría que el desenfado, la envidiable gracia de estos versos, su levedad formal, su irónica mirada a este operático final de siglo, opacara -en una lectura superficial- el rigor de un lenguaje lírico drásticamente castigado en busca de intensidad, los hallazgos expresivos que parecieran querer camuflarse antes que lucirse. La vida es cruel y es mucha, con su resonancia tanguera, es la nota más trivializante que encuentro y sin embargo, leámosla en serio: crueldad y exceso que la hacen insoportable, ¿qué palabras más exactas podrían revelar el menoscabo/ el deterioro feroz/ las ganas de escaparse para siempre de esta vida?

         En el paralelismo mistraliano-teresiano que vengo haciendo me queda un temor: Fernando Alegría se pregunta si será posible rescatar los Sonetos de la muerte “de la crónica roja de la poesía” y sería penoso que alguien inscribiera allí este hermoso texto de vida, pasión y resurrección.

         Breve, intenso, tierno, sarcástico, impecable, implacable poema dramático, IMÁGENES ROTAS recompone lúcidamente conciencia intelectual y vivencia humana: Una tristeza como esta/ -los griegos ya lo sabían-/ la registra el ADN/ de generación en generación/ por los siglos de los siglos.

         La registra también la historia de la poesía chilena, con su corte de mártires de la propia juventud, de generación en generación, desde Isabel Peralta o Romeo Murga, hasta Rodrigo Lira o Armando Rubio.

El tema, pues, pertenece a la nacional, lo que, aparte de confirmar que la vida privada es un asunto público, configura el escenario en una adecuada lectura deberá recomponer estas IMÁGENES ROTAS.

 

                    Floridor Pérez

                    Santiago, otoño de 1994.


Esta no es una dedicatoria.

Simplemente un ajuste de cuentas.

 

A Tomás Harris, Monsieur Recamier.

Y a mi hijo Gustavo.

 

 


PRIMERA PARTE

 

 

 

I       Las raíces que arraigan

 

 

¡Ah, pobre Yorik!

Yo lo conocí, Horacio…

                                                                                Hamlet

 

 

&

 

La vida: el gran laboratorio de la muerte plagado de tristes ratas.

 

 

&

 

Habría que retroceder la historia hasta descubrir la evolución con las manos en la masa.

 

 

 

&

 

Abrían sus fauces los camiones de la tarde.

Todo se lo tragaban.

La lozanía de la fruta

participando del misterio y de la muerte.

 

Convincente la escoba barriendo la piel

los huesos tatuados por el pavimento

y tendones estallando y cartílagos sangrientos

y briznas de pasto y ramas secas

recolectadas en la caída.

 

El más grande de los desperdicios

mi pobre basura biodegradable

entrando en la ambulancia.

 

 

 

 &

 

Podríamos considerar a la hora de los descargos

el temblor matutino

la náusea

el desconsuelo

abriendo sus brazos cada día

la prepotencia urgente del deseo.

 

 

&

 

Esa sed que no ceja en su sed

porque está en la tierra y en todo lugar

descontando el cielo.

Si acaso.

 

&

 

Y al otoño no lo mencionan las escrituras sagradas

como estación de la muerte.

 

 

 

&

 

Los suicidas las prefieren primaverales.

 

 

 

&

 

El tiempo lo determina el hombre

pensó asomando la razón

por detrás de las inmensas columnas

y del miedo.

 

 

 

&

 

El futuro se perdía en un montón de escombros

y abril, única verdad posible,

volvía a ser el mes más cruel.

 

 

 

&

 

Está oscura la tarde y caen sus sombras sobre los                        sueños.

Todo se nubla en dirección al cielo.

 

 

 

&

 

Desde los ojos poblados de presagios

sólo existe la ventana abierta

engañosa como un cuadro de Magritte.

 

 

 

&

 

Esta no es una pipa

Este no es un hombre

Esta no es una ventana abierta

por donde cae el hombre de la pipa

Esta no es forma de morir

Esta no debiera ser la vida.

 

 

&

 

Ahora conozco el sitio exacto

el tamaño y longitud

el color perdido de tus huesos

al fondo de un zapato.

 

 

 

&

 

 

Ahora la memoria registra la fragancia

el fragor del exterminio

en estos días de tumba:

una impecable sinopsis de la muerte.

 

 

 

&

 

 

¿Cielo?

¿Infierno?

¿A qué estado de nada

a qué mazmorras

irán a dar los espantados

los muertos de miedo

los que tienen perdida la fe

los atorados con el trago amargo

de sus propios pasos perdidos

los aterrados de la vida por delante

los jóvenes poetas aspirantes

al suicidio?

 

 

 

&

 

 

¿Qué mensaje oculto traía escrito la botella calibre 38

que no pude descifrar a tiempo?

 

 

 

&

 

Yo soy el Camino. La Verdad. Y la Vida.

 

 

 

 

&

 

Miren que venirme con el cuento de que es la sangre                  de  Dios.

 

 

 

&

 

Salió cara la gracia de convertir el agua en vino.

 

 

 

&

 

Alcohólico anónimo o borracho conocido: ésa es la                    cuestión.

 

 

 

&

 

El alcohol

como el adjetivo:

si no da vida.

Mata.

 

 

 


 

 


 

SEGUNDA PARTE

 

II      En estos escombros pétreos

 

Esa calavera…

¡Cómo la tira contra el suelo

ese bribón…!

                                                                             Hamlet

 

 

 

 

Perdónalo, Señor, porque sabe perfectamente lo que                  hace.

 

 

 

&

 

Un demonio magnífico se oculta en la botella. –Ábrela,             –dijo y se rió.

