jueves, 21 de agosto de 2008

GONZALO HIMIOB SANTOMÉ


Dionisiaca

Me rehago

Y de nuevo te convoco

En ti se que estoy perdido, huir no es posible
se que debo detenerme ante tus puertas
antes de embriagarme en sobras y retazos
antes de perder el nombre
antes de dejar de ser
pero no me hago caso

Ruidos terribles e irresistibles te preceden
nacen de tu aliento de oleajes perturbados
y de esos juegos que te definen
vistes de sol tu palidez
te disfrazas de faro y de serena bahía,
y mi barca avanza ciega hacia las rocas

La quilla de mi barca se destroza
y no veo los barrotes, ni las rocas, ni despojos,
mis entrañas tiñen de rojo el suelo
pero dibujo sonrisas en las otras calaveras
tus fauces hacen crujir mis huesos
pero imagino que ese ruido es un aplauso

Y no estás, nunca estuviste,
mi osamenta se confunde entre las rocas
ahora soy calavera, soy despojo,
pero otro dibuja en mi mueca una sonrisa
sordo al ruido de sus huesos masticados
e imagina que un lamento es un aplauso

Eres la llama que seduce
la maestra de la intensidad
eres vulva y clítoris ansiosos
que derraman sus licores y su humedades
en las bocas de arenal de las conciencias

Pero no apagas la sed, sólo la luz

Me rehago

Y de nuevo te convoco


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Apolínea

No te busco

Siempre estás

Tu piel se contempla a sí misma
en la bruma que al reposo nos invita
y el silencio al que convoca tu mirada
deja una caricia que no se comparte
y se hace nuestra

Tu sonido es el de la mar profunda
no lo es del oleaje arrebatado
y tu voz hecha de brisas del ocaso
no hace coro a los furiosos vendavales
que me azotan y desgarran mi velamen

Eres pensamiento y palabra
eres tardes de domingo y de café
ella no está cuando me contemplas
yo no soy cuando no estás
y lo sabes

Te abres de brazos, no de piernas,
no me quitas, me das,
eres puerto y lecho suave
eres verso que me llama por mi nombre
y eres paz

No te busco

Siempre estás


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Hoy es uno de esos días

A Eugenio Montejo
“…ninguno cabe en el tamaño de su muerte…”

Hoy caminan hasta los árboles
ya no estás vestido de ellos
y las piedras son sólo piedras
y las nubes, sólo nubes

Se detuvo el minutero
pero las horas siguen

En la última vez que muere el rezagado
(o la segunda, según se vea)
¡cómo fuiste visionario!
este entierro seguirá sin ti su rumbo

Pues no hay tierra suficiente en el planeta
para cubrirte la voz

El que te llevó, mortal,
no pudo llevarte
no pudo siquiera dejar de ser el signo y la huella

Hasta en eso uniste a las estrellas con tus trazos
y con líneas que quedaron hoy borrosas
de humedades que en el tiempo desvanecen
nos dejaste tus albores a trastiempo
y a destiempo

¡Quédate acá, rezagado!
Te rogamos los que han sentido tu palabra
siendo parientes desconocidos
sin estar hemos estado
y sin saber hemos sabido

Aún sin vida ¡cómo vives!
compañero


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Pírricos

Mientras gozan de pírricas victorias
se enmascaran de viento poderoso
¿sementales? no llegan ni a rencoso
animal del que no hablará la historia

Pírricos de ceguera y de ficciones
pírricas de sonrisa mal habida
holgada su idiotez en mi caída
tientan de mi selva a los leones

Creen suyo el poder desaforado
y que siempre se oirá este mismo tono
que al justo lo mantiene encadenado

Sin voz propia, ni luz, ni valentía
sólo son marionetas de este trono
ignaro a lo fugaz de su valía

Gonzalo Himiob Santomé