martes, 30 de agosto de 2022

Rubén Pérez Hernández / Colaboración Poética




Su sonrisa voló alto
como una mariposa colorida
batiendo sus alas hacia el sol.
La bailarina del circo callejero
se mueve libre sin saberlo,
saltando y girando
llena de emoción.
Sus manos repletas de flores
las lanza al viento
para que lleguen
a los pobres corazones
carentes de amor.
Al final, con los brazos abiertos mira
al breve horizonte lejano
sabiendo,
que su función ha terminado.
Sonrisas aladas despiertan
con las primeras estrellas,
volviendo sobre sus pasos
arrancando saludos
a una luna que recién llega.
 
***
Entre azules ardientes lejanos
sacude insistente el oleaje
de crines salvajes al viento,
el redoble perpetuo de sus cascos
hace temblar el llano
cuando el monte despierta
estirando al cielo sus manos.
Los veo galopar juntos
como marea incontenible,
como si nada los contuviera,
nada en este mundo
nada más que la libre voluntad
de rodar entre montes y espinos.
Los he visto bebiendo en los arroyos
o corriendo frenéticos contra el viento,
envueltos en remolinos de relinchos,
impregnando el aire con fuertes latidos.
 
***
 
El camino corre lejos, muy lejos.
Se pierde en el infinito sin remedio,
sin saberlo, sin quererlo.
Ruinoso, corcovea salvaje
entre árboles y pájaros sedientos
de aventuras leídas,
de cuentos contados a la luz de una luna
gigante y conocida.
Pero todos esperan ansiosos
que el camino los lleve
a algún lugar concreto,
cuando todo el mundo sabe
que el camino corre lejos,
lejos sin saberlo.
 
 
A LA CIUDAD VIEJA DE MONTEVIDEO

Desde la plaza se ve el Plata
que luminoso y brillante responde,
entre árboles del paseo dominical,
a las palomas
que vuelan hacia la Catedral.
Mirando la vieja ciudad
que se rinde al llegar al mar,
como los amantes:
se miran sonrientes,
complacientes,
desgranando su historia de amor.
Blanca arena.
Puerto bravío.
Rugiente mar.
Tantos años sosteniendo
ese claro amor,
entre el mar y la ciudad.
 
***
 
A los poetas desconocidos,
a los que nadie ha leído,
a aquellos que sus versos vieron
la luz entre borradores descoloridos.
A los poetas desconocidos,
que han escrito poemas
pero no salieron en libros
ni nadie ha visto,
que no sonaron altivos
en ningún lado,
ni siquiera dichos
lentamente al oído.
A esos poetas,
a esos queridos desconocidos,
a ellos les dedico
-con mi mayor respeto-
estos versos sencillos.
 
***
 
Ella estaba en el último vagón del tren
mirando la gente pasar
mirando con desgano al mundo
al que quería abandonar.
Ella sabía a donde iba,
sabía lo que quería,
solo quería mostrar su voz
luminosa y clara,
blanca cascada que derramaba
millones de sonidos,
esbeltos sonidos
que rompían en pedazos
los oscuros cristales de su pasado.
Así estaba la chica en la ventana
mirando la gente pasar
mirando el estridente silencio
que dejaba atrás.

 

 

Rubén Pérez Hernández, nació en ciudad de Montevideo-Uruguay, el 13/10/1960. Trabaja en la Biblioteca del Poder Legislativo, Licenciado en Historia, escritor y poeta. Ha publicado en varias revistas de Argentina, México y España. Ha participado de una Antología poética organizada por la Editorial Oxymoron en la República Argentina.

 


viernes, 12 de agosto de 2022

Mercedes Luna Fuentes / METRO

 


Metro

 

uno

 

fuiste tú quien ideó el plan

quien me arrojó al mundo

hecho dolorosa artificialmente

me puso en este andén vacío

sólo para mí

 

fue parte de tu plan

tu bien estructurado plan

construir túneles

en los estantes de tu casa

para que yo asomara en ellos

 

 

dos

 

fuiste tú quien hizo el metro donde viajo ahora

quien hizo las monedas para comprar boletos

quien hizo los boletos y los entregó

apretando      suavemente mi mano

 

fuiste tú quien se sentó conmigo en la estación

antes de emprender el viaje

y no me dirigió la palabra

 

 

tres

 

eres este túnel

de costillas oxidadas

que paso

 

ese par de relojes en lo alto

marcando distintas horas

 

este botón azul de emergencia

que no funciona

 

 

cuatro

 

tú me arrojaste agua en la cara

camino al túnel

diciendo lo torpe que he sido

lo buena que he sido

 

tú colocaste metales

retorcidos en mi espalda

para enderezar mi cuerpo

y resistir el viaje

 

 

cinco

 

en el pasillo del metro

sobre mis manos untaste opio

diciendo

compra menos      destruye más

 

me diste este paso de serpiente

que busca

y mancha el piso de acero

ahora mismo debajo mío

de un aceite negro luminoso

 

 

seis

 

eres tú

quien sostiene estas vías sobre las que viajo

las que me van a salvar

 

eres tú

tras las luces amarillas del vagón

dentro de ellas

 

eres tú

cada uno de los asientos

 

 

siete

 

tu cálculo fue

ser ese hombre tras el cercado

lanzándome piedras

 

tu cálculo fue

armar los barrotes

en que ahora me sostengo

 

 

ocho

 

has puesto música encapsulada

sobre este cielo gris

sólo para mí

 

 

nueve

 

avanzando antes que la velocidad

 

ángel que hizo los aviones plateados

que sobrevuelan el metro

 

creador de esta botella de agua

meciéndose en mi saco

 

 

diez

 

no hay mapas en este metro

están en tu cabeza

doblados en tres partes

como las tres almas que tienes

y me heredarás

tan pronto se abra

la primera estación

 

 

once

 

tú estallas el vidrio

 

tú revuelves mis cabellos negros

como listones de seda interminables

 

tú arrancas incendias

la ropa clara

que llevo puesta

 

 

doce

 

tú has dejado esta gota terca estirándose

sobre el cristal y no se acaba

para que yo la vea

 

 

trece

 

avanzo y me pierdo de ti

me pierdo de mí

 

escucho al final del túnel

tus aullidos y los míos

 

 

Mercedes Luna Fuentes

(México, 1969)