jueves, 24 de marzo de 2011

Hernán Vargascarreño / Colombia


Hernán Vargascarreño (Zapatoca, Colombia, 1960). Poeta, traductor y editor. Docente de literatura egresado de la Universidad Industrial de Santander. Creó y dirigió en Santa Marta el programa nacional Poesía Mar Abierto (1991-2007). Dirige la revista de poesía Exilio. Se desempeña como docente en el distrito de Bogotá. En el 2008 coordinó el taller de poesía de la Casa de Poesía Silva y en el 2009 el Taller de Crónica de la Memoria del Ministerio de Cultura.
Libros publicados: País íntimo (2003), Piedra a piedra (2010) y sus traducciones al Castellano Almenas del tiempo, de Edgar Lee Masters (2003) y ¿Quién mora en estas oscuridades?, edición bilingüe de Emily Dickinson (2007).
Entre otras, ha recibido las siguientes distinciones: Becado por el Ministerio de Cultura en la modalidad de creación literaria (1999); Premio Nacional de Poesía Antonio Llanos (Biblioteca Centenario, Cali, 2000); segundo finalista en el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá IDCT (2002); Premio Nacional de poesía sin banderas de la Casa Silva (2003); Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango (2010). Correo electrónico: poetasalexilio@gmail.com


Poemas del libro Piedra a piedra, Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango 2010


Piedra a piedra,
palabra a palabra

Sola, insegura, apremiante palabra,
casa sin atavíos.
Rafael Cadenas

1
DE PRONTO UNA PALABRA rompe su silencio y
despelleja sobre los hombres su grave desnudez.
Se abalanza sobre lo suyo y hace mella.
Horada alguna dicha ha tiempo olvidada
y nos regresa a la falsedad de la esperanza.
Creemos entonces ser felices.
Ha hecho lo suyo la infeliz palabra.

2
CIERTAS PALABRAS saben esconder sus alas
-temerosas de los hombres, claro está-
Sellan en su canto inoído
el visaje de secretas escrituras.
Guardan lumbre
para otros tiempos más aciagos
ante la oscuridad que las acosa.
Nunca dicen nada, y su santo y seña
es el aire mudo e inmóvil.
Por su aspecto, tremolante e invisible,
solemos confundirlas
con una vaharada de los dioses.

3
CADA PALABRA lleva lo suyo,
una especie de eco profundo
que ha viajado con los siglos,
un testigo pétreo
de la desolación de los hombres,
algo así como un fantasma
marmóreo del tiempo.
De pronto,
una simple pasión,
una bandera, un sueño,
estallan todo su pasado
y exhiben ante nosotros
el vaciado de sus vísceras
como única defensa.
Nada hemos dejado de ella
si pretendemos recogerla.

4
HAY PALABRAS
que hacen sombra,
como nube, árbol, casa…
Otras hacen pena o destierro o desamparo.
También hay
las que guerrean, atacan y destrozan.
O las que muerden, pujan, acarician…
Solo hay que pronunciarlas.
Nada más.

5
LA FELICIDAD de los dioses
ha de estar dada
por la ausencia de palabras.
Las nuestras,
míseras, soterradas, valentonas,
no hacen más que alejarnos de su reino.
En vano levantamos
estancias, murallas, rencores,
cualquier tipo de encierro
que asile nuestras miserias
y sirvan de trampa a las palabras.

6
CUANDO SE LANZA una piedra
también se lanza la palabra piedra.
Cuando se besan otros labios
también besamos la palabra labios.
Cuando la angustia tiembla
en nuestro pecho
también tiembla la palabra angustia.
Cuando vislumbramos la muerte
ya somos la palabra muerte.

7
UNA PALABRA dice lo suyo.
Otra le contradice secamente.
Una más se solidariza con la primera.
Otra duda de las dos.
Aparece una que solo las observa a todas.
Luego llegan otras a curiosear
y otras más se plantan ante la escena
esgrimiendo sus cínicas sonrisas.
Pasados solo unos momentos
ya todas opinan libremente del bien y del mal,
y cada una acepta el cinismo de la otra
solo por la certeza de su propia orfandad.

8
LA PALABRA guijarro
parece un poco olvidada
y la hemos abandonado
a las aguas de sus ríos y riberas.
La palabra poema
cada día está más confinada
al tiempo de los libros.
Podemos unirlas para unir sus fuerzas:
Un poema es un guijarro,
pequeño canto rodado
alisado y redondeado
a fuerza de rodar impulsado
por las aguas del tiempo.

9
NADA,
es una palabra llena de sí misma.
También es una ambigua tentación
que a menudo nos encanta
con sus inaudibles cantos de sirenas.
Escribimos para engañarla,
para no caer en ella.
Eso creemos.

10
SE PUEDE COSECHAR una palabra
como un buen rencor.
Es posible que la palabra reloj se mueva,
pero su tiempo es inmóvil.
Hay algo indescifrable en la palabra enigma,
pero una vez resuelto, el enigma es más profundo.
Todos gritan una sola palabra al unísono,
pero cada uno, míseramente, reclama lo suyo.
Un misterio no develado yace en la palabra misterio.
Cuando descubrimos la desolación del hombre,
comprobamos lo animales que somos
de mudas y estériles palabras.
Piedra a piedra, palabra a palabra
hemos levantado las más oprobiosas ignominias.
Piedra a piedra, palabra a palabra,
también las hemos sabido derrumbar.