 

 

 

&

 

Para subir al cielo se necesita bajar al suelo

porque el curso de la vida es oscuro

y las cartas las echaron hace tiempo.

 

 

 

&

 

En lugar de llorar junto al cuerpo derramado

recuerdo a Humphrey Bogart

en la ninguna película de su lecho de muerte

enronquecido por el cáncer laríngeo

el gángster más querido de Hollywood

el matón adorable confesándose con Frank Sinatra:

lo único que va bien es mi cuenta bancaria.

Para qué más.

 

 

&

 

Todo lo que toco se convierte en vino.

 

 

&

 

Irás. Volverás. Nunca en la Guerra. Perecerás.

 

 

&

 

La mejor manera de orientarse será ir al Oriente.

 

 

 

&

 

Irás. Volverás nunca. En la Guerra perecerás.

 

 

 

&

 

Apenas un hombre preso en el vértigo del vacío

         c

                    a

                                y

                                            e

                                                        n

                                                                     d

                                                                             o

a nueve coma ocho metros por segundo.

 

 

 

 

&

 

 

¿Qué hacer con este cuerpo ahora

derrotado como está

por la vida y por la muerte?

 

 

 

&

 

Tu aversión a la vida

tiene tantas razones que ninguna razón conoce.

 

 

 

&

 

Me has roto un hueso dice el hombre después del apaleo. Doscientos quince huesos tiene el cuerpo humano y este es sólo uno contesta la chica brava en Terminador II.

 

 

&

 

 

La vida privada es un asunto público.

 

 

 

&

 

Ahí va el borrachín del barrio, dicen los del tejado etílico, los libres de culpa que lanzan la primera o la última.

 

Por aquí pasó el vagabundo que comía poco. Comenta el otro loco que comía poco.

 

Yo lo vi caer. Era un pobre hombre demasiado agotado de andar por los jardines.

 

 

 

&

 

Era indecoroso remontar el curso de las explicaciones.

Más inadecuado aún estudiar la rima y la arritmia

con que ese corazón desmoronado

perseguía el ritmo de la vida.

 

Absolutamente retrógrado

establecer parámetros firmar acuerdos

y nadar contra la corriente de tu tristeza indeclinable.

 

 

&

 

 

Al fondo de la amargura engrillada y feroz en sus ojos             de agua

la soprano acomoda al gorjeo su garganta funeraria.

 

 

 

 

&

 

La furia se adiestra en el papel que le acomoda.

La ira ensaya su ira para este operático final de siglo.

 

 

 

&

 

 

Quién puede comprender este espectáculo

si no es como la ofrenda de un cuerpo

regresando a la tierra de donde nunca debió salir.

 

 

&

 

El suicidio

como dijo el actor

es una muerte

en defensa propia.

 

 

 

&

 

Después de todo con las heridas abiertas

regresa a la fanfarria como los muertos vivos

en la peor película de serie B.

 

 

 

 

&

 

Teníamos

un

futuro

por

delante

 

Yo sólo veo huesos

y

carne

que

se

pudre.

 

 

 

 

 



 

TERCERA PARTE

 

 

III                Un montón de imágenes rotas

 

 

Si no fuera por el temor

                    de un algo después de la muerte…

                                                                     Hamlet

 

 

 

&

 

Una tristeza como ésta

–los griegos ya lo sabían-

la registra el ADN

de generación en generación

por los siglos de los siglos.

 

 

&

 

Esta pena negra no es cuestión de boticarios.

 

 

&

 

Ni perfiles bioquímicos

ni frentes

ni muestras para el cultivo

ni retrato hablado

ni delicadas transaminasas

ni rayos x

y griega o zeta

ni clarences de creatinina

podrían revelar el menoscabo

el deterioro feroz

las ganas de escaparse para siempre

de esta vida.

 

 

&

 

Del nicho al lecho no hay mucho trecho.

 

&

 

Los antidepresivos se extravían camino a la conciencia

y los ansiolíticos se pasean como Pedro

por donde ya se sabe.

 

 

 

&

 

Batallones de medicinas

discurren a tu Salud:

Palabra bendita

y maldita.

 

 

 

&

 

 

La arbitrariedad del signo lingüístico.

La arbitrariedad de la muerte.

¿A qué sistema de signos

debo acudir para el consuelo?

 

 

&

 

La vida es cruel y es mucha.

 

 

&

 

 

            No espere milagros

dice el sacerdote.

No tiene vuelta

el naipe no va a componerse

asegura el tahúr.

El siquiatra intenta

explicaciones incomprensibles

y yo insisto:

en algo se las trae

la palabra esperanza.

 

 

&

 

Confieso que he bebido.

Acúsome, Padre,

de haberlo hecho

como un condenado

a vida.

 

Cada uno vive y bebe

como puede.

Ve en paz,

Hijo de tus Obras.

 

 

 

 

&

 

 

Oh, Padre Antabús

no lo desampares

ni de noche

ni de día

ni en la Mala Hora.

Salud.

 

 

 

 


 

Era Tebas el lugar de la tragedia

 y no estábamos en Tebas.


Thomas G. Harris




Teresa Calderón, La Serena, 30 de marzo de 1955, es una poeta y narradora chilena.

Hija de Alfonso Calderón, Premio Nacional de Literatura. Teresa, junto a sus hermanas Lila y Cecilia, pudieron desde pequeñas familiarizarse con libros y escritores.

Entre 1974 y 1980 estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica y, posteriormente, en 1986, Estética en el Instituto del mismo nombre de su alma máter.

Teresa Calderón, a quien se considera de la Generación de los 80, ha publicado una amplia variedad de cuentos, poemas, novelas y antologías y ha sido galardonada con importantes premios del mundo literario.