lunes, 23 de junio de 2025

Pájaros negros de alas relucientes / Elizabeth Rifo

 


Pájaros negros de alas relucientes

Elizabeth Rifo

La Parada Poética Ediciones, 2025

 

Hay libros que llegan como un presagio, como si se anunciara desde antes su necesidad. Pájaros negros de alas relucientes, primera publicación de Elizabeth Rifo, no es solo el registro de una escritura afilada por la intensidad emocional: es también la apertura de un imaginario poderoso, íntimo, ferozmente femenino.

Esta plaquette reúne 17 poemas escritos con una pulsión casi vital, que atraviesa cada verso. La autora nos entrega aquí una voz que emerge desde la herida, pero no se queda en la fragilidad: la transforma en vuelo. Hay dolor, sí, pero también lucidez, deseo y un urgente impulso de verdad.

Siempre, siempre volveré /como el correr del río que no espera nada, escribe Elizabeth en uno de los primeros poemas de esta plaquette. Y ese regreso —obstinado, dolido, pero firme— define con nitidez el pulso que atraviesa su primer libro: una escritura que insiste, que vuelve sobre sí misma, que se levanta desde las ruinas del amor, de la infancia, de la pérdida, para cantarse a sí misma y así, poco a poco, reconstruirse.

La poeta nos entrega imágenes tan potentes como desoladoras: Suspiro, un pájaro muerto sobre mi mano, dice, en uno de los versos más memorables. Y más adelante: el pájaro no resucita entre mis manos / en vez de llorar / lo acaricio. Ese gesto, el de acariciar la pérdida en lugar de evadirla, es la esencia de este libro. Elizabeth no escribe desde la queja, sino desde una ternura feroz, desde una observación aguda de sus propios límites: Es un perderme dentro / de límites que yo no dictaminé / o quizás sí.

Cada poema es una escena contenida, una fotografía emocional donde la palabra hace las veces de refugio, de espejo, de nido y a veces también de puñal. Hay una conciencia clara de lo que se ha perdido —la voz, el deseo, la ilusión— y una lenta pero firme recuperación de la propia identidad: Ahora me miro y definitivamente soy otra / busco palabras de honestidad / de reencuentro con mi palabra / con mi pulso / con mi ser.

La poesía, para Rifo, no es consuelo: es destino. Como lo dice citando a Enrique Lihn: La poesía es como un enorme pájaro muerto colgado al cuello. Y sin embargo, esta autora primeriza no se detiene en el peso. Libera al pájaro. Lo mira con compasión. Le lustra las alas. Lo deja volar.

Pájaros negros de alas relucientes es el inicio luminoso de una voz que, aunque aún en construcción —como toda voz verdadera—, se muestra ya plena de autenticidad. Hay una búsqueda lúcida por habitar la palabra, por hacer de la poesía no un refugio, sino una herramienta para la comprensión de sí misma. El lenguaje aquí no adorna: revela. Una aparición necesaria en la escena poética actual. Con valentía y belleza, Elizabeth Rifo nos invita a asomarnos a su abismo luminoso, y a acompañarla —como lectores cómplices— en este primer vuelo.

 

Georgina Ramírez

La Parada Poética Ediciones



 




 

 

 

 

 

"El papel de la piedra", de Reynaldo Lacámara / Por Matías Escalera Cordero

 


"El papel de la piedra", de Reynaldo Lacámara

La Parada Poética, Santiago de Chile. Ch. 2024. 75 páginas



Mi figura la inscribí mayor
para que la piedra
comenzara a tener memoria…
Porque en la piedra estamos todos
Están nuestras manos
acariciando el rostro del mundo

¿Qué tienen en común la piedra de la caverna primigenia, el fuego y la piel, con la fotografía y su captura del instante o la casa: como espacio de la memoria nuestra y de nuestros ancestros?

Sin duda, la luz y la memoria del instante pleno. Y, también, las ausencias de «antes de la luz». Y, por supuesto, la agitación de los amantes en la tibia intimidad de la alcoba/cueva/nido.

Para Reynaldo Lacámara, uno de los más importantes y reconocidos poetas chilenos de la actualidad, todo esto es lo que tienen en común, la caverna primordial, la piel y la fotografía, precisamente, los elementos poéticos esenciales con los que se va construyendo este excelente poemario, dotado de esa unidad de tono y sentido que tanto nos gusta.

El libro está dividido en tres secciones: I “Las piedras hablan (Spray)”, II “Captura (Antes de la luz)”, III “La casa nos toca (Lugar habitado)”, cuyos epígrafes nos sitúan inmediatamente en el exacto punto y clima poéticos a los que el poeta nos quiere llevar en cada una de ellas.

La cueva inicial, en la que todo comienza y se prefigura, y nos prefigura…

Yo cacé ese tigre

al estamparlo en un muro:

ese fue mi regalo.

Mi figura inscribí mayor

paraque la piedra

comenzara a tener memoria. (Cazador)

La captura del instante inasible: esa idéntica estampación del acontecimiento fugaz, necesario y memorable, que es una fotografía: hecho mecánico e industrial, sí, pero equivalente, al cabo de los milenios, al testimonio de nuestra presencia en los innumerables negativos de las manos sobre las paredes de caliza o granito…

1

Vemos la imagen enmarcada

Lo que vemos no son objetos

Son signos raptados a la luz.

Y, por fin, al cabo de esos mismos milenios, la casa/cueva ancestral como refugio de la luz y de nuestra memoria, y, también, claro, como claustro íntimo y tibio del encuentro de los cuerpos, de la piel…

1

Ponerse al día con el pasado de esta casa

es morar

es cumplir el contrato.

Hay principios que desenterrar…

2

La piedra muda

Es el espejo de la memoria

Y lo insignificante

Es lo que no refleja…


https://www.todoliteratura.es/noticia/61178/poesia/el-papel-de-la-piedra-de-reynaldo-lacamara.html