sábado, 6 de noviembre de 2021

Legna Rodríguez Iglesias (7 poemas )






LA COSTUMBRE

 

Siempre le pido a mi mano

una paja matutina

con el dedo que le sigue al dedo gordo

para salir a la calle en forma

y enfrentarme al mundo

y vencer

el dedo del medio también me agrada

pero no tiene tanta movilidad

los dedos largos sirven para otra cosa

el anular y el meñique

inútiles por completo

más cuidado con el gordo

ese es un dedo que vale

por cinco

a mi mano no le falta

un solo dedo.

 

TREGUA FECUNDA

 

Sobre el ataúd de mi grandfather

hay flores nacionales

ese hombre luchó en una guerra

hace más de sesenta años

una guerra por la libertad

liberarse de lo que lo ata

es la lucha común.

Sabía leer y escribir

con cierta facilidad

pero no mejor que yo

fue una lástima

que quien practica la autopsia

le dejara el marcapasos

en el fondo de su pecho

ahora bajo las flores

hay un marcapasos vigilándome

¿Qué esperaba mi grandfather de mí?

¿Qué sembrara una flor nacional

en el fondo de mi corazón mangrino?

Que en paz descanses, grandfather

ya escribí cosas, grandfather

y esa es la mejor revolución

que haré.

 

NUDO

 

¿Cómo se llamará mi cabeza

si en vez de retratarse con un lazo

se retrata entre dos ojos

que podrían ser dos ejes

que podrían ser dos piedras abrazándose en el bosque?

una voz desconocida me nombrará en la penumbra

mientras camino confiada

por la carretera

pero esa voz me da vértigo

las piedras me dan el vértigo más insoportable

de la modernidad

todo vino en un mismo paquete:

el lazo

mi cabeza

el vértigo y el nombre

cómo se llamará tu cabeza

si en vez de retratarse bajo un puente

se retratara con un lazo?

 

LOS CAMINOS

 

A través de un pórtico que hay en la cama

un pórtico entre yo y el resto

sin ninguna palabra para abrirlo

se ven cosas

cuando el pórtico se abrió

solo

tentándome a tomarme el agua

ni siquiera el hedor de mis sucios cabellos

o la pena haciendo gárgaras conmigo

y la mano derecha más derecha hacia abajo

lograron desentumecer las sombras

que me cubrían.

 

CHUPAR LA PIEDRA

 

Al citrino lo cupo con cuatro lenguas

la lengua de la palabra

la lengua de la salud

la lengua del frenesí

y la lengua del conocimiento

aparentemente una de las lenguas

está dividida en dos

tampoco la mandarria tritura al lapislázuli

por el contrario

lo quiebra dulcemente y le da poderes húmedos

le da el don de los sueños

el don de la tierra

el don de las ciudades con límites y flora

nadie ve al lapislázuli debajo de mí

nadie me ve

por eso no la he chupado

aunque sé que la venturina tiene sabor a oxígeno

a mi carente oxígeno

me falta eso que las muchachas llaman habilidades

no soy habilidosa pero soy amorosa

y el amor es señal de sabiduría.


UNA ISLA RODEADA DE FILOLOGÍA POR TODAS PARTES

 

Ahora. Mismo. Hay. Un hombre leyendo Paradiso,

de Lezama, y Corrección, de Thomas Bernhard, a la vez.

Los lee quieto, sin que el hecho de leer constituya adaptación.

Tiene la garganta enferma, le dan escalofríos de noche.

 

Se fue de Cuba. Vive en Miami Beach.

Que no es Miami, pero ideológicamente sí.

Sus lecturas simultáneas forman parte de algún virus.

Miel para la garganta, duralginas y miel.

 

Al contrario de la duralgina le preocupa la novela

de Lezama: solo he conseguido llegar al tercer capítulo.

Le he dicho que abandone Paradiso, que continúe

con Thomas. Me responde que no abandonará.

 

Cada mensaje de texto mide unas pocas bimembres:

El lector-simulador sirviendo descafeinados.

Al rato me refiero a Cuba como: una isla

rodeada de filología por todas partes.

 

Según el lector enfermo ese podría ser

el título de mi próximo libro.

Hablamos. Por escrito. Durante

media hora sobre el lenguaje.

 

Él piensa que, a diferencia de Thomas

Bernhard, Lezama Lima es lenguaje.

Yo pienso que, a diferencia del lenguaje, Thomas

Bernhard es lenguaje. Lezama es filología.

 

EL PUNTO CUBANO

 

Estuve días soñando con los muertos que más quiero.

Soñé con todos mis perros que se murieron de noche.

Soñé con todos aquellos que se murieron de hambre.

Yo tuve un perro llamado Mickey Mouse como el ratón.

Ese murió envenenado en el patio entre las matas.

Se comió todo el veneno que mi papá le había echado

a las más de cien millones de cucarachas que había.

