jueves, 14 de abril de 2022

Katherine Mansfield (9 poemas)






UN DÍA EN CAMA

 

Ojalá no me hubiera resfriado.

El viento sopla y grita.

Ojalá fuera vieja, muy muy vieja

en vez de una niñita.

 

El día se me vuelve interminable,

en soledad bostezo

y no me gusta la canción del viento

que ruge por un hueso.

 

Es parecido a un perro que tuvimos

que entraba sigiloso

y arrebataba cosas: su ladrido

era un ruido espantoso.

 

Me senté y la niñera me ha obligado

a usar un chal que pica;

ojalá no tuviera tanto miedo;

qué horrendo que es ser chica.

 

Siento que fue hace muchos, muchos días

cuando tomé mi té;

¿Será que todos se fueron de viaje

y solo yo quedé?

 

 

 

Y no me puedo volver a dormir

aunque ya esté en la cama.

El viento espera que alguien lo alimente

y brama y brama y brama.

***

 

POR QUÉ EL AMOR ES CIEGO

 

El niño Cupido, cansado del día invernal,

sollozaba clamando cielos claros, abiertos,

hasta que ¡niño tonto! perdió los ojos de tanto llorar ---

y las violetas nacieron.

***

 

CUANDO FUI PÁJARO

 

Trepé al árbol de karaka

hasta un nido todo hecho de hojas

pero suaves como plumas,

empecé una canción que siguió cantándose sola

y no tenía palabras pero al final se ponía triste.

Había margaritas en la hierba bajo el árbol.

Les dije, sólo para provocarlas:

"Voy a arrancarles la cabeza de un mordisco

para darles de comer a mis hijitos".

Pero no creyeron que yo fuera un pájaro

siguieron bien abiertas.

El cielo era como un nido azul con plumas blancas

y el sol era la madre pájaro que lo mantenía caliente.

Eso decía mi canción: aunque no tenía palabras.

Hermano Pequeño apareció empujando

su carretilla en el sendero,

transformé mi vestido en alas y me quedé muy quieta,

cuando estuvo cerca gorjée: "Mío-mío".

 

Por un momento se deconcertó...

después dijo: "Uf, no eres un pájaro, te veo las piernas".

Pero las margaritas no tenían importancia,

Hermano Pequeño no tenía importancia:

yo me sentía un pájaro, ni más ni menos.

***

 

NUESTRA PELEA

 

Nos pareció gigante la pelea,

la habitación se vio chiquita, extraña.

Cada libro, la lámpara, los muebles,

se nos vinieron encima con saña.

Nos miramos, sentadas cara a cara,

en un pálido miedo silencioso.

"¿Para qué te quedás?", dijo, "mi cuarto

nunca será tu sitio de reposo."

"Antes de despedirnos para siempre,

caminemos, Katinka, te lo pido."

Y recorrimos juntas, en silencio

ese camino oscuro y conocido.

¡De pronto el cielo llameaba de estrellas!

"¡Katinka, mirá arriba, por favor!"

Así las dos, como niñas sedientas

bebimos de ese cuenco del amor.

"Qué par de bobas", me dijo Katinka.

"¿Por qué ese susto, pasó algo, acaso?"

Entonces suspiramos y reímos

y felices nos dimos un abrazo.

***

 

SOLEDAD

 

Ahora es la Soledad quien viene de noche

En vez de Sueño, a sentarse junto a mi cama.

Como una niña cansada espero oír sus pasos,

Y la miro mientras sopla la vela suavemente.

Se sienta sin moverse, ni a izquierda ni a derecha

Gira, y rendida, deja caer la cabeza.

También ella es vieja; también ella ha peleado la pelea.

Así, con laureles está adornada.

 

A través de la triste sombra la marea que baja lenta

Surca una costa estéril, insatisfecha.

Sopla un viento extraño…después silencio. Estoy lista

Para aceptar la Soledad, tomarle la mano,

Aferrarme a ella, esperando, hasta que la tierra estéril

Se llene con el terrible monótono de la lluvia.

***

 

A.L.H.B. (1894-1915)

 

Anoche por primera vez desde tu muerte

Caminé contigo, hermano mío, en un sueño.

Estábamos otra vez en casa junto al arroyo

Bordeado de altos arbustos de bayas, blancas y rojas.

“No las toques: son venenosas”, dije.

Pero alzaste la mano, y vi un rayo

De extraña risa luminosa en torno a tu cabeza

Y cuando te agachaste vi que las bayas fulguraban –

“¿no te acuerdas? ¡Las llamábamos el Pan del Muerto!”

Desperté y escuché el gemido del viento y el rugido

Del agua oscura al caer la costa.

¿Dónde – dónde está el camino del sueño para mis pies ansiosos?

Junto al arroyo recodado está mi hermano

Esperándome con bayas en las manos…

“Estas son mi cuerpo. Hermana, tómalas y come.”

***

 

EL ABISMO

 

Un abismo de silencio nos separa

Yo estoy de un lado del abismo – tú del otro-

No puedo verte ni oírte – pero sé que estás allí-

Suelo llamarte por tu nombre infantil

Y finjo que el eco de mi grito es tu voz.

Cómo podemos franquear el abismo – nunca hablándonos, tocándonos –

Antes pensaba que podríamos llenarlo con nuestras lágrimas,

Ahora quiero destrozarlo con nuestra risa

***

 

MALADE

 

El hombre del cuarto vecino

Tiene el mismo mal que yo

Cuando me despierto a la noche lo oigo darse vuelta

Y después tose

Y toso yo

Y él vuelve a toser –

Eso sigue mucho tiempo –

Hasta que siento que somos como dos gallos

Llamándonos en un falso amanecer

Desde granjas distantes y escondidas.

***

 

EL ANILLO

 

Sólo un minúsculo anillo de oro

Un eslabón apenas

Úsalo y habrás vendido tu corazón

…¡Extraña idea!

 

Mientras no destelle en tu mano

Serás libre.

¿Lo arrojaré en la arena,

Lo echaré al mar?

 

¿Cuál fue el mayor pecado de Judas,

El beso o el oro?

El amor debe acabar donde empiezan las ventas,

Según me han dicho.

 

No tendremos anillo, ni beso

Que traicionar.

Cuando escuches silbar la serpiente

Piensa en Eva.

...

 

Katherine Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 14 de octubre de 1888 -Fontainebleau, Francia, 9 de enero de 1923) fue una destacada escritora modernista de origen neozelandés. Narradora neozelandesa que cultivó la novela corta y el cuento breve, convirtiéndose en una de las autoras más representativas del género. Representa un caso aparte en la literatura anglosajona de la época, pues, de forma análoga a la del ruso Antón Chéjov, supo captar la sutileza del comportamiento humano.