jueves, 14 de enero de 2021

Sergio Colina / Las guerras frías (5 poemas)





De rodillas

en el suelo de la cabaña abandonada sobre el árbol

(el saúco el sauce la aldea del arce)

le romperé la espalda al amor

le quebraré la columna y la espina

y hará [¡]crac(k)[!]

y no será la llamada del grajo

ni el canto de cisne de un pico naranja

sino el fin del aliento

el comienzo del fin con la sangre en las manos

y la gelatina chorreando hasta los codos

y el charco en el suelo

y la flor despreciada

y la tela abrasada

y todo para que no acabe ocurriendo

absolutamente nada.

El cuco parece agotado.

Se posa en el hombro de Tristia

y grita: «Mentiroso»,

como quien grazna: «Estoy muerto».

O mejor: «Me expropiaste el sueños.

(Lo escondí diez años bajo la almohada).

Sale sólo aire tibio del pico de Tristia.

Y el cuco, el cuco ya se ha ido.

(El cuco es el hombre de arena,

es la V que se yergue en la derrota).

 

Como una rama seca bajo un pie ciclópeo,

mi esqueleto, mi cráneo entero cruje.

Bajo tu mano.

Ni siquiera te respeto.

Es más: enciendes en mí

la hoguera de la repulsa, un humo denso

desmayándose en un cielo negro vigoroso.

Soledad entre multitudes. Espero.

Tú, tú no acompañas.

Cuándo convertiste tu anatomía en un obstáculo

que saltar en la carrera, al vuelo

(o lo convertí yo, rabioso como un juguete);

cuándo te convertiste en bofetada callada

de lo insufrible,

indolora; cuándo, digo, no lo sé.

Sólo sé que este maldito aire está por todas partes.

Que apesta, como apesta un tugurio.

Y que no soy yo. Y que no hay ventanas.

Y que deberían morir los desaventurados.

Y yo con ellos.

Quemaré las páginas de tus libros

por envidia.

Tras haberlas comentado en todos los medios

tras haberlas ensalzado entre copas

no podré resistirlo y escupiré en la portada

de tu último disco

y devoraré todas las fotos que usas para las tapas

de tus últimos gritos

y que colgaste en el blog que te hice

cuando todavía

viajábamos

juntos.

 

EL POZO


Quebrantando las espigas

de gelatina,

esparciendo crujidos

por los caminos de sirga

voy diciendo que resultas sin duda extraño

asomado al pozo, inclinado.

Y cacareo que es en estas mañanas

[con el pulso tranquilo mezclado

con la luz de los tilos lavados]

cuando podrían devorarse como helado de yogur

tus restos

(con un enorme bordado en la cara

y tal vez una lágrima en la nariz

como las que te provoca el orgasmo que yo te causo

cuando te exploro por dentro, como en un juego).

Exactamente igual

que las cenizas de un amor antiguo.


 

Sergio Colina (Barcelona, España – 1985)

Es diplomático. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y Master Interuniversitario en Relaciones Internacionales por la Escuela Diplomática (Madrid). Ingresó en la carrera diplomática en 2011 y gran parte de su carrera profesional ha estado dedicada a la cooperación internacional y las políticas de desarrollo, también a nivel europeo y multilateral. Es miembro del comité editorial de la colección “La Valija Diplomática”. @mundiario