Soñé con un hemofílico que fue mi novio en primaria.

Teníamos siete años y nos queríamos mucho

pero él se murió chiquito porque su sangre era mala.

Soñé con todos los gatos que me comí sin saberlo.

Era un período difícil, papá tuvo que matarlos.

Venía con esos gatos descuerados en su bolso

y le decía a mi abuela que eran pollos o conejos,

y mi abuela simulaba que eran pollos o conejos,

y mi madre simulaba que eran pollos o conejos,

y yo solo me comía la carne deliciosísima

con harina de maíz o con boniato picado.

Soñé con mi abuela mora más de cien días, más días

de los que nunca he soñado con cualquier cosa querible.

Soñé también con mi abuelo, el cascarrabia español

que me crió y me llevaba a la escuela en un caballo.

El esposo de la mora, pero no moro. Galicia

fue la tierra de su madre, otra vieja cascarrabia.

Se llamaba Angel Iglesias Novoa, para servirle.

Usaba un sombrero alón igualito al de Camilo.

Camilo fue un héroe bueno que mataron por reírse.

El avión donde ellos iban se cayó por Camagüey.

Desde entonces en octubre echamos flores al mar.

Pero en verdad lo mataron con un disparo de gracia.

En mi sueño casi nada parecía tener lógica.

Era lógico mi sueño, pero no que lo soñara.

Yo estaba muy temblorosa, quiero decir, en el sueño.

Debía decirle al hombre lo que venía a decirle.

Un hombre que había sido más comunista que Marx

y más marxista que Marx cuando Marx era un buen tipo.

Que todavía lo era, más comunista que el muro

antes de ser derribado, mucho más que cualquier muro.

Ese hombre era mi abuelo pero en el sueño era solo

un hombre súper extraño mirándose los zapatos.

Toda la noche frotando los zapatos con betún.

Así pasaban los hombres sus noches y sus mañanas.

Frotándolos con un paño embarrado de betún.

A mí me gustaba eso, yo también froté los míos

para ir a la escuela limpia y lustrada, con mi abuelo.

La del sueño no sabía cómo enunciar el mensaje.

La de afuera que era yo no la podía ayudar.

¿Cómo le digo a mi abuelo que una tarde parí un yankee?

¿Sentados en otomanes y llorando en octosílabos,

frente a una pared vacía a la que da el sol de frente?

En otra época el sol me parecía un insulto

y las paredes, por Dios, eran hombres sin vergüenza.

Entonces mi abuelo dijo: ¡si serás desvergonzada!

A lo que yo interrogué: ¿no querrías conocerlo?

Después la tarde siguió hacia un sendero de dudas.

Es solo un ser diminuto, su mollera sigue abierta,

amar a un hermoso yankee no será nunca traición.

¿Cómo le digo a mi abuelo que una tarde parí un yankee?

Que no fuenaturalmente sino cesárea de urgencia

porque su ritmo cardíaco empezó a disminuir

y el obstetra entró de pronto y me dijo: hay que sacarlo.

¿Cómo le digo a mi abuelo que el niño nació en Miami

y que vivirá en Miami y que crecerá en Miami

y que no hablará español, sino espanglish, un idioma

de bárbaros, de campeones, de familias de emigrantes.

¿Cómo le digo a mi abuelo que me he vuelto una emigrante?

Entonces mi abuelo dijo: tráeme a tu hijo, vejiga.

Y yo le traje a mi hijo envuelto en mi propia blusa,

desnudito, dormidito, en el sueño hacía aire.

Mi abuelo tomó al muchacho por los pies, dándole vueltas,

yo gritaba horrorizada, yo me iba a morir del susto.

Si sobrevive, es mi nieto, dijo mi abuelo mareado.

El muchacho abrió los ojos un par de veces, ¡me muero!

El muchacho estaba vivo y tenía tanta hambre

como los perros aquellos con los que tanto he soñado.

Lo acerqué a mi seno duro y el niño empezó a mamar.

Mamaba como un león medio muerto medio vivo.

Mamó hasta que se durmió de nuevo dentro de mí.

¿Cómo se llama mi nieto? y luego me desperté.

 

Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, 1984). Escribe la columna “Irrelevante” en la revista digital El Estornudo. Obtuvo el Premio Centrifugados de Poesía Joven, España, 2019; el Paz Prize, otorgado por The National Poetry Series, 2016; el Premio Casa de Las Américas, teatro, 2016; y el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, 2011. Autora de varios libros de poesía como Título / Title, Kenning Editions, 2020; Mi pareja calva y yo vamos a tener un hijo, poesía, Ediciones Liliputienses, 2019; Miami Century Fox, 51 sonetos, Akashic Books, 2017; Transtucé, Editorial Casa Vacía, 2017; Chicle (ahora es cuando), Editorial Letras Cubanas, 2016; Hilo+Hilo, Bokeh Press, 2015; entre otros.